La flota jhttera canaria:
Una quimera en las coyunturas cn'ticas
de los años de entreguewas
JULIAON TOMOY ANESM ESA
Universidad de La Laguna
En el cuarto de siglo que media entre las dos guerras mundiales, la coyun-tura
internacional generó un período de crecimiento económico en el Archi-piélago
a instancias de los «felices» años 20, y sendas etapas críticas, una pre-via
y la otra posterior, dotadas de un trasfondo histórico no menos singular,
la 1 Guerra Mundial y la 11 República Española. En coherencia con el carác-ter
foráneo de sus orígenes, ambas crisis dejaron notar sus efectos iniciales en
la vertiente de la economía canaria que estaba volcada hacia el exterior, el
conjunto de actividades frutero-portuarias, aunque de manera desigual, pues
a un impacto global en la 1 Guerra Mundial, sucedió una concentración del
quebranto en el sector frutero durante la 11 República. Tampoco el ritmo de
propagación de ambas crisis por los restantes sectores de la economía cana-ria
guardó paralelismo alguno, pues a la inmediatez de la primera sucedió
una dilación en la segunda que restó estridencia, y dolor, a la situación final.
Al margen de tales singularidades, ambas coyunturas críticas, en un análogo
proceso de reverberación, a largo plazo dejaron notar sus secuelas en todos
los rincones del Archipiélago. En coherencia con sus orígenes extraisleños,
entre las alternativas de solución que manejaron los coetáneos en uno y otro
caso, figuró un proyecto que iba a caballo entre los dos sectores exteriores de
la economía isleña: la constitución de una flota frutera propia.
Con la presente comunicación, pretendemos recrear los avatares de tal ini-ciativa
en ambas coyunturas a la luz de la prensa editada en cada momento
en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, esto es, la que redactó y leyó el sec-tor
occidental de los isleños que sufrió en carne propia una y otra experien-cias.
Ciertas desemejanzas que anidan en ambas situaciones, a saber, el limi-
Boletín Millares Carlo, núm. 15. Centro Asociado UNED. Las Palmas de Gran Canaria, 1996.
250 Julio Antonio Yanes Mesa
tado desarrollo del sector frutero y la politización de la prensa en los años de
la 1 Guerra Mundial; frente al apogeo de Ia producción frutera y la incursión
de la prensa en estadios informativos en los años de la II República, nos Iian
animado a asumir tal reto'. Conscientes de tales disimilitudes entre los con-textos
de estudio y las fuentes a utilizar, nos trazamos como objetivo diluci-dar
dos cuestiones muy concretas en ambas coyunturas: de un lado, observar
la reacción y capacidad de maniobra de la burguesía isleña; y de otro, cdi-brar
el papel que desempeñó la prensa del momento.
Al calor del régimen económico-fiscal de las franquicias, dos sectores cla-ramente
diferenciados pero unidos por una misma servidumbre, el frutero en
base a la producción del plátano, el tomate y, en menor medida, la papa tem-prana;
y el portuario al calor del ventajoso posicionamiento de las islas ante
la escasa autonomía de la navegación internacional del momento, daban
cuerpo al segmento de la economía canaria que, en los años previos al estalli-do
de la guerra europea, orientaba su dinámica hacia el exterior. Ambos, en
su íntima relación, estaban a expensas de los países de Europa Occidental, so-bre
todo de Inglaterra, pues tal era el destino del grueso de la exportación
' Para llevar a cabo nuestro propósito, partimos del previo conocimiento de la evolución r
interioridades de todos y cada uno de los periódicos que vamos a consiiltar en ambos pen'odos.
Véanse detalles de todos ellos en los trabajos de Julio Antonio Yanes Mesa: Leoncio Rodn@er
y «La Prensa»: una página del periodismo canario, Cabildo Insular de Tenerife, Caja General de
Ahorros de Canarias y ((Editorial Leoncio Rodnguez, S.A.)), Santa Cruz de Tenerife, 1995; «Ga-ceta
de Tenerifex o la obstinación de un diario católico-conservador», en Reoistu de HistoRa CLI-nana,
Universidad de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, en prensa; «Gaceta de Tenenfe» y «La
Prensa)) (1910-1938): dos diarios coetáneos, que no dos vidas paralelas)), comunicación presen-tada
al IV Coloquio de Historia de las Islas del Atláíztico, Las Palmas de Gran Canaria y Santa
Cruz de Tenerife, en prensa; «El feroz tinerfeñismo del diario «La Tarde)) en su etapa fundacio-nal)),
en Tebeto VII. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteaentum, Cabildo Insular de
Fuerteventura, Puerto del Rosario, en prensa; «El diario político «Hoy»: un anacronismo infor-mativo
en Tenerife durante la 11 República)), en Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 38, Patro-nato
de la «Casa de Colón)), Madrid-Las Palmas, 1992, pp. 603-640; y «El periodismo republi-cano
en Tenerife (1868-1936): alborada, plenitud y ocaso de una prensa política)), en Teb~to
TTII. Anuario del Avchivo Histórico Insular de Fzrertenentz4v~1, Cabildo Insular de Fuei-teventu-ra,
Puerto del Rosario, en prensa.
Los trabajos pioneros al respecto se deben a Oswaldo Brito González: «Dinámica de la eco-nomía
canana contemporánea)), en Historia de Canarias, tomo 111, Cupsa Editorial, Madrid,
1981, pp. 37-64; y Antonio Macías Hernández: ((Algunas consideraciones sobre la economía ca-naria
entre 1900-1936»,e n Canarias, siglo n-,E dirca, Las Palmas de Gran Canaria, 1983, p p
275-304. Una visión global del período también ofrece, y a modo de contrapunto de las preci-tadas
pues está elaborada en base a vivencias de la época, la obra de Julio Antonio Yanes Mesa:
Leoncio Rodn'quez y «La Prensa»: una página del periodismo canario, o$. cit, pp. 157-254.
La flota fhtera canaria: Una quimera en las coyunturas críticas de los años.. . 25 1
fnitera y la nacionalidad de los buques que la transportaban, los cuales, a su
vez, daban vida a los puertos isleños tomando agua, víveres y carbón. Por de-bajo
de los dos sectores exteriores, y con una importancia económica muy in-ferior,
figuraba el secular policultivo de subsistencia que, con un desigual
comportamiento interanual en función del arbitrario régimen climatológico
de las Islas, dejaba notar su coyuntura de manera inmediata sobre amplias
capas populares de la población isleña. Los otros sectores económicos, asi-mismo,
volcados hacia el raquítico mercado interior, desempeñaban por en-tonces
un papel mucho más marginal en la frágil economía isleña.
El estallido de la guerra europea en el verano de 1914, incidió de mane-ra
inmediata en los dos sectores exteriores de la economía canaria. En efecto,
mientras la fruta sufrió una repentina depreciación en los mercados europeos
por la fuerte elasticidad de su demanda, el tráfico portuario acusó un brusco
descenso por la irrupción de los circuitos nacidos con la guerra, de naturale-za
coyuntural pero prioritaria. Luego, ambos sectores quedaron atrapados en
un círculo vicioso arrastrando en su caída a todos los ramos de la frágil eco-nomía
canaria para, en última instancia, generar paro, inflación y escasez de
artículos de importación, algunos tan vitales como las medicinas y los alimen-tos3.
El tramo final de 19 16 y el inicial de 19 1 8, trajeron sendos acelerones
al enervante proceso por la presencia de los submarinos alemanes en aguas
del Archipiélago. A partir de entonces, a la escasez de subsistencias y al
paulatino colapso del tráfico portuario y de la exportación frutera, se unie-ron
el cierre de los establecimientos industriales, los cortes en los incipien-tes
fluidos eléctricos y la paralización del embrionario tráfico automovilís-tico
por la carencia de carbón, gasolina y gasoil. La insostenible situación
encontró alivio en los aforos y en la tasación de subsistencias a instancias de
las autoridades locales; en los repartos gratuitos de rancho, fruta y pan
merced a las casas extranjeras; y en la instalación de cocinas económicas en
base a la caridad pública. También Madrid, librando partidas para la aco-metida
de obras y enviando trigo y millo a flete reducido, aunque con la ci-catería
y morosidad propias de la época, contribuyó a paliar el caos reinan-te.
Dos datos cuantitativos referidos al puerto de Santa Cruz de Tenerife,
ilustran la magnitud del marasmo: los 294 vapores que entraron en julio de
1 9 14, quedaron reducidos a 13 en agosto de 19 1 8; la exportación frutera,
aparte de reducir su margen ganancial, menguó en unas cuatro quintas par-tes
entre tales fechas.
Tras una dura postguerra a instancias del reajuste de las relaciones exte-riores
de los países europeos, lo que a corto plazo frenó las expectativas de
Al respecto, y también con fuentes hemerográficas, acabamos de concluir una pequeña
monografía que, poniendo el énfasis en la emigración del momento, tenemos en vías de publica-ción
bajo el título: Crisis económica y smigvación en Canarias. El puerto de Suntu Cncz de Tene-r
i . durante la guerra suropea, 191 4-1 91 8.
252 Julio Antonio Yana M~sa
los sectores frutero y portuario, en un contexto marcado por una prolongada
sequía que arruinaba al policultivo de subsistencia, la economía canaria recu-peró
su dinámica tradicional. Tal reposición, aparte de hacerse de rogar, a
largo plazo no repartió con equidad sus beneficios sobre el segmento exterior
de la economía canaria, pues mientras permitió al sector frutero rebasar con
creces las cifras de su exportación de anteguerra, dejó al portuario estanca-do
en cotas muy inferiores a las de antaño, no sólo por la creciente compe-tencia
de los puertos franceses del Africa Occidental, sino también por la
mayor autonomía que a los buques posibilitaba el consumo de petróleo y la
apertura del Canal de Panamá. Para el sector frutero tampoco todo fue
igual que antes de la guerra, pues aunque el tomate y la papa continuaron
recalando en el mercado británico, el plátano poco a poco encontró un me-jor
acomodo en el francés. También el mercado peninsular, a instancias de
la reciente experiencia de la guerra y la creciente competencia americana en "7
D
Europa, incrementó su débil consumo de siempre, cuyo despegue databa de E
los nefastos años bélicos, merced a ciertas mejoras en el traslado y distribu- O
n ción de la fruta. Aún así, a finales de la década las partidas enviadas a la Pe- -
m
O
nínsula no suponían si quiera una quinta parte del total de la exportación EE
isleña. SE
A poco de comenzar a rodar los años 30, el sector frutero acusó las secue- -
las internacionales del hundimiento de la bolsa neoyorkina, cuando las Islas 3
estaban inmersas en un contexto crítico por la limitada recuperación portua- --
ria, la reaparición de la temible sequía sobre el policultivo de subsistencia y 0
m
E
la pérdida del recurso a la emigración. Los primeros avisos de los quebran- O
tos que se avecinaban llegaron a finales de 1 93 1, cuando los países europeos
anunciaban la inminente adopción de políticas proteccionistas en favor de sus n
E
producciones fruteras, amenazas que cristalizaron a comienzos de 1932 con -
a
la contingentación de las importaciones de plátano por Francia, lo que obli- 2
n
gó a crear sendas juntas reguladoras de la exportación. Pero los nacientcs n
organismos no pudieron, o no supieron, evitar el impacto de tal resolución, 3
que llegó al sector a mediados de año, cuando los envíos isleños al merca- O
do galo habían sobrepasado con creces el cupo asignado, lo que provocó
una drástica estrangulación en la exportación. Luego, la incidencia de los
rearmes arancelarios generalizados, con medidas tan dolorosas por su in-tención
como la imposición de un gravamen sobre el plátano canario para
impulsar las plantaciones coloniales; junto a la reducción del margen ga-nancial
por la depreciación de la fruta ante la sobreproducción del momeri-to,
acentuaron la crisis del sector, sin brusquedades, pero también sin solu-ción
de continuidad. Como ocurriera en los calamitosos años de la guerra,
el único alivio llegó del siempre problemático mercado peninsular, que lle-gó
a absorber más del 50% de la declinante exportación platanera. El pre-cario
cuadro de la economía canaria culminó con los quebrantos de las in-cipientes
actividades exteriores de los sectores tabaquero y pesquero a ins-
La flota fiutera canana: Una quimera en las coyunturas críticas de los años ... 253
tancias de la coyuntura interna~ionalC.~u ando el panorama no daba visos
de solución, la sublevación del general Franco dejó en segundo plano la in-sostenible
situación isleña.
LA FLOTA FRUTERA CANARIUAN: AQ UIMERA COMO ALTERNATIVA
A LAS COYüNTURAS CRÍTICAS DE LOS AÑOS DE ENTREGUERRAS
El ensayo en los años de la guerra europea
Nada más comprender la irreversibilidad de la situación creada por la
guerra europea, lo cual no requirió mucho tiempo, la burguesía isleña puso
sobre el tapete una aspiración que, hasta el momento, había barajado sin mu-cha
convicción en los periódicos desajustes del mecanismo exportador: la
constitución de una flota frutera propia.
El audaz proyecto dio sus primeros pasos antes de finalizar 19 14, cuando
la representación parlamentaria canaria consiguió al efecto una subvención
estatal por valor de un millón de pesetas. Acto seguido, hablamos de comien-zos
de 191 5, la Cámara Agraria de Santa Cruz de Tenerife a instancias de su
presidente, Francisco Trujillo Hidalgo, designó una comisión para hacer lle-gar
sus aspiraciones a la asamblea general que, con el ánimo de dar concre-ción
a la flota, convocó la Cámara de Comercio en el salón de actos de la en-tonces
Diputación Provincial. Pero el evento no pudo eludir la dinámica del
((Pleito Insular)), pues el sector agrario de Gran Canaria, alegando que la ubi-cación
del local social y la residencia del gerente eran de imposible consenso,
prefirió la creación de dos flotas independientes con sedes respectivas en San-ta
Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria. Haciendo oídos sordos al
retraimiento grancanario, la asamblea acordó la constitución de una compa-ñía
en base a ocho vapores de 1.300 toneladas de arqueo y de 11 millas por
hora de velocidad mínima, fijando dos salidas semanales, una a Londres y
otra a Liverpool, con escalas en los puertos de Santa Cruz de Tenerife, La
Luz de Gran Canaria y, cuanto menos entre marzo y noviembre, el Puerto de
la Cruz en el Valle de la Orotava5. A las dificultades intrínsecas al proyecto,
Véanse detalles de la coyuntura en la obra de Julio Antonio Yanes Mesa: La Gran Depre-sión
en Canarias, Centro de la Cultura Popular Canaria. en prensa.
Estos detalles de los primeros balbuceos del proyecto proceden de La Bensa, editorial del
5-1-1915 y trabajo en redacción del 28-1-1915, p. 2; y Gaceta de Tenen&, 92-1915, p. 1. Dado
que estaban en juego los intereses de la clase dominante isleña, la que nutría todas las facciones
políticas del Archipiélago, todos los periódicos respaldaban en el mismo afán la gestación de la
flota frutera. Aún así, a la hora de abogar por su consecución, «El Progreso)) y «Gaceta de Te-nerife))
adoptaron actitudes distintas, pues mientras el diario republicano daba cuenta de todo
eilo en sus espacios estelares, el conservador relegaba la información a los rincones marginales
de su paginado. Indudablemerite, la ferviente aliadofilia de «El Progreso)) y la no menos prover-bial
germanofilia de (Gaceta de Tenenfe)), hacen explicables el desigual talante con que ambos
dieron cuenta de un proyecto que tenía como destinatario los países aliados.
254 Julio Antonio Yanes Mesa
pues, se sumaron las desavenencias de las islas centrales del Archipiélago
para hacer fracasar la primera tentativa de constitución de la flota6
Con el decurso de los meses, ya en plena estación otoñal, la progresiva
contracción de los beneficios del sector frutero hizo que Francisco Trujillo
Hidalgo, esta vez en calidad de vocal del Consejo Provincial de Fomento, re-tomara
el asunto de la flota frutera. En esta ocasión, aunque circunscrito al
área occidental del Archipiélago, el plan nació con unos objetivos más preten-cioso~
p, ues exigía una subvención estatal más cuantiosa y, además, la conse-cución
de fondos alternativos en el Archipiélago. La propuesta preveía la
creación de un sindicato de agricultores que asumiera un impuesto volunta-rio
de 0,25 pesetas por bulto de plátanos, tomates o papas exportados con el
ánimo de, en el plazo diez años, reunir unos diez millones de pesetas con los
que negociar un empréstito por tal cantidad y plazo con vistas a la inmediata
adquisición de diez vapores. Para incentivar la aceptación del impuesto, los
mentores del proyecto pronosticaban un ahorro de unos cinco millones de pe-setas
con el simple restablecimiento de los fletes de 1909, lo que ilustra el en-carecimiento
que había experimentado el mecanismo exportador por enton-ces.
Pero la propuesta no quedaba ahí, pues abría la posibilidad de adquirir
otros tantos buques con la garantía de los diez iniciales, opción que, a su vez,
refleja hasta qué punto había llegado la estrangulación del mecanismo expor-tador.
Dado que el destino del empréstito era el pago de los buques, la sub-vención
estatal era requerida para satisfacer los intereses, que ascendían a
unos 2.750.000 pesetas, cantidad que debía librar el Estado de manera gra-dual
a lo largo de los diez años7. Aunque el sector nombró una comisión para
impulsar la previa sindicación en medio de un sólido consenso, el proyecto
quedó de inmediato estancado por su propia inviabilidad, pues los agriculto-res
no estaba para asumir nuevas mermas en sus alicaídos beneficios y los va-pores,
en su fuerte demanda internacional por las necesidades bélicas, habían
alcanzado una cotización que triplicaba a la de anteguerra.
El cerco de los submarinos alemanes al Archipiélago desde finales de
1916, en la espantada que provocó entre los escasos buques aliados que aún
recalaban en los puertos isleños, hizo que la Cámara Agraria de Santa Cruz
Véase: La Prensa, editorial del 19-5- 191 5.
Véame: El Propeso, .28-9- 191 5, 27- 11 - 1915 y 29- 11 -1 Y 15, p. 1 en los tres números; Giz-cetade
Tenerifi 26-11-1915 y 29-11-1915, p. 2 en ambos; y LuI+t>nsu, 29-11-1915. p. 1. Ev-denciando
el consenso que reinaba entre la clase política isleña en el tema de la flota frutera. cm
tre los inteminientes figuraban el líder conservador Andrés de Arroyo, director inicid y uno de
los fundadores de ((Gaceta de Tenerife; el homólogo de las filas liberales Benito P6rez Armas; y
el jerarca del republicanismo de Santa Cruz, Emilio Calzadilla. Por si fueran pocos los motivos
de concordia, el limitado desarrollo del sector aún no había precipitado la afloi:icióri del birio-mio
agricultores-intermediarios que años más tarde, cuando a las Islas llegó la repercusi6n iri-ternacional
del hundimiento de la bolsa neoyorkina de 1929, habría de protagonizar un ti~ii-o
enfrentamiento interno.
LaJota@tera canaria: Una quimra en las coyunturas críticas de los años ... 255
de Tenerife desempolvara la vieja aspiración de la flota frutera. Esta vez, a sa-biendas
del escaso numerario que había aportado el sector en la tentativa an-terior,
se optó por sacar al mercado la venta cinco mil acciones de mil pese-tas,
lo cual suponía, por un lado, la apertura del proyecto a los otros sectores
económicos isleños y, por otro, un recorte en la mitad del numerario a reca-bar
en las Islas. Para garantizar la captación del capital requerido, estaba
previsto que el déficit en su inscripción fuera asumido por los agricultores
mediante el antedicho impuesto. Pero todo quedó de nuevo en aguas de bo-rrajas
porque, por un lado, Madrid aclaró de inmediato que en los presupues-tos
del Estado no había consignación para librar las 2.750.000 pesetas solici-tadas
y, por otro, la venta de las acciones fue un rotundo fracaso. En otra
asamblea posterior al objeto de rebajar un poco más las pretensiones del
plan, el sector acordó poner en circulación una quinta parte de las acciones a
mitad de precio con el ánimo de solicitar en préstamo el capital restante bajo
los auspicios de la Diputación Provincial. Pero ni así resultó viable un pro-yecto
que conforme pasaban los meses adquiría, cada vez más, el inconfundi-ble
carácter de una quimera8.
A finales de enero de 1917, todavía hubo quien elevó otra propuesta mu-cho
más austera, la cual rebajaba a la mitad el montante de la operación,
aunque a costa de dejar la flota frutera en unas condiciones penosas para el
traslado de la fruta a Europa. En esta ocasión se trataba de la adquisición de
ocho grandes veleros con motores auxiliares de petróleo, según modelo que,
al parecer, estaba en construcción en los Estados Unidos, por un precio con-junto
que apenas rebasaba los cinco millones de pesetas. Según el proponen-te
del proyecto, los motores podían imprimir a los buques velocidades entre
las ocho y las nueve millas por hora que, con la ayuda del velamen cuando
los vientos eran favorables, podían subir otros dos enteros para reducir la du-ración
del trayecto a Inglaterra a unos nueve díasg. La ingeniosa propuesta,
por lo demás, fue algo así como el canto de cisne de una aspiración que, a
partir de entonces, no volvió a destaparse por su improcedencia en un con-texto
que, además de rezagado para poder asumir grandes empresas capita-listas,
sobrellevaba una espantosa crisis. Y es que el tope de capital ofrecido,
que no comprometido, en la zona occidental del Archipiélago para la consti-tución
de la gran flota frutera canaria, jamás superó las 300.000 pesetas.lo
Pero no todo fueron especulaciones en torno a la búsqueda de una alter-nativa
propia a la estrangulación de la exportación frutera. En efecto, aunque
con una concreción sumamente modesta y un desenlace muy doloroso, la an-
Véame, en particular: El Progreso, 18, 21 y 22-12-1916, 9-1-1917 y 27-1-1917, p. 1 en
todos los números; y Gaceta de Tenerirfe, 22-12-1916, 9-1-1917 y 1-2-1917, pp. 4, 3 y 2 respec-tivamente.
Véase: El Progreso, 30-1-1917, p. 1, artículo de Eulogio Gómez.
'O Véase: Gaceta de Tenerifi, 9-1-1917, p. 3.
256 Julio Antonio Yanes Mesu
siada flota frutera cristalizó por breve espacio de tiempo al amparo de la co-marca
de mayor producción platanera del Archipiélago, el Valle de la Orota-va
en la isla de Tenerife. El primer jalón fue la asociación de los agricultores
de la zona en el ((SindicatoA grícola del Norte de Tenerife)),e n cuyo seno na-ció
la ((Compañía Naviera de Tenerifen merced a un capital social de seiscieri-tas
mil pesetas en base a setecientas cincuenta acciones de ochocientas pese-tas".
Con tales disponibilidades, la naciente naviera adquirió dos pequeños
vapores de 789 y 762 toneladas que, a su llegada a la isla en abril y julio de
19 16, recibieron los topónimos isleños ((Punta de haga)) y «Punta de Teno)).
Pero nada más entrar en servicio, antes de finalizar 1916, el «Punta de Ana-ga
» encalló en aguas del Puerto de la Cruz para, a poco de comenzar 191 7,
el ((Punta de Teno» perecer ante la embestida de un submarino alemán12. Cir-cunstancias
ajenas a la voluntad isleña, pues, dieron al traste con la única in-tentona
viable de dar salida a la producción frutera. A partir de entonces, una
enorme sensación de impotencia se apoderó del sector, más aún cuando la de-bacle
de la naciente naviera del norte de la isla coincidía con la frustración de
la gran flota canaria. En días sucesivos, el chivo expiatorio de todos los ma-les
del sector fue el periódico germanófilo ((Gaceta de Tenerifen por reprodu-cir
una nota de su agencia en Madrid que, dejando en entredicho la naturale-za
de la carga del buque, parecía disculpar el hundimientoI3.
El ensayo en los años de la segunda República
En contraposición a la inmediatez de los años de la guerra europea, la op-ción
de la flota frutera se hizo esperar un cierto tiempo en la Segunda Repú-blica,
lo cual guarda coherencia con el desigual ritmo de difusión de ambas
crisis. Aparte de tardía, la propuesta surgió en el seno de un sector que había
perdido el consenso de antaño en la complejización inherente a su desarrollo.
lo cual había generado una cierta bifurcación interna de intereses en función
de los cometidos agrícola y comercial, aunque ambos no fueran excluyentes
entre sí. Los valedores de una y otra facción, entre las que pugnaba otra de ta-lante
integrador, eran el viejo ((Sindicato Agrícola del Norte de Tenerifen, bajo
la batuta del perseverante Luis Benítez de Lugo y Velarde. y la naciente «Aso-ciación
de Exportadores de Frutos de la provincia de Santa Cruz de Tenerife».
" Véanse: Gaceta de Tenenfe, 2 1 - 12-1 91 3, p. 2; El P~qyeso2, 9-1 2-1 91 5, p. 1; y LLZR w-su,
30-12-1915. Tal iniciativa asociacionista sena emulada con el decurso de los meses, confor-me
la crisis fue acentuando sus estragos en los más di~ersosri ncones del Archipiélago, dentro
de un proceso que presenció el despertar de la solidaridad, y en intensidad desconcertante. en
un sector que secularmente había estado minado por el más duro de los indi~idualisrnos.
"'Véame: El P~ogreso3, 0-1 1-19 16 y 5-2-19 17, pp. 2 y 1 respectivamente; y Lu Pr~nsac. di-torial
del 1-2-1917.
'"Véase: Gaceta de Tenenfi, 2 y 4-2-1917, p. 4 en ambos.
La flota frutera canaria: Una quimera en las coyunturas cnícas de los años ... 257
En un principio, hablamos de mediados de 1934, la alternativa de la flo-ta
formó parte del paquete de medidas que el segmento híbrido del sector ba-rajó
en la Mancomunidad de Cabildos al objeto de frenar la escisión en cier-nes,
previendo a tal fin una asociación de cosecheros y exportadores.'"ero
una iniciativa de Madrid a espaldas de la asamblea que establecía la sustitu-ción
de las juntas reguladoras de exportación de plátanos a Francia, que da-taban
de 1932, por sendas comisiones provinciales de exportación, dio al
traste con las tesis conciliadoras ante la desigual reacción de las facciones en-caradas.
En días sucesivos, mientras la flota pasaba a segundo plano, las fuer-zas
en litigio redefinían sus posturas en base a la configuración del inevitable
organismo que habría de regular la exportación canaria: los cosecheros pro-pugnaban
la perpetuación de las juntas ahora desaparecidas; los exportado-res
preferían las recién creadas comisiones; y entre ambos, un cada vez más
minoritario sector conciliador, encabezado por un viejo sindicato cuya nomi-nación
resultaba cada vez más engañosa, «Unión de Exportadores)), que acep-taba
la propuesta gubernamental con una disposición adicional que diera al-guna
satisfacción a los cosecheros.
Con el decurso de los meses, en el problemático diseño y posterior regu-lación
de las comisiones provinciales de exportación, el desacuerdo del «Sin-dicato
Agrícola del Norte de Tenerife)) quedó patente en sus ataques a Santa
Cruz, a la que consideraba sede de los intermediarios que vivían a costa de los
agricultores del Valle. Aparte de subir de tono, el problema quedó a salvo de
todo atisbo de ((Pleito Insular)), pues una escisión similar a la comentada ocu-rría
en la zona oriental del Archipiélago para, de inmediato, los efectivos de
ambos intereses aunar esfuerzos a nivel regional, tal y como evidencia la con-gregación
de los cosecheros grancanarios en Arucas para, bajo el liderazgo de
Francisco Padrón Morales, ratificar las tesis del ((Sindicato Agrícola del Nor-te
de Tenenfe)). Cuando la asamblea de la Mancomunidad de Cabildos de
Santa Cruz de Tenerife reinició sus actividades, lo hizo sin los cosecheros que,
junto a sus afines grancanarios, concurrieron a otra que convocaron en el lo-cal
social del ((Sindicato Agrícola del Norte de Tenenfe)). Tal escisión culmi-nó
en un concurrido acto posterior, celebrado en el campo de fútbol Hespé-rides
de La Laguna, donde un gentío ratificó un conjunto de medidas entre
las que figuraba la sindicación forzosa de los cosecheros, al margen de los in-termediarios,
para tomar las riendas de la exportación15.
Mientras tanto, conforme el margen ganancial y el volumen de exporta-ción
del plátano menguaban, La opción de la flota frutera recobraba la actua-lidad
desde comienzos de 1935. Esta vez, la iniciativa surgió en Gran Cana-
'"éanse: La Tarde, 20-6-1934, p. l y editorial del 25-6-1934; Hoy, 20, 21 y 24-6-1934; y
La Prensa, 20 y 26-6-1934.
l5 Véanse: La Tarde, 26-7-1934, p. 8; Gaceta de Tenenfi, 27-7-1934, pp. 3 y 5; y La Pren-su,
1-8-1934, pp. 1 y 2.
258 Julio Antonio Yanes Mesa
ria a instancias del político Rafael Guerra del Río, con la complacencia dcl
periódico «La Provincia)) y de la naciente confederación de ((Sindicatos Agrí-colas
Reunidos)) de la isla. En oposición a tal pretensión, evidentemente, es-taban
los exportadores grancanarios, los cuales contaban con el apoyo del pe-riódico
«Hoy» de Las Palmas y de un sindicato de nominación similar, aiin-que
de carácter antagónico, al del Valle de La Orotava: ((Sindicato Agrícola
del Norte de Gran Canaria»16. E1 ahorro de unos treinta millones de pesetas
anuales para la Región, en base al rebaje de los fletes de la exportación frute-ra
de 47 a 17 millones de pesetas, era el argumento que con más insistencia
manejaban los defensores de la flota17. Como no podía ser de otra manera, la
movilización grancanaria encontró un eco inmediato en el ((Sindicato Agríco-la
del Norte de Tenenfe)) y en el periódico «Gaceta de Tenmife)), que unieron
el objetivo de la flota al programa agrario que venían defendiendo desde la
asamblea de mediados de 1934. Un periódico con la misma titulación que el
grancanario, «Hoy» de Santa Cruz de Tenerife, que abogaba por la acentua-ción
de la propaganda y la mejora, que no el reemplazo, del mecanismo ex-portador
vigente1*, era el baluarte en la prensa tinerfeña de los exportadores.
Por entonces, los que abordaban el asunto de la flota con un cierto desa-pasionamiento
y sin perder de vista al conjunto de los intereses económicos
de las Islas, desaconsejaban su establecimiento alegando que la erradicación
del señuelo de la fruta iba en detrimento de las escalas de los buques extran-jeros
y, en última instancia, de todos los renglones de la economía canaria. Al
margen de tales perjuicios, otras circunstancias, tales como la competitividad
del servicio que prestaban las compañías europeas, las presumibles represalias
de los países de las navieras, el enorme endeudamiento de los sindicatos agn'-
colas, el desconocimiento del negocio y, en definitiva, la aventura que suponía
una empresa de tal calibre, también desaconsejaban su realización. El rebaje
de los impuestos locales y la negociación con todos los países para ofrecer el
envío de la fruta a sus buques, a cambio de conseguir aumentos en los contin-gentes,
eran algunas de las propuestas que esgrimía este sector neutral1".
Pero en Gran Canaria, al compás de la acentuación de los quebrantos dc
la exportación frutera, los valedores de la flota seguían en sus trece. No con-tentos
con el ritmo de concreción del proyecto, el sector optó por enviar a
Madrid una comisión encabezada por el tenaz Francisco Padrón Morales en
busca de adhesiones. Las presiones que en la capital del Estado recibió la fla-mante
Miss Europa, la tinerfeña Alicia Navarro, para que acompañara, o de-l6
Véase: Gaceta de Tenerifi, 11 y 12-5-1935, pp. 6 y 1 respectivamente.
l 7 Ibídem, 16-5-1935, p. 1.
l8 Véase: Hoy, editorial del 28-6-1935. En particular, era un baluarte de las actiyídades del
consignatario de la ((Fred Olsen)), y uno de los principales accionistas del periódico, Alvaro Ko-dríguez
López.
l9 Véase, por caso: La Tavde, 10-6-1935, p. 2, artículo de Gonzalo Cáceres Sánchez.
La flota ftutera canaria: Una quimera en las coyunturas críticas de los años ... 259
jara de acompañar, a los miembros de la comisión en sus visitas a las más di-versas
personalidades, evidencia el soterrado forcejeo que mantenían ambas
facciones. Tras conseguir el apoyo de diversos personajes en favor de la causa,
entre los que figuraba el diputado de Acción Popular Agraria José Calvo Sote-
10, la comisión grancanaria regresó a las Islas para aguardar la resolución fi-nda.
Todo ello fue contemplado con expectación por sus afines de Tenerife,
donde ((Gaceta de Tenenfe)) desató una dura campaña en favor de la captación
de clientes para la flota canaria, arremetiendo duramente contra las casas ex-tranjeras,
caso de «Fyffes», que negaron la concesión de su exportación2*.
Súbitamente, cuando el asunto parecía haber entrado en un nuevo compás
de espera, ((Gaceta de Tenenfe)) anunció con alborozo el visto bueno de las Cor-tes
a la ansiada flota frutera22.P ero la alegría duró muy poco tiempo porque, de
inmediato, los detalles de la resolución aclararon que se trataba de un proyecto
estatal de construcción de barcos pesqueros y fruteros sin hacer alusión, especí-ficamente,
a las aspiraciones canarias. La Última tentativa para sacar adelante el
audaz proyecto llegó a los pocos días, cuando el tenaz político Rafael Guerra del
Río planteó al Gobierno la posibilidad de la constitución de la flota al amparo
de una ley del paro obrero de reciente promulgación en base a la concesión ofi-cial
del 50% del costo de seis barcos de dos mil toneladas, lo que suponía nada
menos que unos doce millones de pesetas23. Se trata de cifras que, sin más con-sideración,
bastan para comprender la inviabilidad de la pretensión isleña.
Pero la flota frutera canaria también intentó nacer aquellos años obvian-do
las subvenciones oficiales. Y es que ante el sistemático fracaso de todos los
procedimientos ensayados, el acaudalado naviero tinerfeño Alvaro Rodrí-guez
López, intentó sacar el proyecto adelante ofreciendo un paquete de ac-ciones
a los sindicatos agrícolas de la Región24. Sus propósitos fueron acogi-dos
con suma satisfacción por «Gaceta de Tenenfe)) que, por momentos, olvi-dó
sus tradicionales diferencias con «Hoy» para intentar aproximar
posiciones al calor de sus comunes intereses materiales. Pero ni así cuajó un
proyecto que, en aquellos duros años, levantó fuertes pasiones a pesar de tra-tarse,
tal y como evidencia su envergadura, de una quimera.
La flota frutera fue una aspiración isleña de los años de entreguerras
que, espoleada en las dos coyunturas críticas que sufrieron las Islas a ins-tancias
de la coyuntura internacional, conoció otros tantos fracasos en el
20 Véase: Gaceta de Tenerifi, 16, 19 y 22-5-1935, pp. 2, 6 y 1 respectivamente.
21 Ibídem, editoriales del 28 y 30-5-1935.
22 Ibídem, editoriales del 14 y 15-6-1935.
23 Ibídem, 1-8-1935, artículo transcrito de «La Información)) de Cádiz; y editorial del 4-9-
1935.
2Véanse: Hoy, 13-8- 1935; y Gaceta de TenerijZ, editorial del 14-8- 1935.
260 Julio Antonio Yunes Mesu
seno de circunstancias bien diferentes. En la primera tentativa, cuyo tras-fondo
fue la guerra europea, el sector donde emergió tal proyecto estaba
unido como una piña, pero inarticulado a nivel regional en su limitado
desarrollo, lo que bifurcó esfuerzos a instancias del siempre latente ((Plei-to
Insular)). En los años de la 11 República, en contraposición, aunque el
sector estaba más integrado a nivel regional y a salvo de las veleidades in-sularistas
de antaño, estaba minado por otra división interna de índole
material, aunque no menos frustrante que la anterior, nacida con el pau-latino
desarrollo y complejización de la exportación frutera conforme
avanzaron los años 20. Al margen de tales matices diferenciales, en ambos
casos se trató de una quimera, tal y como evidencian las cifras manejadas
en los sucesivos proyectos, que levantó fuertes pasiones en la 11 Repúbli-ca,
cuando en el sector anidaban los intereses contrapuestos de producto-res
e intermediarios, dejando el enfrentamiento una indeleble huella en la
memoria colectiva isleña.
La fuente histórica que nos ha permitido realizar nuestro estudio, la pren-sa,
también presenta ciertas disimilitudes en ambas coyunturas. En efecto, en
los años de la guerra europea, al calor de los arcaísmos isleños, nos encontra-mos
con un periodismo fuertemente politizado en función de ideologías muy
encaradas que, por paradójico que pueda parecer a primera vista, compartió
una misma postura en la cuestión de la flota, ciertamente, por el común inte-rés
de la clase dominante isleña, que era la que nutn'a todos los credos políti-cos.
En los años de la 11 República, en contraposición, aunque el periodismo
tinerfeño estaba inmerso en etapas propiamente informativas, aún había pe-riódicos
que permanecían adscritos a facciones políticas a las que debían su
existencia. Tal dependencia, unida a la escisión de los intereses materiales de
la clase dominante isleña conforme avanzó el enfrentamiento de productores
e intermediarios, convirtió a la prensa más politizada, y menos autónoma, en
portavoz incondicional de alguno de los intereses en juego. Al calor de tales
circunstancias, y en coherencia con la desigual articulación regional del scc-tor
en ambas coyunturas, mientras en la guerra europea la prensa nos cir-cunscribió
la cuestión objeto de estudio a la Isla de Tenerife, en la II Repúbli-ca
distendió algo más su localismo informativo para recrear las iniciativas
surgidas en Gran Canaria.
Al margen de tales singularidades, en ambos casos la prensa fue, además
de fuente de información histórica, protagonista de la propia realidad que
historiamos, pasando de uno a otro cometido de manera casi imperceptible
para nosotros. Tal ambivalente rol, por lo demás, magnifica la necesidad de
un conocimiento profundo de los periódicos a manejar para abordar ésta, y
cualquier otra, cuestión con un mínimo de rigor en base a fuentes hemerográ-ficas.
LajlotaNtera canaria: Una quimera en las coyunturas críticas de los años ... 261
BIBLIOGRAFC~IATA DA
BRITO GONZÁLEZ, Oswaldo, ((Dinámica de la economía canaria contemporánea)), en
Historia de Canarias, siglos xrx y xx, Cupsa Editorial, Madrid, 1981.
~ C ~ HAERSN ÁNDAEZnt,o nio, ((Algunasc onsideraciones sobre la economía canaria en-tre
1900-1936», en Canarias, siglo ,u,Ed irca, Las Palmas de Gran Canaria,
1983, pp. 275-304.
Y m s MESA, Julio Antonio, Leoncio Rodnguez y «La Prensa»: una página del perio-dismo
canario, Cabildo Insular de Tenerife, Caja General de Ahorros de Canarias
y Editorial Leoncio Rodríguez, S.A., Santa Cruz de Tenerife, 1995.
- La Gran Depresión en Canarias. Un estudio de hemerografla comparada, Centro
de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife, en prensa.
- Crisis económica y emigración en Canarias. El puerto de Santa Cruz de Tenerifi
durante la guerra europea, 191 4-1918, Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Te-nerife,
en prensa.
- «El diario político "Hoy": un anacronismo informativo en Tenerife durante la 11
República)), en Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 38, Patronato de la «Casa de
Colón)), Madrid-Las Palmas, 1992, pp. 603-640.
- «Gaceta de Tenerife)) o la obstinación de un diario católico-conservador», en Re-vista
de Historia Canaria, Universidad de La Laguna, en prensa.
- «El feroz tinerfeñismo del diario «La Tarde)) en su etapa fundacional)), en Tebeto
VII. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, Cabildo Insular de
Fuerteventura, Puerto del Rosario, en prensa.
- (("Gaceta de Tenerife" y "La Prensa" ( 19 10- 1938) : dos diarios coetáneos, que no
dos vidas paralelas)), comunicación presentada al IV Coloquio de Historia de las Is-las
del Atlántico, Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, en pren-sa.
- «El periodismo republicano en Tenerife (1 868- 1936): alborada, plenitud y ocaso
de una prensa política)), en Tebeto VIII. Anuario del Archivo Histórico Insular de
Fuerteventura, Cabildo Insular de Fuerteventura, Puerto del Rosario, en prensa.
Julw Antonio Yanes Mesa
EVOLUCDIE~LN M OVIMIENTO PORTUARIO EN S/C TFE
Anos Vapores Veleros
1910 2.512 1 .O67
1 ~ i i o s I ~ o t a l I ~enínsuia I
La flota fiutera canaria: Una quimera en las coyunturas críticas de los años ... 263
EVOLUCDIE~LN M OVIMIENTO PORTUARIO EN SANTACR UZD E TENERIFE
vapores
veleros
años
Fuente: Memoria de la Junta del Puerto de S. C. de Tenerife en 30 de junio de 1925, Archivo
de la Autoridad Portuario de S. C. de Tenerife.
EXPOKTACDEI ~PLNÁ TANOS CANARIOS
1910 1913 1914 1915 1916 1917 1918 1919 1920
años
Fuente: «La Tarde» de Santa Cruz de Tenerife, 30-4- 1931.
Julio Antonio Yanes Mesa
1 Años 1 Kilogramos 1
Años
1930
1931
Pesetas
11.254
8.621
La flota @tara canaria: Una quimera en las coyunturas cn'ticas de los ams ... 265
1930 1931 1932 1935 1934
años
Fuente: Antonio Macías Hemández: ((Algunas consideraciones sobre la economía canana entre
1900-1936», en Canurias, Siglo xx, o$. cit., pp. 275-304; y Julio Antonio Yanes Mesa: La Gran
Depresión en Canarias, o$. cit.
años
Fuente: ((Gaceta de Tenenfe)) 22-5-1935 y 22-9-1935, datos tomados de la memoria del
«Sindicato Agn'cola del Norte de Tenerife)).