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819 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 TRANSFERENCIA DE ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS ENTRE ESPAÑA Y EL NUEVO MUNDO: ESTUDIO TIPOLÓGICO Y CONSTRUCTIVO COMPARADO ENTRE LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LOS DE LA HABANA VIEJA THE TRANSFER OF ARCHITECTURAL ELEMENTS BETWEEN SPAIN AND THE NEW WORLD: A TYPOLOGICAL AND CONSTRUCTIVE COMPARATIVE ANALYSIS OF THE WOODEN BALCONIES IN CANARY ISLANDS AND IN OLD HAVANA Ignacio Javier Gil Crespo* Recibido: 31 de mayo de 2011 Aceptado: 29 de septiembre de 2011 Resumen: A través de las perma-nentes relaciones sociales y cultura-les del archipiélago canario con la isla de Cuba desde el siglo XV se en-tienden las correspondencias entre la arquitectura vernácula insular con la arquitectura colonial haba-nera. Uno de los elementos más re-presentativos es el balcón de made-ra volado sobre canes, con pies derechos y balaustres torneados, an-tepecho opaco y tejaroz. El artículo Abstract: The correlation between the vernacular Canary and Havana colonial architecture is to be under-stood as the result of the permanent social and cultural relationships be-tween the Canary Islands and Cuba as of the fifteenth century. One of the most representative elements is the wooden cantilevered balcony, with lathed balusters, opaque para-pets and roofs on wooden columns or struts. This article is a historical * Arquitecto. Miembro correspondiente de la Cátedra «Gonzalo de Cár-denas » de Arquitectura Vernácula de La Habana. Fundación Diego de Sagredo. Universidad Politécnica de Madrid. Avda. Juan de Herrera 4, 28040 Madrid, España; correo electrónico: ignaciojaviergilcrespo@gmail.com IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 820 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 2 1. PROLEGÓMENOS: RAZÓN Y MÉTODO DE LA INVESTIGACIÓN La cultura arquitectónica canaria comienza a la par que la conquista por parte de la Corona de Castilla. Toda la tradición constructiva aborigen queda eliminada y en seguida se importa el modo de hacer de los nuevos pobladores: aquí es donde resi-de la razón del múltiple origen tipológico y constructivo de la arquitectura canaria. Castellanos, andaluces, vascos, mallorqui-nes, normandos, genoveses, portugueses, ingleses u holandeses, entre otros, participaron en la conquista, colonización y poste-riores relaciones comerciales y sociales de Canarias con Euro-pa, importando la tradición y la experiencia de sus carpinteros, alarifes, canteros y oficiales1. Asimismo, poco antes de terminar la conquista del archipiélago, Colón llega al Nuevo Mundo esta-bleciendo en este primer momento la ruta que, apoyada en el empuje de los vientos alisios, pasa y para en Canarias como punto de avituallamiento y reparación de naves antes de cruzar el océano. Las islas Canarias, a partir de ese momento, pasan a ser un puente, no sólo comercial y social, sino también cultural entre Europa y América. La arquitectura canaria proviene de realiza un estudio histórico y un análisis tipológico a través del méto-do comparado entre los elementos constructivos de los balcones cana-rios y los habaneros con el fin de explicar las analogías y divergencias entre ambos tipos. Palabras clave: Arquitectura verná-cula, arquitectura colonial, balcón de madera, Islas Canarias, La Ha-bana. 1 «En las islas no había tradición arquitectónica alguna y poco a poco comienzan a llegar maestros, alarifes, canteros, carpinteros, etc., que estable-cen lentamente una “cultura arquitectónica importada”, procedentes princi-palmente de toda Europa. Las islas eran utilizadas como puente o punto de abastecimiento para las personas que continuaban en sus barcos rumbo al Nuevo Mundo, militares con idea de conquista, religiosos misioneros, aven-tureros, etc., y otros que se establecían en las islas», JUÁREZ RODRÍGUEZ (2005). study and a typological analysis where comparisons are carried out between Canary and Havana balco-nies to explain the analogies and dif-ferences between both types. Key words: Vernacular architecture, colonial architecture, wooden balco-ny, the Canary Islands, Havana. 821 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 3 una amalgama de influencias arquitectónicas a la vez que, una vez asentadas estas influencias y asimiladas en una arquitectu-ra de carácter propio, se irradian unos modelos que se estable-cerán en el Nuevo Mundo tras la conquista, en especial en el área caribeña. En un estadio posterior, estas arquitecturas anti-llanas importadas desde Canarias adquieren un nuevo carácter vernáculo y sirven de referente a lo nuevo que se va a crear en América que, debido al tráfico comercial y cultural por el Atlán-tico entre la metrópoli y las colonias con parada obligada en Ca-narias, será a su vez reimportado a las islas y a la Península Ibé-rica en un viaje de ida y de vuelta. El presente estudio forma parte de una investigación más amplia en la que se analizan las carpinterías canarias, sus ante-cedentes peninsulares y europeos y su proyección en América. En este caso, se centra en el lenguaje vernáculo de los balcones canarios y su arraigo habanero entre los siglos XVII y XIX2. Para la toma de datos de los balcones habaneros, que se rea-lizó entre noviembre y diciembre de 2008, nos hemos servido de una ficha tipo en la que se recogen ordenadamente los datos más relevantes que ya fue utilizada durante la toma de datos de los balcones canarios, realizada en diferentes campañas entre 2003 y 2010. Cada ficha se estructura de la siguiente manera: un amplio campo se reserva para la documentación fotográfica y gráfica. A través de un cuestionario, el balcón queda individua-lizado y caracterizado en cada ficha. En la parte inferior izquier-da aparecen los datos generales. El código de la ficha consta de dos letras que designan la isla —en el caso del archipiélago ca-nario— o el país antillano —Cuba o Puerto Rico— según el si- 2 Este artículo continúa desarrollando este trabajo de investigación —GIL CRESPO (2009)— en el que se analizó el lenguaje vernáculo de las carpinte-rías canarias y su arraigo en Cuba y Puerto Rico y del que ya se han desa-rrollado la parte correspondiente a los balcones puertorriqueños en un ar-tículo publicado en este mismo Anuario de Estudios Atlánticos, GIL CRESPO (2011 a) y la que realiza la investigación documental sobre el origen de los balcones canarios y coloniales y sus antecedentes peninsulares, GIL CRESPO (2011 b). No podría haber realizado esta amplia investigación ni, por supues-to, el presente artículo sin la generosa y amable compañía y dirección del Prof. Dr. Javier de Cárdenas y Chávarri, quien despertó en mí el interés por la arquitectura vernácula y me llevó de la mano por «su» querida Habana. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 822 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 4 guiente criterio: EH: El Hierro; FV: Fuerteventura; GC: Gran Canaria; LG: La Gomera; LP: La Palma; LZ: Lanzarote; TF: Tenerife; CU: Cuba; PR: Puerto Rico. Tras un guión la letra B designa que la ficha corresponde a un balcón y la letra V, a una ventana. Por último, un número de dos cifras individualizan cada elemento estudiado. Un mapa de situación nos ubica la localidad, que se indica en un campo independiente en un cuerpo de letra grande, bajo el cual se recogen los datos generales y arquitectónicos (nombre del edificio, dirección, fecha de construcción, datos arquitectó-nicos y propiedad). Los datos tipológicos y constructivos quedan ordenados a través del cuestionario sito en la parte inferior izquierda de la ficha. Se indica si el frente es abierto o cerrado —y, en este se-gundo caso, si lo es por carpintería de cuarterones, celosías, gui-llotina, lamas u otro sistema—, si el balcón está o no cubierto y el material de la cubierta (teja o torta), así como si la cubierta es independiente o se trata de la prolongación del faldón de la cubierta del edificio y se reseña, así mismo, si el balcón vuela (mediante canes o jabalcones) o si se apoya por pies derechos en el terreno. El número de vanos, el color, si se trata de un único balcón o si se superponen en distintos pisos, así como si hay escaleras exteriores —indicando el material: madera o pie-dra—, la constitución de la baranda y la presencia o no de tapa-faldas son los otros datos que recoge el cuestionario. La metodi-cidad en la recogida de datos es fundamental para caracterizar las muestras y se ha demostrado su eficacia a la hora de mane-jar los datos recogidos de una manera ordenada. El proceso de investigación combina el trabajo de campo —documentando los casos particulares en efectivas fichas de toma de datos— con el de gabinete en el que se estudian las fuentes bibliográficas y se analiza la documentación obtenida en la toma de datos3. 3 Encontramos un amplio cuerpo de publicaciones en las que se mencio-na de manera más o menos dispersa la relación entre las carpinterías cana-rias y su aportación a la arquitectura hispanoamericana. Sin embargo, falta-ba una publicación monográfica sobre el tema, que valiéndose de las contri-buciones al estudio de las relaciones sociales y culturales en general —estu- 823 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 5 FIGURA 1: Ejemplo de ficha de recogida de datos: Ficha CU-B13. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 824 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 6 Para desarrollar una clasificación tipológica de los balcones canarios y habaneros, que es uno de los objetivos de la investi-gación, hemos seguido el método comparado. Se han analizado los elementos constructivos de los balcones canarios, así como las relaciones entre ellos y entre el balcón con el conjunto del edificio. Una vez establecidos los tipos canarios originales, po-demos estudiar los balcones coloniales en base a los mismos patrones de comparación. El estudio, por tanto, se centra en los aspectos rigurosamente formales —tipos y construcción— de los balcones canarios y habaneros. Sin embargo, en primer lugar se debe conocer el contexto sociocultural que enmarca y justifica la transferencia de elemen-tos culturales —arquitectónicos en el caso que nos ocupa— en-tre el archipiélago canario y la isla de Cuba4. 2. CANARIAS Y CUBA: CONTACTOS SOCIALES Y CULTURALES A partir de su conquista a lo largo del siglo XV, el archipié-lago canario adquiere una gran importancia como lugar de paso, avituallamiento y carenas en la ruta que Cristóbal Colón abrió en 1492 hacia el Nuevo Mundo. En este primer viaje, el al-mirante tiene muy claro que va a recorrer una larga distancia y necesita aprovisionarse en un punto intermedio, por eso parte «camino para las Canarias [...] en demanda de la isla de Lanza-rote ». Más tarde, «tornó el Almirante a Gran Canaria, y adoba-ron muy bien la Pinta con mucho trabajo y diligencias del Almi-rante, de Martín Alonso y de los demás; y al cabo vinieron a La dios muy avanzados por parte de numerosos autores—, profundice en los orígenes arquitectónicos y tipológicos de las carpinterías canarias y analice sus elementos y sistemas de una forma ordenada y metódica. Este es el va-cío que intentamos llenar con esta investigación que, por otra parte, queda abierta a futuras ampliaciones y revisiones que se harán necesarias cuando reposen nuestras conclusiones y se vuelvan a examinar con mirada crítica. 4 El desarrollo de estas relaciones no forma parte del cometido principal de la investigación, pero sí es un medio del que el investigador se sirve para entender ese contexto cultural y señalar la importancia —ya conocida y ampliamente estudiada desde diferentes puntos de vista por parte de nume-rosos autores— entre Canarias y América. 825 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 7 Gomera. Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de Tenerife, que es muy alta en gran manera. Hicieron la Pinta redonda, porque era latina; tornó a La Gomera domingo a dos de septiembre con la Pinta adobada. Finalmente se hizo a la vela de la dicha isla de La Gomera con sus tres carabelas jueves a seis días de septiembre»5. A partir del segundo viaje del almi-rante al Nuevo Mundo ya viajan los primeros canarios6. Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista de Indias, alcalde de la fortaleza y regidor de Santo Domingo y que «doce veces cru-zó el Océano yendo a América» nos narra en breves líneas cómo se desarrollaba este viaje: La navegación desde España que comúnmente se hace para las Indias, es desde Sevilla, donde vuestra majestad tiene su casa real de contratación para aquéllas partes, y sus oficiales, de los cuales toman licencia los capitanes y maestres de las naos que aquel viaje hacen, y se embarcan en Sant Lúcar de Barrameda, donde el río de Guadalquivir entra en el mar Océano, y de allí siguen su derrota para las islas de Canaria, y comúnmente tocan en una de dos de aquellas siete, que son y es en Gran Canaria o en la Gomera; y allí los navíos toman refresco de agua y leña, y quesos y carnes frescas, y otras cosas, las que les parece que deben añadir sobre el principal bastimento, que ya desde Espa-ña llevan. A estas islas, desde España, tardan comúnmente ocho días, poco más o menos; y llegados allí, han andado doscientas y cincuenta leguas. De las dichas islas, tornando a proseguir el camino, tardan los navíos veinte y cinco días, poco más o me-nos, hasta ver la primera tierra de las islas que están antes de la que llamamos Española; y la tierra que comúnmente se suele ver primero es una de las islas que llaman Todos Santos, Mariga-lante, la Deseada, Matutino, la Dominica, Guadalupe, Sant Cris-tóbal, etc., o alguna de las otras muchas que están con las suso-dichas7. La conquista castellana de las Canarias garantizó para la Corona las nuevas tierras, ya que éstas fueron consideradas como las «Canarias Índicas o Indianas»: como «ysla de Canaria por ganar»8. Esta última manera de denominar al Nuevo Mun- 5 COLÓN (1992 [1492]), pp. 40-43. 6 SANTIAGO (1955), pp. 383-385. 7 FERNÁNDEZ DE OVIEDO (1992 [1526]), p. 13. 8 GIMÉNEZ FERNÁNDEZ (1955), pp. 309-336. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 826 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 8 do le sirvió a Castilla para hacerse con esas nuevas tierras, ya que, en 1479, Castilla y Portugal se habían repartido el Atlánti-co mediante el Tratado de Alcaçovas: «los Reyes D. Fernando y Dª Isabel, deseando ante todo poner fin a las interferencias de la Corona de Portugal en el reino de Castilla so pretexto de la legitimidad de Dª Juana la Beltraneja, abandonaron a Alfonso V de Portugal el dominio del Atlántico, con la excepción del ám-bito de las Canarias, cuya atribución a Castilla se declaraba en el artículo noveno» del citado Tratado9. Los puertos canarios desempeñaron un importante papel en el tránsito de mercancías entre la España peninsular y las colo-nias a partir del siglo XVI: «la escala en Canarias, postrero adiós, servía para cargar todo lo que en Sevilla o Cádiz no se embarcaba por diversas razones. Primero, para aligerar los bar-cos; luego porque en el archipiélago se obtenían algunas cosas más baratamente y más frescas»10. Los barcos procedentes de los puertos peninsulares y europeos, empujados por los vientos alisios, recalaban en los fondeaderos canarios para aprovisionar-se de víveres y bebida y para hacer las últimas reparaciones en «sus puertos mui aproposito para las carenas y composicion de navios, por ser prezisa garganta para el transito á ida y buelta de las Armadas de Su Majestad ala America»11. La situación de las islas Canarias, baluarte europeo frente a la costa africana y a medio camino de la americana, las convertía en un itinerario y escala obligados12. 9 GIMÉNEZ FERNÁNDEZ (1955), pp. 311-312. 10 MORALES PADRÓN (1964), p. 225. 11 Carta de Don Pedro Brito a Don Melchor de Arvelos, citado en: ROME-RO RUIZ (1997), p. 74 12 «Insistir sobre el valor de Canarias como escala y centro de aprovisio-namiento resulta vano ya. En cualquiera de los “Derroteros” de antaño se recalca esta nota y en todas las crónicas las expediciones a Indias aparecen tocando en La Gomera, Gran Canaria, El Hierro y a veces en Tenerife o Lanzarote, para hacer aguada, tomar leña y provisiones. Pocas fueron las flotas que no hicieron esta parada reglamentaria, uniendo de este modo a las Islas con América en un vínculo que aún dura [...] Toda la teoría de expedi-ciones que siguen al hallazgo colombino tocarán generalmente en Canarias. Lo hace Pinzón y Ovando en 1502 y Alonso Quintero en 1504. Pedrarias Dávila, con su florida expedición en el año 1514, arriba a La Gomera, donde 827 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 9 La internacionalización de las Islas Canarias se debió a la pro-cedencia de los barcos que en ellas hacían escala: «la mayor pre-sencia es de maestres portugueses seguidos de andaluces y vas-cos »13. La primacía de viajes portugueses se mantiene durante todo el siglo XVI, salvando la ruta entre los archipiélagos atlánti-cos y las costas caribeñas, así como con las Indias Orientales. Los puertos canarios en los que paraban los barcos peninsulares —procedentes de Cádiz y Sevilla— o portugueses —que salieron de Lisboa— eran los de las islas centrales pertenecientes a la Co-rona: La Palma, Tenerife y Gran Canaria14. En Santa Cruz de La Palma, por Real Cédula de 24 de junio de 1558, se designó el pri-mer Juzgado de Indias, encargado de despachar los buques comer-ciales. En 1718, Felipe V, terminó con el monopolio de Cádiz con el comercio hacia América a favor de Santa Cruz de Tenerife, ciu-dad a la que se le permitió comerciar sus productos directamente con las colonias americanas. Esto favoreció el crecimiento del puerto y la ciudad y el asentamiento de comerciantes peninsula-res y extranjeros en ella. 2.1. La emigración canaria a Cuba El aporte poblacional de Canarias a las nuevas tierras se produjo desde los primeros pasos del movimiento colonizador. permanece fondeado dieciséis días para carenar las naves maltratadas por un temporal, especialmente la capitana, que perdió el timón, al igual que Pin-zón en 1492», MORALES PADRÓN (1964), pp. 211-215. 13 BERNAL RODRÍGUEZ (1995). Hay estudios sobre la presencia de comer-ciantes peninsulares y europeos en canarias, como es el caso del «sevillano Simón de Herrera-Leyva fue el fundador en Tenerife de una notable familia de la burguesía comercial estrechamente relacionada con Indias. Había con-traído matrimonio con Águeda de Urtusáustegui, perteneciente a un linaje de origen vasco, dedicado al comercio indiano. Había efectuado numerosos via-jes con esa finalidad a tierras americanas», HERNÁNDEZ GONZÁLEZ (1994), p. 193. 14 «Desde entonces Las Palmas pasó a ser estación de aprovisionamiento en el camino de Las Indias; no sólo se hallaba en el camino de Centroamé-rica para las naves que salían del sur de la Península, sino también la ruta obligada para todos los que se dirigían a La Guinea, a las costas meridionales y orientales de África, a Asia, a América del Sur y a las costas americanas del Pacífico», HERNÁNDEZ JIMÉNEZ (1995), p. 180. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 828 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 10 Por ende, el carácter de estas migraciones era militar. Las per-sonas embarcadas en las primeras naves con destino a la con-quista del Nuevo Mundo eran principalmente soldados y mari-neros, si bien con ellos viajaron «hombres de asiento» como artesanos y agricultores15. Al superar el primer paso de marca-do carácter militar y hacerse necesaria la presencia de población estable que participe en el mantenimiento de los nuevos asenta-mientos y del uso de las nuevas explotaciones agrarias, se faci-lita el trasiego de familias canarias como colonos y fundadores. El paso obligado por el archipiélago facilita esta situación: «en la segunda mitad del siglo XVI se habla de 65 personas que emigran legalmente [...] Los canarios participarían en la con-quista como expertos guías. Entre 1492 y 1506 al menos doce de las mayores expediciones hacen escala en La Gomera o Tenerife. Entre ellas las de los mayores nombres de la conquista como Colón, Ojeda, Vespuccio, Pedrarias, La Cosa, Yáñez y Ovando. Las Canarias tienen el privilegio de comerciar con Indias desde los comienzos de la colonización del Nuevo Mundo. Una Real Orden de 1511 simplemente especifica que los canarios parten solamente con la autorización del capitán del navío»16. El pro-fesor Morales Padrón señala que «el insular aprovechó el barco, la nao de tránsito, para embarcarse en ella sin cumplir con el formalismo de una licencia diligenciada en Sevilla. Cabe supo-ner, sin mucho error, que en todas las expediciones que tocaron en las Islas debieron engancharse isleños»17, principalmente de las islas de realengo: Tenerife, Gran Canaria y La Palma18. Con el siglo XVII se institucionaliza la emigración canaria al Nuevo Mundo, incluso con el peligro de despoblamiento insular. 15 PÉREZ VIDAL (1955), pp. 109-110. 16 MACHADO HERNÁNDEZ y LEMES BATISTA (2007), p. 157. 17 MORALES PADRÓN (1964), p. 227. 18 «A la singularidad de Canarias como asentamiento de interconexión tanto para la navegación costera africana, como para el viaje trasatlántico americano, se debe añadir —para ser más exacta su comprensión— su con-dición de punto exterior obligado del territorio español en el Atlántico para la explotación de la ruta comercial con América. Situación que comprome-tía, dada su relativa cercanía con el puerto único de Sevilla, la efectividad del monopolio hispano y, a su vez, el interés de la monarquía en beneficiar a unos territorios que de despoblarse comprometían la continuidad del circui-to con el denominado Nuevo Mundo», SORHEGUI (2006), p. 555. 829 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 11 En 1678 se dicta una Real Cédula por la que, para evitar pagar los impuestos de avería, se estableció que los navieros debían llevar a América 50 familias canarias por cada mil toneladas de mercancía19. La emigración canaria a Cuba tuvo una gran importancia a lo largo de los años siguientes a la publicación de la Real Cédu-la de 167820: «se sabe con seguridad de 35 pasajeros que viaja-ron de las Islas Canarias a La Habana en 1686, a bordo del ve-lero Nuestra Señora de Guadalupe y San Juan (del 3 mar. 1686 al 12 jun. 1686)»21. Con las familias isleñas que arribaron a la 19 Diversos gobernadores de las colonias habían solicitado en varias oca-siones a la Corona un mayor aporte poblacional para poder mantener la explotación de las fértiles tierras y para aumentar el número de colonizado-res con el fin de facilitar la defensa y el establecimiento español cuando otras naciones europeas comenzaron a interesarse por el nuevo continente. La presencia de una población estable era la única manera de hacer efectivo el poder español. Ese aporte poblacional solicitado al Consejo de Indias y a la Corona se pedía siempre en forma de familias completas. «El obstáculo se resolvería con la entrada en vigor de la Real Cédula de 1678 que prorrogaba por cuatro años la permisión canaria de comerciar con Indias reduciendo su volumen a 600 toneladas y eximía del pago de la avería a los navieros que trasladasen cinco familias de cinco miembros por cada cien toneladas, com-paginando y ligando desde entonces los intereses mercantiles de las clases dominantes insulares a la política poblacionista de la Corona», HERNÁNDEZ GONZÁLEZ (1994), pp. 190-191. 20 «La Habana se convertía rápidamente en la primera plaza fuerte de América, lo que permitiría al tráfico marítimo allegarle los medios de su futura expansión y prosperidad», WEISS (2002 [1972]), p. 70. 21 MACHADO HERNÁNDEZ y LEMES BATISTA (2007), p. 157. Muchos otros autores dan datos de emigrantes canarios en América y en Cuba en particu-lar. Carmen Fraga ha investigado sobre los carpinteros canarios y nos ofrece algún caso de familias de carpinteros y su trabajo en Canarias y en Améri-ca, como es el caso del maestro cantero tinerfeño Pedro Hernández de San-tiago establecido en 1687 en La Habana, FRAGA GONZÁLEZ (1984), p. 120; o la familia Báez establecida en Colombia en el siglo XVII, FRAGA GONZÁLEZ (2002). Por su parte, Martín Rodríguez nos señala dos casos de carpinteros embarcados desde las islas a América: «ya desde 1543 consta la ida de algu-nos en la expedición de Alonso Luis Fernández de Lugo al Reino de Nueva Granada. La corriente emigratoria se incrementa en los siglos siguientes, sobre todo de carpinteros. A algunos nombres ya publicados, nosotros aña-dimos los carpinteros Pedro Romero de Medina, que sale en 1691 de Las Palmas, y Cristóbal Hernández Camejo, que embarca en 1721 en Santa Cruz de Tenerife con destino a La Habana», MARTÍN RODRÍGUEZ (1978), p. 46. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 830 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 12 Antilla Mayor en 1693 se fundó la ciudad de Matanzas. La emi-gración se vio favorecida por la crisis económica que afectaba al archipiélago canario por la quiebra de mercados extranje-ros22. De esta manera, numerosos agricultores y artesanos se vieron obligados a emigrar a América donde, en muchos casos, debieron cambiar de ocupación pero también transmitieron su hacer a las nuevas construcciones coloniales23. A lo largo del XVIII buena parte de la población se dirige ha-cia el continente, si bien el conjunto de la Antillas constituye el principal foco de atracción de la emigración canaria24. Por mor de este paulatino despoblamiento, sus gobernantes solicitaban permanentemente la llegada de nuevos pobladores. Así, la llega-da de canarios a las Antillas, y a Cuba en particular, fue cons-tante y de magnitud relevante. Por su parte, las islas antillanas actuaban con un papel simi-lar a las Canarias: servían de puente entre España y el continen-te americano. En 1740 se fundó la empresa llamada «Compañía de La Habana» para transportar familias canarias hasta la Flo-rida. Con tal fin se flotaban en Santa Cruz de Tenerife dos na-ves en las que iban a viajar cincuenta familias hasta el puerto de San Agustín, en Florida. Sin embargo, los isleños siguieron pre-firiendo destinos como Caracas o La Habana25. No obstante, paralelamente a la llegada de población deman-dada para la conquista, colonización, explotación agrícola y mantenimiento poblacional de las nuevas fundaciones, ha habi-do otra clase de emigrantes: los acomodados que encontraron en América un nuevo y amplio campo para ejercer el comercio, la industria o las actividades liberales y que se asentaron en las principales ciudades26. En 1855 emigraron con destino a La Habana y Buenos Aires —fundada ésta en 1535 por Pedro de Mendoza tras una expedi- 22 BÉTHENCOURT MASSIEU (1956), pp. 216-223. 23 LÓPEZ CANTOS (1987), tomo 1, p. 96. 24 Casi el 30 % de la emigración canaria a lo largo del siglo XVIII tiene por destino la isla de Santo Domingo, seguida por Cuba con el 10 %. La mayor parte de los colonos procedían de Tenerife, FARIÑA GONZÁLEZ (2006), pp. 535-536. 25 PÉREZ VIDAL (1955), p. 120. 26 PÉREZ VIDAL (1955), pp. 125-126. 831 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 13 ción que partió de Canarias— unas 3.000 personas de Lan-zarote. Las etapas de mayor cantidad de emigraciones se co-rrespondían con las de las crisis económicas en las islas. Esta emigración, muchas veces clandestina, consiguió mermar con-siderablemente la población insular27. José de Viera y Clavijo escribe: «a este precio de minorar la populación y abandonar sus propios hogares tantos hijos, compraban nuestras Canarias la indulgencia de tener parte en los opimos despojos de la Amé-rica: tierra inmensa que las era deudora de sus descubrimientos, conquista, población, defensa, ennoblecimiento y cultivo [...] La famosa población de Montevideo, establecida en Buenos Aires año de 1726, también debió todo su ser a las 50 familias distin-guidas de canarios, que enviaron las Islas con esperanzas de hacer algún útil comercio»28. El siglo XIX fue la época de ma-yor presencia canaria en Cuba y en Venezuela29. Con estas relaciones sociales evidentes, y aceptando que el fenómeno cultural se transmite a través de sus artífices, se en- 27 «La migración isleña experimentaría en estos años un aumento consi-derable; pudiéndose hablar de una nueva etapa en la misma. Pero los emi-grantes en buena medida acudirán o no a las áreas propuestas por la Monar-quía en virtud de las expectativas que éstas despierten para mejorar su situa-ción. Un informe del Cabildo tinerfeño en 1685 afirma que en los barcos de la permisión de Indias habían marchado muchos colonos, no sólo para la fundación de San Carlos de Tenerife en la Española, «sino otras muchas fa-milias y gente suelta que han salido en otros navíos, pues tiene entendido este Cabildo que hubo navío español en que se embarcaron más de 400 per-sonas ». Tal fue el impacto de la sangría migratoria que «se ha casi de todo punto despoblado el lugar de Santa Cruz, puerto principal de esta isla, y otros lugares como son Sauzal, Valle de Guerra y otros más». A Santa Cruz hubo que mandar una nueva guarnición y se nota en la falta de «industria, cultura de vinos y labranza». Solicita se ponga remedio a la migración de personas que «con pretexto de que es servicio de Su Majestad pretenden pasar a Indias a sus fines y convenientes propios», permitiéndose sólo a aquellas que autorice la Corona y no «salga más gente que la que es permi-tido », HERNÁNDEZ GONZÁLEZ (1994), p. 196. 28 VIERA Y CLAVIJO (1773), p. 389. 29 «La isla de Cuba [...] fue, desde fines del siglo XVIII hasta los últimos años del primer cuarto del presente [siglo XX], uno de los puntos a que prin-cipalmente se dirigía la emigración canaria. La huella e influencia del cana-rio en Cuba está presente en toda la isla y en todas la ramas y aspectos de la vida cubana», PÉREZ VIDAL (1955), p. 146; HERNÁNDEZ GARCÍA (1979). IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 832 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 14 tienden los vínculos entre la arquitectura canaria y la cubana. La emigración con fines agrícolas fue inmensa, pero entre los emigrantes hay constancia de carpinteros, alarifes y canteros. Fueron estas personas las que, al trasladar sus métodos de tra-bajo y sus conocimientos a los nuevos territorios, llevaron con-sigo los tipos y sistemas constructivos que se asentarían allí y que se enlazarían con otras corrientes artísticas y arquitectóni-cas, incluida la vernácula30. 3. DESARROLLO HISTÓRICO DEL BALCÓN HABANERO El balcón de madera tiene una amplia distribución geográ-fica por la arquitectura colonial y virreinal31, gracias, entre otros motivos, a la adaptación de su funcionamiento bioclimático al clima principalmente cálido y húmedo y a su amplia aceptación como elemento representativo y funcional. Consideramos de gran importancia y necesidad el estudio histórico y tipológico, así como constructivo, de la arquitectura colonial de las islas del Caribe a través de sus sistemas y ele-mentos. Ya se ha explicado en el anterior epígrafe las relaciones co-merciales, militares, sociales y culturales entre Canarias y Cuba, así como la fuerte emigración que desde las islas tomó rumbo a las colonias españolas y, en especial, a la mayor de las An-tillas. La Habana fue uno de los principales puertos de llegada de mercancías y personas; no es de extrañar que fuese la capi-tal cubana una de las ciudades más cosmopolitas de América y que ese carácter se reflejase en su arquitectura. El monopolio español en los primeros años de colonización favoreció el desa-rrollo de una única vía de influencia cultural canalizada por los 30 «Aunque los inmigrantes canarios en Cuba se dedicaron principalmen-te a las faenas agrícolas, no pocos orientaron sus esfuerzos hacia otros fines. Los primeros ferrocarriles de Cuba obra fueron, por ejemplo, de canarios. La construcción del de La Habana a Villanueva fue promovida por D. Gonzalo Alfonso, canario, de la isla de El Hiero, y la realizaron obreros en su mayor parte isleños», PÉREZ VIDAL (1955), p. 149. 31 GIL CRESPO (2011 a), pp. 660, 670 y 676. 833 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 15 puertos andaluces y canarios y, una vez llegada al Nuevo Mun-do, se irradiase desde las Antillas y, concretamente, desde La Habana32. De esta manera, al igual que ocurriera en Canarias y casi de forma simultánea en la época, llegó la influencia castellana y andaluza en el modo de construir de manos de canteros, ala-rifes, maestros y carpinteros peninsulares. Inmediatamente se suman los emigrantes canarios que ya poseían una forma de hacer en la arquitectura. Así pues, se forma una nueva arquitec-tura híbrida en la que se adapta el influjo castellano y andaluz con el modo de hacer canario derivado del mismo. De esta manera se entiende que no podamos hablar de un tipo puro de balcón canario en América, ya que el peso andaluz vuelve a ser muy importante. Vemos el influjo andaluz en las portadas colo-niales33, en las ventanas enrejadas y en otros elementos. Sin embargo, no es objetivo de este artículo seguir el trayecto de los balcones canarios desde sus antecedentes peninsulares hasta su proyección americana34. La utilización de balcones y otros elementos más elaborados de carpintería no se generaliza hasta finales del siglo XVI y el XVII en que se ha definido la forma urbana y social de La Habana35. 32 Ya lo señalaba el arquitecto Martín Noel: «lo realizado por los arqui-tectos precursores del período proto-virreinal con respecto a las influencias mudéjares, góticas y platerescas del primer período, continúase ejerciendo por el esfuerzo barroco de los ingenieros y alarifes del segundo. Esos persis-ten en subrayar aquel prestigio del núcleo de las Antillas, como dijimos, es-cenario del descubrimiento y colonización de América, que consigue mante-nerse en contacto directo con la voluntad centralista de la metrópoli», NOEL (1936), p. 55. En palabras del argentino, el mar de las Antillas, antes que el poderoso virreinato del Perú, funciona como foco central, «receptor de la acción militante de la conquista, y, donde se forman, por tanto, los prototi-pos virreinales», NOEL (1936), p. 60. 33 WEISS (2004 [1967]), TABOADA ESPINELLA (2005). 34 Esta cuestión está tratada en profundidad en nuestro artículo sobre la discusión del origen del balcón canario y colonial —GIL CRESPO (2011 b)— en el que se incluye un estudio bibliográfico crítico y que se encuentra en prensa en el momento de redacción del presente estudio. 35 «El siglo XVI fue el de la primitiva sociedad de agricultores, militares, artesanos y comerciantes, que con sus iniciativas y experiencias [...] logró hacer crecer y progresar las primitivas células urbanas hasta que se convir- IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 834 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 16 El siglo XVII es el del asentamiento y desarrollo de las formas ar-quitectónicas. De las primitivas construcciones de muros de yaguas o embarrado y techo de guano se pasa a levantar edificios de construcción más sólida y, paralelamente, se tiene más consi-deración al hecho estético y funcional. Tanto Prat Puig como Weiss consideran la influencia morisca o mudéjar remanente en la arquitectura popular española sobre la arquitectura cubana del siglo XVII36. La edificación de los solares de la Plaza Nueva, que se dio a finales del siglo XVII y durante el XVIII, se realiza ya si-guiendo unos tipos que serán los que dan la imagen de La Haba-na barroca: construcciones con dos alturas, algunas con soporta-les en la planta baja, balcón de madera en la primera y cubierta de tejas37. La imagen de esta plaza ha cambiado sensiblemente y hoy no podemos apreciar los balcones de madera que adornaban sus fachadas al haber sido sustituidos a lo largo del siglo XIX por elementos metálicos cuando no se ha reedificado el inmueble tieron en los organismos plenamente desarrollados del siglo XVII», WEISS (2002 [1972]), p. 70. 36 Weiss cita a Andrés Calzada y su Historia de la Arquitectura Española de la versión española de Historia de la Arquitectura de Sir Banister Fletcher, en la que indica «la supervivencia de las formas moriscas en la arquitectura popular, con raíces en la Baja Edad Media, arquitectura popular en la que se habían formado los constructores y artesanos españoles emigrados a Cuba durante el siglo XVII. Entre éstos predominaban los andaluces y los isleños y, probablemente, algunos moriscos que habían logrado evadir la ley que les prohibía emigrar a América [...] Las Ordenanzas de Construcción sevillanas merecieron la atención del Cabildo habanero por lo menos en una ocasión [17 de agosto de 1607]. No es de extrañar, pues, que diversos elementos de filiación morisca figuren en las plantas, los alzados y la construcción de los edificios cubanos de esta época; pero a la vez, injertados en el fondo moris-co de las construcciones, hallamos otros derivados de distintos estilos de la metrópoli que habían pasado a ser patrimonio de la arquitectura popular», WEISS (2002 [1972]), pp. 86-87. Prat Puig, por su parte, señala que «cabe dentro de lo posible que ya en el siglo XVI los constructores cristianos fabri-caban en Cuba siguiendo tradiciones populares de naturaleza morisca y que estas tradiciones se hubieran mantenido latentes, hasta alcanzar su pleno desarrollo en el siglo XVII», PRAT PUIG (1947), p. 337. 37 WEISS (2002 [1972]), pp. 210-211. Sería de gran utilidad abrir aquí una línea de investigación basada en trabajo de archivo en busca de los artífices de estos edificios para encontrar los nombres y la procedencia —en especial de las Islas Canarias— de los carpinteros que levantaron los balcones. 835 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 17 completamente38. Será este tipo ensayado y desarrollado en la edificación de la antigua plaza del mercado —hoy Plaza Nueva— el que predomine en las futuras construcciones de otras partes de la ciudad. Por este motivo, el profesor Weiss lo denomina como el «estilo de la Plaza Nueva»39. FIGURA 2: Detalle de Vista de la Plaza del Mercado de la Ciudad de La Habana dibujada por Elías Durnford, reproducido en la Arquitectura colonial cubana de WEISS (2002 [1972]), p. 210. Es, pues, el setecientos la época de mayor desarrollo de los balcones de madera volados sobre las calles de la capital cuba-na. Y supone también el comienzo del desarrollo de un lengua-je propio que los separa de su original canario y que será el modelo que se transfiera a otras ciudades americanas40. Las for- 38 MARTÍN ZEQUEIRA y RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ (1998), pp. 89-92. 39 WEISS (2002 [1972]), pp. 217-222. 40 Refieriéndose a la Casa de don Mateo Pedroso, en la calle Cuba, Weiss destaca que «el balcón de la fachada, de 32 metros de longitud, es uno de los mayores de la época colonial. Todo el frente de esta casa, y especialmente este anchuroso balcón, guarda una gran semejanza con el del palacio de la Inquisición en Cartagena (Colombia), lo que corrobora nuestro supuesto de que bajo condiciones semejantes los artesanos y constructores hispanoame-ricanos produjeron obras del mismo carácter», WEISS (2002 [1972]), p. 218. Efectivamente, los balcones del edificio de la Inquisición en Cartagena de Indias presenta balcones corridos de tres y cuatro vanos en la planta noble, con balaustres torneados, fustes cilíndricos, zapatas, canes vistos y tejaroz a IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 836 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 18 mas más esbeltas responden a la mayor altura de los pisos —mecanismo de acondicionamiento del ambiente interior de las viviendas en climas cálidos y húmedos como los cubanos— y al empleo de maderas más duras que permiten mayor resistencia con menor sección41. Los frentes laterales de las barandas se curvan en dos arcos cóncavo y convexo, mostrando la destreza de los carpinteros al trabajar las formas mixtilíneas y los moti-vos barrocos. Esto se advierte, por ejemplo en la Casa del Conde de la Reunión, en la calle Empedrado, donde el motivo mixtilí-neo de los laterales del balcón se repite en los ángulos de la galería del patio interior. La parte opaca de las barandas —ta-pafaldas o guardasayas— se va perdiendo progresivamente has-ta convertirse en un elemento horizontal perfilado similar al pasamano superior desde el que nacen los balaustres. Las zapa-tas, así mismo, van reduciendo su longitud y simplificando su perfil, aunque sin llegar al extremo de convertirse en dados o capiteles como en San Juan de Puerto Rico42. Por último, en las postrimerías del siglo se introduce el em-pleo del hierro. Este material va a ir sustituyendo paulatinamen-te a los elementos de madera43. En el primer momento se da un agua, BERNALES BALLESTEROS (1987), p. 190. En la ciudad colombiana se ha documentado la labor de una antigua familia de alarifes canarios, los Báez, que desde el siglo XVI se les reconoce en obras de Tenerife, Fuerteven-tura y Gran Canaria. Más adelante, en 1608, Lucas Báez es nombrado maes-tro mayor de Cartagena de Indias y controló las obras de las Casas Reales en la Plaza de la Aduana, en las que destacan unos buenos ejemplos de balco-nes corridos en primera planta, FRAGA GONZÁLEZ (2002), pp. 1.405-1.421. 41 Las maderas más utilizadas en elementos de carpintería es la de Cedrela odorata (cedro) —para los elementos estructurales— y la Manilkara valenzuelana (ácana) —para balaustres y piezas torneadas—, entre otras. Se puede encontrar un completo estudio sobre las maderas utilizadas en la ar-quitectura colonial de La Habana Vieja en CUZA PÉREZ, CARRRERAS RIVERY y SARALEGUI BOZA (2005), pp. 359-375. 42 GIL CRESPO (2011 a), pp. 677-678. 43 «De fecha bastante tardía la mayor parte de los ejemplares conservados, las casas con balcón de madera cubierto y corrido por toda la fachada, o ce-ñido a un solo vano, debieron de comenzar a construirse, sin embargo, desde muy pronto y ser bastante numerosas. Estos balcones son hoy contadísimos, pues con la invasión del hierro, a principios del siglo pasado [siglo XIX], su-cumbirían no pocos de ellos», ANGULO ÍÑIGUEZ (1956), pp. 151-152. 837 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 19 una convivencia entre ambos materiales y los elementos de hie-rro mantienen las formas que tenían los de madera. Más adelan-te se construyen balcones enteramente de hierro apoyados en ménsulas de fábrica44. FIGURA 3: Balcón habanero que ha perdido los balaustres de madera y han sido sustituidos por elementos de forja pero que ha mantenido el resto de elementos de madera. Calle Mercaderes esquina con Amargura, La Habana. 44 Sobre los hierros empleados en balcones, rejas, puertas, ventanas, guardavecinos y otros elementos de la arquitectura habanera de finales del XVIII y del XIX consúltese la espléndida investigación de PÉREZ DRAGO (2008). IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 838 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 20 4. BALCONES DE MADERA DE LA HABANA VIEJA. ESTUDIO TIPOLÓGICO Y CONSTRUCTIVO COMPARADO Ha habido numerosos estudios sobre las arquitecturas tradi-cionales, vernáculas o populares canarias, y en casi todos ellos se ha tratado con mayor o menor profusión el tema de las car-pinterías, ya que es uno de los elementos más definitorios de aquello que preferimos denominar como «vernacularidad cana-ria » en lugar de «estilo canario». El balcón canario ha sido, así mismo, nombrado en cuanto estudio se ha hecho debido a su popularidad y a haber sido tratado como el elemento fetiche de la arquitectura regionalista canaria. El estudio de los balcones de madera habaneros del periodo colonial lo realizaremos por el método comparado; esto es: de-finiremos en primer lugar los elementos arquitectónicos para analizarlos por separado y tipificar los balcones merced a las características arquitectónicas y constructivas de cada elemen-to. Al analizar paralelamente los balcones canarios y habaneros, podemos realizar un cuadro tipológico que nos ayude a estable-cer relaciones, como ya indicábamos en la exposición del méto-do en el primer epígrafe del artículo. En primer lugar, se examinarán las características generales del balcón en relación con la fachada del edificio para, después, observar los elementos constructivos principales que conforman un balcón. Éstos pueden ser clasificados dependiendo de su función estructural o de cerramiento. Así, los elementos estruc-turales son los canes y jabalcones —denominados estos últimos como vigas amigas en algunos lugares— sobre los que vuela el balcón, los pies derechos, las zapatas y el tejaroz que lo cubre. Por su parte, los elementos de cerramiento son la baranda o antepecho —con presencia o no de tapafaldas— y el cerramien-to superior de celosías o guillotinas en los casos canarios. 4.1. Características generales del balcón y su relación con la fachada El balcón canario tiene multitud de variantes tipológicas, ya que es un elemento que se adapta a cualquier necesidad funcio- 839 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 21 nal de la casa y a cualquier composición de fachada. En primer lugar distinguimos entre los balcones cubiertos y los balcones sin cubrir. Si bien la mayor parte de los balcones canarios pre-sentan un tejaroz apoyado sobre pies derechos, hay algunos ca-sos en que se trata de un balcón abierto en el que sólo hay un pretil o baranda. En algún contado caso de La Habana, el mis-mo balcón presenta algún tramo cubierto y otro sin cubrir, si bien las más de las veces encontramos balcones de madera cu-biertos45. Así mismo, dicho tejaroz tiene dos variantes: bien como con-tinuación del faldón de la cubierta del edificio, o bien como ele-mento independiente y arrancar adosado al muro exterior en un nivel algo más bajo que el alero de la cubierta. Puede tratarse, por tanto, de un colgadizo, tingladillo o alpendre o, por el con-trario, de un elemento exento situado sobre la fachada. En cual-quier caso, los tejaroces de los balcones canarios, así como los habaneros, suelen tener tres aguas, a diferencia de los puertorri-queños que sólo tienen una. Si se prolonga el faldón de la cubier-ta, el frente del balcón pertenece al mismo plano pero, en los tes-teros laterales, se forman dos faldones triangulares. Por su parte, los balcones de La Habana —al menos en los casos estudiados— presentan una cubierta independiente situada un poco más aba-jo del alero de la cubierta del edificio. Sin embargo, al observar grabados antiguos, como los que ofrece el profesor Weiss en su obra, se advierte que en algunos edificios de los que rodeaban y definían la original Plaza Vieja del setecientos, la cubierta se pro-longaba para cubrir el balcón volado (figura 2). Otra clasificación de los balcones responde a su longitud o distribución horizontal, esto es: balcones para un solo vano, balcones de varios vanos —tres, por lo general— y galerías o corredores. Los balcones habaneros son siempre galerías de varios vanos. Tan sólo se encuentran balcones de vano sencillo que dan uso a un solo hueco cuando están combinados con una galería central y aquéllos aparecen enmarcándola en los extre- 45 Cuando se abandona la madera a favor del hierro, las cubiertas de los balcones tienden a desaparecer. El tipo cambia paulatinamente hasta su aban-dono y sustitución por otro tipo con un lenguaje arquitectónico nuevo de-rivado de los nuevos materiales y sistemas constructivos. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 840 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 22 mos de la fachada. El hecho de que haya varios balcones en la misma fachada ocurre más en los balcones habaneros que en los canarios. En La Habana es muy común la composición de fachadas con tres balcones en la primera planta: un balcón co-rrido central y dos balcones sencillos laterales46. La planta baja se reserva al comercio y almacenaje y la superior es la vivienda. En numerosas ocasiones aparece una entreplanta, un mezzani-no, de función auxiliar. Como ejemplos notables nos sirven la Casa Antonio Hocés Carrillo en la calle Obispo, datada a media-dos del siglo XVII y la Casa Juana Carvajal en la calle Tacón 12, del primer cuarto del siglo XVIII. Otro ejemplo, más tardío —1759— es la Casa Martín Aróstegui, en la confluencia de Ta- FIGURA 4: Fachada de la casa Juana Carvajal, de 1725, en la calle Tacón 12. 46 Esta composición también la encontramos en otras fachadas colonia-les del continente americano, como en Cartagena de Indias. 841 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 23 cón con Empedrado47. En ésta última la composición de la que hablamos es asimétrica por la presencia de un balcón en es-quina. Respecto a los apoyos, agrupamos los balcones volados (so-bre canes, dobles canes o jabalcones) frente a los balcones apo-yados o galerías, más propios de patios que de fachadas a la calle. En los balcones habaneros no se da el caso de balcones apoyados sobre pies derechos: todos vuelan mediante canes o dobles canes. Tan sólo en las galerías de los patios se encuen-tran pies derechos de madera o columnas de piedra e incluso, más tardías, columnas de hierro forjado que sustituyeron a los elementos lignarios originales48. En cuanto a su cerramiento o ausencia de él, podemos ver balcones canarios abiertos —con tan sólo la baranda— o semi-cerrados o cerrados por completo —con celosías o ventanas de guillotina, por ejemplo. Esta diferenciación no procede en el caso de los balcones de La Habana, ya que no se encuentran casos de balcones con cerramiento superior con guillotinas o celosías como sí ocurre, por ejemplo, en los balcones peruanos. La situación de las escaleras es otro elemento clasificador de los balcones canarios, ya que hay balcones o galerías de patio con acceso a través de una escalera exterior —de fábrica o de madera— adosada al muro y, principalmente, en el medio rural. Este caso no se ha observado en los balcones de La Habana49. Así mismo, la situación del balcón en la fachada nos diferen-cia entre los balcones centrados y únicos en fachada de los que rodean una esquina. En La Habana encontramos muchos balco-nes esquineros. Sin embargo, mientras que los balcones esqui-neros canarios se forman mediante una proyección paralela a 47 Para la denominación de cada inmueble nos servimos de la facilitada por la Guía de arquitectura de La Habana, MARTÍN ZEQUEIRA y RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ (1998). 48 «Tan común como las casas con balcón de madera fue el de aquellas en cuyo patio no son la columna y el arco los valores esenciales, sino el pie derecho con zapata y el dintel de madera», ANGULO ÍÑIGUEZ (1956), p. 154. 49 Balcones o galerías con escaleras exteriores los podemos encontrar en las regiones montañosas del norte de la Península, desde Galicia hasta el País Vasco, GIL CRESPO (2011 b). IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 842 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 24 los muros, con un encuentro perpendicular en la esquina, los habaneros se achaflanan. Por su distribución vertical se obser-va que también hay balcones superpuestos o que aparecen en varias plantas a pesar de que lo normal es que sean de una sola planta. Este último caso no se da en los edificios habaneros. Ofrecemos, en las tablas 1 y 2, un compendio de esta clasi-ficación tipológica. Por supuesto, los tipos a los que hacemos re-ferencia no son modelos previos al hecho construido ni proyec-tos o muestrarios que el carpintero tuviese a mano en los que elegir. Esta clasificación se ha realizado con posterioridad y nace de la observación y del análisis formal de un buen núme-ro de balcones. Nos sirve para constatar la diversidad y las des-viaciones dentro de un mismo tipo sin perder la esencia ver-nácula —el invariante del que hablaba don Fernando Chueca— y que, a pesar de haber tanta variedad de soluciones, en todas ellas reconocemos las características propias que nos hacen ver en ellos el balcón canario: ese es el lenguaje vernáculo de la ar-quitectura canaria que arraigó en la arquitectura colonial del Nuevo Mundo. 4.2. Elementos constructivos de los balcones Los balcones decoran todas las casas, formados o por repisas de piedra o por canecillos de labrada cabeza. La barandilla se com-pone, en general, de un zócalo de tablero moldado y sobre él una pequeña balaustrada, bien de barrotes torneados o de balaustres de madera recortada, con claras influencias peninsu-lares, castellanas y montañesas. Los balcones abundan como consecuencia lógica de la madera de los bosques y de una mano de obra esmerada. Con estas palabras resume Gonzalo de Cárdenas los elemen-tos constructivos que conforman el balcón canario que pudo admirar durante su estancia en Las Palmas en diciembre de 1946, fecha en que aparecen datados sus dibujos50. 50 CÁRDENAS Y RODRÍGUEZ (1947), p. 3. 843 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 Habíamos distinguido entre los elementos estructurales —canes y jabalcones, pies derechos, zapatas y tejaroz— y los elementos de cerramiento —baranda o antepecho, tapafaldas y el cerramiento superior en el caso de los canarios y no de los cu-banos. El balcón canario se apoya en canes tallados sobre los que se tiende el suelo de tablas. Estos canes pueden llevar una labra mayor o menor en función del prestigio o posición econó-mica y social del propietario, así como del entorno rural o ur-bano en el que se sitúe (calle principal, trasera hacia el mar, etc.). En las viviendas rurales, estos canes apenas pasan de ro-llizos descortezados y desbastados. En algunos balcones en los que el vuelo es mayor o se prevé mayor carga, estos canes son dobles51. Los balcones no volados, esto es, que apoyan en pies derechos, son más propios de patios interiores: no se ha docu-mentado ninguno en fachadas urbanas. Se observa en las gale-rías de dos o más alturas una despreocupación por la coinciden-cia del orden estructural y la modulación entre los distintos pisos. Los pies derechos de madera nacen desde dados de pie-dra; en algunos casos, pocos, encontramos columnas de piedra. En los patios habaneros podemos encontrar este mismo sistema constructivo de pies derechos de madera sobre dados de piedra —como es el caso del patio de la Casa Prat Puig en la calle Te-niente Rey—, sobre columnas de hierro que han sustituido ele-mentos de madera —Casa Antonio Hocés Carrillo en la calle Obispo— o, siendo este último caso muy habitual, podemos ver patios cuyas pandas se cierran con columnas y arcos de piedra entre las que aparecen barandas y balaustradas de madera torneada. Por su parte, los balcones habaneros suelen volar sobre do-bles canes; en pocos casos sólo tienen un orden de canes. El primer vuelo queda visto y con la característica gola de pico de loro. Sobre estos primeros canes vuelan los que definen el pla-no del suelo del balcón. Las cabezas de estos últimos quedan ocultos por una tabica que tapa sus cabezas. Algunos balcones más tardíos apoyan sobre vuelos de fábrica o sobre vuelos de estructura lignaria o metálica oculta por molduras de escayola. 51 Son conocidos los canes dobles de la arquitectura montañesa españo-la como, por ejemplo, los de los balcones y solanas de Cantabria. 25 IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 844 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 TABLA 1: Síntesis tipológica de los balcones canarios. 26 845 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 TABLA 2: Síntesis tipológica de los balcones habaneros. 27 IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 846 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 28 El antepecho o baranda del balcón canario se estructura en dos partes; la inferior o tapafaldas —también denominada guardasayas— es maciza y su función, como ya se adivina por el nombre, era la de evitar las miradas indiscretas hacia las fal-das de las mujeres que se pudiesen asomar. Estos tapafaldas pueden ser meras tablas, a veces incluso detrás de los balaustres o celosía. Los más trabajados son de cuarterones. En líneas ge-nerales, suelen ser apeinazados con mayor o menor labra deco-rativa. Los balcones de La Habana no siempre tienen un tapa-faldas. Se conserva en los ejemplos más tempranos, habiendo sido eliminado progresivamente, ya que en los balcones que acusan un mayor carácter barroco y que se pueden fechar avan-zado el siglo XVIII, no los encontramos52. Los tapafaldas ha- FIGURA 5: Canes dobles y vistos de la Casa del Conde de Casa Barreto (ca. 1732), restaurada en 1979 por Daniel Taboada. 52 «Uno de estos rasgos vernáculos lo encontramos en el tapafaldas o guardasayas, que se ha mantenido a lo largo del tiempo y de las diversas 847 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 29 baneros tienen una estructura apeinazada cuyo relleno puede variar desde una sencilla tabla —calle Oficios esquina Plaza San Francisco—, una tabla con resalte central —Casa Antonio Hocés Carrillo en la calle Obispo— hasta una modulación con metopas —Casa Prat Puig en Teniente Rey—; si bien se observa que es un elemento que tiende a desaparecer en los ejemplos más tardíos. FIGURA 6: Balcón con tapafaldas en la calle Oficios esquina a la Plaza San Francisco en La Habana. La parte superior de la baranda de los balcones isleños tie-ne multitud de variantes tipológicas. Encontramos desde tablas localizaciones. Sus formas cambian sensiblemente en función de la época y el lugar de construcción, pero su utilización es lo que permanece invariante y nos permite reconocer la ascendencia canaria no sólo de los balcones puer-torriqueños o habaneros, sino también de los del resto del continente», GIL CRESPO (2011 a), pp. 683-684. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 848 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 30 colocadas a testa, listones ver-ticales, tablas perfiladas, ba-laustres torneados, cruces de San Andrés o celosías, que pueden llegar a cerrar por completo el balcón. En su caso, las barandas habaneras se componen siempre de ba-laustres torneados. El perfil del torno varía en el tiempo y nos puede ayudar a fechar su ela-boración. Los más antiguos se componen de una sucesión de modillones tóricos y presentan simetría horizontal y su grosor denota un mayor arcaísmo. El perfil barroco más evoluciona-do se caracteriza por esa falta de simetría y una mayor esbel-tez53. El balaustre más común es el que presenta un fuste con fuerte éntasis y junquillos afi-letados54. En La Habana se barroqui-za el tipo, estimulado por las modas de la época, y encontra-mos barandas laterales cuya planta sigue una doble curva, en lugar de ser un paño recto como ocurre en Canarias y en Puerto Rico.55 53 WEISS (2002 [1972]), p. 122. 54 PRAT PUIG (1947), p. 192. 55 «En la casa también de esquina de las calles de la Obra Pía y de Villegas las líneas se afinan y el balcón sufre inflexiones mixtilíneas delato-ras de un barroquismo dieciochesco bastante avanzado», ANGULO ÍÑIGUEZ (1956), p. 153. FIGURA 7: Sección constructiva del antepecho del balcón reconstruido de la Casa Antonio Hocés Carrillo, de mediados del siglo XVII, en la calle Obispo de La Habana. 849 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 31 FIGURA 8: Balcones en la calle Oficios con antepechos laterales de directriz mixtilínea. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 850 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 32 La estructura del balcón canario se completa con los pies derechos que sustentan el tejaroz. Estos pies derechos están la-brados y distinguimos tres partes en ellos. La inferior, hasta la altura de la barandilla, suele ser de sección cuadrangular y rara vez está integrada con el resto de balaustres: siempre es algo más grueso y de diferente forma. El fuste por lo general presen-ta sección cuadrangular, o con las esquinas matadas o de sec-ción octogonal. En algún caso presentan éntasis o una reduc-ción de sección con la altura. En algunos casos encontramos collarinos antes del capitel, que suele ser de sección cuadrangu-lar con alguna labra en sus caras. No son habituales los fustes cilíndricos o torneados que, por el contrario, son muy comunes en los balcones habaneros, frente a los cuadrangulares, abisela-dos u octogonales canarios. Prat Puig analizó todos los elemen-tos constructivos de los balcones cubanos, detallando la labra de los elementos. Señala, así mismo, que «el pie derecho torneado debió ser preferido en las construcciones más lujosas o en aque-llas partes de los edificios que, como los balcones, eran más visibles. Al evolucionar el tipo arquitectónico que venimos estu-diando, parece que los pies derechos torneados se usaron con mayor profusión [...] pero conforme avanza el tiempo en La Ha-bana cada vez se hicieron menos recios y proporcionados»56. Y continúa destacando que «el uso de los pies derechos y de las complementarias zapatas fue propio de la arquitectura mudéjar, especialmente de la última manifestación de la misma que de-biera llamarse morisca. Los cristianos los adoptaron tomándo-los de dichas escuelas, salvo en las regiones del norte de Espa-ña donde las construcciones a base de maderas parten de una tradición antiquísima. Esta arquitectura lignaria norteña discre-pa tanto en lo formal como en lo estructural de la mudéjar y también de la cubana»57. Los pies derechos o postes más primi-tivos tienen una sección cuadrangular con los ángulos biselados. Avanzado el tiempo, estos pies derechos adquieren una sección circular y un perfil torneado en forma de sucesivos modillones y filetes. Por último, los más evolucionados adquieren forma columnar con ligeros éntasis y molduras e, incluso, capitel de 56 PRAT PUIG (1947), p. 184. 57 PRAT PUIG (1947), p. 186. 851 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 33 carácter clásico. En algún caso, como en los balcones de la ca-lle Obispo, encontramos fustes acanalados. Sobre el pie derecho, y como transición con el durmiente o solera, se encuentra la zapata, entre las que se observan multi-tud de formas y sucesión de boceles y labras más o menos tra-bajadas. El perfil habanero de las zapatas de madera entre los pies derechos y la viga sobre la que apoya la estructura del te-jaroz evoluciona desde las piezas en forma de doble ménsula con golas similares a las de los canes en forma de pico de loro hasta las que simplifican su perfil hasta convertirlas casi en un trapecio de lados mixtilíneos. Es, quizá, el empleo de zapatas de madera como elemento estructural de reparto de cargas entre la viga y los pies derechos, evitando el punzonamiento de la prime-ra, lo que nos evoca a las carpinterías mudéjares58. FIGURA 9: Zapatas y pies derechos de los balcones habaneros. A, calle San Ignacio; B, calle Mercaderes; C, calle Teniente Rey; D, calle San Pedro; E, calle Empedrado; F, calle Oficios; G, calle Obispo; H, calle Mercaderes; I, plaza San Francisco; J, calle Obispo. 58 WEISS ([1972] 2002), p. 91. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 852 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 34 Por último, la cubierta del balcón canario se soluciona con pares apoyados en el muro y en el durmiente que sostienen los pies derechos. Sobre esos pares, un entablado sostiene las tejas o la torta, en el caso de los balcones de Fuerteventura o de Lanzarote59. Si la cubierta del balcón es una prolongación del faldón de la cubierta de la vivienda, se prolongan los pares de ésta para formar el alpendre o colgadizo. Los tejaroces de los balcones de La Habana, cuyo material de cubierta es la teja sobre tableros y estructura de madera, siempre son indepen-dientes respecto de la cubierta del edificio. 5. CONCLUSIONES Con el estudio de las relaciones sociales entre Canarias y Cuba se puede entender el marco en el cual se han desarrolla-do los fenómenos culturales y se comprende la transferencia de elementos arquitectónicos a través de sus artífices y sus usua-rios. Cuba y, en concreto su capital, La Habana, ha sido un foco de recepción de inmigrantes canarios desde lo más temprano del descubrimiento: aquéllos destinados a las acciones militares o de conquista, los empleados en explotaciones agrarias, las fa-milias requeridas para fortalecer el sustrato poblacional que asegurase la pervivencia de la soberanía española en las nuevas tierras y las compañías y empresas que sostenían estos movi-mientos sociales y comerciales. De igual manera, la mayor de las Antillas ha funcionado como puente, tanto a nivel demográ-fico como cultural y arquitectónico, entre la metrópoli y las co-lonias y virreinos de otras islas caribeñas y el continente. A través del análisis formal del balcón como elemento arqui-tectónico en sus elementos y de la relación con la fachada, he-mos podido clasificar tipológicamente y constructivamente los balcones canarios y, a partir de esta clasificación y tomándola como patrón, se han comparado con los balcones coloniales haba-neros. Se observa que hay una mayor riqueza de solucio-nes y de casos en Canarias que en La Habana. Al evolucionar, el 59 CÁRDENAS Y CHÁVARRI, MALDONADO RAMOS y GIL CRESPO (2007), pp. 107-112. 853 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 35 tipo originario pierde recursos y se define con menos variacio-nes. El balcón de madera habanero se desarrolla mientras sigue recibiendo influencias andaluzas y canarias, pero adaptado siempre a los diferentes estilos artísticos. El carácter vernáculo se muestra inalterable a las vestimentas estilísticas: a pesar de que sus elementos se labren acordes al lenguaje mudéjar, barro-co o clasicista, los invariantes vernáculos se han mantenido hasta que el cambio de material de la madera al hierro y el es-tablecimiento definitivo de éste ha hecho cambiar el lenguaje ar-quitectónico de los balcones. Todos los elementos llevan un tratamiento estético o decora-tivo acorde con la posición social de la que es expresión mate-rial. Así, los canes se entallan, los balaustres o tablas se tornean, los tapafaldas se hacen apeinazados o de cuarterones y las za-patas entre los pies derechos y las vigas llevan un juego de molduras con clara función estética. Por último, nos resta indicar que este análisis se ha ceñido a la capital cubana. Sería necesario prolongar la investigación por otras poblaciones de la isla en las que también se conservan buenos ejemplos de balcones de madera, como es el caso de Trinidad, Bayamo o Santiago de Cuba, entre otras. BIBLIOGRAFÍA ANGULO ÍÑIGUEZ, D. (1956). Historia del Arte hispanoamericano. Barcelona: Salvat. BERNAL RODRÍGUEZ, A. M. (1995). «Los elementos del comercio en el sistema mercantil de las islas atlánticas ibéricas y caribeñas», en Cuarto Coloquio de Historia Internacional da Madeira. Funchal: Centro de Estudios de His-toria do Atlantico. BERNALES BALLESTEROS, J. (1987). Historia del Arte Hispanoamericano. 2: siglos XVI a XVIII. Madrid: Alhambra. BÉTHENCOURT MASSIEU, A. (1956). «Canarias e Inglaterra: el comercio de vinos (1650-1800)», en Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 2. Las Palmas de Gran Canaria: Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, pp. 195-308. CÁRDENAS Y CHÁVARRI, J. de; MALDONADO RAMOS, L. y GIL CRESPO, I. J. (2007). Ar-quitectura popular de Lanzarote. 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Título y subtítulo | Transferencia de elementos arquitectónicos entre España y el Nuevo Mundo: estudio tipológico y constructivo comparado entre los balcones de madera de las Islas Canarias y los de La Habana Vieja / The Transfer of architectural elements between Spain... |
Autor principal | Gil Crespo, Ignacio Javier |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 58 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2012 |
Páginas | pp. 819-856 |
Materias | Canarias ; Historia |
Enlaces relacionados | Página web de la revista: http://anuariosatlanticos.casadecolon.com/index.php/aea/issue/archive |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 2542392 Bytes |
Texto | 819 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 TRANSFERENCIA DE ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS ENTRE ESPAÑA Y EL NUEVO MUNDO: ESTUDIO TIPOLÓGICO Y CONSTRUCTIVO COMPARADO ENTRE LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LOS DE LA HABANA VIEJA THE TRANSFER OF ARCHITECTURAL ELEMENTS BETWEEN SPAIN AND THE NEW WORLD: A TYPOLOGICAL AND CONSTRUCTIVE COMPARATIVE ANALYSIS OF THE WOODEN BALCONIES IN CANARY ISLANDS AND IN OLD HAVANA Ignacio Javier Gil Crespo* Recibido: 31 de mayo de 2011 Aceptado: 29 de septiembre de 2011 Resumen: A través de las perma-nentes relaciones sociales y cultura-les del archipiélago canario con la isla de Cuba desde el siglo XV se en-tienden las correspondencias entre la arquitectura vernácula insular con la arquitectura colonial haba-nera. Uno de los elementos más re-presentativos es el balcón de made-ra volado sobre canes, con pies derechos y balaustres torneados, an-tepecho opaco y tejaroz. El artículo Abstract: The correlation between the vernacular Canary and Havana colonial architecture is to be under-stood as the result of the permanent social and cultural relationships be-tween the Canary Islands and Cuba as of the fifteenth century. One of the most representative elements is the wooden cantilevered balcony, with lathed balusters, opaque para-pets and roofs on wooden columns or struts. This article is a historical * Arquitecto. Miembro correspondiente de la Cátedra «Gonzalo de Cár-denas » de Arquitectura Vernácula de La Habana. Fundación Diego de Sagredo. Universidad Politécnica de Madrid. Avda. Juan de Herrera 4, 28040 Madrid, España; correo electrónico: ignaciojaviergilcrespo@gmail.com IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 820 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 2 1. PROLEGÓMENOS: RAZÓN Y MÉTODO DE LA INVESTIGACIÓN La cultura arquitectónica canaria comienza a la par que la conquista por parte de la Corona de Castilla. Toda la tradición constructiva aborigen queda eliminada y en seguida se importa el modo de hacer de los nuevos pobladores: aquí es donde resi-de la razón del múltiple origen tipológico y constructivo de la arquitectura canaria. Castellanos, andaluces, vascos, mallorqui-nes, normandos, genoveses, portugueses, ingleses u holandeses, entre otros, participaron en la conquista, colonización y poste-riores relaciones comerciales y sociales de Canarias con Euro-pa, importando la tradición y la experiencia de sus carpinteros, alarifes, canteros y oficiales1. Asimismo, poco antes de terminar la conquista del archipiélago, Colón llega al Nuevo Mundo esta-bleciendo en este primer momento la ruta que, apoyada en el empuje de los vientos alisios, pasa y para en Canarias como punto de avituallamiento y reparación de naves antes de cruzar el océano. Las islas Canarias, a partir de ese momento, pasan a ser un puente, no sólo comercial y social, sino también cultural entre Europa y América. La arquitectura canaria proviene de realiza un estudio histórico y un análisis tipológico a través del méto-do comparado entre los elementos constructivos de los balcones cana-rios y los habaneros con el fin de explicar las analogías y divergencias entre ambos tipos. Palabras clave: Arquitectura verná-cula, arquitectura colonial, balcón de madera, Islas Canarias, La Ha-bana. 1 «En las islas no había tradición arquitectónica alguna y poco a poco comienzan a llegar maestros, alarifes, canteros, carpinteros, etc., que estable-cen lentamente una “cultura arquitectónica importada”, procedentes princi-palmente de toda Europa. Las islas eran utilizadas como puente o punto de abastecimiento para las personas que continuaban en sus barcos rumbo al Nuevo Mundo, militares con idea de conquista, religiosos misioneros, aven-tureros, etc., y otros que se establecían en las islas», JUÁREZ RODRÍGUEZ (2005). study and a typological analysis where comparisons are carried out between Canary and Havana balco-nies to explain the analogies and dif-ferences between both types. Key words: Vernacular architecture, colonial architecture, wooden balco-ny, the Canary Islands, Havana. 821 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 3 una amalgama de influencias arquitectónicas a la vez que, una vez asentadas estas influencias y asimiladas en una arquitectu-ra de carácter propio, se irradian unos modelos que se estable-cerán en el Nuevo Mundo tras la conquista, en especial en el área caribeña. En un estadio posterior, estas arquitecturas anti-llanas importadas desde Canarias adquieren un nuevo carácter vernáculo y sirven de referente a lo nuevo que se va a crear en América que, debido al tráfico comercial y cultural por el Atlán-tico entre la metrópoli y las colonias con parada obligada en Ca-narias, será a su vez reimportado a las islas y a la Península Ibé-rica en un viaje de ida y de vuelta. El presente estudio forma parte de una investigación más amplia en la que se analizan las carpinterías canarias, sus ante-cedentes peninsulares y europeos y su proyección en América. En este caso, se centra en el lenguaje vernáculo de los balcones canarios y su arraigo habanero entre los siglos XVII y XIX2. Para la toma de datos de los balcones habaneros, que se rea-lizó entre noviembre y diciembre de 2008, nos hemos servido de una ficha tipo en la que se recogen ordenadamente los datos más relevantes que ya fue utilizada durante la toma de datos de los balcones canarios, realizada en diferentes campañas entre 2003 y 2010. Cada ficha se estructura de la siguiente manera: un amplio campo se reserva para la documentación fotográfica y gráfica. A través de un cuestionario, el balcón queda individua-lizado y caracterizado en cada ficha. En la parte inferior izquier-da aparecen los datos generales. El código de la ficha consta de dos letras que designan la isla —en el caso del archipiélago ca-nario— o el país antillano —Cuba o Puerto Rico— según el si- 2 Este artículo continúa desarrollando este trabajo de investigación —GIL CRESPO (2009)— en el que se analizó el lenguaje vernáculo de las carpinte-rías canarias y su arraigo en Cuba y Puerto Rico y del que ya se han desa-rrollado la parte correspondiente a los balcones puertorriqueños en un ar-tículo publicado en este mismo Anuario de Estudios Atlánticos, GIL CRESPO (2011 a) y la que realiza la investigación documental sobre el origen de los balcones canarios y coloniales y sus antecedentes peninsulares, GIL CRESPO (2011 b). No podría haber realizado esta amplia investigación ni, por supues-to, el presente artículo sin la generosa y amable compañía y dirección del Prof. Dr. Javier de Cárdenas y Chávarri, quien despertó en mí el interés por la arquitectura vernácula y me llevó de la mano por «su» querida Habana. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 822 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 4 guiente criterio: EH: El Hierro; FV: Fuerteventura; GC: Gran Canaria; LG: La Gomera; LP: La Palma; LZ: Lanzarote; TF: Tenerife; CU: Cuba; PR: Puerto Rico. Tras un guión la letra B designa que la ficha corresponde a un balcón y la letra V, a una ventana. Por último, un número de dos cifras individualizan cada elemento estudiado. Un mapa de situación nos ubica la localidad, que se indica en un campo independiente en un cuerpo de letra grande, bajo el cual se recogen los datos generales y arquitectónicos (nombre del edificio, dirección, fecha de construcción, datos arquitectó-nicos y propiedad). Los datos tipológicos y constructivos quedan ordenados a través del cuestionario sito en la parte inferior izquierda de la ficha. Se indica si el frente es abierto o cerrado —y, en este se-gundo caso, si lo es por carpintería de cuarterones, celosías, gui-llotina, lamas u otro sistema—, si el balcón está o no cubierto y el material de la cubierta (teja o torta), así como si la cubierta es independiente o se trata de la prolongación del faldón de la cubierta del edificio y se reseña, así mismo, si el balcón vuela (mediante canes o jabalcones) o si se apoya por pies derechos en el terreno. El número de vanos, el color, si se trata de un único balcón o si se superponen en distintos pisos, así como si hay escaleras exteriores —indicando el material: madera o pie-dra—, la constitución de la baranda y la presencia o no de tapa-faldas son los otros datos que recoge el cuestionario. La metodi-cidad en la recogida de datos es fundamental para caracterizar las muestras y se ha demostrado su eficacia a la hora de mane-jar los datos recogidos de una manera ordenada. El proceso de investigación combina el trabajo de campo —documentando los casos particulares en efectivas fichas de toma de datos— con el de gabinete en el que se estudian las fuentes bibliográficas y se analiza la documentación obtenida en la toma de datos3. 3 Encontramos un amplio cuerpo de publicaciones en las que se mencio-na de manera más o menos dispersa la relación entre las carpinterías cana-rias y su aportación a la arquitectura hispanoamericana. Sin embargo, falta-ba una publicación monográfica sobre el tema, que valiéndose de las contri-buciones al estudio de las relaciones sociales y culturales en general —estu- 823 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 5 FIGURA 1: Ejemplo de ficha de recogida de datos: Ficha CU-B13. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 824 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 6 Para desarrollar una clasificación tipológica de los balcones canarios y habaneros, que es uno de los objetivos de la investi-gación, hemos seguido el método comparado. Se han analizado los elementos constructivos de los balcones canarios, así como las relaciones entre ellos y entre el balcón con el conjunto del edificio. Una vez establecidos los tipos canarios originales, po-demos estudiar los balcones coloniales en base a los mismos patrones de comparación. El estudio, por tanto, se centra en los aspectos rigurosamente formales —tipos y construcción— de los balcones canarios y habaneros. Sin embargo, en primer lugar se debe conocer el contexto sociocultural que enmarca y justifica la transferencia de elemen-tos culturales —arquitectónicos en el caso que nos ocupa— en-tre el archipiélago canario y la isla de Cuba4. 2. CANARIAS Y CUBA: CONTACTOS SOCIALES Y CULTURALES A partir de su conquista a lo largo del siglo XV, el archipié-lago canario adquiere una gran importancia como lugar de paso, avituallamiento y carenas en la ruta que Cristóbal Colón abrió en 1492 hacia el Nuevo Mundo. En este primer viaje, el al-mirante tiene muy claro que va a recorrer una larga distancia y necesita aprovisionarse en un punto intermedio, por eso parte «camino para las Canarias [...] en demanda de la isla de Lanza-rote ». Más tarde, «tornó el Almirante a Gran Canaria, y adoba-ron muy bien la Pinta con mucho trabajo y diligencias del Almi-rante, de Martín Alonso y de los demás; y al cabo vinieron a La dios muy avanzados por parte de numerosos autores—, profundice en los orígenes arquitectónicos y tipológicos de las carpinterías canarias y analice sus elementos y sistemas de una forma ordenada y metódica. Este es el va-cío que intentamos llenar con esta investigación que, por otra parte, queda abierta a futuras ampliaciones y revisiones que se harán necesarias cuando reposen nuestras conclusiones y se vuelvan a examinar con mirada crítica. 4 El desarrollo de estas relaciones no forma parte del cometido principal de la investigación, pero sí es un medio del que el investigador se sirve para entender ese contexto cultural y señalar la importancia —ya conocida y ampliamente estudiada desde diferentes puntos de vista por parte de nume-rosos autores— entre Canarias y América. 825 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 7 Gomera. Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de Tenerife, que es muy alta en gran manera. Hicieron la Pinta redonda, porque era latina; tornó a La Gomera domingo a dos de septiembre con la Pinta adobada. Finalmente se hizo a la vela de la dicha isla de La Gomera con sus tres carabelas jueves a seis días de septiembre»5. A partir del segundo viaje del almi-rante al Nuevo Mundo ya viajan los primeros canarios6. Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista de Indias, alcalde de la fortaleza y regidor de Santo Domingo y que «doce veces cru-zó el Océano yendo a América» nos narra en breves líneas cómo se desarrollaba este viaje: La navegación desde España que comúnmente se hace para las Indias, es desde Sevilla, donde vuestra majestad tiene su casa real de contratación para aquéllas partes, y sus oficiales, de los cuales toman licencia los capitanes y maestres de las naos que aquel viaje hacen, y se embarcan en Sant Lúcar de Barrameda, donde el río de Guadalquivir entra en el mar Océano, y de allí siguen su derrota para las islas de Canaria, y comúnmente tocan en una de dos de aquellas siete, que son y es en Gran Canaria o en la Gomera; y allí los navíos toman refresco de agua y leña, y quesos y carnes frescas, y otras cosas, las que les parece que deben añadir sobre el principal bastimento, que ya desde Espa-ña llevan. A estas islas, desde España, tardan comúnmente ocho días, poco más o menos; y llegados allí, han andado doscientas y cincuenta leguas. De las dichas islas, tornando a proseguir el camino, tardan los navíos veinte y cinco días, poco más o me-nos, hasta ver la primera tierra de las islas que están antes de la que llamamos Española; y la tierra que comúnmente se suele ver primero es una de las islas que llaman Todos Santos, Mariga-lante, la Deseada, Matutino, la Dominica, Guadalupe, Sant Cris-tóbal, etc., o alguna de las otras muchas que están con las suso-dichas7. La conquista castellana de las Canarias garantizó para la Corona las nuevas tierras, ya que éstas fueron consideradas como las «Canarias Índicas o Indianas»: como «ysla de Canaria por ganar»8. Esta última manera de denominar al Nuevo Mun- 5 COLÓN (1992 [1492]), pp. 40-43. 6 SANTIAGO (1955), pp. 383-385. 7 FERNÁNDEZ DE OVIEDO (1992 [1526]), p. 13. 8 GIMÉNEZ FERNÁNDEZ (1955), pp. 309-336. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 826 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 8 do le sirvió a Castilla para hacerse con esas nuevas tierras, ya que, en 1479, Castilla y Portugal se habían repartido el Atlánti-co mediante el Tratado de Alcaçovas: «los Reyes D. Fernando y Dª Isabel, deseando ante todo poner fin a las interferencias de la Corona de Portugal en el reino de Castilla so pretexto de la legitimidad de Dª Juana la Beltraneja, abandonaron a Alfonso V de Portugal el dominio del Atlántico, con la excepción del ám-bito de las Canarias, cuya atribución a Castilla se declaraba en el artículo noveno» del citado Tratado9. Los puertos canarios desempeñaron un importante papel en el tránsito de mercancías entre la España peninsular y las colo-nias a partir del siglo XVI: «la escala en Canarias, postrero adiós, servía para cargar todo lo que en Sevilla o Cádiz no se embarcaba por diversas razones. Primero, para aligerar los bar-cos; luego porque en el archipiélago se obtenían algunas cosas más baratamente y más frescas»10. Los barcos procedentes de los puertos peninsulares y europeos, empujados por los vientos alisios, recalaban en los fondeaderos canarios para aprovisionar-se de víveres y bebida y para hacer las últimas reparaciones en «sus puertos mui aproposito para las carenas y composicion de navios, por ser prezisa garganta para el transito á ida y buelta de las Armadas de Su Majestad ala America»11. La situación de las islas Canarias, baluarte europeo frente a la costa africana y a medio camino de la americana, las convertía en un itinerario y escala obligados12. 9 GIMÉNEZ FERNÁNDEZ (1955), pp. 311-312. 10 MORALES PADRÓN (1964), p. 225. 11 Carta de Don Pedro Brito a Don Melchor de Arvelos, citado en: ROME-RO RUIZ (1997), p. 74 12 «Insistir sobre el valor de Canarias como escala y centro de aprovisio-namiento resulta vano ya. En cualquiera de los “Derroteros” de antaño se recalca esta nota y en todas las crónicas las expediciones a Indias aparecen tocando en La Gomera, Gran Canaria, El Hierro y a veces en Tenerife o Lanzarote, para hacer aguada, tomar leña y provisiones. Pocas fueron las flotas que no hicieron esta parada reglamentaria, uniendo de este modo a las Islas con América en un vínculo que aún dura [...] Toda la teoría de expedi-ciones que siguen al hallazgo colombino tocarán generalmente en Canarias. Lo hace Pinzón y Ovando en 1502 y Alonso Quintero en 1504. Pedrarias Dávila, con su florida expedición en el año 1514, arriba a La Gomera, donde 827 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 9 La internacionalización de las Islas Canarias se debió a la pro-cedencia de los barcos que en ellas hacían escala: «la mayor pre-sencia es de maestres portugueses seguidos de andaluces y vas-cos »13. La primacía de viajes portugueses se mantiene durante todo el siglo XVI, salvando la ruta entre los archipiélagos atlánti-cos y las costas caribeñas, así como con las Indias Orientales. Los puertos canarios en los que paraban los barcos peninsulares —procedentes de Cádiz y Sevilla— o portugueses —que salieron de Lisboa— eran los de las islas centrales pertenecientes a la Co-rona: La Palma, Tenerife y Gran Canaria14. En Santa Cruz de La Palma, por Real Cédula de 24 de junio de 1558, se designó el pri-mer Juzgado de Indias, encargado de despachar los buques comer-ciales. En 1718, Felipe V, terminó con el monopolio de Cádiz con el comercio hacia América a favor de Santa Cruz de Tenerife, ciu-dad a la que se le permitió comerciar sus productos directamente con las colonias americanas. Esto favoreció el crecimiento del puerto y la ciudad y el asentamiento de comerciantes peninsula-res y extranjeros en ella. 2.1. La emigración canaria a Cuba El aporte poblacional de Canarias a las nuevas tierras se produjo desde los primeros pasos del movimiento colonizador. permanece fondeado dieciséis días para carenar las naves maltratadas por un temporal, especialmente la capitana, que perdió el timón, al igual que Pin-zón en 1492», MORALES PADRÓN (1964), pp. 211-215. 13 BERNAL RODRÍGUEZ (1995). Hay estudios sobre la presencia de comer-ciantes peninsulares y europeos en canarias, como es el caso del «sevillano Simón de Herrera-Leyva fue el fundador en Tenerife de una notable familia de la burguesía comercial estrechamente relacionada con Indias. Había con-traído matrimonio con Águeda de Urtusáustegui, perteneciente a un linaje de origen vasco, dedicado al comercio indiano. Había efectuado numerosos via-jes con esa finalidad a tierras americanas», HERNÁNDEZ GONZÁLEZ (1994), p. 193. 14 «Desde entonces Las Palmas pasó a ser estación de aprovisionamiento en el camino de Las Indias; no sólo se hallaba en el camino de Centroamé-rica para las naves que salían del sur de la Península, sino también la ruta obligada para todos los que se dirigían a La Guinea, a las costas meridionales y orientales de África, a Asia, a América del Sur y a las costas americanas del Pacífico», HERNÁNDEZ JIMÉNEZ (1995), p. 180. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 828 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 10 Por ende, el carácter de estas migraciones era militar. Las per-sonas embarcadas en las primeras naves con destino a la con-quista del Nuevo Mundo eran principalmente soldados y mari-neros, si bien con ellos viajaron «hombres de asiento» como artesanos y agricultores15. Al superar el primer paso de marca-do carácter militar y hacerse necesaria la presencia de población estable que participe en el mantenimiento de los nuevos asenta-mientos y del uso de las nuevas explotaciones agrarias, se faci-lita el trasiego de familias canarias como colonos y fundadores. El paso obligado por el archipiélago facilita esta situación: «en la segunda mitad del siglo XVI se habla de 65 personas que emigran legalmente [...] Los canarios participarían en la con-quista como expertos guías. Entre 1492 y 1506 al menos doce de las mayores expediciones hacen escala en La Gomera o Tenerife. Entre ellas las de los mayores nombres de la conquista como Colón, Ojeda, Vespuccio, Pedrarias, La Cosa, Yáñez y Ovando. Las Canarias tienen el privilegio de comerciar con Indias desde los comienzos de la colonización del Nuevo Mundo. Una Real Orden de 1511 simplemente especifica que los canarios parten solamente con la autorización del capitán del navío»16. El pro-fesor Morales Padrón señala que «el insular aprovechó el barco, la nao de tránsito, para embarcarse en ella sin cumplir con el formalismo de una licencia diligenciada en Sevilla. Cabe supo-ner, sin mucho error, que en todas las expediciones que tocaron en las Islas debieron engancharse isleños»17, principalmente de las islas de realengo: Tenerife, Gran Canaria y La Palma18. Con el siglo XVII se institucionaliza la emigración canaria al Nuevo Mundo, incluso con el peligro de despoblamiento insular. 15 PÉREZ VIDAL (1955), pp. 109-110. 16 MACHADO HERNÁNDEZ y LEMES BATISTA (2007), p. 157. 17 MORALES PADRÓN (1964), p. 227. 18 «A la singularidad de Canarias como asentamiento de interconexión tanto para la navegación costera africana, como para el viaje trasatlántico americano, se debe añadir —para ser más exacta su comprensión— su con-dición de punto exterior obligado del territorio español en el Atlántico para la explotación de la ruta comercial con América. Situación que comprome-tía, dada su relativa cercanía con el puerto único de Sevilla, la efectividad del monopolio hispano y, a su vez, el interés de la monarquía en beneficiar a unos territorios que de despoblarse comprometían la continuidad del circui-to con el denominado Nuevo Mundo», SORHEGUI (2006), p. 555. 829 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 11 En 1678 se dicta una Real Cédula por la que, para evitar pagar los impuestos de avería, se estableció que los navieros debían llevar a América 50 familias canarias por cada mil toneladas de mercancía19. La emigración canaria a Cuba tuvo una gran importancia a lo largo de los años siguientes a la publicación de la Real Cédu-la de 167820: «se sabe con seguridad de 35 pasajeros que viaja-ron de las Islas Canarias a La Habana en 1686, a bordo del ve-lero Nuestra Señora de Guadalupe y San Juan (del 3 mar. 1686 al 12 jun. 1686)»21. Con las familias isleñas que arribaron a la 19 Diversos gobernadores de las colonias habían solicitado en varias oca-siones a la Corona un mayor aporte poblacional para poder mantener la explotación de las fértiles tierras y para aumentar el número de colonizado-res con el fin de facilitar la defensa y el establecimiento español cuando otras naciones europeas comenzaron a interesarse por el nuevo continente. La presencia de una población estable era la única manera de hacer efectivo el poder español. Ese aporte poblacional solicitado al Consejo de Indias y a la Corona se pedía siempre en forma de familias completas. «El obstáculo se resolvería con la entrada en vigor de la Real Cédula de 1678 que prorrogaba por cuatro años la permisión canaria de comerciar con Indias reduciendo su volumen a 600 toneladas y eximía del pago de la avería a los navieros que trasladasen cinco familias de cinco miembros por cada cien toneladas, com-paginando y ligando desde entonces los intereses mercantiles de las clases dominantes insulares a la política poblacionista de la Corona», HERNÁNDEZ GONZÁLEZ (1994), pp. 190-191. 20 «La Habana se convertía rápidamente en la primera plaza fuerte de América, lo que permitiría al tráfico marítimo allegarle los medios de su futura expansión y prosperidad», WEISS (2002 [1972]), p. 70. 21 MACHADO HERNÁNDEZ y LEMES BATISTA (2007), p. 157. Muchos otros autores dan datos de emigrantes canarios en América y en Cuba en particu-lar. Carmen Fraga ha investigado sobre los carpinteros canarios y nos ofrece algún caso de familias de carpinteros y su trabajo en Canarias y en Améri-ca, como es el caso del maestro cantero tinerfeño Pedro Hernández de San-tiago establecido en 1687 en La Habana, FRAGA GONZÁLEZ (1984), p. 120; o la familia Báez establecida en Colombia en el siglo XVII, FRAGA GONZÁLEZ (2002). Por su parte, Martín Rodríguez nos señala dos casos de carpinteros embarcados desde las islas a América: «ya desde 1543 consta la ida de algu-nos en la expedición de Alonso Luis Fernández de Lugo al Reino de Nueva Granada. La corriente emigratoria se incrementa en los siglos siguientes, sobre todo de carpinteros. A algunos nombres ya publicados, nosotros aña-dimos los carpinteros Pedro Romero de Medina, que sale en 1691 de Las Palmas, y Cristóbal Hernández Camejo, que embarca en 1721 en Santa Cruz de Tenerife con destino a La Habana», MARTÍN RODRÍGUEZ (1978), p. 46. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 830 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 12 Antilla Mayor en 1693 se fundó la ciudad de Matanzas. La emi-gración se vio favorecida por la crisis económica que afectaba al archipiélago canario por la quiebra de mercados extranje-ros22. De esta manera, numerosos agricultores y artesanos se vieron obligados a emigrar a América donde, en muchos casos, debieron cambiar de ocupación pero también transmitieron su hacer a las nuevas construcciones coloniales23. A lo largo del XVIII buena parte de la población se dirige ha-cia el continente, si bien el conjunto de la Antillas constituye el principal foco de atracción de la emigración canaria24. Por mor de este paulatino despoblamiento, sus gobernantes solicitaban permanentemente la llegada de nuevos pobladores. Así, la llega-da de canarios a las Antillas, y a Cuba en particular, fue cons-tante y de magnitud relevante. Por su parte, las islas antillanas actuaban con un papel simi-lar a las Canarias: servían de puente entre España y el continen-te americano. En 1740 se fundó la empresa llamada «Compañía de La Habana» para transportar familias canarias hasta la Flo-rida. Con tal fin se flotaban en Santa Cruz de Tenerife dos na-ves en las que iban a viajar cincuenta familias hasta el puerto de San Agustín, en Florida. Sin embargo, los isleños siguieron pre-firiendo destinos como Caracas o La Habana25. No obstante, paralelamente a la llegada de población deman-dada para la conquista, colonización, explotación agrícola y mantenimiento poblacional de las nuevas fundaciones, ha habi-do otra clase de emigrantes: los acomodados que encontraron en América un nuevo y amplio campo para ejercer el comercio, la industria o las actividades liberales y que se asentaron en las principales ciudades26. En 1855 emigraron con destino a La Habana y Buenos Aires —fundada ésta en 1535 por Pedro de Mendoza tras una expedi- 22 BÉTHENCOURT MASSIEU (1956), pp. 216-223. 23 LÓPEZ CANTOS (1987), tomo 1, p. 96. 24 Casi el 30 % de la emigración canaria a lo largo del siglo XVIII tiene por destino la isla de Santo Domingo, seguida por Cuba con el 10 %. La mayor parte de los colonos procedían de Tenerife, FARIÑA GONZÁLEZ (2006), pp. 535-536. 25 PÉREZ VIDAL (1955), p. 120. 26 PÉREZ VIDAL (1955), pp. 125-126. 831 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 13 ción que partió de Canarias— unas 3.000 personas de Lan-zarote. Las etapas de mayor cantidad de emigraciones se co-rrespondían con las de las crisis económicas en las islas. Esta emigración, muchas veces clandestina, consiguió mermar con-siderablemente la población insular27. José de Viera y Clavijo escribe: «a este precio de minorar la populación y abandonar sus propios hogares tantos hijos, compraban nuestras Canarias la indulgencia de tener parte en los opimos despojos de la Amé-rica: tierra inmensa que las era deudora de sus descubrimientos, conquista, población, defensa, ennoblecimiento y cultivo [...] La famosa población de Montevideo, establecida en Buenos Aires año de 1726, también debió todo su ser a las 50 familias distin-guidas de canarios, que enviaron las Islas con esperanzas de hacer algún útil comercio»28. El siglo XIX fue la época de ma-yor presencia canaria en Cuba y en Venezuela29. Con estas relaciones sociales evidentes, y aceptando que el fenómeno cultural se transmite a través de sus artífices, se en- 27 «La migración isleña experimentaría en estos años un aumento consi-derable; pudiéndose hablar de una nueva etapa en la misma. Pero los emi-grantes en buena medida acudirán o no a las áreas propuestas por la Monar-quía en virtud de las expectativas que éstas despierten para mejorar su situa-ción. Un informe del Cabildo tinerfeño en 1685 afirma que en los barcos de la permisión de Indias habían marchado muchos colonos, no sólo para la fundación de San Carlos de Tenerife en la Española, «sino otras muchas fa-milias y gente suelta que han salido en otros navíos, pues tiene entendido este Cabildo que hubo navío español en que se embarcaron más de 400 per-sonas ». Tal fue el impacto de la sangría migratoria que «se ha casi de todo punto despoblado el lugar de Santa Cruz, puerto principal de esta isla, y otros lugares como son Sauzal, Valle de Guerra y otros más». A Santa Cruz hubo que mandar una nueva guarnición y se nota en la falta de «industria, cultura de vinos y labranza». Solicita se ponga remedio a la migración de personas que «con pretexto de que es servicio de Su Majestad pretenden pasar a Indias a sus fines y convenientes propios», permitiéndose sólo a aquellas que autorice la Corona y no «salga más gente que la que es permi-tido », HERNÁNDEZ GONZÁLEZ (1994), p. 196. 28 VIERA Y CLAVIJO (1773), p. 389. 29 «La isla de Cuba [...] fue, desde fines del siglo XVIII hasta los últimos años del primer cuarto del presente [siglo XX], uno de los puntos a que prin-cipalmente se dirigía la emigración canaria. La huella e influencia del cana-rio en Cuba está presente en toda la isla y en todas la ramas y aspectos de la vida cubana», PÉREZ VIDAL (1955), p. 146; HERNÁNDEZ GARCÍA (1979). IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 832 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 14 tienden los vínculos entre la arquitectura canaria y la cubana. La emigración con fines agrícolas fue inmensa, pero entre los emigrantes hay constancia de carpinteros, alarifes y canteros. Fueron estas personas las que, al trasladar sus métodos de tra-bajo y sus conocimientos a los nuevos territorios, llevaron con-sigo los tipos y sistemas constructivos que se asentarían allí y que se enlazarían con otras corrientes artísticas y arquitectóni-cas, incluida la vernácula30. 3. DESARROLLO HISTÓRICO DEL BALCÓN HABANERO El balcón de madera tiene una amplia distribución geográ-fica por la arquitectura colonial y virreinal31, gracias, entre otros motivos, a la adaptación de su funcionamiento bioclimático al clima principalmente cálido y húmedo y a su amplia aceptación como elemento representativo y funcional. Consideramos de gran importancia y necesidad el estudio histórico y tipológico, así como constructivo, de la arquitectura colonial de las islas del Caribe a través de sus sistemas y ele-mentos. Ya se ha explicado en el anterior epígrafe las relaciones co-merciales, militares, sociales y culturales entre Canarias y Cuba, así como la fuerte emigración que desde las islas tomó rumbo a las colonias españolas y, en especial, a la mayor de las An-tillas. La Habana fue uno de los principales puertos de llegada de mercancías y personas; no es de extrañar que fuese la capi-tal cubana una de las ciudades más cosmopolitas de América y que ese carácter se reflejase en su arquitectura. El monopolio español en los primeros años de colonización favoreció el desa-rrollo de una única vía de influencia cultural canalizada por los 30 «Aunque los inmigrantes canarios en Cuba se dedicaron principalmen-te a las faenas agrícolas, no pocos orientaron sus esfuerzos hacia otros fines. Los primeros ferrocarriles de Cuba obra fueron, por ejemplo, de canarios. La construcción del de La Habana a Villanueva fue promovida por D. Gonzalo Alfonso, canario, de la isla de El Hiero, y la realizaron obreros en su mayor parte isleños», PÉREZ VIDAL (1955), p. 149. 31 GIL CRESPO (2011 a), pp. 660, 670 y 676. 833 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 15 puertos andaluces y canarios y, una vez llegada al Nuevo Mun-do, se irradiase desde las Antillas y, concretamente, desde La Habana32. De esta manera, al igual que ocurriera en Canarias y casi de forma simultánea en la época, llegó la influencia castellana y andaluza en el modo de construir de manos de canteros, ala-rifes, maestros y carpinteros peninsulares. Inmediatamente se suman los emigrantes canarios que ya poseían una forma de hacer en la arquitectura. Así pues, se forma una nueva arquitec-tura híbrida en la que se adapta el influjo castellano y andaluz con el modo de hacer canario derivado del mismo. De esta manera se entiende que no podamos hablar de un tipo puro de balcón canario en América, ya que el peso andaluz vuelve a ser muy importante. Vemos el influjo andaluz en las portadas colo-niales33, en las ventanas enrejadas y en otros elementos. Sin embargo, no es objetivo de este artículo seguir el trayecto de los balcones canarios desde sus antecedentes peninsulares hasta su proyección americana34. La utilización de balcones y otros elementos más elaborados de carpintería no se generaliza hasta finales del siglo XVI y el XVII en que se ha definido la forma urbana y social de La Habana35. 32 Ya lo señalaba el arquitecto Martín Noel: «lo realizado por los arqui-tectos precursores del período proto-virreinal con respecto a las influencias mudéjares, góticas y platerescas del primer período, continúase ejerciendo por el esfuerzo barroco de los ingenieros y alarifes del segundo. Esos persis-ten en subrayar aquel prestigio del núcleo de las Antillas, como dijimos, es-cenario del descubrimiento y colonización de América, que consigue mante-nerse en contacto directo con la voluntad centralista de la metrópoli», NOEL (1936), p. 55. En palabras del argentino, el mar de las Antillas, antes que el poderoso virreinato del Perú, funciona como foco central, «receptor de la acción militante de la conquista, y, donde se forman, por tanto, los prototi-pos virreinales», NOEL (1936), p. 60. 33 WEISS (2004 [1967]), TABOADA ESPINELLA (2005). 34 Esta cuestión está tratada en profundidad en nuestro artículo sobre la discusión del origen del balcón canario y colonial —GIL CRESPO (2011 b)— en el que se incluye un estudio bibliográfico crítico y que se encuentra en prensa en el momento de redacción del presente estudio. 35 «El siglo XVI fue el de la primitiva sociedad de agricultores, militares, artesanos y comerciantes, que con sus iniciativas y experiencias [...] logró hacer crecer y progresar las primitivas células urbanas hasta que se convir- IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 834 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 16 El siglo XVII es el del asentamiento y desarrollo de las formas ar-quitectónicas. De las primitivas construcciones de muros de yaguas o embarrado y techo de guano se pasa a levantar edificios de construcción más sólida y, paralelamente, se tiene más consi-deración al hecho estético y funcional. Tanto Prat Puig como Weiss consideran la influencia morisca o mudéjar remanente en la arquitectura popular española sobre la arquitectura cubana del siglo XVII36. La edificación de los solares de la Plaza Nueva, que se dio a finales del siglo XVII y durante el XVIII, se realiza ya si-guiendo unos tipos que serán los que dan la imagen de La Haba-na barroca: construcciones con dos alturas, algunas con soporta-les en la planta baja, balcón de madera en la primera y cubierta de tejas37. La imagen de esta plaza ha cambiado sensiblemente y hoy no podemos apreciar los balcones de madera que adornaban sus fachadas al haber sido sustituidos a lo largo del siglo XIX por elementos metálicos cuando no se ha reedificado el inmueble tieron en los organismos plenamente desarrollados del siglo XVII», WEISS (2002 [1972]), p. 70. 36 Weiss cita a Andrés Calzada y su Historia de la Arquitectura Española de la versión española de Historia de la Arquitectura de Sir Banister Fletcher, en la que indica «la supervivencia de las formas moriscas en la arquitectura popular, con raíces en la Baja Edad Media, arquitectura popular en la que se habían formado los constructores y artesanos españoles emigrados a Cuba durante el siglo XVII. Entre éstos predominaban los andaluces y los isleños y, probablemente, algunos moriscos que habían logrado evadir la ley que les prohibía emigrar a América [...] Las Ordenanzas de Construcción sevillanas merecieron la atención del Cabildo habanero por lo menos en una ocasión [17 de agosto de 1607]. No es de extrañar, pues, que diversos elementos de filiación morisca figuren en las plantas, los alzados y la construcción de los edificios cubanos de esta época; pero a la vez, injertados en el fondo moris-co de las construcciones, hallamos otros derivados de distintos estilos de la metrópoli que habían pasado a ser patrimonio de la arquitectura popular», WEISS (2002 [1972]), pp. 86-87. Prat Puig, por su parte, señala que «cabe dentro de lo posible que ya en el siglo XVI los constructores cristianos fabri-caban en Cuba siguiendo tradiciones populares de naturaleza morisca y que estas tradiciones se hubieran mantenido latentes, hasta alcanzar su pleno desarrollo en el siglo XVII», PRAT PUIG (1947), p. 337. 37 WEISS (2002 [1972]), pp. 210-211. Sería de gran utilidad abrir aquí una línea de investigación basada en trabajo de archivo en busca de los artífices de estos edificios para encontrar los nombres y la procedencia —en especial de las Islas Canarias— de los carpinteros que levantaron los balcones. 835 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 17 completamente38. Será este tipo ensayado y desarrollado en la edificación de la antigua plaza del mercado —hoy Plaza Nueva— el que predomine en las futuras construcciones de otras partes de la ciudad. Por este motivo, el profesor Weiss lo denomina como el «estilo de la Plaza Nueva»39. FIGURA 2: Detalle de Vista de la Plaza del Mercado de la Ciudad de La Habana dibujada por Elías Durnford, reproducido en la Arquitectura colonial cubana de WEISS (2002 [1972]), p. 210. Es, pues, el setecientos la época de mayor desarrollo de los balcones de madera volados sobre las calles de la capital cuba-na. Y supone también el comienzo del desarrollo de un lengua-je propio que los separa de su original canario y que será el modelo que se transfiera a otras ciudades americanas40. Las for- 38 MARTÍN ZEQUEIRA y RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ (1998), pp. 89-92. 39 WEISS (2002 [1972]), pp. 217-222. 40 Refieriéndose a la Casa de don Mateo Pedroso, en la calle Cuba, Weiss destaca que «el balcón de la fachada, de 32 metros de longitud, es uno de los mayores de la época colonial. Todo el frente de esta casa, y especialmente este anchuroso balcón, guarda una gran semejanza con el del palacio de la Inquisición en Cartagena (Colombia), lo que corrobora nuestro supuesto de que bajo condiciones semejantes los artesanos y constructores hispanoame-ricanos produjeron obras del mismo carácter», WEISS (2002 [1972]), p. 218. Efectivamente, los balcones del edificio de la Inquisición en Cartagena de Indias presenta balcones corridos de tres y cuatro vanos en la planta noble, con balaustres torneados, fustes cilíndricos, zapatas, canes vistos y tejaroz a IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 836 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 18 mas más esbeltas responden a la mayor altura de los pisos —mecanismo de acondicionamiento del ambiente interior de las viviendas en climas cálidos y húmedos como los cubanos— y al empleo de maderas más duras que permiten mayor resistencia con menor sección41. Los frentes laterales de las barandas se curvan en dos arcos cóncavo y convexo, mostrando la destreza de los carpinteros al trabajar las formas mixtilíneas y los moti-vos barrocos. Esto se advierte, por ejemplo en la Casa del Conde de la Reunión, en la calle Empedrado, donde el motivo mixtilí-neo de los laterales del balcón se repite en los ángulos de la galería del patio interior. La parte opaca de las barandas —ta-pafaldas o guardasayas— se va perdiendo progresivamente has-ta convertirse en un elemento horizontal perfilado similar al pasamano superior desde el que nacen los balaustres. Las zapa-tas, así mismo, van reduciendo su longitud y simplificando su perfil, aunque sin llegar al extremo de convertirse en dados o capiteles como en San Juan de Puerto Rico42. Por último, en las postrimerías del siglo se introduce el em-pleo del hierro. Este material va a ir sustituyendo paulatinamen-te a los elementos de madera43. En el primer momento se da un agua, BERNALES BALLESTEROS (1987), p. 190. En la ciudad colombiana se ha documentado la labor de una antigua familia de alarifes canarios, los Báez, que desde el siglo XVI se les reconoce en obras de Tenerife, Fuerteven-tura y Gran Canaria. Más adelante, en 1608, Lucas Báez es nombrado maes-tro mayor de Cartagena de Indias y controló las obras de las Casas Reales en la Plaza de la Aduana, en las que destacan unos buenos ejemplos de balco-nes corridos en primera planta, FRAGA GONZÁLEZ (2002), pp. 1.405-1.421. 41 Las maderas más utilizadas en elementos de carpintería es la de Cedrela odorata (cedro) —para los elementos estructurales— y la Manilkara valenzuelana (ácana) —para balaustres y piezas torneadas—, entre otras. Se puede encontrar un completo estudio sobre las maderas utilizadas en la ar-quitectura colonial de La Habana Vieja en CUZA PÉREZ, CARRRERAS RIVERY y SARALEGUI BOZA (2005), pp. 359-375. 42 GIL CRESPO (2011 a), pp. 677-678. 43 «De fecha bastante tardía la mayor parte de los ejemplares conservados, las casas con balcón de madera cubierto y corrido por toda la fachada, o ce-ñido a un solo vano, debieron de comenzar a construirse, sin embargo, desde muy pronto y ser bastante numerosas. Estos balcones son hoy contadísimos, pues con la invasión del hierro, a principios del siglo pasado [siglo XIX], su-cumbirían no pocos de ellos», ANGULO ÍÑIGUEZ (1956), pp. 151-152. 837 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 19 una convivencia entre ambos materiales y los elementos de hie-rro mantienen las formas que tenían los de madera. Más adelan-te se construyen balcones enteramente de hierro apoyados en ménsulas de fábrica44. FIGURA 3: Balcón habanero que ha perdido los balaustres de madera y han sido sustituidos por elementos de forja pero que ha mantenido el resto de elementos de madera. Calle Mercaderes esquina con Amargura, La Habana. 44 Sobre los hierros empleados en balcones, rejas, puertas, ventanas, guardavecinos y otros elementos de la arquitectura habanera de finales del XVIII y del XIX consúltese la espléndida investigación de PÉREZ DRAGO (2008). IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 838 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 20 4. BALCONES DE MADERA DE LA HABANA VIEJA. ESTUDIO TIPOLÓGICO Y CONSTRUCTIVO COMPARADO Ha habido numerosos estudios sobre las arquitecturas tradi-cionales, vernáculas o populares canarias, y en casi todos ellos se ha tratado con mayor o menor profusión el tema de las car-pinterías, ya que es uno de los elementos más definitorios de aquello que preferimos denominar como «vernacularidad cana-ria » en lugar de «estilo canario». El balcón canario ha sido, así mismo, nombrado en cuanto estudio se ha hecho debido a su popularidad y a haber sido tratado como el elemento fetiche de la arquitectura regionalista canaria. El estudio de los balcones de madera habaneros del periodo colonial lo realizaremos por el método comparado; esto es: de-finiremos en primer lugar los elementos arquitectónicos para analizarlos por separado y tipificar los balcones merced a las características arquitectónicas y constructivas de cada elemen-to. Al analizar paralelamente los balcones canarios y habaneros, podemos realizar un cuadro tipológico que nos ayude a estable-cer relaciones, como ya indicábamos en la exposición del méto-do en el primer epígrafe del artículo. En primer lugar, se examinarán las características generales del balcón en relación con la fachada del edificio para, después, observar los elementos constructivos principales que conforman un balcón. Éstos pueden ser clasificados dependiendo de su función estructural o de cerramiento. Así, los elementos estruc-turales son los canes y jabalcones —denominados estos últimos como vigas amigas en algunos lugares— sobre los que vuela el balcón, los pies derechos, las zapatas y el tejaroz que lo cubre. Por su parte, los elementos de cerramiento son la baranda o antepecho —con presencia o no de tapafaldas— y el cerramien-to superior de celosías o guillotinas en los casos canarios. 4.1. Características generales del balcón y su relación con la fachada El balcón canario tiene multitud de variantes tipológicas, ya que es un elemento que se adapta a cualquier necesidad funcio- 839 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 21 nal de la casa y a cualquier composición de fachada. En primer lugar distinguimos entre los balcones cubiertos y los balcones sin cubrir. Si bien la mayor parte de los balcones canarios pre-sentan un tejaroz apoyado sobre pies derechos, hay algunos ca-sos en que se trata de un balcón abierto en el que sólo hay un pretil o baranda. En algún contado caso de La Habana, el mis-mo balcón presenta algún tramo cubierto y otro sin cubrir, si bien las más de las veces encontramos balcones de madera cu-biertos45. Así mismo, dicho tejaroz tiene dos variantes: bien como con-tinuación del faldón de la cubierta del edificio, o bien como ele-mento independiente y arrancar adosado al muro exterior en un nivel algo más bajo que el alero de la cubierta. Puede tratarse, por tanto, de un colgadizo, tingladillo o alpendre o, por el con-trario, de un elemento exento situado sobre la fachada. En cual-quier caso, los tejaroces de los balcones canarios, así como los habaneros, suelen tener tres aguas, a diferencia de los puertorri-queños que sólo tienen una. Si se prolonga el faldón de la cubier-ta, el frente del balcón pertenece al mismo plano pero, en los tes-teros laterales, se forman dos faldones triangulares. Por su parte, los balcones de La Habana —al menos en los casos estudiados— presentan una cubierta independiente situada un poco más aba-jo del alero de la cubierta del edificio. Sin embargo, al observar grabados antiguos, como los que ofrece el profesor Weiss en su obra, se advierte que en algunos edificios de los que rodeaban y definían la original Plaza Vieja del setecientos, la cubierta se pro-longaba para cubrir el balcón volado (figura 2). Otra clasificación de los balcones responde a su longitud o distribución horizontal, esto es: balcones para un solo vano, balcones de varios vanos —tres, por lo general— y galerías o corredores. Los balcones habaneros son siempre galerías de varios vanos. Tan sólo se encuentran balcones de vano sencillo que dan uso a un solo hueco cuando están combinados con una galería central y aquéllos aparecen enmarcándola en los extre- 45 Cuando se abandona la madera a favor del hierro, las cubiertas de los balcones tienden a desaparecer. El tipo cambia paulatinamente hasta su aban-dono y sustitución por otro tipo con un lenguaje arquitectónico nuevo de-rivado de los nuevos materiales y sistemas constructivos. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 840 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 22 mos de la fachada. El hecho de que haya varios balcones en la misma fachada ocurre más en los balcones habaneros que en los canarios. En La Habana es muy común la composición de fachadas con tres balcones en la primera planta: un balcón co-rrido central y dos balcones sencillos laterales46. La planta baja se reserva al comercio y almacenaje y la superior es la vivienda. En numerosas ocasiones aparece una entreplanta, un mezzani-no, de función auxiliar. Como ejemplos notables nos sirven la Casa Antonio Hocés Carrillo en la calle Obispo, datada a media-dos del siglo XVII y la Casa Juana Carvajal en la calle Tacón 12, del primer cuarto del siglo XVIII. Otro ejemplo, más tardío —1759— es la Casa Martín Aróstegui, en la confluencia de Ta- FIGURA 4: Fachada de la casa Juana Carvajal, de 1725, en la calle Tacón 12. 46 Esta composición también la encontramos en otras fachadas colonia-les del continente americano, como en Cartagena de Indias. 841 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 23 cón con Empedrado47. En ésta última la composición de la que hablamos es asimétrica por la presencia de un balcón en es-quina. Respecto a los apoyos, agrupamos los balcones volados (so-bre canes, dobles canes o jabalcones) frente a los balcones apo-yados o galerías, más propios de patios que de fachadas a la calle. En los balcones habaneros no se da el caso de balcones apoyados sobre pies derechos: todos vuelan mediante canes o dobles canes. Tan sólo en las galerías de los patios se encuen-tran pies derechos de madera o columnas de piedra e incluso, más tardías, columnas de hierro forjado que sustituyeron a los elementos lignarios originales48. En cuanto a su cerramiento o ausencia de él, podemos ver balcones canarios abiertos —con tan sólo la baranda— o semi-cerrados o cerrados por completo —con celosías o ventanas de guillotina, por ejemplo. Esta diferenciación no procede en el caso de los balcones de La Habana, ya que no se encuentran casos de balcones con cerramiento superior con guillotinas o celosías como sí ocurre, por ejemplo, en los balcones peruanos. La situación de las escaleras es otro elemento clasificador de los balcones canarios, ya que hay balcones o galerías de patio con acceso a través de una escalera exterior —de fábrica o de madera— adosada al muro y, principalmente, en el medio rural. Este caso no se ha observado en los balcones de La Habana49. Así mismo, la situación del balcón en la fachada nos diferen-cia entre los balcones centrados y únicos en fachada de los que rodean una esquina. En La Habana encontramos muchos balco-nes esquineros. Sin embargo, mientras que los balcones esqui-neros canarios se forman mediante una proyección paralela a 47 Para la denominación de cada inmueble nos servimos de la facilitada por la Guía de arquitectura de La Habana, MARTÍN ZEQUEIRA y RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ (1998). 48 «Tan común como las casas con balcón de madera fue el de aquellas en cuyo patio no son la columna y el arco los valores esenciales, sino el pie derecho con zapata y el dintel de madera», ANGULO ÍÑIGUEZ (1956), p. 154. 49 Balcones o galerías con escaleras exteriores los podemos encontrar en las regiones montañosas del norte de la Península, desde Galicia hasta el País Vasco, GIL CRESPO (2011 b). IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 842 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 24 los muros, con un encuentro perpendicular en la esquina, los habaneros se achaflanan. Por su distribución vertical se obser-va que también hay balcones superpuestos o que aparecen en varias plantas a pesar de que lo normal es que sean de una sola planta. Este último caso no se da en los edificios habaneros. Ofrecemos, en las tablas 1 y 2, un compendio de esta clasi-ficación tipológica. Por supuesto, los tipos a los que hacemos re-ferencia no son modelos previos al hecho construido ni proyec-tos o muestrarios que el carpintero tuviese a mano en los que elegir. Esta clasificación se ha realizado con posterioridad y nace de la observación y del análisis formal de un buen núme-ro de balcones. Nos sirve para constatar la diversidad y las des-viaciones dentro de un mismo tipo sin perder la esencia ver-nácula —el invariante del que hablaba don Fernando Chueca— y que, a pesar de haber tanta variedad de soluciones, en todas ellas reconocemos las características propias que nos hacen ver en ellos el balcón canario: ese es el lenguaje vernáculo de la ar-quitectura canaria que arraigó en la arquitectura colonial del Nuevo Mundo. 4.2. Elementos constructivos de los balcones Los balcones decoran todas las casas, formados o por repisas de piedra o por canecillos de labrada cabeza. La barandilla se com-pone, en general, de un zócalo de tablero moldado y sobre él una pequeña balaustrada, bien de barrotes torneados o de balaustres de madera recortada, con claras influencias peninsu-lares, castellanas y montañesas. Los balcones abundan como consecuencia lógica de la madera de los bosques y de una mano de obra esmerada. Con estas palabras resume Gonzalo de Cárdenas los elemen-tos constructivos que conforman el balcón canario que pudo admirar durante su estancia en Las Palmas en diciembre de 1946, fecha en que aparecen datados sus dibujos50. 50 CÁRDENAS Y RODRÍGUEZ (1947), p. 3. 843 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 Habíamos distinguido entre los elementos estructurales —canes y jabalcones, pies derechos, zapatas y tejaroz— y los elementos de cerramiento —baranda o antepecho, tapafaldas y el cerramiento superior en el caso de los canarios y no de los cu-banos. El balcón canario se apoya en canes tallados sobre los que se tiende el suelo de tablas. Estos canes pueden llevar una labra mayor o menor en función del prestigio o posición econó-mica y social del propietario, así como del entorno rural o ur-bano en el que se sitúe (calle principal, trasera hacia el mar, etc.). En las viviendas rurales, estos canes apenas pasan de ro-llizos descortezados y desbastados. En algunos balcones en los que el vuelo es mayor o se prevé mayor carga, estos canes son dobles51. Los balcones no volados, esto es, que apoyan en pies derechos, son más propios de patios interiores: no se ha docu-mentado ninguno en fachadas urbanas. Se observa en las gale-rías de dos o más alturas una despreocupación por la coinciden-cia del orden estructural y la modulación entre los distintos pisos. Los pies derechos de madera nacen desde dados de pie-dra; en algunos casos, pocos, encontramos columnas de piedra. En los patios habaneros podemos encontrar este mismo sistema constructivo de pies derechos de madera sobre dados de piedra —como es el caso del patio de la Casa Prat Puig en la calle Te-niente Rey—, sobre columnas de hierro que han sustituido ele-mentos de madera —Casa Antonio Hocés Carrillo en la calle Obispo— o, siendo este último caso muy habitual, podemos ver patios cuyas pandas se cierran con columnas y arcos de piedra entre las que aparecen barandas y balaustradas de madera torneada. Por su parte, los balcones habaneros suelen volar sobre do-bles canes; en pocos casos sólo tienen un orden de canes. El primer vuelo queda visto y con la característica gola de pico de loro. Sobre estos primeros canes vuelan los que definen el pla-no del suelo del balcón. Las cabezas de estos últimos quedan ocultos por una tabica que tapa sus cabezas. Algunos balcones más tardíos apoyan sobre vuelos de fábrica o sobre vuelos de estructura lignaria o metálica oculta por molduras de escayola. 51 Son conocidos los canes dobles de la arquitectura montañesa españo-la como, por ejemplo, los de los balcones y solanas de Cantabria. 25 IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 844 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 TABLA 1: Síntesis tipológica de los balcones canarios. 26 845 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 TABLA 2: Síntesis tipológica de los balcones habaneros. 27 IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 846 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 28 El antepecho o baranda del balcón canario se estructura en dos partes; la inferior o tapafaldas —también denominada guardasayas— es maciza y su función, como ya se adivina por el nombre, era la de evitar las miradas indiscretas hacia las fal-das de las mujeres que se pudiesen asomar. Estos tapafaldas pueden ser meras tablas, a veces incluso detrás de los balaustres o celosía. Los más trabajados son de cuarterones. En líneas ge-nerales, suelen ser apeinazados con mayor o menor labra deco-rativa. Los balcones de La Habana no siempre tienen un tapa-faldas. Se conserva en los ejemplos más tempranos, habiendo sido eliminado progresivamente, ya que en los balcones que acusan un mayor carácter barroco y que se pueden fechar avan-zado el siglo XVIII, no los encontramos52. Los tapafaldas ha- FIGURA 5: Canes dobles y vistos de la Casa del Conde de Casa Barreto (ca. 1732), restaurada en 1979 por Daniel Taboada. 52 «Uno de estos rasgos vernáculos lo encontramos en el tapafaldas o guardasayas, que se ha mantenido a lo largo del tiempo y de las diversas 847 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 29 baneros tienen una estructura apeinazada cuyo relleno puede variar desde una sencilla tabla —calle Oficios esquina Plaza San Francisco—, una tabla con resalte central —Casa Antonio Hocés Carrillo en la calle Obispo— hasta una modulación con metopas —Casa Prat Puig en Teniente Rey—; si bien se observa que es un elemento que tiende a desaparecer en los ejemplos más tardíos. FIGURA 6: Balcón con tapafaldas en la calle Oficios esquina a la Plaza San Francisco en La Habana. La parte superior de la baranda de los balcones isleños tie-ne multitud de variantes tipológicas. Encontramos desde tablas localizaciones. Sus formas cambian sensiblemente en función de la época y el lugar de construcción, pero su utilización es lo que permanece invariante y nos permite reconocer la ascendencia canaria no sólo de los balcones puer-torriqueños o habaneros, sino también de los del resto del continente», GIL CRESPO (2011 a), pp. 683-684. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 848 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 30 colocadas a testa, listones ver-ticales, tablas perfiladas, ba-laustres torneados, cruces de San Andrés o celosías, que pueden llegar a cerrar por completo el balcón. En su caso, las barandas habaneras se componen siempre de ba-laustres torneados. El perfil del torno varía en el tiempo y nos puede ayudar a fechar su ela-boración. Los más antiguos se componen de una sucesión de modillones tóricos y presentan simetría horizontal y su grosor denota un mayor arcaísmo. El perfil barroco más evoluciona-do se caracteriza por esa falta de simetría y una mayor esbel-tez53. El balaustre más común es el que presenta un fuste con fuerte éntasis y junquillos afi-letados54. En La Habana se barroqui-za el tipo, estimulado por las modas de la época, y encontra-mos barandas laterales cuya planta sigue una doble curva, en lugar de ser un paño recto como ocurre en Canarias y en Puerto Rico.55 53 WEISS (2002 [1972]), p. 122. 54 PRAT PUIG (1947), p. 192. 55 «En la casa también de esquina de las calles de la Obra Pía y de Villegas las líneas se afinan y el balcón sufre inflexiones mixtilíneas delato-ras de un barroquismo dieciochesco bastante avanzado», ANGULO ÍÑIGUEZ (1956), p. 153. FIGURA 7: Sección constructiva del antepecho del balcón reconstruido de la Casa Antonio Hocés Carrillo, de mediados del siglo XVII, en la calle Obispo de La Habana. 849 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 31 FIGURA 8: Balcones en la calle Oficios con antepechos laterales de directriz mixtilínea. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 850 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 32 La estructura del balcón canario se completa con los pies derechos que sustentan el tejaroz. Estos pies derechos están la-brados y distinguimos tres partes en ellos. La inferior, hasta la altura de la barandilla, suele ser de sección cuadrangular y rara vez está integrada con el resto de balaustres: siempre es algo más grueso y de diferente forma. El fuste por lo general presen-ta sección cuadrangular, o con las esquinas matadas o de sec-ción octogonal. En algún caso presentan éntasis o una reduc-ción de sección con la altura. En algunos casos encontramos collarinos antes del capitel, que suele ser de sección cuadrangu-lar con alguna labra en sus caras. No son habituales los fustes cilíndricos o torneados que, por el contrario, son muy comunes en los balcones habaneros, frente a los cuadrangulares, abisela-dos u octogonales canarios. Prat Puig analizó todos los elemen-tos constructivos de los balcones cubanos, detallando la labra de los elementos. Señala, así mismo, que «el pie derecho torneado debió ser preferido en las construcciones más lujosas o en aque-llas partes de los edificios que, como los balcones, eran más visibles. Al evolucionar el tipo arquitectónico que venimos estu-diando, parece que los pies derechos torneados se usaron con mayor profusión [...] pero conforme avanza el tiempo en La Ha-bana cada vez se hicieron menos recios y proporcionados»56. Y continúa destacando que «el uso de los pies derechos y de las complementarias zapatas fue propio de la arquitectura mudéjar, especialmente de la última manifestación de la misma que de-biera llamarse morisca. Los cristianos los adoptaron tomándo-los de dichas escuelas, salvo en las regiones del norte de Espa-ña donde las construcciones a base de maderas parten de una tradición antiquísima. Esta arquitectura lignaria norteña discre-pa tanto en lo formal como en lo estructural de la mudéjar y también de la cubana»57. Los pies derechos o postes más primi-tivos tienen una sección cuadrangular con los ángulos biselados. Avanzado el tiempo, estos pies derechos adquieren una sección circular y un perfil torneado en forma de sucesivos modillones y filetes. Por último, los más evolucionados adquieren forma columnar con ligeros éntasis y molduras e, incluso, capitel de 56 PRAT PUIG (1947), p. 184. 57 PRAT PUIG (1947), p. 186. 851 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 33 carácter clásico. En algún caso, como en los balcones de la ca-lle Obispo, encontramos fustes acanalados. Sobre el pie derecho, y como transición con el durmiente o solera, se encuentra la zapata, entre las que se observan multi-tud de formas y sucesión de boceles y labras más o menos tra-bajadas. El perfil habanero de las zapatas de madera entre los pies derechos y la viga sobre la que apoya la estructura del te-jaroz evoluciona desde las piezas en forma de doble ménsula con golas similares a las de los canes en forma de pico de loro hasta las que simplifican su perfil hasta convertirlas casi en un trapecio de lados mixtilíneos. Es, quizá, el empleo de zapatas de madera como elemento estructural de reparto de cargas entre la viga y los pies derechos, evitando el punzonamiento de la prime-ra, lo que nos evoca a las carpinterías mudéjares58. FIGURA 9: Zapatas y pies derechos de los balcones habaneros. A, calle San Ignacio; B, calle Mercaderes; C, calle Teniente Rey; D, calle San Pedro; E, calle Empedrado; F, calle Oficios; G, calle Obispo; H, calle Mercaderes; I, plaza San Francisco; J, calle Obispo. 58 WEISS ([1972] 2002), p. 91. IGNACIO JAVIER GIL CRESPO Anuario de Estudios Atlánticos 852 ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 34 Por último, la cubierta del balcón canario se soluciona con pares apoyados en el muro y en el durmiente que sostienen los pies derechos. Sobre esos pares, un entablado sostiene las tejas o la torta, en el caso de los balcones de Fuerteventura o de Lanzarote59. Si la cubierta del balcón es una prolongación del faldón de la cubierta de la vivienda, se prolongan los pares de ésta para formar el alpendre o colgadizo. Los tejaroces de los balcones de La Habana, cuyo material de cubierta es la teja sobre tableros y estructura de madera, siempre son indepen-dientes respecto de la cubierta del edificio. 5. CONCLUSIONES Con el estudio de las relaciones sociales entre Canarias y Cuba se puede entender el marco en el cual se han desarrolla-do los fenómenos culturales y se comprende la transferencia de elementos arquitectónicos a través de sus artífices y sus usua-rios. Cuba y, en concreto su capital, La Habana, ha sido un foco de recepción de inmigrantes canarios desde lo más temprano del descubrimiento: aquéllos destinados a las acciones militares o de conquista, los empleados en explotaciones agrarias, las fa-milias requeridas para fortalecer el sustrato poblacional que asegurase la pervivencia de la soberanía española en las nuevas tierras y las compañías y empresas que sostenían estos movi-mientos sociales y comerciales. De igual manera, la mayor de las Antillas ha funcionado como puente, tanto a nivel demográ-fico como cultural y arquitectónico, entre la metrópoli y las co-lonias y virreinos de otras islas caribeñas y el continente. A través del análisis formal del balcón como elemento arqui-tectónico en sus elementos y de la relación con la fachada, he-mos podido clasificar tipológicamente y constructivamente los balcones canarios y, a partir de esta clasificación y tomándola como patrón, se han comparado con los balcones coloniales haba-neros. Se observa que hay una mayor riqueza de solucio-nes y de casos en Canarias que en La Habana. Al evolucionar, el 59 CÁRDENAS Y CHÁVARRI, MALDONADO RAMOS y GIL CRESPO (2007), pp. 107-112. 853 LOS BALCONES DE MADERA DE LAS ISLAS CANARIAS Y LA HABANA VIEJA Anuario de Estudios Atlánticos ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 819-856 35 tipo originario pierde recursos y se define con menos variacio-nes. El balcón de madera habanero se desarrolla mientras sigue recibiendo influencias andaluzas y canarias, pero adaptado siempre a los diferentes estilos artísticos. El carácter vernáculo se muestra inalterable a las vestimentas estilísticas: a pesar de que sus elementos se labren acordes al lenguaje mudéjar, barro-co o clasicista, los invariantes vernáculos se han mantenido hasta que el cambio de material de la madera al hierro y el es-tablecimiento definitivo de éste ha hecho cambiar el lenguaje ar-quitectónico de los balcones. Todos los elementos llevan un tratamiento estético o decora-tivo acorde con la posición social de la que es expresión mate-rial. Así, los canes se entallan, los balaustres o tablas se tornean, los tapafaldas se hacen apeinazados o de cuarterones y las za-patas entre los pies derechos y las vigas llevan un juego de molduras con clara función estética. Por último, nos resta indicar que este análisis se ha ceñido a la capital cubana. Sería necesario prolongar la investigación por otras poblaciones de la isla en las que también se conservan buenos ejemplos de balcones de madera, como es el caso de Trinidad, Bayamo o Santiago de Cuba, entre otras. BIBLIOGRAFÍA ANGULO ÍÑIGUEZ, D. (1956). Historia del Arte hispanoamericano. Barcelona: Salvat. BERNAL RODRÍGUEZ, A. M. (1995). «Los elementos del comercio en el sistema mercantil de las islas atlánticas ibéricas y caribeñas», en Cuarto Coloquio de Historia Internacional da Madeira. Funchal: Centro de Estudios de His-toria do Atlantico. BERNALES BALLESTEROS, J. (1987). Historia del Arte Hispanoamericano. 2: siglos XVI a XVIII. Madrid: Alhambra. BÉTHENCOURT MASSIEU, A. (1956). «Canarias e Inglaterra: el comercio de vinos (1650-1800)», en Anuario de Estudios Atlánticos, núm. 2. Las Palmas de Gran Canaria: Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, pp. 195-308. CÁRDENAS Y CHÁVARRI, J. de; MALDONADO RAMOS, L. y GIL CRESPO, I. J. (2007). Ar-quitectura popular de Lanzarote. 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