INFORMACION FAMILIAR DE LA DIVISION DE ASISTENCIA A LA FORMACION
SUPLEMENTO DE ce RGURYRO " N' 31 Septiembre 1976
Cuando escribo estas líneas,
acaba de terminar un nuevo
curso escolar. Para
millares de alumnos la llegada
del mes de julio ha significado
la obtención del título o diploma,
por el que se han esforzado
a través de una larga serie de
años. Para otros simplemente
ha supuesto el aprobar un curso
más y con ello acercarse un
poco al final; es decir;, ac;ercarse
a la obtención del título
que culmina alguno de los
niveles educativos en el que
habrá de continuar durante el
curso próximo.
Pero ¿para cuántos este
mes de junio habrá significado
ALGUNAS CONSIDERACION DRE LA
FAMILIA YEL FRACASO ESCOLAR
y
la decepción definitiT(a,.el suspenso
sobre suspensos anteriores,
el colmo. en la carrera
de fracasos que para ellos ha
sido el estudio y por 10 tanto el
abandono definitivo del sistema
escolar?
El análisis de las cifras de
alumnos que tras cada curso
dejan las aulas con los estudios
a medio hacer proporciona
datos escalofriantes. Son muchos
más en el nivel de Básica
los que abandonan los centros,
sin haber logrado alcanzar el
título de Graduado Escolar que
los que salen con él. y el porcentaje
de abandonos se va
incrementando progresivamente
a medida que nos elevamos
de nivel educativo.
Sin pretensión ninguna de
agotar ese doloroso te ma educativo,
vamos a hacer en las
líneas que s'~ len algunas CO'1-
s .racion :-obre é." 'no
ble rr ~:>r. In Cz_ .,les
1
estas líneas van dedicadas
especialmente a los padrf;s,
nos vamos a centrar en el
análisis de aquellos aspectos
del fracaso escolar más ligados
a la familia.
1. - ¿En qué consiste el fracaso
escolar?
El fracaso escolar es una
realidad tan evidente que ante
cualquier estudiante o ante
cualquier padre se cierne como
un fantasma que puede aparecer
en cualquier momento; es
10 que podríamos llamar una
amenaza permanente para la
familia.
No obstante, y a pesar de
esta evidencia, es un fenó_meno
que escapa a una observación
superficiaLAI menos se escapa
la verdadera raiz del fenómeno,
y mal podremos combatirlo
y anteponer los remedios
adecuados, si no descubrimos
antes sus motivos desencadenantes,
-]1 -
Asíocurre frecuentemente
que se confunden e identifican
fracaso escolar con escaso
rendimiento y retraso en la
progresión de los cursos que
integran los planes educativos.
Consideramos estas dos situaciones:""Juan es un alumno que
normalmente alcanza no t a s
poco brillantes. Siempre está
por debajo del mínimo para
aprobar y suele necesitar doble
tie mpo que otro niño para
aprender sus programas de
estudio. Contra lo que podría
suponerse, Juan es un alumno
muy trabajador~ Se esfuerza
hasta el extre mo por hacer sus
deberes y entender sus lecciones;
presta gran interés en
todo tipo de trabajos y explicaciones
que le proponen sus
profesores. Sin embargo, Juan,
debido a una lesión cerebral,
es un alumno. de bajo nivel
intelectual y, a pesar de sacar """
con su esfuerzo el máximo JIII"'"
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
provecho a sus capacidades,
sus progresos son muy lentos.
Sus padres han hablado
reiteradamente con los profesores,
le han llevado a consultas
médicas, saben ya qué es
lo que-1e ocurre a Juan .Y,
aunque les preocupa, -comprenden
el porqué de su retraso""
¿ Se puede afirmar aquÍ, a
pesar del escaso rendimiento
y del consiguiente retraso en
la progreSiÓJl de los cursos,
de un fracaso escolar? Nada
más lejos de ello.
Coni-emplamos ahora otra
situación:""Carlos es un alumno de
inteligencia brillante. Su profesor
dice que si él quisiera
obtendría las mejores notas de
la clase, pues basta que un día
se preocupe un poco por 1<1
realización de sus deberes
para que responda a sus preguntas
mejor que ningún otro:
pero lo frecuente es que Carlos
no quiera.
Habitualmente se encuentra
apático, no presta atención
a las clases, falta con frecuencia
y el día que va, está siempre
juguetón; se distrae de las
explicaciones de su profesor y
distrae a sus compañeros
vecinos. Como el profesor ha
comunicado a sus padres estas
actitude-s negativas respecto al
colegio, los padres lo castigan
frecuentemente privándole de
juegos, regalos y televisión.
La convivencia familiar está
deteriorada por la persistente
postura de amenaza a Carlos;
pero a ést-e no parece i mportarle
demasiado todo esto e
insiste en su negativa a responsabilizarse
de sus estudios
Hasta ahora no ha perdido
curso, p u e s su "brillantez"
intelectual le ha servido para
alcanzar los mínimos y pasar
al curso siguiente; pero de
continuar aSÍ, es evidente que
no conseguirá llegar muy lejos,
pues cada nuevo curso su rendimiento
disminuye. Es fácil
predecir su fracaso final como
estudiante y la desesperación
de los padres se incrementa a
diario "
Este sí es Al C:iSO típico
que podría ser calificado de
fracaso escolar. Es indudable
que el único remedio residirá
en diagnosticar a Carlos hasta
encontrar las verdaderas causas
de su actitud, pues sólo
entonces podrán preveerse los
oportunos remedios.
Esta es la tarea común de
familia y colegio con ayuda de
los especialistas necesarios:
averiguar qué es lo que efectivamente
le pasa a Carlos,
por qué le pasa y corregir cada
uno desde su campo de acción
las raices de su actitud.
2. - Familia y Fracaso Escolar.
La primera consideración
que debemos plantear a los
padres es la de que se preocupen
de la marcha escolar de
sus hijos desde los primeros
momentos de su ingreso en el
Centro Educativo.
Ha sido frecuente basta
ahora que los padres empezasen
a ocuparse seriamente
del hijo como estudiante,
cuando iniciaba sus estudios
de Media, menospreciado el
papel de los primeros pasos
en el Colegio. Durante la
educación básica al alumno se
le provee de las técnicas de la
escritura, lectura y cálculQ,
las lÚmadas técnicas básicas.
Un dominio insuficiente de
estas técnicas es causa posteriormente
de un fracaso seguro,
al impedirle seguir normalmente
la adquisición de los
conocimientos ulteriores.
Otra consideración importante
es la que se reliere a la
necesidad de discernir si se
trata propiamente de un fracaso
o de un bache pasajero en
el rendimiento escolar. Si
consideramos un alumno con
una marcha normal y satisfactoria
en su nivel de rendimiento,
que de pronto, en un
mes determinado, acusa un
descenso notable en ese rendimiento,
lo primero que debemos
pensar, no sin la alarma
correspondiente, es si
recientemente ha tenido alguna
enfermedad o alguna crisis de
crecimiento de l<1s que se
suelen presentar a lo largo de
la infancia.
Estos problemas físicos
tienen su repercusión inmedia-
-]2 -
ta en las capacidades intelectuales
del alumno; especialmente
suele aumentar mucho
su fatigabilidad, y por lo tanto,
durante una temporada no es
sorprendente que se muestre
más inestable, con menos
atención, menos resistente a
la fatiga y que, en definitiva."
rinda menos. De nada vale
entonces enfadarse con el muchacho
y exigirle al mismo
nivel que venía rindiendo antes,
pues no tiene él la culpa y
com'eterÍamos la injusticia de
exigirle lo que no puede dar.
Una postura intransigente y de
incomprensión lo que hace es
desconcertar al chico y puede
provocar después su recia
negativa, El control médico
adecuado y la esperanza de
que sólo es un bache temporal
manifestado expresamente al
mismo chicO, son el mejor
antídoto para superar ésto.
Es un hecho normal y ampliamente
difundido que la llegada
de la adolescencia con las
amplias transformaciones fisiológicas
que origina el despertar
sexual acarrea inmediatamente
un descenso en el
rendimiento escolar de estos
alu mnos. Esto es indudablemente
cierto. El peligro es que
a su vez la agravación de fallos
que se arrastran de la etapa
anterior en muchos alumnos
quede oculta, cargando toda
la culpa a la adolescencia y sus
transformaciones, Hay que
cuidar que los árboles no impidali
ver el bosque.
Una tercera consideración
que hacemos a los pa.dres se
refiere, sobre todo, a los
alumnos de niveles medio y
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
superior. No faltan alumnos
que estén cursando un tipo de
estudios por el que ellos, de
haberles pe r m i t ido elegir
libremente, no habrían optado.
Estos alumnos por i mperativos
familiares se ven "a regañadientes"
metidos en un tipo de
centros, cuando ellos desearían
estar en otro.
Este caso es bastante frecuente
en alumnos cuyas capacidades
e intereses van por el
mundo de la formación profesional;
sin embargo debido a
una fuerte tradición aún vigente
entre las clases medias y
altas, existe una sobrevaloración
social de los estudios
"académicos", que por la vía
del Bachillerato desembocaq.
en Jos centros Ilniversitarios.
Muchos Jovenes inconscientemente
entran en esa vía
por desorientación y presión
familiar, pero como no es la
suya propia, la que le corresponde
por in tereses y aptitudes,
no se hallan a gusto en ella.
Serían magníficos haciendo
electricidad o mecánica, y
resultan ser unos desastrosos
estudiantes de Bachillerato o
universitarios abocados al fracaso.
Aquí el fracaso, que acaba
efectivamente por producirse,
es debido al desajuste entre
las aspiraciones de los padres
para con sus hijos y los verdaderos
intereses de él injustamente
desconsiderados. Son
las víctimas del capricho de
sus progenitores y de su incapacidad
para admitir la realidad
de su hijo tal cual es.
3. - El Papel Básico de la Familia.
Contemplando el problema
de la influencia familiar en el
fracaso escolar del niño desde
un plano muy general, podría
afirmarse que los niños son lo
que sus familias les permiten
que. sean, tan grande es la influencia
de f=stas sobre los hijos.
Efectivamente la densa
red de estímulos que la familia
construye alrededor del sujeto
lo moldean de tal forma que,
sin negar una diversa manera
de realización en cada hijo en
vÍrtud de su distinta constitu-ción
hereditaria, contemplados
desde una óptica externa a la
propia familia, todos ellos
resultan estar "cortados por
un mismo pai'rón "
De todos los aspectos de la
persona esta influencia es
especialmeIlte notable en lo
que se refiere al mundo de la
afectividad, es decir, al mundo
del sentimiento y las emociones,
su equilibrio o su inestabilidad.
A través de lo afectivo
también la influencia es grande
en la sociabilidad del niño"por
la que se determina el tipo de
relación con los otros y su
sentido moraL Esto independiente
de los modelos de conducta
que la familia transmite
directamente. Además la afectividad,
por su carácter regulador
de toda la 'vida síquica,
entorpece o favorece el desa1;'
rollo evolutivo de la inteligencia.
Detrás de un niño exageradamente
agresivo, o egoista,
o caprichoso, o llorón, o abúlico.".• , si se sondea un poco,
se encuentra siempre un problema
de relación familiar, la
estructura de la familia del
niño hace aguas por alguna
parte. En sentido contrario es
también muy fácil el preveer
que ante un problema fuerte de
convivencia familiar el niño
antes o después lo acusará én
el rendimiento en el colegio.
La actual crisis de la familia
como estructura básica y
celular tiene mucho que ver
con el elevado número de fra-
- 33-
casos escolares y personales
que se registran entre los
jóvenes de hoy. El análisis de
esa crisis corresponde más a
un plano sociológico que al
estrictamente educativo, Sin
perjuicio de que en nú'meros
posteriores de Padres e Hijos
abordemos aesd~ dicho plano
el sentido de la crisis de la
familia, hoy nos limitaremos
a ver algunos tipos de actitudes
educativas f'J.miliares que de
forma inmediata están condicionando
las actitudes de los
hijos.
Siguiendo a un autor espe-
'cialista en estos temas he aquí
seis actitudes paternas que
tienden a crear desequilibrios
afectivos en los hijos:
lf! Actitud. - Hiperprotección
de carácter represivo.
Se presenta esta sobreprotección
en aquellos padres
angustiados por fuertes dificultadespara
promover en sUB
hijos una educación recta y
equilibrada de la libertad. Los
padres se vuelcan con cuidados
excesivos acuciados' por fuertes
aprensiones respecto al
niño; tienden a intervenir continuamente
en una especie de
actitud dominante que les impide
observar con objetividad
y comprender el comportamiento
de sus hijos. En rigor
el problema reside en los padres
y en sus propias dificultades
que vierten sobre los
hijos. No es extraño en éstos
la aparición de un estado de
ansiedad continua. ~
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA
FAMILIA YEL FRACASO ESCOLAR
21! Actitud. - Hiperprotección
Indulgente.
Es una variante de la actitud
anterioI;', aunque aquí la
incapacidad para la educación
de los hijos no se liga a los
problemas personales de los
padres.
Estos padres adoptan una
postura más permISIva que
protectora. Lo manifiestan en
una continua tendencia a transigir
con el hijo, concediéndoles
todo tipo de caprichos y
evitándoles cualquier frustación.
Suele producir "niños mimados
", incapaces de realizar
esfuerzos, habituados a hacer
siempre lo que les viene en
gana.
JI! Actitud. - In s uf i c i e71 te,
Frustrante, Traumatizante.
Es la actitud educativa que
adopta una postura de desinterés
respecto a los hijos y su
educación. E s t e desinterés
suele ser debido a causas en
cierto modo externas a la personalidad
de los padres, tales
como ausencias prolongadas,
carencias afectivas, existencia
deproblemas económicos,
materiales o morales. La relación
padres-hijos tiene un
matiz de abandono.
Ante la insuficiencia de
relación con los padres el hijo
se muestra traumatizado y el
desequilibrio afectivo surge
por cualquier sitio.
L¡I! Actitud. - Inestable, Incoherente,
Ambivalente.
Aparece esta actitud en
padres que no muestran una
línea educativa clara y consecuente:
por ejemplo a una
postura indulgente sucede otra
rígida con lo que el hijo se
hace un verdadero lío. Se da
también cuando las líneas de
acción de los padres son coherentes
para cada uno, pero
opuestas entre ellos: por ejemplo:
un padre siempre rígido y
una madre siempre indulgente.
Esa duplicidad también desconcierta
al niño.
La consecuencia en el hijo
es la de una manifiesta inseguridad.
51! Actitud. - Ríp;ida. Perfeccionista,
Exigente.
Es una de las más frecuentes.
Mediante ella los padres
en virtud de una supuesta conveniencia
para el niño de una
actitud severa, se muestran
muy exigentes con que hagan
las cosas bien desde el primer
momento.
No consideran la fragilidad
del niño, no consideran la existencia
necesaria del error y la
imperfección como pasos previos
para la perfección. En
función de unos modelos de
conducta perfecta que ellos
trazan, sacrifican las exigencias
y necesidades del hijo.
En rigor estos padres lo
que manifiestan es la necesidad
de su autoafirmación a través
del hijo, pretendiendo hacer
realidad en él los ideales que
no fueron capaces de alcanzar
ellos. El pisoteo y la falta de
respeto a la libertad del hijo
es evidente.
Supone un ejercicio abusivo
de la autoridad llevando
implícita una sensación de
error y fracaso que tratan de
revalorizar en la perfección
exigida al hijo.
En los hijos esta actitud
suele engendrar una fuerte
dosis de agresividad, que se
- 34 -
vuelve, en cuanto tiene fuerza
para ello, contra los mismos
padres.
61! Actitud. - Tensión Familiar
Más que de una actitud se
trata de un "clima" caracterizado
por una fuerte aprensividad
y angustia que hace que
se forje una inseguridad, un
tipo de vida ansioso, por
evitar todo lo que se ve y percibe
como amenaza y peligro.
Ni la espontaneidad ni el
despliegue perfecto de la per-sonalidad
del niño son posibles
en ese clima.
A la vista de las seis actitudes
propuestas, todas ellas
de carácter negativo, no estaría
demás que los padres autorrevisaran
las actitudes que
están mostrando con sus propios
hijos. Serí~ éste un ejercicio
de autocrítica muy interesante
y valioso si a partir
de él dedujeran la necesidad
de modificar algunas posturas
en su relación paterno-filial.
Cada vez debe quedar más
clara la dificultad que supone
para los padres la educación
de los hijos y no deberiamos
asustarnos demasiado de los
errores c o m e t ido s. Una
corrección a tiempo nunca
llega tarde y serán nuestros
propios hijos los beneficiados
Ellos mismos nos lo agradecerán.
E. MADRID
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