INTERPRETACIóN HISTóRICO-CULTURAL
DE LA ARQUEOLOGIA DEL ARCHIPIGLAGO
CANARIO
P O R
RAFAEL GONZALEZ ANTON
Y
ANTONIO TEJERA GASPAR
T-, ..,+...a:.-.- ,-A-* -1 Ln..".li.ii,i nli.'.,:...,... rlr. uua c a~iuu~uBaU UIG riri..n...:.-.r .-...A,. GI IIUIIIUIG ~ U U I I ~ G LUIG v a l l a l l a n ~ U G L I -
tan con una larga tradición, tanto en las islas como fuera de
ellas. La aplicación de las diferentes corrientes metodológicas
en las investigaciones sobre dichas culturas ha sido tratada
con bastante exactitud en las últimas décadas l. Sin embargo,
falta realizar aún un análisis pormenorizado de las diferentes
corrientes y supuestos metodológicos para conocer mejor sus
postulados y los resultados obtenidos de su aplicación en el
conocimiento de las poblaciones prehistóricas.
l L. PERICOT«: Algunos nuevos aspectos de los problemas de la pre-historia
canaria)), ANUARIO DE ESTUDIOAST LÁNTICO1S95, 5, pp. 556 y SS.;
L. DIEGOC USCOYP: aletnoZogÚz de las islas Canarias, Publicaciones del
Museo Arqueológico de Tenerife, 1963; M. TARRADEL(L(L: OSd iversos ho-rizontes
de la prehistoria canaria)), ANUARIDOE ESTUDIOAST LÁNTICO1S9,6 9;
M. PELLICECRA TALÁN«:P anorama y perspectivas de la arqueología cana-ria)),
Revista de Historia Canaria, XXXII, núms. 157-164, pp. 291-302, 1968-
1969; C. MARTÍNDE GUZMÁN(: (Informe preliminar de los estudios arqueo-lógicos
del valle de Guayedra (Gran Canaria)», El Museo Canario, XXXVI-XXXVI
I I , 1975-1976, pp. 277-312; R. GONZÁLEAZN TÓN y A. TEJERAG ASPAR:
Los aborigenes canarios, Col. Minor, núm. 1, Secretariado de Publicacio-nes
de la Universidad de La Laguna, 1981.
En el presente trabajo pretendemos abordar el análisis
-aunque sea somero- de una de las corrientes metodológicas
que más han infIuido en la explicación del pasado prehistórico
de las islas. Nos referimos a la Escuela Histórico- cultural^
Será el ilustrado José de Viera y Clavijo quien en el siglo XVIII
acaba con la explicación bíblica de los orígenes de los primi-tivos
habitantes del Archipiélago. A partir de ese momento, los a
estudios se encaminarán por otros derroteros más científicos,
su, oyac iend" ia hcontesiada ori- O
gen de las distintas poblaciones aborígenes canarias. n = m Es a finales del siglo XIX y principios de esta centuria cuan- O E
do se produce un giro espectacular en los estudios arqueológi- E
2
cos. Serán los antropólogos físicos quienes ofrecerán por pri- E
a R. VERNEAU«:S ur deux cranes modernes r6produisant le type de
- -
0m
Cro-Magnonr), BuEl. Soc. dJAnthrop., Pan's, 2 Sér., t. 11, 1876, pp. 408-417; E
((De la pluralité des races anciennes de l'archipel canariena, Bull. Soc. O
d'dnthrop., París, 3 Sér., t. 1, 1878, pp. 429-436; «Sur les sémites aux Ples
n Canaries)), Bull. Soc., d'Anthrop., París, 3 Sér., t. 4, 1881, pp. 496-507; «Sur -E
les anciens habitants de la Isleta (Grande Canarie))), Bu¿¿. Soc. d9Anthrop., a
Parfs, 3 Sér., t. 4, 1881, pp. 737-746; «La race de Cro-Magnon. Ses migra- 2
n
tions, ses desc6ndants., Rev. dJAnthrop., 3 Sér., t. 1, 1886, pp. 10-24; aRap- n
0
port sur une mission scientifique dans l'archipel Canarienn, Archives des
3 Missions Scient. et Litt., 3 S&., t. 13, 1887, pp. 569-812; «La taille des O
anciens habitants des iles Canaries)), Rev. d'Anthrup., 3 Sér., t. 2, 1887,
pp. 641-657; Cinq années séjour aux Zles Canaries, Parfs, 1891. M. A. DE
QUATREFAyG EE.S HAIMY«:L a race de Cro-Magnon dans l'espace et dans le
tempsn, Bull. Soc. d'Anthrop, París, 2 Sér., t. 9, 1874, pp. 260-266. M. A. DE
QUATREFAG«ERSa:p port sur les résultats anthropologiques de la mission de
M. le docteur Verneau dans I'archipel des Canariesn, Archives des Mis-sions
Scient. et Litt., 3 Sér., t. 13, 1887, pp. 557-569. F. V. LUSCHANU:b er
eine Schüdelsammlung von der Canarischen Inseln, Leipzig, 1896. H. ME-YER:
Uber die Ursbewohner der Kanam'schen Inseln, 1896. D. V. BEHR:
Metrische Studien un 152 Gwlnchen Schüdeln, Stuttgart, 1908. J. KALKHOF:
~eschreibung einer Sch6delserie von der Kanarischen Inseln, E'reiburg,
1914, pp. 143-176. E. A. HOOTON({: Preliminaryr emar& on the archaeology
and physical anthropology of Teneriffa~~A,m er. Anthropdogist, 18, 1916,
684 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
mera vez una respuesta científica a la cuestión planteada, esta-bleciendo
las bases inamovibles de futuras hipótesis. Es, pues,
sobre el concepto racial sobre el que se edificará la teorización
de la prehistoria canaria.
La presencia del hombre de Cro-Magnon, así como la de los
mediterranoides en las islas, es confirmada reiteradas veces por
los antropólogos de renombre mundial que trabajan en el Ar-chipiélago,
proponiendo diversas cronologías para su pobla-miento.
Sus hipótesis se fundamentan en la presencia de estas
dos razas, sin apenas entrar en otras consideraciones cultura-les,
dejando abierto el camino para otro tipo de estudios ar-
WP Q ! ~ , P ~ ~ QQ ~I.J P ~~~r &ie finidg 1 ~ 1ri gen e i d r ~ p op~g rg 12 pe-blacidn
primitiva, siendo Canarias el último eslabón occidental
de la expansi611 de ambas razas.
Paralelamente a los estudios que se estaban realizando en
las islas, los arqueólogos (merced al rápido avance de la cien-cia
arqueológica que venía demostrando la complejidad de la
conducta humana, mediante el descubrimiento incesante de nue-vos
yacimientos), comenzaron a criticar la justeza de los plan-teamientos
de la teoría evolucionista de Tylor, que concebía el
progreso de la humanidad de forma gradual, unilateral, unifor-me
y universal, y trataron de justificar estas variaciones de la
cultura material de los diferentes yacimientos, basándose en
migraciones y movimientos de poblaciones que llevaban con-sigo
sus adelantos, impregnando a todas las poblaciones con
las que se oponían en contacto.
Por otra parte, el creciente arraigo entre estudiosos y polí-
. ticos de los conceptos que hacían referencia a la identidad ra-cial
y nacional vino a concretarse en la idealizaci6n del hombre
pp. 358-365; The ancient inhabitants of the Canary Zslands, 1925. E. Frs-
CHER: ctSind die alten Kanarier augsterben?, Ethnol., 62, 1930, pp. 258-281.
E. TAMAGNIN«IO: S antigos habitantes das Canárias nas suas relacóes
com a antropologia portuguesaa, Asoc. Esp. para el Progreso de las Cien-cias,
Congreso de Coimbra, Madrid, 1926, pp. 220-231; «Os antigos habi-tantes
das Canáriasn, Rev. da Facuitade de Ciencias da Univ. Coimbra,
2, 1932, PP. 267-279.
Núm. 32 (1986) 685
4 RAFAEL GONZÁLEZ ANTÓN Y ANTONIO TETERA GASPAR
y sus diferentes manifestaciones culturales, consideradas como
expresiones particulares de cada pueblo, con lo que el cambio
culltural era identificado, de esta forma, con el cambio étnico.
Como expresión máxima de esta nueva forma de entender
el desarrollo de la cultura es la importante obra de T. Schwi-detzky,
La población prehispanica de las islas Canarias, que
plasma en toda su magnitud una teoría racial de la cultura
aborigen.
EECI!&~ i ~ t S ~ i ~ g - C .sir~g!et i&j~~- ~c y ~d p cnry,pn,te
de estudiosos de la Etnografía -aprovechada luego por otras
disciplinas- que se oponen a la idea de ccuniforrnidad cultu-ral
». La tesis básica en la que se fundamentan los presupuestos
teóricos es la dificultad para una evolución propia de una so-ciedad,
por lo que se hace necesario que los cambios impor-tantes
que se producen en ella, se deban a influencias ex-ternas.
Frobenius avanzará un poco más en esta interpretación del
devenir histórico, estableciendo las relaciones de ciertos rasgos
culturales entre diversas regiones merced a préstamos y migra-ciones
históricas, definiendo todo el territorio abarcado por ese
elemento cultural como perteneciente al mismo «ciclo de cul-tura)).
El método histórico-cultural pretende ((determinar el orden»
en que han ido apareciendo las civilizaciones madres o las
derivadas en todos sus aspectos: su distribución, los cambios
y mezclas que se han producido. Para eso la labor más impor-tante
es la de determinar las formas de cultura y su repartición
gr i,,,m,,,,,r, . n r X C ; n n !B de describir :e: defmitiia ::!os cicbs Ue m!-
turan S.
Dentro del campo arqueolbgico, principalmente checos y ale-manes,
comenzaron a dibujar en la Europa central las diversas
variaciones locales basándose en el estudio de la cerámica, de-
J. CAROB AROJAA7:1 CiEMs de ia cultura, Barcelona, 1949.
finiéndola como fósil director o fósil caracteristico, porque {(su
fragilidad obliga a reemplazarla periódicamente, las modifica-ciones
de su forma o de su decoración indican una evolución
del gusto y de la moda que acompaña a esta renovación y
hacen de la cerámica un fósil director, permitiendo, por ella
sola, clasificar cronológicamente el material arqueológico que
la acompañan» 4. A cada una de estas variantes locales se le
dio el nombre de cultura, para definir genéricamente las cos-tumbres
propias de cada sociedad por separado.
Años más tarde, G. Kossinna acuñará dos tenninos que ten-drán
honda repercusión en el mundo de la Prehistoria: cultura
arqueoldgica y Kulturgruppe. Definiendo la primera sobre la
hacia rln rnemn" r\enr\n;l;nnn nnnAn Ann Rritrr-:-r.An- -..-+A-:a-
U(WG U-Ü L ar3tjun GP~GULILWJ a n u ~ l ~ a u uCnL UGI~GLII IILIOIUUD y auuuFíu-tos
dentro de un área y epoca concretas, en vez de subdividir
el registro en épocas y edades, como se venia haciendo hasta
el momento. Por otra parte, empleaba los datos etnológicos
para establecer la historia de cada región o grupo poblador.
eicho efifowe fiisiblico y partic-aiarista &o -m-, rerlo-vado
interés por la forma de vida de los pueblos prehistóricos,
y para satisfacerlo, intentó descubrir los rasgos de cada cultura
sobre la base de todos los criterios posibles, en vez de definirlos
sobre unos pocos.
La segunda definición la empleará para remarcar «la natu-raleza
específicamente étnica de cada una de las unidades, al
equiparar cada una de las culturas arqueológicas que había
identificado con determinadas tribus concretas y a las prouin-cias
o complejos culturales relacionados entre sí como catego-rías
étnicas más extensas)) 5. De esta manera, el conocimiento de
una cultura pasa a convertirse en el estudio de su patrimonio
y de la extensión geográfica que alcanza su desarrollo.
W.-M. F'LINDERPSE TRIE: Prehistoric Egypt , Publ. of the Egypt
Resea, 1917.
S B. G. TRIGGERLa: revolución arqueoldgica. El pensamiento de Gor-don
Childe, Ed. Fontamara, Barcelona, 1982, pp. 32-33.
Núm. 32 (1986) 687
({El primer trabajo del culturdlogo consiste en construir
el mapa de los elementos homólogos y análogos. Es decir, aque-lios
que representan los diversos modos con que los pueblos
han satisfecho cada una de sus necesidades fundamentales y
aquellos que en diferentes áreas presentan relaciones de seme-janza;
a esto se le conoce también como paralelos etnológicos
o correlaciones))6. Para adjudicar el grado de homólogo o aná-logo
a un elemento de la cultura es necesario aplicar dos cri- a
terios fundamentales: de forma y cantidad, con el subsidiario N
E
de aciherenciu; y en segundo lugar, iüs ~ i i t t . r ai -~&l~iar es de O
continuidad y contigüidad, junto con el de relaciones orgá- n-- m
nicas. O
E
E A continuación expondremos los planteamientos del profe S
sor Pérez de Barradas en el estudio de la prehistoria de las -
islas. 3
VALORACIÓYN OBJETO DEL TRABAJO
Según J. Pérez de Barradas, en la prehistoria de las islas
{(se ven elementos culturales antag6nicos que no han podido ni
originarse juntos ni convivir sin luchar. Separar estos elemen-tos
antagónicos y examinar cuáles son los que propiamente se
combinan y pertenecen a una cultura -determinar las cate-gorías
de homólogos y análogos-, el hacer el estudio compa-rativo
-establecer el criterio de cantidad y las correiaciones-con
el ya estudiado en otras regiones de Africa y del Mediterrár
neo para averiguar procedencia -criterios de contigüidad y
continuidad- y cronología -criterio de antigüedad- ha sido
el fin primordial que nos ha guiado en nuestras investigacio-nes
» En una palabra, se trata de establecer el ciclo cultural
al que pertenece la cultura prehistdrica de las islas.
J . IMBELLONEIp:i tome de culturologia, Ed. Nova, Buenos Aires, 1936.
7 J. PEREZ DE BARRADAESs:t ado actual de Eas investigaciones prehistó-ricas
sobre CaizarMs, El Museo Canario, 1939, p. 11.
688 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Antes de entrar de lleno a analizar sus hipótesis y teorías,
queremos destacar dos datos que consideramos de enorme in-terés
para entender sus trabajos sobre Canarias. Pérez de Ba-rradas
es el primer arqueólogo que postula un origen africano
para los primitivos habitantes de las islas, utilizando además
material no estrictamente arqueológico para definir su prehis-toria.
En lo que se refiere al primer punto, el profesor dice que
«las investigaciones canarias tienen el espejismo de lo atlánti-co,
para lo cual se han buscado soluciones para sus problemas
antropológicos, etnológicos y prehistóricos en todas las costas
atlánticas menos en las africanas, yo, saliéndome de lo que era
norma general de todos los prehistoriadores españoles, había
llamado la atención de que desde los remotos tiempos cono-cidos,
las culturas y los pueblos que habían formado la base
de nuestra nacionalidad eran en su mayoría de origen africa-no.
(...) He insistido sobre la relación de las cerámicas de Lan-earote
y F'uerteventura con la de Oued Mellad (Marruecos) y
con las fases arcaicas de la cultura almeriense de la península
ibérica)) 8.
Tal afirmación tiene diversas lecturas. Por una parte, su
profundo sentimiento nacional de claro matiz político que
hace unificar a todos los españoles en un origen común: Africa;
y de otra, que entronca claramente con el concepto difusionista
de la cultura y se relaciona profundamente con el sentimiento
nacionalista de Kossinna
La afirmación de que en el estudio de la prehistoria de las
1 ( > n l nmn n t n c n ~ i l t ~ i n o l nnen tnrrAri ;nnr r r . q r \ nh h m n auscw wuo VGLL \ . . . J brGurbl i i rvu u u ~ u u s c u ~uni i umgwruuun y u i~iu r i a u
podido originarse juntos ni convivir sin luchar)) nos conduce
indefectiblemente a la idea de un poblamiento en varias etapas
Ibidem, p. 8.
J. PÉREZ DE BARRADA«SU:n idad de origen y unidad de destino de Ca-narias
y España)), Hoy, pp. l y 8, 8 de enero de 1939.
Núm. 32 (1986) 689
y por hombres pertenecientes a distintas culturas lo. Surge asI
el concepto de ((arribada)) que tan buena acogida tendrá entre
los estudiosos de nuestra prehistoria, ya que, de una manera
simplista, venía a explicar la patente diversidad existente entre
las diferentes islas del Archipiélago.
Convertido en verdad inamovible el concepto de oleadas cul-turales
independientes (con aportes üiferenciados que pueden
o no cubrir a todas las islas) y aceptada la afirmación de que
la prehistoria de las islas nos ofrece {{tanto en la etnología
guanche como en la arqueología, se encuentra el investigador
con una serie de elementos dispares)) "; todos los esfuerzos pos- a
teriores se dedicarán a confirmar o no el número de arribadas N
E propuestas, a establecer sus posibles cronologías o a proponer O
otras nuevas y a tratar de poner algo de orden en el ((fondo de n-- m saco» con el que se define a la cultura guanche, adjudicando a O
E
cada una de ellas los elementos de la cultura material que E
2
E ¿verdaderamente? le corresponden ". -
lo IMBELLONIbIi: d., pp. 164 y 165.
J. BREDEZ B ARRADAOSp.: cit., p. 7, 1939. Afirmación que es repetida
por M. PF.L.LICE(R(:E lementosc ulturales de la prehistoria canarian, Rev. de
Historia Canaria, núm. 169, 1971-1972, pp. 4848: ((Yo no encuentro en nin-guna
isla del archipiélago canario ninguna cultura concreta que repre-sente
un eco fiel de otra continental. Yo no veo un cúmulo suficiente
de elementos culturales en la prehistoria canaria que determinen un
horizonte cultural relacionable a un neolítico o bronce atlántico o medi-terráneo,
como reiteradamente se afirma. Lo Único que vislumbro en
esta prehistoria es una extensa y profunda variedad de elementos hete-róclito~
y frecuentemente anacrónicos entre sí, con posibilidades de los
más diversos orígenes africanos, europeos, asiáticos, aunque sea remota-mente.))
* M. PELLIcER: ctElementos culturales de la prehistoria canaria (en-sayo
sobre orígenes y cronologías de las culturas)», Miscelánea Arqueo-
2dgica de Ampurias (1947-1971), Barcelona, t. 11, 1974. M. H E R N ~ EPÉZ-REZ:
«El poblamiento prehispánico de las islas Canarias. Recientes apor-taciones)),
Actas del 111 Coloquio de Historia Canario-Americana, t. 1,
Las Palmas, 1978, pp. 16-45. E. SERRAR AFOLS:« Les réíations possibles des
cultures canariennes avec celles de 1W. Africainn, Actas del V Congreso
Frr.n.~f?-icndn~e Pr&st~rin y de B.rt?xIins del Cu t emn f i q _Pllh2: del Mu-seo
Arq. de Tenerife, núm. 6, pp. 245-249, 1966. L. BALOUT«:R Bflexions sur
le problgme du peuplement pr6historique de I'archipel Canariens, M . 4 -
690 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
La aceptación generalizada de este concepto que niega toda
posibilidad de desarrollo evolutivo o meramente adaptador in
situ, sin que al parecer exista mucho interds en cuestionarlo
profundizando en su validez, nos introduce en un mecanismo
sugestivo al que resulta difícil sustraerse, ya que todas las pre-guntas
parecen tener respuesta.
De una manera empírica habría de imaginarse que el Ar-chipiélago
canario fue el destino sin retorno de varias rnigra-ciones,
que traen a las islas una serie de adelantos culturales
depositados en diversos momentos y que entran en colisidn con
los ya existentes, haciendo uso de la idea del «duelo de inven-ciones)),
y de esta forma la sociedad prehispánica estaría for-mah
por capas culturales superpuestas o Xuiiurscizichten, pro-ducto
de cada movimiento migratorio.
Según el modelo histórico-cultural, ctno siempre (. ..) la mez-cla
de culturas distintas y heterogéneas en un nuevo conjunto
más o menos unitario ha producido algo relativamente nuevo
y hasta cierto punto superior. Por el contrario, la regla generai,
cuando confluyen varias culturas, es un conglomerado ecléc-tico.
El resultado sigue siendo la mezcla de elementos de cui-turas
distintas, sin que estos elementos de diverso origen cons-tituyan
entre sí una fecunda unión)) 13.
¿Qué consecuencias ha tenido para la investigación de la
prehistoria canaria la aplicación de estos conceptos? En nues-tra
opinión muchas y muy profundas, ya que abarcan a todos
los sectores de la sociedad. Quizá debamos destacar dos en
particular como fundamentales: una, de contenido racial, ori-
RIO DE ESTUDIOAST LÁNTICOSn, h . 1 5, 1969, PP. 133-147. J. SAN VALEROA PA-RISI:
« Hombre y cultura de las Canarias prehispánicas)),A NUARIDOE ES-TUDIOS
A~ÁNTICOSn,ú m. 15, Madrid-Las Palmas, 1969, pp. 351-355. L. DIE-GO
CUSCOY«L: as Canarias prehispánicasn, en Historia 16, año VIII, núm. 85,
1983, pp. 42-50. Ver, ademác, la bibliografía de la cita 1. Hemos querido
destacar solamente la bibliografía más interesante que se refiere a todo
el archipiélago. A ella debemos añadir la extensa literatura arqueológica
que estudia las islas o diversas manifestaciones de la cultura material
donde se refleja la misma dependencia interpretativa.
l3 J. IMBELLO0N1I): .ci t., p. 164.
Núm. 32 (1986)
1 0 RAFAEL GONZÁLEZ ANT~N Y N O N I O TETERA GASPAR
ginaria de todas las demás interpretaciones, y otra derivada,
marcadamente geográfica, como resultado de la anterior.
En el primer supuesto, separa a la sociedad primitiva por
sustratos étnicos según oleadas, adjudicando a los cromañoides
una mayor antigüedad, y por tanto todas aquellas formas cul-turales
que como veremos ((parecen más primitivas por menos
evolucionadas», y a los camitas, aquellas otras formas más ri-cas
que vendrían a representar «el máximo esplendor de la cul-tura
canaria».
Como consecuencia, por imponer cada una su cultura, surge
inevitablemente la supremacía de la más avanzada, lo que se re- a
flejara en la posesión de las tierras más favorecidas y en el
retroceso del perdedor a territorios marginales o periféricoc O
(anotemos el fenómeno de arrinconamiento de los culturólogos, n - m con el que tratan de explicar la situación de pueblos), ((forma- O
E
ción relativamente más antigua y que se encuentran a menudo E
2
ocupando extremidades de una península o continente en su E
disposición territorial que evidencia haber sido rechazado por 3
la fuerza mecánica de ondas humanas más recientes 14. De esta -
0 manera, no sólo queda dividido el Archipiélago en dos bloques m
E
culturales (islas periféricas, sometidas a corrientes innovado- O
ras ú n i c a forma de evolución cultural- que les va a pro- -
porcionar una cultura superior, e ishs centrales ajenas al proce- -E
a so y por tanto estancadas o en retroceso), sino que las propias
islas se ven divididas en xom preferenciales (costa y norte), n
n
que son ocupadas por las poblaciones más avanzadas, y zonas 3
marginales (montaña y sur), a donde se ven empujadas las po- O
blaciones más atrasadas culturalmente. Esta dicotomía consti-tuirá
uno de los supuestos básicos sobre el que se trabajará en
la arqueología canaria.
Para los culturólogos, el estudio de una sociedad debe te-ner
como objetivos finales identificar las afinidades con otras
culturas para establecer el ciclo cultural y fijar su cronologh.
l4 Ibid., p. 170.
692 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Para los seguidores de esta escuela, el único método que se
revela capaz de presentarnos el desarrollo de una sociedad es
el tipológico. ((Distinguir las evoluciones singulares en la uni-dad,
delimitar tiempos y áreas de difusión, discernir en cada
momento lo que hay de primitivo y accesorio, y poder separar
siempre el quid comune, es decir, la forma esencial e irreduc-tible
de la serie completa, todo esto se llama (...) practicar el
método tipológico. Hay que formar series y progresiones (se-cuencias)
tipológicas, las que deben ser por definición, sustan-cialmente
completas y orgánicas)) 15.
En virtud de esta premisa, J. Pérez de Barradas realiza la
primera sistematización de algunas manifestaciones de la cul-tura
material haciendo hincapié en la cerámica, a la que atri-buye
rango preferencial, convirtiéndola en el eje matriz de re-ferencia
para otras manifestaciones.
Es necesario «saber qué tipo de vasija va con cada cultura,
cuál es la propia de cuevas, cuál de casas de piedra, cuál de
cuevas funerarias y cuál de túmulos. El creer que todos los
tipos aparecen en todos los yacimientos de la isla y dependen
sólo de la habilidad de los operarios está en desacuerdo con los
principios fundamentales de la arqueología prehistórica. Por el
contrario, cada época y cada cultura tiene sus tipos cerámicos
propios)) la.
El método seguido tiene vigencia actual. Parte, globalizando
el Archipiélago, de las formas simples -cónicas y serniesféri-cas-,
y de la característica de su rusticidad constructiva hasta
llegar a las ((ánforas con dos asas y vertederos)) del túmulo
de la Guancha como máximo exponente del esplendor de la cul-tura
canaria. En los estadios intermedios de la clasificación,
aquellas formas que van complicando su tipología mediante la
presencia de apéndices, fondos planos, bordes exvasados, etc.
Cada variación de la forma o de la temática decorativa es
adjudicada a una nueva ola poblacional. Estableciendo que
las cerámicas de tipologia afín -aun pertenecientes a dis-l5
Zbid., p. 81.
l6 J. PÉREZ DE BARRADAOS:b . cit., P. 15.
Num. 32 (1986)
tinta isla- representan un mismo estrato cultural. Este análi-sis
le permitirá distribuir cada una de las oleadas culturales,
estableciendo una primera arribada, asimilada a los grupos
cromañoides repartida por todo el Archipiélago, sobre la que
con posterioridad -ahora sólo presente en algunas islas- se
irán superponiendo otras migraciones de origen camita, por-tadoras
de las manifestaciones más avanzadas: «Nótese de
paso que la mejor cerámica procede de los tumulos y construc-ciones
ciclópeas y tanto unos como otros fueron levantados
por pueblos no guanches, sino carnitas~'~.
a
E
CICLOCSU LTURALES O
n
=m
Establecidos los elementos comparativos bhsicos -siguien- O
E
do los criterios de forma que sirven para sefíalar las relaciones E
2
E cuando coinciden en detalles o rasgos muy concretos- y de
cantidad, que sirven para reconocer cuándo dos o más culturas 3
coinciden en la mayor parte de los elementos fundamentales, e-hay
que definir aquéllos complementarios para que, en su con- m
E
junto, podamos conocer el modelo cultura1 al que pertenecen O
y encuadrarlos así en un marco más grande correspondiente al n
ciclo cultural. a-E
El hecho étnico, como queda dicho, es un marco referencia1 l
n primario al que se añade ahora la cerámica, junto a ellos y n
0
como apoyatura a los mismos, los datos etnográficos vendrán 3
a configurar el todo cultural. De esta forma, la vivienda es estu- O
diada en función de la dicotomía étnica. La cueva considerada
como una forma primaria debe corresponder a la cultura más
antigua, mientras que las construcciones ciclópeas -poblados
y túmulos- se adscriben a las culturas superiores. La industria
Iitics es mivilscí,g pcr ~~sticidgcí, prL~*eru!~e u&, 12 pie-dra
pulimentada de mayor complejidad técnica, a los cami-tas,
etc.
Una vez analizados los rasgos básicos que permiten definir
la cultura que representan, hay que buscar el {(ciclo)) al que
l7 Ibid., p. 13.
694 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
pertenecen - e l ciclo queda definido como la extensión terri-torial
cubierta por un tipo de cultura material y espiritual-para
que, aplicando los otros criterios historicistas, podamos
completar el marco de la cultura, así como su origen.
Las características enunciadas anteriormente permitirán re-lacionar
al primer contingente poblador con la cultura de las
cuevas norteafricana, y a las otras oleadas con la cultura medi-terránea
y, en general, con el complejo cultural camítico.
Conocido el marco comparativo, es decir, el ciclo al que
pertenece, se pueden deducir por analogía aquellos otros rasgos
no descritos o desaparecidos, ya que sin duda debieron haber
acompañado a estas manifestaciones culturales. De esta suer-eE,
, -G1L ~,,L;,L,~, L L AG, .,,L~ L U L ) V,p, Lui,Ju,,m uul y,..u, a2u,a,ri a arrr;ua.3u-l-a2u- u c-u..1i Jc-. u.~--ar i-mente
dentro del denominado ciclo primario, en el grupo VII:
Patriarcal de ndmadas pastores.
A grandes rasgos, las culturas adscritas a este ciclo se carac-terizan
porque sus componentes son pastores nómadas y cuya
base Üe sustento es el ganado del que aprovechan la lana, el
pelo, la leche y, en último término, su carne. El hombre ocupa
el lugar principal de la sociedad, y el padre -o abuelo- es el
jefe de la familia en la que se guarda la más estricta ley de pro-genitura
masculina y donde puede existir la poligamia en caso
de esterilidad de la mujer. La explotación de los rebaños en
común posibilita la existencia de la «gran familia patriarcal)),
donde el estado es débil. En el aspecto religioso conoce la exis-tencia
del Dios supremo que puede ser confundido con el cielo
mismo. Creen en los espíritus de la naturaleza y sobre todo
en los de la tierra, como espíritu del mal. Realiza ritos propi-ciatorio~
d e animales. Los trajes se hacen de piel.
El segundo grupo poblador quedará encuadrado dentro del
ciclo secundario -que significa la mezcla o fusión de varios ci-clos
primarios- en el apartado IX mixto de pastores-agricul-tores.
Se caracteriza por la presencia de cultivos con tendencia
a la explotación en común en los que intervienen hombres y
mujeres. Existe poliandria. La unidad social representativa es
el poblado y la habitación es una choza de paredes de piedra
seca con cubierta vegetal. En la superestructura religiosa está
presente el dios relacionado con el sol y la luna, usando de los
ritos de fecundidad en relación con los cultivos. Aparece la alfa-rería
ligada a la actividad de las mujeres, notándose en gene-ral
un gran progreso en los utensilios caseros: cucharas, peines
y diversos adornos. Se desarrollan los temas en espirales y las
figuraciones humanas.
En estas descripciones podemos reconocer muchas de las
características de la cultura canaria, pudiendo detectarse dón-de
y por qué J. Pérez de Barradas sitúa en las islas una serie
de rasgos culturales que posteriormente no han podido ser
demostrados por la arqueología.
APUNTES PARA UNA CRÍTICA -
E
E
2 Después de haber expuesto a grandes rasgos las formula- E
cienes teóricas e interpretativas que el citado profesor hace so-bre
Canarias, quisiéramos por último, presentar la validez de 3
aquellos postulados que, en algunos casos, continúan vigentes -
0
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E en los estudios más recientes y cuya pervivencia desenfoca, O
cuando no aleja, lo que debe constituir el objetivo de nuestros
n estudios: la formación y el desarrollo de las diferentes cultu- -E
ras aborígenes. a
En primer lugar, parece aconsejable abandonar el simplista n
n
problema de los orígenes de la población de las islas, objeto 3
fundamental de la mayoría de nuestros estudios, porque en su O
conocimiento no se encuentra, stricto sensu, la solución de los
problemas que tiene planteados nuestra prehistoria y porque,
además, nos lleva inexorablemente a los conceptos difusionis-tas
de oleadas y migraciones como motor que impulsa los
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cultura aborigen en cada una de las islas.
En segundo lugar, parece aconsejable abandonar iguaImen-te
el concepto de oleada porque excluye el medio geográfico
en el que se desarrolla un pueblo, ignorando su capacidad de
adaptación a las nuevas condiciones geográficas y que creemos
696 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
actúa como importante elemento renovador. Al no tener en
cuenta este proceso, se prescinde de uno de los rasgos más
característico de los pueblos. El medio geográfico sólo es ob-jeto
de estudio desde la concepción difusionista de la cultura,
en tanto en cuanto puede convertirse en agente limitador de
la expansión de esos pueblos en mouimiento.
Y en tercer lugar, debemos abandonar definitivamente la
explicación de la prehistoria canaria basada en la dicotomía
racial cromañoide-mediterranoide, porque su pernicioso con-tenido
racial resulta hoy insostenible.
Núm. 32 (1986)