H I S T O R I A
LA DIVISION DE LA ISLA DE TENERIFE
EN NUEVE REINOS
PRIMERA PARTE
P O R
JUAN ALVAREZ DELGADO
Presento al lector este estudio de la partición de la isla de
Tenerife en nueve reinos, con sus nueve reyes, que en dos di-nastías
sucesivas ocuparon los tronos guanches de la isla de
Tenerife entre los años 1442 y 1496, y cuyo estudio he dividido
en tres partes.
En la primera parte estudio un grupo de problemas sueltos
aparentemente desligados entre sí: que van analizando particu-laridades
interesantes como: la tradición icodense, los proble-mas
del Acta del Bufadero, la referencia usual de Espinosa al
año 1400, el móvil verdadero de la partición de la isla, la bio-grafía
del último rey de Adeje y los problemas de Reste y
Meizceg.
En la segunda parte, tras la confección de dos cuadros si-nóptico~
en los que van señalados los datos precisos de naci-miento,
acceso al trono y muerte o cese en el gobierno de
Núm. 31 (1985) 61
cada rey de cada uno de los nueve reinos, se estudian larga-mente
los nombres de las dos series de reyes y su segura o
probable autenticidad guanche.
Y en la tercera parte estudio detalladamente los textos
guanches de Espinosa, Torriani y Viana que afectan a la histo-ria
y vida política de estos nueve reyes para completar la in-formación
que de los temas anteriores ha podido deducirse.
Confío así haber satisfecho con este estudio el justo inte-rés
del lector por este controvertido, difícil y espinoso pro-blema
histórico de la «partición de Tenerife en nueve reinos
guanches durante el siglo x v ~ .
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
CAPÍTULOP RELIMINAR
BIOGRAFÍA SUMARIA
DEL REY AXERAX. ÚLTIMO REY ÚNICO DE ADEXE
Viera y Clavijo (Noticias, 11, 23) habla de largas listas de
reyes de Tenerife que la gobernaron como reyes únicos duran-te
largos siglos; ni uno sólo de sus nombres conocen Espinosa,
Torriani y Viera hasta que Viana inventó caprichosamente el
de Tinerfe o Gran Z'inerfe, que aceptaron Viera y sus conti-nuadores.
La primera sorpresa es la de Espinosa (lib. 1, cap. 8, p. 40),
que dice: «su nombre se perdió de la memoria)), ya que el pro-pio
Espinosa, en su Tradición Icodense (cap. 4.0, lib. 1, p. 33),
conserva el nombre Xerax, forma de anexión de Axerax, como
nombre del padre del primer rey de Icode, instalado según mi
cronología en 1447, como consigno en el cuadro sinóptico dei
capítulo 1 del tratado segundo.
CRONOLOGD~ELA R EY AXERAX
Establezco como hipótesis de trabajo que Axerax, rey único
de Adeje, el último, pudo nacer en 1400, data con frecuencia
aludida por Espinosa de sucesos importantes, si bien es posi-ble
que naciese hasta cinco años antes, en 1395, ya que la suce-sión
en el trono de Adeje por Axerax, respecto de su predecesor,
no depende del nacimiento de Axerax, sino de la muerte de su
antecesor.
Nacido Axerax en 1400, no pudo acceder a la soberanía po-lítica
ni pudo engendrar a su primer hijo hasta 1421, cuando
tuviese cumplidos los veintiún años de edad reclamados por las
costumbres guanche-berberes para alcanzar la pubertad y te-ner
acceso a la soberanía política (véase mis «Instituciones po-líticas
indígenas)) en ANUARIOD E ESTUDIOAST LÁNTICOS,n úm. 28,
año 1982, pp. 294-297).
La fecha apuntada resulta comprobada por la cronología
del primer rey de Taoro, Betxenuhga, quien empieza a reinar
en 1442 y cuya serie de hermanos termina de acceder al tro-no
en 1453 (ver cuadro sinóptico en el capítulo 1 del tratado
segundo de este estudio).
Sabemos que el rey Axerax, rey único de Adeje, muere
en 1448, cuando le sucede en el trono de Adeje el rey Arbito-caxpe,
séptimo de sus hijos, y cuyo nombre conocemos gracias
a Espinosa.
Nadie, ni Viera mismo, ha visto ninguna de esas largas lis-tas
de reyes únicos de Tenerife. Pero tampoco hay noticia con-creta
y precisa, fuera de la afirmación de Viera (lib. 11, cap. 231,
de la existencia de otro rey guanche de nombre conocido dis-tinto
de Axerax o Tinerfe que reinara antes de 1400.
Si alguien supusiera la existencia de un tal rey, nadie po-dría
negarlo sino por falta de pruebas.
Y entonces cabe la sospecha de que Axerax fuese el único
rey guanche que hubo en Tenerife hasta 1421, y que a él pudo
ocurrirle como sucedió en Gran Canaria con el episodio de
Gurnidafe, jefe cantonal de Tejeda, que se sublevó y sometió
a los demás jefes cantonales, estableciendo entonces por vez
primera en Tenerife la institución monárquica.
Resultaría entonces que no sólo son inexactas las supuestas
listas de Viera, sino que es inexacta la existencia de la monar-quía
en Tenerife desde nuestra era.
64 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
El único argumento que encuentro contra tal hipótesis es
puramente lingüístico, pero de una singular validez.
Porque la voz guanche mencey, derivada a través de mén-chey,
como en español mancha y mancilla, del líbico de las
Inscripciones de Thugga y Leptis Magna (Templo de Augusto),
bien documentado como probé en mis Inscripciones Libicas
(números 250, 2511, minkediy y MINK.D; luego ménchey y mén-xey,
con dislocación acentual en Canarias por voces como leyes,
reyes, bueyes; mencey y achimencey.
Pero los romanistas saben bien que si para pasar del latín
de San Isidoro de Sevilla al espafiol de Nebrija en el caso ci-tado
de mancha y mancilla se tardaron siete siglos, más serían
necesarios en una isla como Tenerife para pasar de mínkediy a
rmAa.,t.hn.rr i r rmnnrrJnlr, V Tnmn%4Pn no ln r:".;,,n ;In lnn m:,+, :,1, ri,
i i c c i c b r c c y y ~ ~ c r ; i c < s ~sy . L GLLGLLLG c3 ~ a iw uba UG Las xcbc 131~~b3a -
narias que conserva ese título para designar a su rey.
Núm. 31 (1985)
LA TRADICIÓN ICODENSE DEL PADRE ESPINOSA
Quiero iiiiciar de partic.óri de Teiierife ilue-ve
reinos y nueve reyes con el estudio de esta singular noticia
del padre Espinosa en su Historia del Origen y Milagros de La
Imagen de N.O S." de Candelaria, Ed. Goya, 1952, lib. 1, cap. 5.',
página 33, donde consigna: «Los naturales guanches viejos di-fin-
r i r - r i t:nnnn nnt;An A- ;nrv\nmnrohlo tin-nn r i r q o ~,i~inrr\n
L G l l YUG blC11CL1 IIUbILIQ. UG IIIIIIDIIIVILYUIb U l b l l l p U , YUC, V I I I I U I V I I
a esta isla sesenta personas, mas no saben de dónde, y se jun-taron
y hicieron su habitación junto a Icod, que es un lugar
de esta Isla, y al lugar de su morada llamaban en su lengua
Alxanxiquian abcanahac xerax, que quiere decir: "Lugar del
Ayuntamiento del hijo del grande" .»
Al final de este capítulo coloco el comentario léxico de la
frase guanche, que no comentaror, bien ni Wolfel (Monumen-ta,
IV, núm. 13, pp. 368-369) ni Abercromby, ni siquiera Georges
Marcy (en El Museo Camrio, núm. 2, 1934, a! pie de la p. 51,
y que trlnccrihiS cQn prrirps R~xQ.
Subrayo que la noticia de Espinosa se refiere al primer
establecimiento del reino de Icod en este cantón, instalado en-tonces
como tal por vez primera, con una noticia tan concreta
como sus primeros sesenta habitantes o pobladores citados en
e! pssuje transcritn.
Y por último el problema que subrayo, Ilamado por los
especialistas ((error de encuesta)), cometido por Espinosa con
la inserción de ese pasaje en el capítulo 5." de su H.lstonla.
66 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
En ese capítulo ha venido señalando Espinosa (como tam-bién
hicieron Abreu y Torriani) las opiniones diversas sobre la
procedencia de los primeros pobladores de las Canarias. Tras
citar a los romanos de lenguas cortadas, los traídos por Serto-rio,
y la noticia sobre San Borondón, inserta Espinosa el pasaje
transcrito. Él preguntó a los habitantes de Icod qué sabían de
esos pobladores de las Islas Canarias; pero los icodenses le
dijeron lo que sabían de los primeros pobladores de Icod. Ahí
está el error de encuesta. La noticia resulta sorprendente: el
actual rey de Icod en 1447 había llevado allí consigo los pri-merns
p&!wdores de ese pueblo, cailtSn y reine: I v ~ d e n .
Y esa fecha, 1447, coincide con el momento en que todo el
sector de Icod, invadido un siglo antes, 1340, por la lava de la
erupción del Pico Nuevo hacia 1341, coincidente con la expe-dición
portuguesa, pasa a ser territorio ocupable por pastores
y ugricld!teres.
La noticia de Espinosa sobre las sesenta personas funda-doras
de Icod, junto con su primer rey, tiene un interés sin-gular.
Puede tratarse de treinta parejas sin hijos, primera hipóte-sis,
o también pueden ser veinte parejas con un hijo cada una,
entre ellas la familia del nuevo rey instalado en Icod. Porque
aiii riv htbía hbiiantes desde ia erupción aei Pico Nuevo
en 1442. Véase para este particular mi estudio sobre la ({Topo-nimia
Hispánica de Canarias)), que luego comento.
Esto no ocurrió en los demás cantones, porque Taoro, Güí-mar,
Anaga, etc., tenían pobladores muy numerosos desde si-glos
antes. En Icod, en cambio, fue preciso en 1447 instaiar
cuevas de habitación para viviendas de la gente, acondicionar
la tierra para el cultivo de trigo y cebada, sembrar árboles:
higueras, etc., y hacer establos o goros para la guarda del ga-
Núm. 31 (1985) 67
nado trasladado allí y criado de nuevo. Todo esto hubo de en-tretener
al contingente poblador de Icod durante varios meses.
TI quiero advertir que en los otros dos cantones que faltan,
Tegueste y Daute, pudo tal vez hacerse lo mismo que en Icod,
pero tal vez algún sector de ellos se hallaba ya habitado y acon-dicionado
desde años anteriores a lo que indico para Icode.
El acuerdo del rey Axerax con sus nueve hijos para insta-larlos
en ellos como reyes y jefes cantonales obligaba a tomar
medidas adecuadas contra los jefes cantonales, eliminados por
los nuevos menceyes y restes, pero nunca tan indispensables
como en Icod.
EL TEIDE Y LOS NOMBRES DE LA ISLA DE TENERIFE
La conexión de Icod con la erupción del Pico Nuevo obliga
a estudiar aquí este tema.
El nombre del pico llamado Teide deriva de téheddé, «talla,
estatura)), registrado por Foucauld (Dictionaire, p. 508), varian-te
dialectal de tébeddé y tebded, «enhiesto», «altura», del tuareg
ebded (Foucauld, pp. 19-21): «se tenir deboutn. Este nombre
no se relaciona con el de la isla, pero explica los nombres da-dos
a Tenerife.
En mi estudio sobre la ((Toponimia Hispánica de Canarias)),
inserto en el tomo V de Estudios dedicados a Menéndex Pidal,
páginas 12-13, señalé que el nombre «Isla del Infierno>>a,p licado
a la isla de Tenerife por la cartografía italiana del siglo XIV y el
Canarien (111, p. 75: «Isle d7Enfer»), le fue impuesto hacia 1346,
fecha próxima a la erupción del Pico Nuevo del Teide. Mien-tras
el otro nombre de Tenerife: Tenerjix = tener - edjiz =
((monte de nieve)), le había sido impuesto, antes y después de
la erupción, por los palmeros y los navegantes italianos, y por
el fraile Franciscano de Sevilla, como por el Canarien (111, 67,
página 129), que veían blanquear su cumbre con ella durante
ios iargos inviernos.
La etimología guanche-berber de este último nombre es
tener o tiner, «monte» (no tenere, ((llanura)), como quiso ex-plicar
Marcy), según Laoust (Toponymie, núm. 303, p. 92), y
68 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTZCOS
LA DIVISI~ND E TENERIFE EN REINOS 9
adfel = edfix, «nieve», en forma de anexión. Por tanto, Tene-refix
o tineredfix o tenerefix, como escribe el ((testamento)) de
Las Casas, vale ((monte de nieve)).
En cambio, el otro nombre de la isla, citado por nuestros
textos: Achinech y su variante Chinechi, no es propiamente un
nombre, sino una expresión cariñosa o afectiva, pues achi-nech
= at-ti-ney vale literalmente «he aquí la mía» o «la mía» =
((mi tierra)).
Mientras la expresión también conocida en nuestros textos
para designar los habitantes de Tenerife: Guanchen y Win-cheni,
tiene igual carácter: wan-chen = «el de ésta)), y win-cheni
= dos de ésta» (Basset-Picard, Gramm. Kabyle, nú-meros
415-419).
COMENTARILOÉX ICO DE LA FÓRMULA ICODENSE DE ESPINOSA
En vez de escribir la fórmula con la grafía empleada por
Espinir;i, dist*-_nta por _Ahey~ynmhyA, lvarpli R.ixn,
G. Marcy, empleo la forma siguiente más segura: Ansa-n-xiquian
abga-n-abas xerax (Wolfel, Monumenta, IV, núm. 13, pp. 368-
369, cita las otras).
Ansa en vez de Alza, «lugar», pl. ansiun y ansiwen (Laoust,
Marocain, p. 293).
xiqqen, pl. xiqqinan, del rad. qen, ((fijar, establecer)), vale
((instalación o establecimiento)), alternancia dialectal de tiqen =
xiqqin.
abgad, variantes augid, auged, ((mozo, joven, hombre))
(Siwa, p. 247: Laoust).
abas, reducción de abba-S: abba, «padre», y -S, sufijo prono-minal
posesivo de 3." pers. sing.: n-abba-S = ((del padre de él» =
«de su padre)) (Foucauld, p. 16).
xerax, forma de anexión reducida del epíteto adjetivo Axe-ras
(derivado de hegeret, ((ser largo, ser grande)): xegiret, alter-nancia
dialectal del anterior, Foucauld, pp. 531-533).
Por consiguiente:
ama - n - tiqqin -an- abga ( d ) n-abba-S xerax vale ({lugar del
establecimiento del hijo de su padre el granden.
Núm. 31 (1985) 69
El texto antes citado evidentemente no se refiere al pobla-miento
de la isla de Tenerife de que iba tratando Espinosa
en su capítulo 5." del libro primero, sino que se refiere de una
manera concreta, directa y precisa, por el nombre del rey Axe-rax,
al momento de instalación del reine en Icod, que no ocurre
como en los otros casos donde hay población preexistente, sino
de una zona no poblada a donde se envían sesenta habitantes
para instalarse en aquel nuevo cantón a las órdenes de un hijo
del rey único Axerax.
Es un enigma que ninguno de nuestros comentaristas había
entrevisto.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL ACTA DEL BUFADERO
Cu*Tipartloa s opiniones de -"Tiers, Cnii y Bonn&, lnos&
les respecto de este antiguo, auténtico, veraz e interesante do-cumento
notarial del escribano Fernando de Párraga.
Agrupo los datos aquí estudiados en torno a tres epígrafes:
1; Por q-& falt,an en ella 10s ngm-bres persnnales de 10s
reyes y cómo se explica el hecho.
11. Pruebo que los reyes guanches firmaron el Acta de
Párraga.
111. ECrrores de Núñez de la Peña al tratar de esta lista de
reyes guanches y causas de tales errores.
1. EL ARGUMENTO DE B. BONNET
Contra el argumento de B. Bonnet (en El mito de los nueve
menceyes, p. 36) de que ((si esos Reyes se hubieran presentado
ante Herrera, el escribano Párraga habría consignado sus nom-bres
» basta recordar otra noticia del propio Bonnet (Revista
de Historia, núm. 51-52, p. 98) acerca de Diogo Gomes, donde
dice que en Tenerife había tres reyes, sin consignar ni sus nom-bres
ni üónde reinan. Pues la noticia de Diogo es cierta y no
impide que nosotros sepamos que son los tres reyes de Adeje,
Taoro y Güímar, llamados respectivamente Axerax, Betzenuhya
y Acaimo, datos que sólo conocemos a través de Espinosa.
Núm. 31 (1985) 71
2. FALTAENN EL ACTA DEL BUFADERLOOS NOMBRES PERSONALES
DE LOS REYES
Pero recordemos que también los suprimieron Serra Ráfols
y La Rosa Olivera en su excelente estudio sobre ((Los reinos de
Tenerifen, publicado en Tagoro, núm. 1, donde no obstante se
prueba documentalmente la existencia de esos nueve reinos.
Pero también aquí esos autores cayeron en la trampa de admi-tir
como nombres regios dos topónimos: Imobach = «Los Va-lles
» o «El Vallen de Taoro, e Igoymad = Güímar o «Las Lan-zadas
» (ob. cit., p. 127).
Por otra parte, Espinosa y Viana, como seguidamente pro-baré,
nos aseguran que los reyes guanches ((firmaron el acta»,
sorprendiéndome que ni Viera ni Bonnet hayan consignado ese
dato notable.
Y la falta de nombres personales en el Acta del Bufadero
podemos compensarla, al menos parcialmente, con los cuatro
nombres de reyes guanches que conservan Espinosa y Torria-ni.
A los cuales hay que añadir el nombre de Axerax, ((último
rey único)), mal llamado Tinerfe por el poeta Viana, que tam-bién
conoce a Serdeto.
3. LOS REYES GUANCHES FIRMARON EL. ACTA DEL BUFADERO
Esta sorprendente noticia merece tratarla con cierto cui-dado,
porque ella ha escapado no sólo a los comentaristas de
Espinosa y Viana, como el doctor Cioranescu, sino también a
los ~istoria~oi7es CiiiiV, iera, x-clez Abrcd.
Es sorprendente que ninguno de ellos haya advertido que
por un lado el padre Espinosa y por otro Viana habían tomado
la precaución de dar garantías de autenticidad a la noticia del
Acta del Bufadero y a la presencia real de los reyes guanches -- -11-
el1 ella.
Porque Espinosa (lib. 111, cap. 1, p. 88) advierte que los
nueve reyes ((trataron de paces y amistad, y la firmaron con
el dicho Diego de Herrera ante Fernando de Párraga)).
72 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
Y esta noticia todavía poco expresiva la completa Viana
(Poema: Canto 11, p. 49, VV. 271-2751 al mismo propósito con
más precisa aclaración en estos cinco versos:
{{que quedaron juradas y otorgadas
ante Hernando Párraga Escrivano (¡ojo!)
haxiéndole a Los Reyes que hixiessen
por más siguridad, qual signo o firma
275. cierta señal, por carecer de Letras.. .»
Este curioso pasaje, del que no hallo en Viana, 11, p. 141,
comentario preciso del doctor Cioranescu, fuera de detalles de
lenguaje, fue la base del estudio de Leopoldo de la Rosa
(Revista de Historia, núm. 16, 1946, pp. 391-398), aunque por él
dirigido a las señales de indígenas, posteriores a la conquista
de Lugo, sobre las «señales» de los guanches, también presen-tes
en las tarjas de Gran Canaria, y en las noticias de Sedeño
acerca de Doramas y Bentagayre (p. 50 de la edición Darias
Padrón).
La autenticidad de este texto de Viana, que como el de Es-pinosa
ha escapado a todos nuestros investigadores, me parece
una prueba valiosa de autenticidad al episodio de la partición
de la isla de Tenerife en nueve reinos.
Conviene tratar de este tema para cotejar la noticia al res-pecto
de Núñez de la Peña con las informaciones más exactas
de Espinosa. Porque Núñez de la Peña, en su Conquista y An-tigüedades
(ed. 1676 reimpresa en Biblioteca Isleña, 18471, li-bro
1, cap. V, p. 34, forma la siguiente lista:
lo0, Betzenuhia, rey de Taoro; 2.0, Acaimo, rey de Güímar;
3.0, Atguaxona (por Atguaxoña), rey de Abona; 4.0, Atbitocazpe,
rey de Adeje; 5?, Caconaimo, rey de Daute; 6.0, Chincanayro,
rey de Icode; 7.O, Rumén, rey de Tacoronte; 8.0, Tegueste, rey
de Tegueste; 9P, Benecharo, rey de Anaga.
Núm. 31 (1985) 73
Omito en esa lista Aguahuco, señor de Punta Hidalgo, in-cluido
al final por Núñez, ya que no tiene vela en este entierro,
pues no forma parte de esta primera lista (de 1441 a 14641, sino
que al pertenecer a la serie de Viana habría de incluirse en la
segunda dinastía.
Los dos primeros errores de Núñez en este fragmento es
haber colocado los cuatro reyes de que tienen noticia Espinosa
y Torriani como si fuesen los cuatro primeros hijos del rey
Axerax, mal llamado Tinerfe por Viana y Viera, causando un
gran trastorno en el orden real de la primogenitura, consignada
con seguridad en el Acta del Bufadero, a la que contradice esa
lista de Núñez. Observe el lector que los cuatro nombres de
Espinosa ocupan en la lista real del Acta del Bufadero los E
puestos: l.", Taoro: Betzenuhya; 2.O, Güímar: Acaymo; 4.", Abo-na:
Atguaxofia, y 7 .O, Adeje: Arbitocazpe. O n
-
El segundo gran error de NúRez fue colocar en el último
puesto de su lista al rey de Anaga, llamado en verdad Serdeto, E
y cuyo sucesor fue Bencharo, como si hubiese sido el último de
los hijos de Axerax. Este error lo sigue Viera y Clavijo, que a %
lo largo del capítulo 23 del libro 11 de sus Noticias mantiene
tan errónea identidad.
- -
0m
Prescindo aquí de otros errores menores de Núñez de la
Peña, como son los nombres Caconaimo por Acoruimo y Chin-camiro
en vez de Ach-ikanayro, de que hablaré en lugar más ; E oportuno. -
a
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL ANO 1400 Y EL SIGLO XV
El año 1400 es una fecha que no he fijado yo, sino la con-rOiLrG*
UnUK rnnotirlomnrito en r r r nhr.~( n o n A o ) a l rlnmininn f r o r r A l n n - s b y b i i ~ u ~ s ~br ibi s~u~ U~UiLL~* lbay. 1. I br UVLIILIIIUV A I C U J LAAVA*
so de Espinosa. Luego la siguieron aceptando como buena An-tonio
de Viana en su Poema, y Viera y Clavijo en sus Noticias
(Poema, p. 41; Noticias, 11, 23).
Y para colmo de sorpresas también la registra el francisca-unnv
F+rlnaryr oT u. ~anun i ln AL r n i . Pn l ; - . - 3 f i In A V \ rir. .rrir, A A l A n 9 n n w n nl UG n u r G u uauiruu \p. T I , , GLL VGLI UG ISUY, pala GL
principio de la conquista de las islas y entrada en Lanzarote
de los conquistadores francos: Juan de Bethencourt y Gadifer
de la Salle, con Maciot, y Reynaldo de Marlote o Morelet, se-gún
escribe Abreu.
El texto citado de Viera textualmente dice: «que el último
mencey o rey único de Tenerife había muerto más de cien
años antes de la conquista)). Pero yo demostraré luego que
en 1415 aún no era rey Axerax, el mal llamado Tinerfe.
De él puedo afirmar las siguientes tesis ciertas o sumarnen-te
probables.
1." El año 1400 nació el rey Axerux (mal llamado Tinerfe).
Es posible que ese rey naciese antes, hasta en 1396; porque
naciendo en este último año el rey único tendría al morir
en 1448, como luego se explica, los cincuenta y dos años de
Núm. 31 !1985j 75
edad, cifra muy cercana a la edad media de vida entre los indí-genas
guanches. Pero que naciese antes de 1396 resulta, por lo
mismo, absolutamente improbable.
2." Sobre la hipót,esis anterior, Axertix accedió al trono de
la isla el afio 1421, tesis más probable, lo más pronto en 1415,
si se anticipa su nacimiento cinco años, como expliqué en la
hipótesis anterior.
3." El rey único Axerax = Tinerfe (?) decide en 1441 divi-dir
Tenerife en nueve reinos. Esta fecha no puede anticiparss,
porque la erección de los nueve reinos va ligada al año 1442,
en que se erige el reino d$ Taoro: el primero.
4." El rey único Axerax sigue gobernando el reino de Ade-xe
hasta 1448, en que muere y es relevado en ese trono por su
séptimo hijo Arbitocaxpe.
Éste no comprende, para sus efectos en la historia indíge-na
guanche, los cien años normales de un siglo, sino sólo unos
setenta y cinco u ochenxa años d.e! gobierno de sus d-istintos
reyes dentro de este siglo. Por ello voy a dar algunos datos
para sus tres etapas cronológicas.
A) El primer rey cuyo nombre conocemos, Axerax (o Ti-nerfe),
sólo alcanza su reinado desde 1421 (o a lo mas des-de
1416, según explico en su estudio detallado) hasta 1441 in-clusive,
antes de iniciar él e1 reparto de la isla en sus nueve
.,-.;.,-.c. Dn..n ,,n-,-. A-rn*"-? " 4 - 7 - n m,-.Ln*-"-An " 7 , *,-,;m- An AA-;,,
l G l l l U 3 . I G l U LUlllU A A G l a A 315UG ~ U U G l l l a l L U V 3r* LGLLLV UG AUGJT;
hasta su muerte en 1448, según explicaré, la biografía regia al-canza
d.esde 1421 a 1447 = veintis6is años, o a lo más treinta
y un años, si comenzó a reinar en 1416. Añadiendo a estos trein-ta
y uno los veintiún años indispensables para acceder a la
sGberaniap olitiza, dan a Axerax ürLa, *da total zü2rerlta
y siete o de cincuenta y dos años. Como faltan dos series re-gias
dinásticas, lo prudente es partir siempre de la cronología
más corta.
76 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTZCOS
B) El segundo período en que gobiernan ya los nueve re-yes
de la lista del Acta del Bufadero empieza en el año 1442,
como pruebo en su lugar, y t,ermina pozo después de la fecha
de la famosa Acta; como promedio aproximado, hacia 1470.
Pero mis cálculos permiten fijar la paulatina sucesión de estos
reyes de la primera lista por los de la segunda en un lapso de
tiempo que va de 1467-1468 a 1475; es decir, ocho años como
máximo.
Esto nos asegura que el promedio de vida de los nueve re-yes
de la primera serie alcanza unos veinticinco años como mí-nimo,
pudiendo alguno llegar a los treinta años. Añadidos los
veintiún años precisos para acceder al trono, dan una media
normal de cuarenta y seis años de vida para los nueve monar-cas
de !a Ksts.
C) El tercer período en el que reinan los reyes guanches
de Tenerife de la lista de Viana se inicia con la instalación de
Benchomo de Taoro hacia el año 1468 y se termina con el últi-mo
~Guantacara?d e Daute en el allo 1476. Esos reyes terminan
c=p,= tales si4 pcztica ir,digens er, 1496, a l g ~ m~ uoe re ar,-
tes de esa fecha y los otros acaban su vida como hombres libres
en el decenio que sigue. Alcanzaron, pues, un promedio de go-bierno
de veintiuno a veintisiete años y una vida media alre-dedor
de los cincuenta años, y muchos bastante menos.
Esta última dinastía indígena acaba con la llevada a Alma-zán
de siete reyes tras la muerte de Benchorno de Taoro el
año anterior, 1495, y con la muerte natural de los que más vi-ven
tras su expulsión del trono: Pelinor de Adeje, a los veinti-siete
años de gobierno y cuarenta y ocho de vida, y ~Guantaca-rw?
& n~i j2t ~b s ~jvintes f i e ~ y v i ~ ~ dy ep ece r r -5~d e cga-renta
y uno de vida.
ADVERTENCIAFI NAL
Me interesa subrayar al terminar este corto capítulo que
la pauta cronológica de los cincuenta años como media vital
de nuestros indígenas canarios (en vez de los ochenta y cien-
Núm. 31 (1985) 77
to cuarenta años de Torriani y otros escritores) es muy exacta
y bien demostrada. Así la establecí con referencias a los guan-ches
de Canaria vivos después de la conquista de aquella isla
que acompañaron a Lugo en la conquista de Tenerife en ANCA-RIO
DE ESTUDIOAS TL~TICOnSú,m . 28, año 1982 (pp. 30-33).
Y una vez más hay que olvidarse de Torriani (c. 30, p. 98).
ANUARIO DE ESTUDIOS -4TLríNTICOS
LA PARTICIÓN DE TENERIFE EN NUEVE REINOS
Me parece insostenible la tesis del padre Espinosa (p. 411,
sospechoso de que al llegar a la vejez el último rey único de
Adexe, Axerax, cada uno de sus hijos, empezando por el primo-génito,
se levantó con su pedazo de tierra, rebelándose contra
su padre y haciendolo reino para si.
Muy al contrario, yo estoy persuadido de que la famosa
partición de la isla en nueve reinos fue una decisión personal,
juiciosa y genial, del último rey único de la isla: Axerax o ((El
Grande)). Su propósito fue instalar a cada uno de sus hijos en
cada uno de los cantones o bandos de la isla para reemplazar
a los restes o jefes cantonales (que no eran adictos quizá a sus
modos de gobierno) por sus propios hijos para que aquéllos no
pudieran hacer a sus espaldas pactos con los conquistadores
portugueses, normandos o andaluces contra los intereses de los
habitantes de ia isla y de su rey.
Advierta el lector que la tesis de Espinosa hace promotor
de la partición y de la rebelión contra su padre, el rey, al hijo
primogénito, a quien de derecho correspondía la sucesión al
trono con dominio sobre toda la isla, y al sublevarse se con-tentaba
con sóio Taoro, renuncianao a mejores aerecnos.
Tampoco me parece probable (y ésta fue mi primer sospe-cha)
que el anciano rey único hubiera intentado beneficiar a
un hijastro suyo entregándole el reino de Adeje contra el dere-
cho preferente de los hijos del rey, que se sublevarían por tal
motivo. Quiero advertir que el nombre del sucesor de Axerax
en Adeje se llamó Arbitocaxpe, y arbib es «hijastro» en varios
dialectos berberes, como el rifeño; pero arbib es un arabismo
y no una voz guanche-berber.
Mi opinión resulta aún más evidente porque el rey Axerax
no murió al iniciarse la partición, sino que continuó gobernan-do
en Adeje durante seis años más hasta que se instalaron siete
reinos, pasando a ocupar ese reino de Adeje al morir Axerax
en 1448, el séptimo de sus hijos legítimos, como indica el Acta
del Bufadero. Véase capítulo 11.
Este metódico orden de erección de los siete reinos prime-ros
se completa, tras la muerte del padre, con la instalación
de los dos iíltimos reinos: el de Tegueste en 1452 y el de Dmte
en 1433, seguramente por el acuerdo unánime de los siete mo-narcas
reinantes y prueba indudable de que el convenio de la
división de la isla en nueve reinos, idea de Axerax, había sido
acogida por todos sus hijos.
Y las noticias q1.~te nemos de las piraterias y asaltos a -0-
das las islas por los portugueses del infante don Enrique, por
los conquistadores francos como Maciot y por los andaluces
como Diego de Herrera avalan la previsión inteligente del rey
único Axerax al optar por el reparto de la isla entre sus hijos,
sustituyendo a los jefes cantonales por ellos, que pasaron a
ser a la vez restes (o jefes cantonales) y reyes (o menceyes),
misión mejor que «hijos rebeldes)) que le asignaba la hipótesis
de Espinosa.
Por último, tampoco el padre Espinosa indica que alguien
le comunicase esa suposición como una tradición indígena lo-cal;
más bien aparece como una sospecha personal ante la vejez
del rey único y la ausencia de datos concretos al respecto. La
prudencia del insigne dominico me hace pensarlo así, aunque
su autoridad hizo que todos nuestros historiadores aceptaran
tan errónea hipótesis como segura.
También el hecho de que el último rey único de Adeje si-guiera
reinando en Adeje, y que el Acta del Bufadero aplique al
primer hijo el título de Gran Rey, título poco apropiado para
80 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
un c{supuesto hijo rebelde)), apoyan mi tesis. Y también parece
indicarlo el que algunos tratadistas, como Viana (Canto 1, ver-sos
901-904, p. 41): «y el último llamado el Gran Tinerfe / dexó
cuundo murió nueve o diez hijos / los cuales cada cual reinar
queriendo / se al~aronc ada uno con su término)), imaginaran
que la sublevación fue posterior a la muerte de Axerax = El
Rey Grande)), lo que no es exacto.
Dos DETALLES MÁS
La cronología de la partición de la isla de Tenerife en nueve
reinos (entre 1442 y 1453) como detallo en otro lugar ofrece al-wlnac
cnrnrpaac T.nc niimrnc nohn r d n n c rlnicinrin cingrfo y! & -..-y- V..".,. --Y ---u. -Y -VI*.., A .,---"U, -VJ-.IiU" -y...,- "V
Adeje, anteriormente reino único, tardan en erigirse once aiios.
Pero los seis primeros siguen una marcha continuada, como lue-go
se explica: Taoro, en 1442; Güímar, en 1443; Anaga, en 1444;
Abona, en 1445; Tacoronte, en 1446, e Icode, en 1447.
En 1448 m w r e e! re57 i¿?nimA zemz Me Adeje, y e,n,tonces e=-
pieza allí su reinado Arbitocacipe. Esta pauta justificada al de-talle
en el capítulo 11 confirma la metódica inteligencia del
promotor del proceso de partición, que no cabe atribuir ni a
un capricho, ni a la casualidad, ni menos a una supuesta rebe-lión
de los hijos del rey único contra su padre vivo hasta 1448.
Queda por ello descartada la hipótesis, sugerida por al-guien,
de que la rápida muerte del anciano Axerar provocase
la guerra entre sus hijos para repartirse los reinos de la Isla
y su rápida instalación en ellos en poco tiempo. Pues cada
uno de los hijos tenían que alcanzar Is edad legal para acceder
a la soberanía política, fuese cualquiera el árbitro del reparto
de los reinos.
Por eso en el capítulo 11 dedico un espacio a fijar los datos
cronológicos que determinan el proceso de las fechas de erec-cinn
de cada de los reinos.
Núm. 31 (1985)
6
Los DOS REIXOS DE TEGUESTY ED AUTE
La erección de estos dos reinos resulta más difícil de expli-car.
La cronología es aquí nuevamente fundamental: las noti-cias
de Azurara y Cadamosto nos indican que el octavo reino
se erigió en 1452, según expreso testimonio de Azurara (véase
capítulo 11), y el noveno reino estaba erigido antes de 1454,
fecha de llegada a Canarias de Cadamosto; por eso es necesario
fijarlo como establecido en 1433 (ver cap. 11).
Como en esta fecha ya había muerto el padre común de los
nueve menceyes, Axerax, faltaba la autoridad paterna, que ha-bía
ido señalando a cada hijo el territorio que iba a gobernar. :
Easta ~ y ~haibii Mific~ltaclp., rqr ie comQ dire al explicar La E
sustitución de restes = ({jefes cantonales)) por restes-menceyes,
({jefes cantonales y reyes a la vez», que es la verdadera refor-
E ma política de Axerax, los siete reinos instalados lo habían sido
2 sobre los seis cantones existentes, más el nuevo cantón de -g
Icode.
3 Pero muerto el rey único era preciso para los últimos dos B - reinos, los de Tegueste y Daute, que no eran hasta entonces can-
E tones o distritos bajo la soberanía de un reste o jefe cantonal,
sino territorios que había que separar en la siguiente forma.
n Para el reino de Tegueste, nuevo bando o cantón, hacía falta
el acuerdo de los reyes de Tacoronte y Anaga para constituir el
nuevo reino y bando de Temeste. Y otro tanto tenían que hacer
n los reyes de Icod y de Adeje para separar de los suyos el terri- $
torio que constituiría en el futuro el nuevo reino de Daute. 3
O
Pr~bab!eme~tep,i e n s~y =, que ~ G U Ge!!= hwbic, side dispues-to
ya por el rey Axerax antes de morir y advirtiendo de ello
a los siete hijos ya reinantes. Subrayo que en mi opinión, como
explicaré en su lugar oportuno, esos dos reinos no funciona-ban,
ni como cantones bajo restes ni como reinos, hasta el
mnmentn de instalarse en ellos Ins dos iíltimnr reyesj hijos
menores del gran Axerax.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA DIVISI~N DE TENERIFE EN REINOS 23
CUADRO SINOPTPCO DE LOS NUEVE REYES HIJOS DE AXERAX
Núm. de Años de Comienxo Fecha
orden nacimiento reino muerte Reino
1442 1467 (?) Taoro
1443 1468 Güimar
1444 1469 Anaga
1445 1470 Abona
1446 1471 Tacoronte
1447 1472 Icoden
1448 1473 Adeje
(Hiato: trienio infecundo)
8 1431 1452 1474 Tegueste
9 1432 1453 1475 (?) Daute(7é)
Nombres
Betxemuhya
Acaymo
Aserdet(o)
Atguaxoña
knihagga
Achicanairo
Arbitocazpe(n)
(?)
Acoraimo (?)
Núm. 31 (1985)
UN HALLAZGO SOIZPRENDENTE
La isla de Tenerife estaba dividida en seis cantones o ban-dos
gobernados por sus restes o jefes cantonales hacia 1400.
Y esos jefes cantonales fueron sustituidos por los hijos del
rey único Axerux entre los años 1442 y 1452, al pasar éstos a
ser restes y menceyes, esto es, «reyes» y «jefes cantonales))
a la vez en cad.a uno de esos seis dominios. Luego se crearon
tres cantones mas y los cantones y reinos a la vez fueron en to-tal
nuezie, por lo que hubo que instalar a los tres últimos reyes
y reinos tras la muerte de Axerax, sustituido en Adeje por Arbi-tocaxpe,
al morir su padre en 1448, y se instalaron los dos hijos
menores al llegar a la edad de la pubertad en los años 1432,
el nuevo rey y reino de Tegueste, y en 1453 el nuevo rey y reino
de Daute.
La expresión bandos de paces en la reciente literatura his-tórica
de la conquista de Tenerife por Alonso de Lugo se re-fiere
sólo a los reinos o ((bandos de paces)), que son: Anaga,
Güímar, Abona y Adeje, instalados en la banda sur de Tene-rife,
y no tienen relación directa con el tema aquí estudiado.
Ninguno de nuestros historiadores: Espinosa, Viana, Viera
y Clavijo, NÚñez de la Peña, Bonnet, etc., han reconocido en
Tenerife la existencia de bandos o cantones ni de «jefes canto-
84 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
nalesn de Tenerife, mientras en Gran Canaria consigna Abreu,
como también otras fuentes, que había en la isla, desde tiempo
inmemorial, doce cantones con sus doce jefes cantonales (Abreu
Galindo, 11, 7, pp. 171-172; Torriani, cap. 30, pp. 96 y 98; ANUA-RIO
DE ESTUDIOAST LÁNTICOS, núm. 28, p. 273).
Sólo Torriani y Frutuoso establecen que la monarquía divi-dida
en nueve reyes había existido en Tenerife desde el pobla-miento
de la isla por Juba, noticia que parece equivocada. (To-rriani,
cap, 51, p. 177; Gaspar Frutuoso, ed. Lagunense: Fon-tes,
XIII, pp. 21 y 24).
En una isla pequeiia como Gomerz sabemos que en 1424
tenía LUI rey, Amaluige, «duque o conductor)), al que suceden
cuatro jefes cantonales o «capitanes» afincados en cada uno
de sus cuatro cantones: Ipalan, Hermigua (o Armiguadj, Aga-na
(o Vallehermoso) y Arure (o Valle Gran Rey) (Abreu, 1, ca-pítulo
16, p ~7.8- 81).
Otro tanto ocurre en La Palma, donde Gaspar Frutuoso
conoce cuatro reinos o cantones hacia 1400, y Abreu Galindo
sabe que al ser conquistada por Lugo en 1493-1494 hay ya doce
capitanes o reyes (Gaspar Frutuoso, ed.. cit., p. 29; Abreu Ga-lindo,
111, cap. 3, pp. 266-268).
Del Hierro, como de Eanzarote, no hay indicio alguno de
existencia de divisiones territoriales, ni de jefes múltiples. Pero
de Fuerteventura nos plantea un enigma difícil la supuesta par-tición
en los dos reinos de Ayoze y Guise, o de Jandía y Betan-curia,
como piensan otros. Pslra mí es un enigma que nadie
ha resuelto cumplidamente, y de cuya interpretación no estoy
muy seguro. Quizá se trata de confusiones de noticias diversas
y repartidas en diversas épocas.
Pero debo consignar lo siguiente. Para mí el enigma de
Fuerteventura está en los nombres de Ayoxe (o Ayosej y de
Guise (o Guixe). Este segundo nombre parece el masculino de
Teguise (Lanzarote). Por otra parte, Torriani hace hincapié en
que Fuerteventura estaba gobernada, como también dice Abreu,
por dos mujeres sacerdotisas (recuérdese el caso grancanario
de Atidamana). ¿Eran Ayose y Guise sus {(consortes))o sus «ser-vidores
militares)), por lo que éstos hicieron pasar el primitivo
Núm. 31 (1985) 85
gobierno matriarcal a sus manos, convirtiéndolo en régimen
patriarcal?
Recuérdese la semejanza que este hecho posible tiene con
el episodio arriba citado de Gumidzfe, «jefe cantonal)) de Te-jeda,
con Atidamana, sacerdotisa de Gáldar, residencia única
del Sábor, {(junta de gobierno legislativo)), y motivo del esta-blecimient,~
d el nuevo reino en Gran Canaria.
LOS ((RESTE)) O {(JREZTE)} = ((JEFE CANTONALD DE TENERIFE
Ninguno de nuestros escritores habla de la existencia de o a N cantmes y jefes czfitnfia!~e~n Tefierlfe; y e! p d r e Yspiriosa II~
siquiera conoce la expresión reste (mejor jrexte) que Viana $
n consigna unas siete veces en sus textos guanches, ni dice nada -
=m
O de la existencia de cantones o bandos, ni de jefes cantonales. E
E
Cuando yo encontré esa voz en un estudio sobre la ((Inter- 2 E
pelación de Autindanan no sabía su significación precisa por $
ignorar su etimología guanche-berber; por eso respeté la ver- $
sión de la frase en Sosa y Álvarez Rixo, porque Sedeño, según
Chil, decía ({galán y valiente)), y yo traduje según Sosa, ((algún E
noble ». O
Sólo hace un decenio tropecé con el verbo kabilio Herex,
E herrex, harrex y harx con los sentidos de {{guardar, defender, -
a
amparar, proteger y amuleto». Este verbo sólo aparece regis- n trado en léxicos kabilios como los siguientes:
a) Huyghe: Dictionaire Kabyle, París, 1901, pp. 13 y 168. 3
O
b) Huyghe: Ch.awia (Diccionario), Argel, 1907, pp. 235 y 236.
C) Boulifa: Métode de Langue Kabyle, 1913, p. 425.
d) J. M. Dallet: Dictionaire Kabyle, 1982, p. 340.
Fuera de estos cuatro léxicos no ha hallado el radical reste
o reste o mejor jrexte = ((defensor, amparo)) en ninguno de
los doce léxicos berberes siguientes:
a) Ni en el Diccionario de Foucauld sobre el tuareg, ni en
el Ghat de Nehlil, ni en el Tamacheq de Hanoteau, ni en el Siwa
de Laoust, ni en el Beni-Snous de Destaing.
86 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
b) Tampoco lo encuentro en el Zenaga de Francis Nicolas,
ni el Segrouchen de Destaing, ni en el Rife60 de Esteban Ibá-ñez,
ni en el Sous de Destaing, ni en el habla de los Gmara de
Colin, ni en los Beni Mgild de Biarnay, ni en el Dictiomire
Tamaheq de Cid Kaoui, ni en el Chelja y Tamaxigt del mismo
autor.
Y francamente no sé explicar esa ausencia frente a su cla-ra
vitalidad en el mundo kabilio; pero es un hecho, aunque el
uso del amuleto sea universal en el mundo berber.
Núm. 31 (1985)
LAS VOCES GUANCHES RESTE Y MENCEY
E
Mi estimado colega Cioranescu tocó este espinoso tema,
que quedó muy confuso, en su glosa al Poema de Viana (Via- - 2
na, 11, p. 130, v. 790). E
E
2 Ese breve pasaje de Viana dice así: E
3 «El Reste o el Mencey al rey llamaban
que quier dezir defensa y fuerte amparo.. . » (Viana, p. 38). -
0
m
E
O
Y como ese comentario de Cioranescu no tiene la precisión
n de otras observaciones juiciosas suyas, creo que me está recla-mando
a voces seguridades sobre los tres siguientes particu-lares.
n
n
Primero: Explicación satisfactoria de la voz reste, no dada E
hasta ahora, que aclare su preciso significado, etimología y
va!cmición real, c9me su muenciu. en text~s ^jems 81 pnelu
Viana.
Segundo: Interpretación exacta de la voz mencey, con sus
relaciones conocidas con Achimencey y Achimenchia, así como
con el por mí ignorado menkad, y con el bien conocido en tua-rnn
n-nmrtilrn7 yr ntrar nnnnvinnor n Annanrlnnoioc rin f o l f ~ r
I G U~ ~ ~ L G I L W ~ L WJ , VUAUU ~ V I I ~ A I V I I C ~vU UC-~J~IAC*UAIVILUO, ULAL LUAYUI
precisa, antigua y reciente fonética.
Tercero: El valor exacto de mencey, cuya morfología y fone-tismo
deben explicarse en detalle, así como el de las voces
88 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Achimencep y Quebehi, que Espinosa y Viana conocen y ex-plican
mal, y sus posibles o nulas relaciones con los sentidos
«defensa» y ((amparo)) de Viana. Porque Cioranescu consig-na
floc. cit.) que «la traducción que señala Viana es distinta
de la de Espinosa, Abreu y Torrianin.
El mentado pasaje de Viana, de sólo dos versos endecasí-labos,
por su confusa redacción y mala puntuación, se presta a
muchas dudas y confusiones. Pienso yo que el poeta quiso de-cir,
alterando ligeramente su texto, sólo lo siguiente:
«El Reste, o el Mencey al "rey" llamaban,
pues aquel quier decir "defensa", "amparo ".N
De este modo resulta claro que mencey sólo significa {trey)),
mientras reste vale «defensa» o «defensor», y «amparo», «cus-todia))
o «guarda». Esto es en realidad así, y no como sospecha
Cioranescu, según creo, que todos esos valores se aplicaban a
ambos nombres guanches. Llamo por ello la atención del lec-tor
sobre la frase de Viana, 11, p. 130: ((Mencey, palabra que
citan Espinosa, Abreu y Torriani, pero sin indicar la traduc-ción
que señala Viana.))
Resulta, pues, evidente para mí que rnencey significa solo
((rey)), mientras reste significa ({defensa, defensor, amparo o
guardan.
En confirmación de esa idea mía voy a recoger dos pasajes
de Viana donde el poeta repite la unión de los valores «rey»
y {tdefensor o amparo)) en forma pare cid^. al anterior pasaje.
En el primero pone esas expresiones en boca de Ruimán,
el hijo primogénito de Benchomo, se@n Viana pretendiente
de Guacimara o «la morena)), hija del rey de Anaga Bencharo,
Núm. 31 (1985) 89
quien la había ofrecido como consorte, con su reino, a Tin-guaro,
nombre vianesco en vez del auténtico Achimenchia,
conocido por Torriani, si vencía a las huestes de Alonso de
Lugo en la batalla de &entejo (p. 163).
Xelo aquí:
242. ((Tinguaro es capitán digno de esposa,
él es el rey, pues suya es la privanza.. .
... -.. ... ..- ... . . . ... .,. ... ,.. ... ... ... ...
243. y el defensor se llame de esta tierra.))
En el otro pasaje nuestro poeta vuelve al tema, y pone en
boca del propio Tinguaro (p. 1921, ufano por su victoria en Acen-
D tejo y su satisfacción por ir a encargarse del gobierno del reino
de Anaga casando con la hija del rey: O
480. ((Cumplirá su palabra Beneharo,
gozaré la princesa prometida,
del gran reyno de Anaga seré amparo,
y ,, 6: ,i vo:üit^A
P.-hr.Ar.n:A"
' I L ~ U UUC;UGUU~,
484. todos me llamarán el rep Tinguaro.))
Creo que no deja de ser sorprendente confirmación de lo
antes dicho que resulten aplicadas en estos dos pasajes los mis-mos
dos valores «defensor» y <(amparo» que Viana había em-pleado
en el Canto 1, v. 791, como valores de reste.
Y creo conveniente agregar que en la fórmula juramental
del rey electo en Viana (no en la fórmula de Espinosa de la
jura de los nobles o electores] aparezcan las voces ({custodia,,
y «rey)) traduciendo respectivamente las vcces indígenas reste y
mencey. Y también que, en los vítores a Benchomo, mencey
y reste están traducidos por «rey» y «amparo» (pp. 38 y 71).
Advierto al lector que estos seis significados equivalentes:
((defensa, amparo, guarda, protección, conservación y amuleto))
de la voz guanche reste (o mejor jrexte o h r e ~ t e )s e registran
90 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LA DIVISI~N DE TENERIFE EN REINOS 3 1
también en los léxicos kabilios, luego citados, para los verbos
berex, harex, herrex y harrex y los nombres harx y ahrax,
«amuleto» y «guarda».
Subrayo que la vocal final del guanche reste (mejor rexte y
jrezte) es paragoge hispana para sostener la doble consonante
final, impropia del uso español, y sostener el sufijo -t singula-tivo
y expresivo, usual en guanche y berber, como expliqué en
mis Inscripciones Ubicas de Canarias, núm. 69, pp. 87-88. Com-párese
el Iíbico agellidet frente al usual agellid, y minkedit fren-te
a minked y méncey.
Hace sólo un decenio que casualmente tropecé con el radi-cal
herex, harex ..., antes citad.0, que me deparó el Dictionuire
Kabyle de G. Huyghe, ed. 1901, que luego volví a encontrar
ezi el Dicttomire CF~iiwiu.U e: micmu ~ ü t u r ,e d. 1907, p. 243, y
por Úitimo de nuevo otro diccionario kabilio, el de Boulifa,
edición 1913, p. 425, también recogía las mismas formas. Ya
recientemente vi que el Dictionaire Kabyle-Francais de J. M. Dal-let,
ed. 1982, también recogía la documentación de ese radical
horor onn i i i d n f i ~ n cx r c ~ln rnc
2 ""S "W " U * & & U " L A " A " U W " U*"L.,,J.
Pero ahora viene la sorpresa. Ese radical tan abundante-mente
documentado en el grupo de los dialectos kabilios de la
zona de Argelia no aparece en los léxicos de otros dialectos ber-beres,
no kabilios. Falta en el excelente Dictionaire Touareg de
Foucauld, y también en el Ghat de Nehlil, y en los l6xicos de
Basset sobre el Beni-Mxab. No aparece registrado en el Beni
Snous de Destaing, ni en su estudio sobre el Segruchen. Falta
también en el Rifeño de Esteban Ibáñez, y en el estudio de La
Langue de Mauritanie por Francis Nicolas, y en el Tamacheq
de Hanoteau. No lo recoge ni el Rifeño de Justinard, ni el Gha-damés
estudiado por Lanfry, corno tampoco los estudios de
Laoust sobre e1 Siwa, el Ntifa. el Xous y su excelente libro
Mots et Choses Berbkres. Por último, tampoco lo registran ni
el Ghadamés de Motylinsky, ni el Chelja de Stumme, y creo
que aún queda alguno más. En total falta en más de dieciséis
lenguas.
En ninguno de esa larga lista de léxicos y gramáticas dia-lectales
berberes he encontrado, salvo error, ese radical herex
y ese nombre reste o jrexte que conservaron los dos dialectos
Núm. 31 (1985) 91
de Canarias: Tenerife y Gran Canaria*, con su valor
de ((guarda, defensa, amparo)), con quien sólo están conformes
los dialectos kabilios.
LA VOZ ((RESTE)) EN CANARIAS
Yo me topé con la expresión reste, o mejor jrexte, por pri-mera
vez al escribir sobre «La Interpelación de Autindanan
inserta en el Homenaje a Simón Benitex Padilla, publicado en
EL Museo Canario (niárn. 73-74, año 1960, pp. 43-54). Entonces
aún no había dado yo con la etimología de reste que antes
quedó explicada y sólo lo logré hace un decenio. Por ese mo-tivo
yo traduje entonces la fórmula de la interpelación: Ha ur
het hrest uutindanu?!, cuyo valor es exactamente: «¿No serás
tú el defensor Autindana?!)), escribiendo con error: «¿Acaso
eres tu el noble Autindana?)). Me fié entonces en la versión
reste por (tnoble)) de la errónea versión de esa frase en el tex-to
del padre Sosa.
Hoy sé que reste (o mejor hrexte) no significa «noble», y
que la construcción gramatical de la frase no es una oracijn
interrogativa, sino una negativa de futuro, formada con par-tícula
ar o ha, y la partícula negativa berber y guanche ur, ul, u,
como enseñan los berberistas Émile Laoust y André Basset
(Marocain, pp. 65 y 67).
Don Pedro Agustín del Castillo, siempre sorprendente, en
su Descripción, ed. de la Biblioteca Isleña (1848, pp. 134 y 136),
recoge expresiones como las siguientes relativas a la isla de
Gran Canaria: «el faya, reste o mencey de aquella parte)), y
((acordaron nombrar con títulos de restes o menseyesn, etc.
Son éstas falsas noticias o puras fantasías del historiador
Castillo, interesado, no sé por qué motivo o propósito, en acu-mular
todos los títulos o referencias indígenas en sus noticias
grancanarias. Allí no estuvo en uso, ni hay referencia precisa,
de que conocieran loisnfJ ígerias de Gran Canaria F. "oz ,ijzencey,
ni la voz Tamonente de Fuerteventura. En cambio, sí son gran-canarias
las voces gayre, faya o fciyak y faican, así como reste,
ésta sólo registrada en la interpelación de Autindana.
92 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
Hay, pues, que declarar Infundado el aserto de Castillo de la
existencia en Gran Canaria del título mencey, exclusivo de Te-nerife,
y derivado directo del título registrado en las Inscrip-ciones
Libicas de Thugga como ménkediy y en el púnico minkd
en la Inscripción del Templo de Augusto en Leptis Magna.
Núm. 31 (1985)
DOS INTERROGANTES NI BIEN PLANTEADOS
NI BIEN RESUELTOS
Ninguno de nuestros historiadores, según creo, ha intenta-do
resolver estos dos part,iculares, ni siquiera los han plantea-do
en sus estudios. Intento por ello hallar una salida oportuna
a los enigmas que estas noticias plantean.
¿POR QCÉ SE INSTALÓ EL REINO ÚNICO EN ADEJE Y NO EN TAORO,
CVYA PREEMINENCIA EXALTA ESPINOSA?
Según el propio fray Alonso de Espinosa, fuente de esta
noticia, Taoro reunía en el siglo xv, de la partición de la isla en
nueve reinos, mejores condiciones para corte y mayor número
de gente que cualquiera de los otros cantones o distritos. Por
ello dice Espinosa (lib. 1, cap. 8, p. 41): ((sobre todos y a quien
A, . dos COI~UC~ZLI süperiolidad, era el rzy de Taoro, qüe tenia seis
mil hombres de pelean. Ya aquí hay un error: debe decir ((seis
mil habitantes)), que suponen sólo «dos mil guerreros». Esta
cifra está nuevamente asegurada por Espinosa en datos con-temporáneos
cuando dice (lib. 111, cap. 12, p. 1251, con refe-renviu.
a! añe 1591: «e= e s t ~Id 2 habrá de peleur siete mil y
más hombres», lo que supone más de veintiún mil habitantes,
cifra muy exacta en tal fecha.
Y Espinosa vuelve a repetir análoga noticia en el lib. 11, ca-
94 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
pítulo 6.0, p. 58, al consignar: {(al rey de Taoro ... que c:omo más
poderoso y de mayor y mejor término ... tenía casi sujetos y
avasallados a los demás Reyes)).
Mi solución a este enigma es la siguiente. Se instaló el pri-mer
reino único en Adeje desde que allí desembarcó el contin-gente
poblador de Tenerife enviado por Juba 11 de Mauritania
en el siglo I a. C., año 24 y antes del año 20 d. C., segm aparece
claro por el relato del texto de Pl i~ioe l Naturalista (Nat. Hist.,
libro VI, núms. 203-2051. Los navíos de Juba 11 vienen de las
Purpurarias (Lanzarote y F'uerteventura) hasta Palma y Go-mera
(las Iunonias), siguen luego a Capraria (Hierro) y luego
a Nivaria (Tenerife). Por último pa.san a Canaria (de donde lle-van
dos perros a Juba); aquellos navíos regresaron a la costa
africaiia de Mü u ~ i i - u r ~ 1duo nde dan cuenta de su misión. Habían
dejado pobladas, al menos parcialmente, las siete islas con dis-tintos
contingentes pobladores, según la capacidad de cada isla,
y los recursos materiales con que pudieron contar.
Pero observe el lector que el viaje impone la noticia de que
el contingeiite pubiador de Teneriie entró por ei sector cle
Adeje, donde tuvo su primer emplazamiento: el jefe político
de ese grupo fue el primer rey de Nivaria = Tenerife. Y sus
sucesores hasta Axerax son «la serie de sucesores)) de que ha-bla
Viera (Noticias, 11, c. 23).
Resulta evidente que ese único y primer contingente pobla-dor
de la isla de Tenerife se asentó con sus jefes familiares
y políticos, cabezas de familias y jefes cantonales y los miem-bros
de familia y clanes, agrupados y reunidos sólo en lo que
luego fue el reino único de Adeje.
A los pocos años ei aumento cie ia poblacion y las necesi-dades
vitales, por el aumento de población, les obligaron a des-plazarse
por la isla y poblar otras zonas que constituyeron los
otros cantones insulares.
Número de cantones. Según creo fueron seis hasta 1400,
cuando ya se avecina ia reforma politica territorial de Teneri-fe,
realizada según pienso por decisión personal del último rey
único de la isla, Axerm = ((El Grande)), mal llamado Tinerfe
por Viana y sus seguidores.
Núm. 31 (1985) 95
He dicho que la isla de Tenerife estuvo conformada por sólo
seis cantones o bandos hasta 1400, sin que haya posibilidad de
fijar la data de erección de cada uno de ellos.
Éstos son: l.", Adeje, cantón y reino desde el poblamieilto
por Juba, punto estudiado aparte; 2.0, Taoro, cantón hasta 1441;
3.O, Güímar o Igojmad, cantón hasta 1443; 4.O, Anaga, cantón
hasta 1444; 5.0, Abona, cantón hasta 1445; 6.0, Tacoronte, can-tón
hasta 1446.
Luego, y por decisión personal del rey Axerax, se erigen los
tres cantones y reinos siguientes: Icode o Icoden, núm. '7, eri-gido
como cantón y reino antes de la muerte de Axerax en 1448,
y los dos cantones-reinos de Tegueste, núm. 8, y Daute, núm. 9.
que se estuvieron instalando como cantones nuevos hasta 1452 ;
y 1453, er, yue per decisión precedente de Axer~x y2 müert=, e
y conocida por sus hijos los otros reyes, se instalan como reyes
de estos dos últimos reinos los dos hijos menores de Axerax,
según el propósito iniciado por este rey desde 1442. EE
2
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA CRONOLWÍA ES LA CLAVE
El padre Espinosa (lib. 11, cap. 2.", p. 51) se refiere repetida-mente
al año 1400 de nuestra redención, vinculando a esa fecha
tanto la llegada de la imagen de Candelaria a Tenerife como el
reinado del último rey de Adeje y la presencia del rey Acaymo
en la isla, conjunto de noticias que hacen improbable, y aun im-posible,
tal coincidencia de sucesos.
Lo mismo dicen, por seguir sus sugerencias, tanto Viana
(Canto 1, p. 41, VV. 900-902) como Viera y Clavijo (Noticias, li-bro
11, cap. 231.
Por ello IYúñez de la Peña se vio obligado a anticipar cin-cuenta
años: a 1330, esa partición del reino Único, para dejar
tiempo holgado para los episodios correspondientes. Sólo Abreu
Galindo (lib. 111, ca.p. 11, p. 292) sugirió que ((pocos años antes))
de la conquista se dividió Tenerife en nueve reinos.
Mas todas estas ideas son difusas y poco precisas, y es pre-ciso
fijar las fechas necesarias para establecer una sólida crono-logía
de la partición, que voy a fijar seguidamente.
LA NOTICIA DE DIOGOG OMES
Es el primer dato cronológico preciso. Pues Diogo Gomes
asegura (estudio de B. Bonnet, Revista de Historia, núm. 51-52,
año 1940, p. 98) que al llegar a Tenerife (año de 1444) encontró
Núm. 31 (1985) 97
allí {(tres reyes)). No dice ni cómo se llamaban ni dónde reinaban
o tenían su corte, aunque en el pasaje se refiere a la Orota-va
= ar -autabl¿il = ((lugar de la abundancia)) o «tierra buena
y fértil)), según reza el texto latino de Diogo, al pie de ((un alto
monte de piedra pómez)) = ((volcán)).E l texto de Diogo no habla
ni de Adeje ni de Güímar, pero resulta evidente que los tres re-yes
habían de reinar en los tres reinos o cantones aludidos:
Adeje, Taoro y Güírnar.
Una hipótesis de trabajo sería consignar que cada uno de
esos tres reinos precisó un año para establecerse, mientras re-sultaría
sorprendente que los tres se hubiesen erigido en un
mismo año. Ello nos permite afirmar que el reino de Adeje
(erigido como explico en el capítulo dedicado a Axerax, mal lla-mado
Tinerfe por Viana, rey único de Adeje) desde 1421 con-tinuó
en esa situación hasta 1441, y que los dos reinos de Taoro
y de Güírnar se erigieron respect.ivamente en los años 1442 y 1443
para que Diogo al abordar la isla de Tenerife en 1444 hallase ins-talados
a los tres reyes.
Porque evidentemente la cifra dada por Diogo reclama que
los seis reinos restantes se instalasen en años subsiguientes.
En el estudio de Serra Ráfols sobre Los portugueses en Ca-narias
(La Laguna, 19411, con el texto de la crónica de Gomes
Eannes de Azurara (p. 67) leemos que «son ocho y aun nueve
bandos y en cada uno tienen un rey». Esta noticia corresponde,
según el esti dio de Serra (p. 57) al 23 de febrero de 1453, fecha
en que AZurdra presenta el texto de su crónica al rey de Por-tugal.
Lo que nos indica que en 1452 se había instalado el reino
de Tegueste, y en 1453 se instaló el último reino de Daute, que
son los dos últimos reinos citados en el Acta del Bufadero.
Porque si bien el conjunto de la crónica termina según Serra
en 1448, su redacción le fue encargada en 1452 y presentada
sólo en 1453.
98 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLBNTICOS
LA DIVISI~N DE TENERIFZ EN REINOS 39
El navegante italiano al servicio de Portugal Aloysio da Ca-damosto
(ed. Ramusio, 1837, p. 179) dice que en Tenerife hubo
mueve señores llamados duques)). Cadamosto llega a Canarias
en 1454, lo que hizo pensar a nuestros historiadores que la erec-ción
del último reino de Tenerife había ocurrido ese año 1454,
y no en 1453, como acabamos de leer en el cronista portugués
Azurara.
Y tenge qiie ce:iuign¿tr mi c?iscrepanzia con 1% tesis de SaWi-no
Berthelot que comparten algunos colegas sobre la depen-dencia
del texto de Azurara respecto del de Cadamosto. Su acep-tación
por varios de nuestros historiadores obedece al prestigio
de Berthelot más que a razones directas. Contra esa tesis milita
la cronolngfa apontsds en e! p8rrzfc precedente sehre e! tete
de Azurara. Porque el texto de Azurara no estaba terminado
en 1448, como venía diciéndose antes que Serra descubriese la
fecha de 23 de febrero de 1453. Y Cadamosto, como piensa su
editor Rinaldo Caddeo (p. 1651, redactó su crónica después
de 1463, diez años más tarde que lo hiciera el redactor de la de
Azurara.
Núm. 31 (1985)
LA LUCHA CANARIA EN EL POEMA DE VIANA
El doctor Cioranescu no giosó íeri Viana, IP, Canto IV, ver=-
sos 493-560, pp. 101-103) las noticias de Viana relativas a la
lucha canaria, verdadero deporte indígena de nuestras islas.
No sé si es porque él no comparte la opinión de Serra Ráfols
y otros escritores de Canarias sobre e3 carácter aborigen de la
iucha canaria o por otra razdn.
En todo caso en el citado episodio figuran tres nombres
indígenas muy interesantes por su fácil explicación junto a
otros de menor interés a mi juicio. Y, por otra parte, conviene
recoger los datos que puedan coadyuvar a sentar como descu-brimiento
sólidamente comprobado el carácter indígena de la
lucha canaria.
LOS TRES NOMBRES PERSONALES
1. Ancor= «grande» es el nombre de un capitán de Bencho-rno
de carácter y forma típicamente guarache-berber, a lo que
se no estudiado aún. mes la cita y el intento de W~lfel, Mo-numenta,
núm. U, 342, ni merece citarse.
Ancor o u - - -;; " ---- "---1 ",.-,. ,,Lyur Lierid I~;LLL~.L I J ~ S C mdi~a: y,, e! nombre Aco-
16n O Amqor¿2n, «Dios» o ({El Grande)), y amgar (pl. usual gay-res),
derivados del verbo tuareg meger, meqqw y emqor y
amqoY. (Cf. Foucauld, p. 1235: zmkar, amgar 3 amekkar; Des-
100 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
taing, Sous, p. 145: imqqor, imgur, emger; Nehlil, Ghat, p. 165:
meqqer, imaqkr, ameqqur; Destaing, Beni Snous, p. 156: ameq-qr&
n, amgar.)
2. Rucadén y Caluca. Son nombres dados por Viana a dos
protagonistas del episodio de la lucha canaria inserta por Via-na
en el Canto IV, VV. 493-560, en su primera parte VV. 502 a 537.
Explico el nombre Caluca a pesar de SU aspecto poco guan-che
por Kalukad, del verbo tuareg keluked (Foucauld, pp. 792-
793), que significa ((bambolearse?>o «moverse a uno y otro
ladon, cosa frecuente entre grandes luchadores obesos o de
grande y gruesa contextura corporal.
Para Boucadén, en cambio, no hallo solución probable, salvo
que haya error de Viana escribiendo Rucadén por error de Ru-res-
uita expiicalDle -por (FciucxG:d, p. 1628),
«ser d&biá»c, uyo derivado participial arukamen vale «débil, fla-co,
frágil)).
De otros nombres personales de ese pasaje de Viana nada
hay que decir, pues Godeto, Arico entran en el montón de nom-hrnc
de kgar cmvertidcs por TIiam en no=bres prvpies.
Yo comparto totalmente la opini6n de Serra Ráfols expuesta
en su prólogo al Tratado técnico de la Lucha canaria de don
Juan Jerónimo Pérez (autor tambi6n de otros tratados sobre
luchas: canaria, grecorromana y libre), edición 1960, donde de-fiende
ese carácter autóctono e indigena de nuestra lucha.
A las razones allí expuestas por Serra Rtifols debo de aña-dir
aquí otras dos.
La primera de orden lingüístico, el dato de Charles Fou-cauld
que cité al hablar del nombre Pelinsr, derivado de tbelli-nut,
nombre deverbativo «luchador», derivado del verbo tuareg
bellen, «luchar», en el sentido de «cogerse cuerpo a cuerpo dos
personas buscando niutuamente tirarse al suelo por una causa
cualquiera, por querella o por juego)). Es traducción literal del
Bictiomire de Foucauld, pp. 63-64. Además del léxico citado de
Foucauld hallo ese verbo en el Diccionario de Nehlil sobre el
Núm. 31 (1985) 101
G h t , pp. 174-175: bellen se describe duchar, cogerse cuerpo
a cuerpo con alguno para tirarlo a tierra)), sin más; y tabellant
se traduce por ((lucha cuerpo a cuerpo)).
Pero es sorprendente que falte este verbo en los demás dic-cionarios
berberes que tengo a mano.
Advierto finalmente que en muchos diccionarios berberes
aparecen otros verbos con matices diferentes de lucha, como:
pelea, riña, agarrarse, atacarse, agredir, empleando en estos
casos verbos como abex, {(agarrar))e n tuareg y en Beni Snous:
menga, «herir» en Rifeño, y tillih o tillah en el Sous (Desta-ing,
p. 174). Por lo que estos verbos no explican «luchar», sino
((pelear)),d os matices bien distintos.
La segunda de las referencias que quería consignar es la si-guiente:
Viana recoge en su Poema (Canto IV) con el episodio
festivo de la «luchan una serie de expresiones, vivas aún en este
deporte insular, que confirman mi tesis de un tipo de lucha
diverso de la grecorromana o de la lucha libre.
Tales son las siguientes: ducha)), {(mantenedor)), ((jueces)),
«terreno», «envión», «cargo», ((zancadilla)), ({afirmar los pies)),
«andar a vueltas)), «corcovas», «levantada», {(caer sin ventaja)),
etcétera. Cito a continuación los versos del Canto IV de Viana,
donde esas expresiones están: VV. 493, 508, 509, 515, 519. 544,
546, 552, etc.. .
Tal vez sorprenda al lector acudir a argumentos lingüísticos
para probar la autenticidad del indigenismo de la lucha cana-ria,
pero la terminología es un dato 1ingÜíst.ico. Y la noticia de1
padre Foucauld es un dato SORPREKDENTE.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
SEGUNDA PARTE
LOS NOMBRES PERSONALES DE LOS REYES GUANCHES
LA CRONOLOGÍA DE LOS REYES GUANCHES
DE TENERIFE
Cada uno de los historiadores que han tratado de las listas
de los reyes manches de Tenerife han dado un orden y una
cronología distintos en las dos listas conocidas de esos reyes.
Porque el Acta del Bufadero (reyes que gobiernan de 1442
a 1464) sigue en su texto original rigurosamente el orden de
primogenitura, empezando por el rey de Taoro (primogénito)
hasta acabar con los reyes de Tegueste y Daute, que son los de
menor edad entre los nueve hermanos. Así el Acta Original
de Fernando de Párraga ios coioca así: i . O , Taoro; 2.0, Güímar;
3.0, Anaga; 4.0, Abona; 5.0, Tacoronte; 6.07 Icode; 7.07 Adeje;
8.0, Tegueste; 9.0, Daute.
Pero en sus estudios respectivos cada uno de nuestros his-toriadores
ha seguido orden distinto, equivocando puntos de
gran interés aeaucibies ciei acta.
Pues el padre Espinosa (p. 88) consigna esta lista: l.", Tao-ro;
2.", Güímar; 3.O, Anaga; 4.07 Abona; 5.0, Tacoronte; 6." Te-gueste;
7P, Icode; 8.", Adeje; 9.07 Daute.
Núm. 31 (1985) 103
Mientras Viera y Clavijo, con Núñez de la Peña (11, 231, re-firiéndose
a esta misma, Acta, establecen esta otra lista: l?, Tao-ro;
22, Güímar; 3.0, Abona; 4.0, Adeje: 52, Daute; 6.0, Icode;
7.O, Tacoronte; 8.O, Tegueste; 9.O,
Por otra parte, en la lista de Antonio de Viana (reyes que
gobiernan de 1467 a 1496) nuestro poeta sigue un orden geográ-fico
arbitrario. Empieza por el rey de Anaga, Bencharo, sito
en el vértice nororiental de la isla de Tenerife, y tras citar los
reyes de Güímar, Tacoronte, Taoro, Icod, Dsute y Abona, por
este orden, termina con los de Pelinor d.e Adeje al suroeste y
con Guantacara de Teno (o Daute) al NW.
Advierto que este curioso orden geográfico caprichoso de
Viana se repite curiosamente en el Mapa de Tenerije, que Bon-net,
con error, llamó ((grabado antiguo)). Porque ese mapa, con
los supuestos retratos de todos los reyes guanches, están in-sertos
en la Historia Ilustrada de A. J . Eenátez (pp. 426-4321,
impresa en 1916. Y según pienso son obra del dibujante o gra-bador
de esa Historia o del asiduo colaborador de la misma
Miguel Maffiote La Roche, según dije en Rez;ista de Historia
(1968, p. 177), o del propio don Anselmo J. Benítez.
CUADRO SINÓPTICO DE LOS REYES GUANCHES
DL: LA ISLA DE TENERIFE
PRIMERADI NASTÍA: LOS reyes del Acta del Bufadero
Reinan de 1442/1467-1475
Núm. de
orden Reinos
1 Taoro
2 Güímar
3 Anaga
4 Abona
5 Tacoronte
6 Icoden
7 Adeje
Nombres Nacen
Betzenuhya 1421
Acaymo 1422
Serdeto 1423
Atguaxoña 1424
Anihagga 1425
Achicanñyro 1426
Arbitocazpen 1427
Inician
reinad o
Trienio infecundo: 1428-1430.
8 Tegueste (LTegueste?) 1431 1432 1474
9 Daute(n) Acoraimo? 1432 1453 1475
104 ANUARIO DE ESTUDIOS BTLÁNTICOS
EL TRIENIO INFECUNDO
El curioso lector me preguntará de seguro: ¿y qué quiere
decir eso del trienio infecundo?
Pues voy a contestar: simplemente que la reina (¿cómo se
llamaría?), esposa de Axerax, el rey único de Tenerife en Adeje,
no tuvo más hijos varones durante esos tres años, 1428-1430,
y por tanto no había quien ocupara el trono entre 1449-1451.
Confieso al lector que la sorpresa me retuvo muchos días
dándole vueltas a este problema, que me había sorprendido por
lo inesperado.
Las hipótesis en que pensé fueron tres:
1." Pudieron los tres hijos morir a! nacer.
2." Pudieron los tres hijos nacidos morir en 1448 en acci-dente
luchando junto a su padre, que murió en 1448, quizá en
lucha con los portugueses, asiduos atacantes de la isla. Así lo
dice Bonnet en su estudio de Diogo Gomes citado (p. 94 de
Revista de Historia, núm. 51-52, año 1940).
3." Por fin surgió la solución más probable: nacieron en
ese trienio tres hijas (y ningún vaxón), volviendo éstos a apa-recer
al cumplir los veintiún años para lograr la soberanía
politica en los años 1452 y 1433.
A pesar de creer como mas segura esta hipótesis, no quise
cambiar la etiqueta inicial d.el sorprendente hallazgo.
Una pauta cronológica
Los guanches de Tenerife, como los herberes, emplean unas
ciertas reglas cronológicas para su vida política. Para este es-tudio
sólo voy a citar dos: la regla de pubertad para el matri-monio
y la regla de acceso a la soberanía política.
Lo que la historia de Gran Canaria llama las harimaguadas
(del tuareg amaw.: Foucauld, p. 1464) designa las mujeres
o doncellas casaderas que han llegado a la pubertad y van a
acceder al matrimonio.
Los pueblos guanches y algunos berberes fijan la pubertad
para las mujeres a los quince años, y para los hombres a los
veinte años; pero los tuaregs Ahaggar concretamente la retra-san
a los veinte y veinticinco años respectivamente. Y los
hombres acceden a la soberanía política también a los vein-tiún
años, aunque ciertas t,ribus la retrasan hasta los veinticin-co
alios (ANUARIOD E ESTUDIOAST LANTICOS, núm. 28, pp. 294-297).
Sigo en este estudio la primera pauta: pubertad masculina
a los veinte años y acceso a la soberanía política a los veintiún
años. Este acceso a la soberanía política vale tanto para los
reyes como para el jefe cantonal o gayre = amgar, así como
para el capitán elegido en caso de guerra.
La partición en nueve reinos
La división de Tenerife en nueve reinos o la instalación en
ella d.e sus nueve reyes no pudo realizarse en un corto período
de tiempo, por ejemplo uno o tres años. Y ello por tres motivos
o razones que paso a detallar.
La primera porque la noticia de los nueve reinos nos fue
suministrada por dos navegantes al servicio de Portugal. El
primero, Diogo Gomes, llega a Tenerife en 1444 y dice que tiene
tres reyes, sin decir en qué poblaciones están, ni cómo se lla-man.
Pero nosotros sabemos por el Acta del Bufadero que los
tres reinos son Adeje, Taoro y Güímar. De sus nombres hablo
en otro lugar.
Azurara y Cadamosto nos dlcen luego que en 1432-1483 ya
hay en Tenerife «ocho y aun nueve reinos» o que «hay nueve
reyes)).
Tales datos indican sin duda posible que la partición de Te-nerife
en nueve reinos se hizo entre 1442 y 1433: un lapso de
nueve a once afius.
La segunda razón es porque, siendo los hijos de Axerax hi-jos
de una misma pareja, el rey último Axerax y su esposa, la
gestación o procreación de cada uno de esos nueve reyes im-
106 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
plica un año de tiempo para cada hijo, diez meses lunares de
veintiocho días y medio para el embslrazo, más la cuarentena
natural entre cada dos partos.
Y queda una tercera razón que me sugirió la noticia de
Espinosa (p. 33) sobre la instalación del reino de Icode. Porque
alla fueron sesenta personas (quizg treinta parejas, o veinte pa-rejas
con un hijo pequeño cada una) que, para instalarse, tu-vieron
que buscar cuevas y adecuarlas como viviendas, orga-nizar
los establos para sus ganados, realizar la siembra y
recogida de la primera cosecha y la alimentación y cría de sus
ganados. Y esto implica varios meses de trabajo en el primer
año de instalación de cada reino.
Todo esto me permitió fijar en el cuadro sinóptico dos lis-
L- - ras de fechas seguras: i.", is fecha en que empiezan a reinar,
de 1442 a 1453; 2.", la fecha de su nacimiento, veintiún años
antes para cada uno de la fecha en que comenzó a reinar.
Y para la tercera columna una fecha probable, salvo caso de
muerte accidental, para el momento en que estos reyes dan
pauc cU! reinadu de los reyes de la szwMa diiiactia: Esta de
Viana.
CUADRO SINÓPTICO
SEGUNDDIAN ASTÍAL: OS reyes guanches de Tenerife de la lista de Viana
Reinan desde 1468? hasta 1496
Núm. de
orden Reinos Nombres Nacen
Taoro
Güimar
fAi"r.---i aaa.
Abona
Tacoronte
Icoden
Adeje
Temeste
Daute
Benchorno
Añaterve
D,.--L---
ucuuIa1 U
Adxofia
Acaimo D-Aniaga
Belicaá
Pelinor
(~Tegueste?)
(Guantacárad?)
Reinado
1468-1495
1469-1496
i47U-i4YB
1471-1496
1472-1496
1473-1496
1474-1496
1475-1496
1476?-1496
Mueren
1493
Núm. 31 (19851
SEG'JNDA LISTA DE REYES GUANCHES DE TENEEZIFE.
SU CLAVE CRONOLOGICA
Pienso que en este estudio completo de los nombres y cro-nología
de los reyes guanches de Tezerife es obligado seguir
un mismo orden cronclógico para ambas series dinásticas:
el del Acta del Bufadero, que cuenta con una base crítica mas
segura, y üza más precisz vro~degia.
Y así lo hago en los «cuadros sinópticos» adjuntos. Por-que
resulta evidente que e11 la primera lista el primero de los
hermanos que se instaló en un reino de la isla y se casó hubo
de engendrar también el pri-mero de los hjjcs d, e esos nueve
reyes años antes de que el último de !os reyes sus hermanos
se instalar2 como rey y p3~diei.a engendrar el suyo.
Y lo mismo debió de ocurrir con la segunda lista, para la
que contamos con una menos precisa cronología. Pues siendo
los nueve reyes de la segunda lista p-imos hermanos, como
hijos de hermanos. los reyes de la primera lista, los primeros
primos hermanos instalados como reyes desde 1470 debieron
de ser más viejos qxe los dos últimos primos suyos instalados
en sus tronos después de esos otros prjmos hermanos ys, reyes.
UNA DIFICCLTAD
No podemos señalar a priori qué espacio de tiempo media
entre cad-a uno de los nueve reyes de esta lista y el anterior
108 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
o el siguiente de ella. Porque en la primera serie dinástica el
lapso de tiempo entre dos hermanos era un mínimo de un año,
por ser todos ellos hijos de unos mismos padres.
Pero en esta segunda lista cada dos reyes de ella pudie-ron
haber nacido, y posteriormente accedido al trono, con una
diferencia de pocos días o de varios años por ser hijos de dis-tintas
parejas.
Sólo cabe obtener algún resultado práctico en el caso par-ticular
de dos de esos reyes. Primero en el caso del rey Ben-chomo
de Taoro, cronol6gicamente el primero de mi lista, aun-que
Viana lo coloca en cuarto lugar en el. Canto 1 de su Poema.
Y segundo, con el rey Pelinor de Adeje, séptimo de la lista, se-guido
de sus dos primos hermanos más pequeños, los reyes
de Tegueste y Daute, que tzmbién colocó Viana dispersos en los
lugares sexto y alltim~d e su lista, cambiando por Teno el reino
de Tegueste, que él suprimió.
EL CASO DE BEMCOHM O
Él murió en la batalla de La Laguna, en la Cruz de Piedra,
el año 1493; aunque Espinosa y 'Jictna cubran de dudas y tinie-blas
ese hecho, nos aseguran su reinado hasta ese año. Y las
datas nos dicen que su hijo y sucesor, Ventore, se derriscó vo-luntariamente,
tal vez para huir del cautiverio, según yo pien-so,
tras la operación del Borgoñ6n y Alonso de Lugo en el ve-rano
y otoño de 1496. - - --- .. - - .. .-- - - r - .-- L: __ : rtmgu que c x r l u r l l e aquí a UL~LL bula IIULIGY~ de Viama que
debo aclarar: (<Los treinta años de guerra de Benchomo con
Bencharo de Anaga y Acaymo de Tacoronte)). He aquí su texto:
«Bien sabéis que (h)a treinta afios que sustento
con sangre mía y ia de mis vasaiios,
las bravas guerras de furor violento
contra aquestos, pensando sujetailos,
porque gozé a Hañagua en casamiento,
Núm. 31 (1985)
;U.4N ÁLVAREZ DELGADO
435. que fue bastante causa de agraviallos,
que cada uno dellos pretendía
casar con ella, pero al fin fue mía.))
(Viana, 111, p. 78)
Esta noticia de Viana, a mi ver, no es como la calificó Cio-ranescu
en su glosa a este pasaje, una {(invención novelesca))
del poeta, sino un error de cálculo. El poeta parte, a mi ver,
de la fecha del Acta del Bufadero, año 1464, única data que él
conoce de la historia de los reyes guanches de Tenerife y que
consigna en el Canto 11 de su Poema. Al llegar Alonso de Lugo
a Tenerife en 1494, a Viana le es difícil pensar que hace treinta
años que su héroe Benchomo está reinando, tanto mas que
esa fecha ofrecida por Viana está muy aproximada, porque
efectivamente Benchomo empezó a reinar, como tiene el lector
en el cuadro sinóptico que ofrezco de los reyes guanches de la
segunda dinastía, en 1467-1468.
Resulta así que el error del poeta no es grande, ni fantás-tico
su cálculo, ni poco fundado; pero sí erróneo, porque la ele-vación
al trono de Benchomo no tiene relación alguna con el
Acta del Bufadero, única fecha histórica que Viana conoce y
maneja. Pero lo mismo hicieron con ella otros historiadores,
que, despreciando el Acta, tan vituperada injustamente, la uti-lizaron
a su capricho.
He considerado necesario aclarar este enojoso particular,
porque priva entre nuestros eruditos la opinión errónea de que
la sucesión entre Betzenuhya, su padre, y su hijo Benchomo
está en el punto cronológico, año 1464, que separa precisa-mente
ambas listas regias, la de Espinosa y la de Viana. Y esto
no es exacto y preciso, aunque sí sea una fecha próxima.
LOS CINCO REYES SIGUIENTES
Mi documentación no me ofrece indicio alguno que permita
fijar con precisión el acceso al trono por la muerte de sus pa-dres
de esos cinco reyes, que yo coloco en el mismo orden del
110 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA DIVISI~N DE TENERIFE EN REINOS 51
Acta del Bdadero, distinto del de Viana. Mi razonamiento es
que no hay prueba alguna de que uno u otro orden sea exacto.
Pero si no hubo accidente especial parece más razonable supo-ner
que el padre más viejo había de engendrar a su hijo pri-mero
que el padre más joven. Mas siempre quedará la duda
de que por accidente bélico o de muerte natural un rey haya ac-cedido
al trono antes que su primo hermano, pero ese miste-rio
no podemos decidirlo sin información precisa, que no po-seemos.
Por ello coloco en el cuadro sinóptico la cronología de esos
cinco reyes de la dinastía segunda o de Viana así:
Xum. de
orden Reino Nombre Nace Reina Muere
2 Giiímar Añaterve 1444 1469-1496 1498?
3 Anaga Bencharo 1445 1470-1496 1502
4 Abona Adxoña 1446 1471-1496 1497?
5 Tacoronte Acaymo d-Aniaga 1447 1472-1496 1497?
6 Icode Belicad 1448 1473-1496 1497?
NOTA: La interrogación en la última columna indica falta de datos o
noticias acerca de su muerte entre 1496 y su falta efectiva de noticias
posteriores a su marcha a Almazán. Sólo conocemos bien ese dato para
Fernando de Anaga, hijo de Bencharo; Benchomo de Taoro y Pelinor de
Adeje.
EL CASO DE PELINODRE ADEJE
Este rey sucede en el trono a su padre, Arbitocaxpe, inclui-do
en la lista de Espinosa, quien a su vez empezó a reinar
en 1448, segíri~ iiuu consta por A&, del Bufadero y ia lista
cronológica de esos reyes.
Por consiguiente, Pelinor (o Diego de Adeje de las datas) no
pudo empezar a reinar hasta 1470, seis años después de la fecha
del Acta del Bufadero, cuando alcanzó los veintiún años de
edad io más pronto. Su reinado, por tanto, tuvo que alcanzar
de 1470, cuando él cumple los veintiún años de edad, hasta 1496,
fecha de la marcha de los reyes a Almazán, en cuyo viaje Peli-nor
no los acompaña. ¿Por qué?
Núm. 31 (1985) 111
Pelinor se quedó en Tenerife no sabemos por qué; pero de-bemos
de pensar que al obtener datas no fue cautivado como
enemigo, sino recompensado por sus servicios. Y personal-mente
sospecho que tras la victoria de Alonso de Lugo en Acen-tejo,
diciembre de 1495, él se escondió en su. sector de Adeje,
no atacado hasta entonces por Lugo, y Viana dice que él no
v i s o estar subordinado a Benchcmo. Se entregaría, quizá, o
tal vez eooperaría en la operación del Borgofión y Lugo en el
verano de 1496, la última operación bélica del Adelantado, y mo-tivo
de la concesión de datas a su favor por AZonso de Lugo.
Sus noticias en estas datas acaban en 1505.
En primer lugar sus nombres son inseguros. Para el reino
de Tegueste faltan en absoluto n~ticias de Viana, que preten-dió
ignorar la existencia de este reino con su infausta novela en
tgrfie a Aguahuce y Se3encg.i y SIJS f & ~ spa rentesco y descen-dencia
bastarda de Tinerfe. Este c u e ~ t oin mundo hizo las deli-cias
de Viana y la alegría de poetas locales entusiasmados con
la infortunada colaboración de Viera.
Como sus respectivos padres empezaron a reinar en 1453
y 1454, estos sus hijos no pud.iercn nacer hasta 1454 y 1455,
respectivalmente, esto es, ui? año después de llegar sus padres
a la pubertad y soberanía política simultáneamente. Y nacidos
en esos años, no pudieron empezar a reinar hasta 1473 y 1476
respectivamente, veintiún aaios después de su nacimiento, se-gAn
!a 2uutu minirria de accesn a Ia s~heraníap olítica.
Por ello podemos establecer el siguiente cuadro sinóptico
para estos tres últimos reyes:
Núm. de
orden Reino Nombre Nace Eeinu TvFüei-e
--
7 Adeje Pelinor 1449 1474-1496 1505
8 Tegueste ¿'iegueste? 1454 1475-1496 1497?
9 Daute Guantacára? 1455 1476-1496 1497?
112 AWUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
No hay noticias seguras de ellos después de 1496, viaje de
los reyes a Almazán. Y advierto que las supuestas noticias de
Viana, Viera y el licenciado Las Casas (Rev. Hist., núm. 68)
con otros genealogistas para identificar estos reyes guanches
con los supuestos Antón de Tegueste y Diego o Gonzalo de Ibau-te
no tienen el menor fundamento. Esos supuestos personajes
ni se bautizaron en el Realejo, ni en Almazán, ni fueron reyes:
a lo más descendieron de los reyes trasladados a Almazán.
Núm. 31 (1985j
8
DOS PAREJAS DE NOMBRES REGIOS DISTINTOS
EN LOS REINOS GUANCHES DE TAORO Y GÜÍMAR a
N
O
Coinciden estos dos reinos en dar nombres siempre distin- =
tos a los reyes guanches respectivos, y alguno de ellos sin f
prueba de autoridad en la noticia, menos en su aspecto lingüís-tico.
=E
Para el reino de Taoro, Espinosa y Viana, con Torriani, $
Abreu Galindo y Núñez de la Peña, dan el nombre Betxenuhya
0 (variantes gráficas Bentenuriga y Detxenuria o Detxenuhya)
para el rey de la primera etapa, 1442-1464; y el de Benchomo
(variantes gráficas Benco-mo, Benitomo, Ventomo y Bencom)
para la segunda etapa, 1468-1496. -E
a
A este último sucedió Ventor, Bentore o Bentoreg, que sólo
reinó un año, de 1495-1496, muriendo por desriscamiento, según
las datas, supongo que en acto voluntario antes de caer en ma-nos
de los soldados de Alonso de Lugo en la batalla final de "
Alonso de Lugo y el Borgoñón.
Para las variantes formales véase Wolfel, Monumenta, V,
números 312, 314, 324 y 326, pp. 758, 760, 768 y 769.
Para el reino de Güímar, también Espinosa y Viana dan el
rrnmhrn Ar\ A n n q n - n movr, 10 otono 1 A A Q 1 A C A Y, -1 A, A . G n + n m , n
L L U L L A U L L U= LXbWyttVd p U L U L U b U U p W LZXU-LXUX, J i71 UG 4 X l b U b G I UG,
sólo registrado por Viana para la segunda etapa, 1468-1496.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA DIVISI~N DE TENERIFE EN REINOS
LOSD OS REYES DE TAOROB:E TZENUHYY BAE NCHOM O
Betxenuhia. Este nombre tiene una clara etimología berber:
Betxenuhia = we - tenuhida = «éste es decidido». Deriva del ver-bo
tuareg ened, variantes ennehed y tenet, que significan ((deci-dir
» y «ser decidido», y su derivado amenehed vale «hombre
que deciden (Foucauld, Dictionaire Touareg, pp. l3OO-13O3). Éste
es uno de los cuatro nombres de los reyes guanches de Tene-rife
reseñados por Espinosa, Torriani y Abreu Galindo.
Benchomo. El nombre del segundo rey de Taoro es Bencho-mo,
esci*yDe y prozi -m-l ciari Espiíiosa y ?'orriar,i,
y como lo consigna también Viana al citarlo por vez primera
en el verso 888, p. 41, del Canto 1 del Poema. Poco después,
en esa misma página y en el resto del Poema, escribe Bencomo,
y Bencom en los vítores a Benchomo y en la fórmula de ren-dición
de Tinguaro o Achimenchía. Torriani también emplea
siempre Benchomo en el capítulo 52 d-e su Descripción. Poste-riormente,
en las datas y en la información de Guanarteme los
testigos emplean Bencomo y Benitomo, variantes no paladiales
entre los informadores grancanarios auxiliares de Lugo. Y Via-na
vulgarizó Bencomo (Chil Naranjo, 111, p. 215, etc;).
La forma primaria es, por tanto, Benchomo o concretamen-te
wen-chum (del verbo echchem, «ser mejor)), «valer mas)):
Foucauld, p. 128). Para el lector cito otro ejemplo similar bien
conocido: en Gran Canaria, Hierro, Lanzarote se dice tenique,
tinquenes a las tres piedras del hogar campesino; mientras en
Tenerife y Gomera, islas de pronunciación fuertemente pala-dial,
se pronuncian chénique y cheniques. Y esa misma es la
doble pronunciación de la forma Bencomo y Benchomo y Be-nitomo,
cuya articulación guanche era siempre Benchón o wen-nhnhq~
rn Dnrrurin nl r r a r i h n n;CoAfi nnhnhnnn nr\ -; + n: Ir ri- u i í . ~ . i r r u r r r . r vryub GL v r j r u u b s i i a u u G ~ J ~ L J I G J rJ ~l u WGIIG A U c IU n, =LA
ningún dialecto berber.
Y considero como apoyo de esta tesis el que Abreu Galindo,
muy vinculado a Gran Canaria, emplee la grafía Bentomo y
Ventomo en vez del Benchomo usual en su fuente Espinosa
por el indicado influjo de la pronunciación especial de los gran-canarios
venidos con Lugo a la conquista (Abreu, 111, c. 18, pá-gina
317).
Los DOS REYES GUAXCHES DE GUÍMARA: CAYMOY AGATERVE
Acaymo. Reina desde 1443 a 1468 (véase Wolfel, Monumen-fa,
V, núm. 314).
Su nombre, Acaymo (variantes en Torriani, Acaimo y Acai-me
) , que significa <(negro»o (tmoreno)),y su etimoiogía guanche-berber
parece segura a juzgar por Laoust (Toponymie, núme-
D ro 636, p. 147) = akaimu, que tiene los significados de «negro))
y «mirlo», y sus variantes dialectaies akaya y tawaya. Su coin- S
cidencia con el rey de Güímar no ofrece duda a base de la no- g
ticia de Espinosa: 1, cap. 6.0, p. 37: «es esta gente (de la banda
del Sur) de color algo tostada y morena)). Es difícil hallar más
E seguridad. -
AWterve. Reina de 1469 a 14Y6, donado a Ve~ecia,s egún es- $
tudió Rumeu de Armas en Alonso de Lugo en la Corte de los %
Reyes CatóLicos, pp. 151 y SS.; murió en Fadua, probablemente
en 1498. O
La garantía lingüística de este r-ornbre es su fonetismo pala-dial:
Añaterce, por error escrito a veces Anater~e y Anaterbe % a (véase Wolfel, Monumenta, loc. cit., núm. V, 326). l
Pero su valoración etimológica y derivación no es clara; no
obstante, recojo lo que me parece más cierto.
3 Más que con el verbo tuareg erbed, {(injuriar, maldecir)), con "
se sieate ii?eliii&u 2 sxp!iear!o, nPUnL v lIVn nyai,r,n Tv TIUi ~IInUr i
pone en boca de Benchomo contra él (v. gr., Viana, Canto V,
verso 993): «del rey de Güímar la arrogancia)), etc. Paréceme
impropio que un padre (Acaymo) impusiera un nombre así
a su hijo a los pocos días de nzcido, según el uso guanche-
Uerber. P=r ese ye prefiere exp!iuzr!c! c m iina vzriante eq11i-valente
del nombre de su padre mediante el verbo irwag, «ser
rojizo, moreno, o amarillo oscuro)), sentidos que le da Fou-cauld,
pp. 1662-1667.
116 ANUARlO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA DIVISI~ND E TENERIFE EN REINOS 57
Pues este Añaterze por an-iterweg, «el moreno)), resulta
nombre apropiado para el hijo de un padre que era casi ne-gro;
y que, como dije, significaba su nombre Acaymo.
Una observación me parece indispensable consignar: el poe-ta
Viana cita el nombre de Añaterve unas treinta veces en su
Poema, y desde su primer canto habla de «Añaterve el Bueno)).
Pero ese epíteto no puede tomarse como versión del nombre
Añaterve, ni vale que en el supuesto bautismo de los Realejos
se aplicara al principe Guetón el nombre de Francisco Bueno.
Pues a mi entender ese epíteto es la traducción del nombre
indígena Guetón formado de egtu, ((ser recto)), «estar derecho)),
en tuareg (Foucauld, pp. 1787-1789).
Mi explicación de Añaterve por an-iterweg, «el noreno)), con
e! rrefijv nomL-121 un- semido del ií--Gay con pa-sivo
t- y radical verbal irwag, «ser amarillo oscuro, ser rojizo
y ser moreno)), tiene otro apoyo regional interesante que no
me atrevo a ocultar. La expresión grancanaria mauro, mal expli-cada
en el Léxico de los Millares (p. 27) por maduro, parece
Qfi ~ l a r n& rix~&c de 12 T J G ~!a ¿ifia mcuyus y Mcuru,oiu. cen %!U-siones
semánticas bien claras en Abreu Galjndo (1, cap. 60, pá-ginas
33-36), pues tal voz berber debió acentuarse maúro, no
máuro, como es usual. Las acentuaciones griega y latina de esa
voz no valen como prueba, pues se trata de un forasterisino, y
de la expresión Maurusia su primer conocimiento se debe a
Estrabón (111, 2, 13), y no sirve para nada su acento en la
penúltima, con arreglo a la norma griega.
En conclusión, me parece lógico y razonable dejar explica-dos
así estos dos nombres guanches, para los que no hay una
prueba de autoridad razonable fuera de su valoración Lingiiís-tica.
Porque si Acaymo significa por akaimu ((negro y mirlo)),
segun Laoust, muy bien pudo aplicar este Acaymo de Güimar
a su hijo recién riacido el nuevo antropanimo Añaterve, que
equivale a «moreno».
El doctor Wolfel (en Monumenta, loc. cit., V, núms. 312. 314,
324 y 326) reseñó sin suerte alguna estos nombres interesantes
por estar documentados ampliamente en Espinosa, Torriani y
Abreu Galindo. Por ese motivo hube de detenerme un tanto en
su estudio y comentario.
Núm. 31 (1985) 117
DOS IDENTIDADES ERRÓNEAS: LOS REYES GUANCHES
DE ABONA Y ADEJE a
N
Se trata de cuatro nombres regios, dos de cada una de las -- m
listas proporcionadas por Espinosa. y Viana, que erróneamente O
E
redujo a dos el doctor Cioranescu en Viana, 11, p. 134, ver- E
2
sos 891-892. E
3
LA PRIMERA PAREJA -
0
m
E
De ella afirma Cioranescu que al Adxoña de Viana lo lla- O
maba Espinosa Atgmxona, siendo el primero una modificación
por eufonía del poeta.
Pero es evidente que Atguaxoña y Adxoña no son un mismo
nombre, ni se refieren a una misma persona. Porque los dos
nombres ofrecen dos estructuras gramaticales diversas de un
mismo verbo: dehunit, «ser muy fuerte)) (Foucauld, p. 266).
El primero de ellos, Atguaxoña, está formaao por ios si-guientes
elementos: at = «he ahí)), partícula demostrativa muy
conocida en kabilio (Huyghe, p. 70); gua = wa, ((este))p, ronom-bre
demostrativo-relativo «que» (Huyghe, p. 335), de uso pan-berber;
y &roña = dehunit, antes citado. Su valor preciso es
Htguaxoña = (te1 que es fuerten.
La segunda forma, en cambio, Adxofia, es simplemente un
epíteto deverbativo de sentido «fuerte» o ((muy fuerte)): a-dxoña,
«el fuerte)), forma de nombre .z;erbal muy frecuente en berber,
118 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
y bien documentada en Canarias en nombres indígenas guan-ches.
Por otra parte, aunque Viana, forzado por la métrica, utiliza
la forma Aguaxom, errata de Atguaoña (Canto V, v. 961, pá-gina
1341, en vez de la usual en él, Adxoña, ésta es la predomi-nante
y propia del nombre del hijo de Atguaxo~q, ue reina en
Abona desde 1470 a 1496. Mientras su padre, Atguaxoñu, reinó
en Tenerife desde 1445 a 1470.
Esta evidente diferencia de etapas de gobierno es la garan-tía
de que se trata de dos personas y de dos nombres bien dife-rentes
entre sí, aunque con un mismo radical y un mismo matiz
sernántico.
LA SEGUNDA PAREJA
Ofrece esta pareja de nombres un caso muy distinto del
anterior porque aunque Cioranescu afirma con evidente error
(Viana, 11, p. 134, v. 892) que Pelinor se llamaba en realidad
Atbitocarpe o Atbitocaxpe, esto es un erróneo supuesto por
dos razones. La primera que la forma del nombre es en reali-dad
Arbitocaswen = arbi-tukaswen = «hijo que heredó)), forma-do
por el nombre común arbi o arba, «hijo» (Laoust, Marocain,
página 293), y el participio tukaswen, ((que heredó», del verbo
kúsu, kuset, {(heredar))( Foucauld, pp. 909-910).
Las variantes de este nombre, que no explica Wolfel, pue-de
hallarlas el lector en su Monumenta Linguae Canariae, V,
numero 317.
El nombre de la lista de Viana Pelimr (también sin explica-ción
en Wolfel, Monumenta, V, núm. 329) yo lo explico como un
derivado del verbo tuareg bellen, «luchar» (Foucauld, pp. 63-64),
con el matiz preciso de la ducha canaria)) estudiada aparte,
en su forma de hábito tbellinut, «luchador».
Esos cios nombres no pueden identificarse con una misma
persona, no sólo porque Viana no lo hace, sino porque la cro-nología
de Arbitocaxpe o Arbitocaswen se refiere a la etapa
de gobierno de los hijos de Axerax, que acaba cerca de 1464:
exactamente para éste, de 1448 a 1473; mientras la etapa del
reinado de Pelinor se extiende de 1474 a 1496, aunque él muere
según las datas en 1505.
Por eso el Acta del Bujadero coloca al rey de Adeje en sép-timo
lugar, tras la creación de los seis primeros reinos: l.O, Tao-ro;
2.", Güímar; 3.", Anaga; 4.0, Abona; 5.0, Tacoronte; 6.", Icode.
Ya que en el Acta del Bufadero no ocupa el rey de Adeje el pri-mer
puesto, sino el séptimo, y la lista empieza con el rey de
mayor edad, que es el de Taoro, por ello llamado el G ~ a nR ey,
por corresponderle la primogenitura.
EL PROBLEMA DE ARBITOCAZPE
a
N En este estudio que voy haciendo de los nombres de los re- 2
yes guanches de Tenerife, en las listas de Espinosa y Núñez $ n de la Peña y de Antonio de Viana he aludido en ocasiones a la g
imposición del nombre a la semana del nacimiento, según cos- E
tumbre manche-berber, y las noticias guanches de Espinosa, S
E
Torriani y Viana (Espinosa, 1, cap. 5.0, p. 35; Torriani, cap. 51, -
página 179; Viana, 1, pp. 31-32, VV. 510-5251. 3
Pero el caso de Arbitocaxpe = arbi-tukaswen = {(hijo que
m heredó)) plantea el problema de si en el caso de los reyes éstos
tomaban otro nombre distinto del de su bautismo al instalarse :
en su señorío político. Como ocurre en el caso de los papas,
que al ser elegidos adoptan un nombre, con frecuencia distin-to
del suyo personal. Mientras nuestros reyes conservan su n nombre propio personal, seguido de la cifra que señala su
puesto en la línea dinástica de los reyes con tal nombre. 3
Es más que posible que entre los guanches de Tenerife ocu- O
rriese como en ei caso de ios papas, y de eiio es testimonio
evidente el caso de Arbitocaxpe = «el hijo que heredó)) (a su
padre).
Pienso también que esa misma es la causa de sorpresas
como Atgwoña y Adxoña, nombres idénticos en sentido pero
de diversa estr-uciui-aY IlliSmG ra&iza~e, e ~ m ole s Ae,vL-c
a d r o y Belicad, muy distintos pero de sentidos muy próxi-mos,
o ae cruces de otros nombres por parentesco como el sor-prendente
Acaymo D Aniaga o el Acoraimo de Daute.
120 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
La libertad de elección aparece clara en otros casos, como
el de Betxenuhya y Benchomo, padre e hijo, reyes de Taoro, y
como Acaymo y Añaterve, padre e hijo, reyes de Güímar, de-mostrando
que la uniformidad en otros casos no es ley, sino
depende de la voluntaria elección del rey nombrado en cada
caso.
Esto parece claro ante el singular nombre de Arbitocaxpe, ya
que ningún GualZameñe o adivino podía prever normalmente
que al bautizarle el recién nacido en 1421 era ya el previsto su-cesor
de su padre veinte años después.
Núm. 31 11985)
EL MÁS OSCURO ENIGMA ONOMÁSTICO
a
A C A Y XY~ AXAGAX: EY m TACGR~NTP
O
n
Los cambios y variantes formales de este nombre regio lo E
E convierten en una hidra de siete cabezas a la que no se ve de ; momento cómo buscarle solución apropiada. E
3
El «Rumén» de Núñex de la Peña
El primer tropiezo es el nombre Rumén, asignado por Nú-ñez
de la Peña al primer rey de Tacoronte, sacándolo de la
lista de reyes de Viana, donde figura como nombre del segun-do
rey de Daute bajo la variante Romén (p. 41, Canto 1, v. 8901, 2
n
voz tampoco conocida del padre Espinosa. Para más seguri-dad
de su nulo valor debo añadir aquí que tal palabra no parece
tener explicación lingüistica razonable, porque las únicas vo-ces
similares, tuareg rumet, ((desmenuzar», y kabilio ruma,
«viento», no dan facilidades. Todo parece indicar que Rumén
o Romén no nos sirven de nada.
Cuando inicié el estudio de este tema pensaba, como Viera
y Clavijo y otros, que el rey de Tacoronte había sido el llama-
122 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
do Fernando Tacoronte, cuyo testamento publicaron en Tagoro,
número 1, Serra Ráfols y La Rosa Olivera (pp. 140-1421. Pero
hoy sé con seguridad que el tal Fernando Tacoronte es el nom-bre
que, tras la conquista de Tenerife, tomó el hijo primogé-nito
de Acaymo Daniaga, segundo y último rey efectivo de Ta-coronte,
donde reinó desde 1471 a 1496. Y sabemos que el tal
Don Fernando casó con María de Güímar, y vivían en una casa
que le facilitó su cuñado Diego de Güírnar, ambos de la casa
real de Güímar. Las dos noticias consígnalas el mentado tes-tamento.
Estos detalles nos permiten sospechar que la situación fa-miliar
de él y de su padre, Acaymo Daniaga, pudieron ser si-milares.
Y por tanto su padre, Acaymo d-Aniaga, hubo de casar
también con hermana gemela (o hija) del primer rey de Güí-mar,
Acaymo, y estos esposos pudieron tener igual deseo de
imponer a su hijo ambos nombres: primero el de Acaymo, su
tío rey de Güímar y hermano gemelo de su madre, y luego el
de su padre, Aniaga o Anihagga, el primer rey de Tacoronte.
El valor semántico de este nombre, Aniaga o Anihagga, es
((conveniente» o ({apropiado)) como nombre masculino de vo-cal
prerradical a- y derivado del verbo tuareg neheggi, «ser
conveniente)} o «ser apropiado)) (Foucauld, Dictionaire Tom-reg,
pp. 527-529; Laoust, Siwa, núm. 122, tipo a-X),
Esta segura explicación de tal nombre da a entender cum-plidamente
cómo pudo ese futuro rey de Tacoronte llamarse
desde su nacimiento Acaymo d-Aniaga (o Anihagga). es decir,
dos nombres unidos por la copulativa guanche-berber d = «y»
(Faucauld, p. 140; Hanoteau, Tamacheq, p. 109; Destaing, Chel-ja,
p. 116; Laoust, Sous, p. 43).
Si bien en el uso familiar corriente el nombre usual sería
pura y simplemente Acaymo como hace Viana en su Poema,
en empleo oficial y solemne, como en la recepción por Bencho-mo
de los emisarios de Acaymo de Tacoronte y Bencharo de
Anaga, se imponía el empleo del nombre completo, Acaymo
D- Aniuga.
No se trata, pues, como me pareció que pensaba Cioranes-cu,
de un capricho o uso erróneo de Viana, sino de una realidad
Núm. 31 (1985j 123
histórica, que sólo casualmente hemos podido entrever y des-cubrir.
Acaymo Danzaga como problema lingiiistico
Viana emplea una sola vez este nombre compuesto (en el
Canto 111, v. 380, p. 76 del Poema/. y salvo error no hay otro
ejemplo parecido en todo el Poena de Viana: consignado sólo
en la presentación de los emisarios Haineto y Rayco, emba-jadores
de los reyes de Anaga y Tacoronte, Acaymo y Rencharo,
ante Benchomo de Taoro.
Las otras dos docenas de veces en las que el poeta Viana
nombra en su Poema al rey de Tacoronte solamente lo llama
A r n g n n r i
' A V U 3 8 8 Y".
Aquel nombre oficial y solemne que antes expliqué, consti-tuido
por los dos nombres personales unidos por la cópula -d-,
Acaymo-d-Aniaga, es un caso muy singular en toda la onom9s-tica
de Viana. Y llamo la atención del lector sobre el error po-sible
de cmfUndir ese mmbre tir,erfei% sing;u!ar cm =tres
nombres aparentemente compuestos, como Egomiga ache
Semidán, que es una filiación: ({Egonaiga, hijo de Asemidcinn,
o Artemi-Xemidán, d0nd.e falta también la copulativa -d- = «y».
Y tampoco cabe asemejar Acaymo d-Aniaga con expresiones
cual la de Espinosa, Quebehi Benchomo, que no es un giro co-pulativo
de dos nombres personales, sino un tratamiento hono-rífico
antepuesto al nombre personal regio, algo similar a
S. M. = Su Majestad Alfonso. Ya lo indica Espinosa al advertir
que Quebehi quiere decir ((Alteza)) (Espinosa, 1, 8, p. 42).
mi -..--- L- A- A - n A - ; - - - ---..e- .-... - n w A & ~ n
JU Laau s u a i l u l t : UG H L U Y ~ I L Uu -HILLGUI LYL LUL G I I L3~~~ ~ ~ U ~ G L L U U
en casos notables de otros idiomas, tales Jesu-Cristo o Juan Bau-tista,
y en las listas regias españolas de algunas regiones, como
Ramón Berenguer y Berenguer Ramón en las dinastías catalano-aragonesas,
y er, nombres castel!anos modernos más o menos
usüaks, teme Jesé-Axtmie g José-Miguel.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
El nombre del primer rey de Tacoronte
La mayor ventaja obtenida de ese nombre doble es el des-cubrimiento
del nombre del primer rey de Tacoronte. Porque
el padre Espinosa ignora ese nombre, conociendo solamente los
cuatro siguientes: Betxenuhya (Taoro), Acaymo (Güímar), At-guaxoña
(Abona) y Arbitocaxpe (Adeje), consignando que los
demás «se ignoran)). Y es inútil preguntarse por qué lo igno-raba
él, pues tampoco los supiercn Viana, Abreu y Núñez de
la Peña.
Este. último acudió al subterfugio de coger el nombre Ro-mén
que Viana dio en su lista al rey de Daute, y, convertido
en Rzmén,, en,tro,n,iu&r!oc omo rey de Tacgr~nteE. s unu lástima
que Espinosa no lo hubiese preguntado a los manches viejos
que le dieron la noticia de la erección del reino de Tacoronte,
a que me refiero en el capítulo dedicado a la tradición icodense
de Espinosa (cap. 4.O, p. 33, lib. 1).
Por lo dicho antes sobre e1 nomlnre Amymn D-Aningn o
Anihagga, sabemos que este último es el nombre del primer
rey de Tacoronte, porque en casc contrario no se explica la
existencia de ese doble nombre del segundo rey de Tacoronte.
Merecía, pues, haber hecho esta disquisición lingüística
en torno al nombre de Acaymo Daniuga, porque sin necesidad
de una concreta documentación histórica como la de los cuatro
reyes de Espinosa hemos podido descubrir el nombre del pri-mer
rey de Tacoronte: Aniaga o Anihagga.
Tal es el nombre real de la esposa del rey Benchomo de
Taoro.
El estudio de este particular se vincula con el anterior epí-grafe,
donde quedó estudiado el nombre de Acaymo Daniaga,
segundo rey de Tacoronte.
El doctor Cioranescu se limitó a consignar (en Viana, 11, pá-gina
154, v. 434) que es la única ocasión en que Viana hace
Núm. 31 (1985) 125
mención del nombre de la esposa de Benchomo; pero tampoco
me parece que Viana ha conocido otras esposas de los reyes
indígenas, cuyos hechos reseña en su Poema. Debió, pues, apa-recer
algún motivo, no aclarado, por el que el poeta se viese
obligado a hablar de ese personaje.
En mi opinión, esa razón es la relación de parentesco que
voy a descubrir entre los cuatro personajes: los tres rnenceyes
de Taoro, Tacoronte y Anaga y la esposa de Benchomo.
El doctor Wolfel, a quien recurre con frecuencia Cioranescu,
recoge en su Monumenta L. C., núm. 333, sección V, ese nom-bre
con sus variantes: Hañaga (Viana), Hanagua (errata de
Berthelot) y Sañugua (ídem de Marín y Cubas), junto a Sañugo
y Hañugo, nombres de un capitán y un siervo de Benchomo
( V i ~ m1,x 1, 1'74, y VE, 200). E
O Confío que el lector acepte mi solución al enigma, ya que ; = la nota de Wolfel nada resuelve, si descubro mediante el nom- E
bre de Aniaga o Anihagga la realidad del problema. SE
Estoy persuadido de la verdad de Viana y de que el matri- j
-a---- rrlu~liu de "Denchomo de Taum con la hija del primer rey de $
Tacoronte, que llamo Chanihaga o Chañagga, hermana del se- -
gundo rey de Tacoronte, Acaymo D Aniaga, fue el motivo de la f
pelea continua entre los tres reyes: Acaymo de Tacoronte, Ben-charo
de Anaga y Benchomo de Taoro. noticia asegurada por !
Viana y puesta en boca de este último. Porque no es necesario %
en este caso acudir al hecho de la expulsión de Adán y Eva
del Paraíso. n
0
El tema lo expone claramente Viana en estos versos (Can- j
to 111): O
<tlas -erras bravas & füror vio!entv
contra aquestos, pensando sujetallos,
porque gozé a Chaniaga (o Hañaga) en casamiento,
435. que fue bastante causa de agraviallos,
pues cada uno dellos pretendía,
czsur c m v !!~, pere U! fin f l ~ em k.., E.
Advierta el lector que todos tres, su hermano Acaymo D-Alzia-ga,
el rey de Tacoronte, y sus dos primos hermanos, los reyes
126 ANUARIO DE ESTVDIOS -4TLA.VTlCOS
de Anaga y de Taoro, Bencharo y Benchomo, podían contraer
matrimonio legalmente con Chaniaga o Chañaga, mal llamada
por Viana Hañagua, como sabemos por Espinosa, Torriani y
Viana. Pero las pretensiones de cualquiera de los tres hacia
ella, además de alentar la enemiga personal que entre sí tuvie-ran,
habrían de determinar el encono entre los tres reyes, que
declaran paladinamente las expresiones de Benchorno en el Poe-ma
de Viana (Canto 111, pp. 77-78).
Pero el problema lingüístico de la estructura gramatical
en guanche del nombre Chaniaga o Chaniahagga es fácilmente
comprensible. Aniaga o Anihagga es un nombre de tipo mascu-lino
con prefijo nominal a- seguido del radical verbal neheggi,
como verbo de estado nihagga con vocalismo pleno (vocal a),
lo que da el nombre masculino Aniaga o Anihagga.
Éste impone, como he dicho, a su hijo varón Acaymo D-Anihagga
su propio nombre tras el de su hermano el rey de
Güímar, Acaymo, resultando Acaymo D-Aniaga o Anihagga.
Una sencilla errata de Viana que transcribe por Hañugua,
lo que en realidad es Chaniaga o Chañagga, ha dejado oscuro
el nombre de la infanta. Pues este nombre femenino no tiene
característica prerradical femenina t- por aplicación conocida
de un uso berber y guanche registrado por Laoust (Siwa, nú-mero
1461, quien dice que falta esa desinencia femenina en
nombres que tienen vocal final plena: v. gr., tameksa, taxiri,
tagma, etc. En guanche puede aducirse el tinerfeño Abona y
tahona, ((piedra)).
Con lo dicho parece claro el enigmático Hañagwz del poeta
Viana.
Unos datos cro?zológicos de Viana oscuros
Tienen cierto interés para el lector del Poema de Viana, en
particuiar este canto tercero, ciertos detalles cronologicos del
poeta. El padre Espinosa alude con frecuencia en su obra al
«año mil cuatrocientos de nuestra redención)). Tanto Viana
como Viera y Clavijo tomaron como buena esa noticia y co-locan
la vida del último rey único de Tenerife en Adeje, mal
Núm. 32 (1985) 127
llamado Tinerfe por Viana, en vez de su verdadero nombre
Axerax, en 1400.
En verdad, estos reyes hijos de Axerax = Tinerfe empiezan
a reinar en el decenio que sigue, 1442-1453.
En el Canto 111 Viana alude al Acta del Bufadero, fechada
en 1464, a la que alude en otras ocasiones: Canto 11, VV. 263-
264, p. 48. Y precisamente en años próximos a 1464 había con-traído
matrimonio Benchomo con su esposa, llamada HaRagua,
errata de Chaniaga, en el Canto 111, v. 343, p. 78, colocando
en esa octava rima la fecha sólo aproximada de treinta a5os
de su matrimonio antes de recibir el mensaje de los reyes de
Tacoronte y Anaga.
No cabe pensar, como lo sospecha Cioranescu, que Bencho- ;
mo olvidase la fecha de su matrimonio, dato siempre importan- 2
te en la vida de un casado. El pequeño error de Benchomo está : n en vincular esa fecha con el Acta del Bufadero que se había ;
levantado pocos años antes. Su «invención)) hay que reducirla E
a «pequeña diferencia)) (Viana, 11, p. 154, v. 434). 2
-E
3
Otro dato cronológico de Viam: Tinerfe «bisabuelo»
Viana pone en boca de Benchomo la frase ~Tine r f eb isabue- ?
lo mío» en dos ocasiones; error evidente, porque el mal llama-do
Tinerfe (por Axerax), o último rey único de Adeje, era sólo
a abuelo de Benchomo. Así lo consigna Viana en los siguientes
casos: Canto V, v. 461, p. 121; Canto V, v. 809, p. 130, y Can-to
XV, v. 76, p. 340, donde Viana consigna: «Tinerfe nuestro
abuelo)), o bien: {(Tinerfe fue mi abuelo)). O
DOS NOMBRES SORPRENDENTES
Un problema accidental plantean los dos nombres persona-les
de les e=isuri~s de !ns reyes de Tacnrnnte y Anagsi, Hninetn
y Rayco, que me pareció importante señalar.
Cioranescu (Viana, 11, p. 154, v. 372) se hace eco de la posi-ble
identidad de Hayneto (nombre personal) con el topónimo
128 SNUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Geneto, tesis en que no creo. Y ello a pesar de que Viana con
frecuencia emplee topónirnos para nombres personales de los
héroes de su Poema, tales: Arafo, Arico, Tigayga ... En este
caso concreto principalmente porque no veo motivo de alterar
Geneto en Hayneto.
En cambio, la otra forma Rayco, primariamente Radicun?,
me parece un derivado normal guanche-berber de la voz tuareg
erédig con sufijo nominal nasal -un (variantes -an, -inJ, cuyo
valor, documentado por Foucauld (p. 1574), es ((hombre viejo
y gastado)).
Núm. 31 (1985)
9
LOS RFYES GUANCHES DE ANAGA, DAUTE E ICOD
SEGÚN NÚREZ DE LA PERA
a
-
=m
O Yo creo que el primer rey de Anaga se llamó Aserdetfo), E
E
que Viana escribe Serdeto, con final paragógica hispana; pero 2
E si acierto en mi sospecha tal vez debió de escribirse Asordet,
forma etimológica muy probable sobre el tuareg urdu, surdu, 3
tuerdu, ((pensar, sospechar, reflexionar)) (Foucauld, pp. 1367-
1369). Por lo que Serdeto o Sordeto o Aserdeto valdría ((suspi- m
E
caz» y «pensativo)) (ver Viana, Poema, Canto 11, pp. 49-51, ver- O
sos 279-366, y Canto VI, pp. 159-160, VV. 693-732). n
Espinosa no conoce este nombre, aunque su relato, tanto en
lo relativo al episodio del rapto y devolución de la imagen de l
n Candelaria (lib. 11, caps. 11 y 12, pp. 70-74) como en los muertos n
0
por Sancho de Herrera y en los perdonados por el rey guanche $
de Anaga, cuyo nombre no da Espinosa (lib. 111, cap. 1, pá- O
ginas 88-89), éste sólo lo llama «el rey de Anagan, sin nombre
propio.
Y más sorprendente es aun el caso de Abreu Galindo, que
en su obra (lib. 111, cap. 17, pp. 314-315) refiera al rey de Güi-mar
(jojo!, no al de Anaga) el episodio en cuestión y además
equivoca el apellido del Juan Alberto de Espinosa (lib. 111, pá-gina
118), que Abreu escribe Juan Álware~.
En caso de que el contenido del episodio de Anaga, relatado
por Espinosa y Viana, ofrezca en el poeta el nombre propio del
130 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA DIVISI~N DE TENERIFE EN REINOS 71
personaje, que ignora Espinosa, indica en esta circunstancia un
mejor conocimiento de los hechos de Anaga, sector mejor co-nocido
de Viana que el de Güimar, que conoce mejor el padre
Espinosa.
Y esto me parece obliga a aceptar el nombre de Asordeto
o Serdeto como auténtico, puesto que los hechos descritos por
Espinosa y por Viana son iguales y coincidentes y no permiten
dudar de ellos, como tampoco del nombre personal, sólo regis-trado
por el poeta Viana.
Por eso no tiene razón Núñez de la Peña (1, V, pp. 34-35) al
incluir en su lista de reyes guanches a Bencharo como rey de
Anaga de la primera dinastía, que él tomó a la lista de Viana,
por lo que hay que relegar ese nombre a la segunda dinastía,
que gobierna después de 1464, fecha aei Acta aei Bufaáero. Ei
rey de Anaga, el de los episodios con Sancho de Herrera, es her-mano
de los cuatro reyes conocidos de Espinosa y Torriani:
Betzenuhya de Taoro, Acaymo de Güímar, Atguaxoña de Abona
y Arbitocazpe de Adeje. Y no puede confundirse con su sobrino
y segundo rey de Anaga: Bencharo o Benecharo.
Chincanayro es el nombre que Núñez de la Peña dio el pri-mero
a este rey de Icode (Núñez, Conquista ..., 1, cap. 5 . O , p. 34,
edición 1847). Mas esta voz no tiene estructura peculiar guan-che
masculina, sino femenina fchi-ni-canahirut), y por tanto no
puede tratarse de un nombre regio. Hay que suponer que la
voz guanche era ach-ikanahirun = «he aquí el miedoso o el te-mible)),
nombre forjado sobre el verbo radical tuareg bien co-nocido
keniher, «sentir horror, detestar, odiar, temer o infundir
miedo)) (Foucauld, pp. 829-830).
Esta explicación excluye la posible sospecha de que la voz
de de 1% Pefi?.a fwra &$ermaciSfi U:: 13 p&bra «ea.
nario)), como alguien ha pensado.
La voz de Núñez de la Peña a través de algún erudito local
icodense, según sospecho, pasó a designar en este segundo rne-dio
siglo la famosa rondalla carnavalera «Los Chincanayros)).
Núm. 31 (1985) 131
Debo señalar la coincidencia semántica entre ese nombre
del primer rey de Icod y el de Belicad, variante PeZicar, que es
el nombre del rey de Icod en la lista de Viana, con una analogía
semántica curiosa, porque esa voz en guanche-berber es la for-ma
registrada por Foucauld (p. 62) belekket y su derivado
abelekka, ((hombre vago, desidioso)).
No dice Núñez de la Peña quién le sugirió esos dos nom-bres
de los reyes de Icod, que él conoci6; sobre todo el primero,
porque el segundo lo leyó en Viana. Pero el hecho de que los
coloque en su relato inmediatamente detrás de los cuatro pri-meros
nombres de reyes guanches de Espinosa da a entender
que los consideraba muy auténticos, porque los tres últimos
los tomó a la lista de Viana y son difícilmente aceptables: Ru- a
méi, de Ta c~rmt eT, eg~ested e! reim de s ü m=bre y Yenchure N
de Anaga, que corresponde a la lista de Viana. O
Rey de Daute
Consigna Nuñez de la Peña que el quinto rey U, cap. 5, p. 34)
se llamaba Caconaimo y reinaba en Daute. Pero en realidad ese
rey ocupa en el Acta del Bufadero el lugar número nueve, reino
de Daute, y no tiene nombre conocido en ella.
No obstante, la noticia de Núñez parece aceptable, porque
si el nombre Caconaimo de Núñez de la Peña, como su variante
Caconayma de Viera y Concanaymo de Bonnet, no tiene ex-plicación
aceptable a mi juicio en lingüística guanche-berber;
sí parece tenerla su variante Acoraimo, a mi juicio nacido del
tuareg akurim, ((enano, pequeño,) (Foucauld, p. 8811, con -o
final paragógica hispana (como la que conocemos en Benchomo
o Bencomo de un primario wen-chchum, ((éste es el mejor)).
Subrayo que el nombre es seguro, pues el último rey del Acta
del Bufadero, rey de Daute, es el noveno y último de los hijos
de! rey Axerzix, qw integrin !a lista de! Actsl de! E ~ f ~ i i e r ~ .
Y por tanto su nombre: Acoraimo = <\el pequeño)) o «el me-nor
» es una clara denominación.
132 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS