EL CONDE DE LANZAROTE, CAPITÁN GEKERAL
DE LA ISLA DE LA MADERA (1582-1583)
POR
ANTONIO RUMEU DE ARMAS
A Liliana Barreto y Lothar Siemens, rnadeirenses por el
natalicio y Ea afección. Sin su constante incitación y esthzulo,
acaso nunca se hubieran escritos estas páginas.
1. INTRODUCCION :':
El reiterado testimonio de los cronistas e historiadores ca-narios
ha hecho pensar, hasta fecha reciente, en la desafección
de la isla de la Madera a la persona del rey Felipe 11 de España
como heredero legítimo de la Corona portuguesa y del impor-tantísirno
imperio lusitano.
Como por otra parte todos ellos se hacen eco de la expedi-ción
militar del conde de Lanzarote don Agustin de Herrera y
Rojas al frente de sus vasallos, cumpliendo un mandato expre-so
aei monarca antedicho, dieron por sentaao que se trataba de
una operación de sojuzgamiento con objeto de reducir a los
partidarios de don Antonio de Avis, prior de Crato, hijo bastar-doidel
infante don Luis, aspirante a la Corona de Portugal fren-
* ¿as. sfi preseilte al tí'*:^ las s@+tsii'¿eU;
A. S.: Archivo de Simancas (Valladolid).
A. D. F.: Archivo DistrttaZ de Funchal (Madera).
Se ha respetado en el texto la onomástica y toponimisa lusa, salvo cuan-do
se alude a personajes regios y a Iugares de uso consagrado en castellano
(Madera, San Miguel, Tercera, etc.).
Núm. 38 (1984) 393
2 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
te al poderoso monarca hispano. Cronistas e historiadores se
muestran unánimes en confesar que don Agustín ejerció el man-do
militar de la isla de la Madera, con título de capitán general,
durante un período de tiempo más o menos largo.
k fecha reciente, la consulta de la documentación portugue-sa
-entiéndase madeirense- ha dado un importante giro al
acontecimiento histórico. La isla de la Nadera fue de los prime-ros
territorios lusos en someterse a la autoridad de Felipe 11.
No hubo, por tanto, rebeldía ni desafección, aunque existiesen
en el reducido terriotorio minorías hostiles y simpatías popula-res
soterradas, prontas a adueñarse de la situación con el pri-mer
acontecimiento exterior propicio. Era como un volcán en a
ignición cuya lava contenida podía derramarse y arrasarlo todo
en breves horas. O
Como es sobradamente sabido las islas Azores o Terceras, n - m
con su gobernador Cipriano de F'igueredo al frente, optaron por O
E
el partido de proclamar soberano al prior de Crato, creando al E
2
E nuevo rey, Felipe 11, serios problemas de recuperación, pues el
ejemplo de ellas contagiaba a la Madera, incitada de continuo a 3
la sublevación. Desde otro punto de vista, el papel de las Azores O- era decisivo para la seguridad de la navegación atlántica por m
E
recalar en ellas las flotas de las Indias Occidentales y de la In- O
dia Oriental. En 1581 la isla de San Miguel se sometió por pro- -
pia iniciativa. Para ocuparla, alertar a las flotas y protegerlas -E
fue enviado al frente de una escuadra el almirante don Pedro a
Valdés. Cumplido el objetivo de la expedición, el marino preten- n
n
dió, en golpe de audacia, expugnar la isla Tercera, constituyen-do
el intento un rotundo fracaso '. 3
O
1 La obra fundamental para el conocimiento del memorable suceso de
la integración de Portugal, que centra nuestra atención, es la del cronista
coetáneo ANTONIOH ERRERDAE TORDESILLSAeS t.i tula: Cinco libros de histo-ria
de Portugal y conquista de las islas Azores en los años 1582-1583, Ma-drid,
1591.
También debe merecer nuestra atención e1 cronista, igualmente coetii-neo,
LUIS CABRERDAE C~RDOBauAto,r de la conocida Historia d e Felipe 11,
Madrid, 1876, en cuatro volúmenes.
A Herrera de Tordesiiias siguen semilmente dos autores contemporá-neos:
394 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Durante el primer semestre de 1582 Felipe 11 fue concen-trando
en Lisboa una poderosa escuadra al mando de don Álva-ro
de Bazán, primer marques de Santa Cruz, para dar al ene-migo
la batalla definitiva y apagar el peligroso foco de rebeldía.
Fue en este decisivo momento cuando el conde de Lanzarote
ofreció sus servicios al soberano español, que fueron inmedia-tamente
aceptados.
El primer cronista isleño que registra la expedición canaria
a la Madera es fray Juan de Abreu GaIindo, cuya obra cabe da-tarla
en la primera década del siglo XVII. El relato es tan es-cueto
que no pasa de dos líneas: «El rey don Felipe Segundo
envió a don Agustín de Herrera, conde de Lanzarote, a la isla de
la Madera, con 300 hombres, por capitán general de aquella
isla» 2. Un cuerpo expedicionario de tan crecido numero de ca-narios
daba, cuando menos, a la operación un cierto aire de
intervención militar en regla.
El segundo cronista, Castillo Ruiz de Vergara, no añade nue-vos
pormenores, pero pone énfasis en destacar el carácter bé-lico
del acontecimiento. Por su pluma nos enteramos de que el
objetivo del conde de Lanzarote era da reducción de la isla de
la Madera, a la que pasó con cinco navíos y trescientos de sus
vasallos; y se apoderó de los castillos y fortalezas, con título
de capitán general de dicha isla» 3.
Por su parte el afamado historiador Viera y Clavijo adorna
el suceso con su bella prosa, añadiendo al relato algún que otro
acontecimiento marginal. ((Cuando don Antonio, prior de Crato,
pretendió suceder en la corona de Portugal al cardenal don En-
Jm& SUÁREZ INCLÁN: Guerra de anexión de Portugal durante el reina-do
de D. Felipe II, Madrid, 1897-1898, en dos volúmenes, y
JULIAN MARÍRAU BIO:F elipe II de España, reg de Portugal, Cultura Es-pañola,
Santander, 1939.
Sabre la ~ebeliónd e Tercera, véase HERRERDAE TORDESIU (fok. 135v-
137), CABRERDAE ~ R D O B A(t . 11, lib. XIII, Cap. 11, PP. 6.20622); SUAREZI N-CLAN
(t. 11, pp. 171-192) y RUBIO( PP. 94-98>.
2 Historia de la conquista de las siete islas de Canaria, Goya ediciones,
S. C. de Tenerife, 3955, p. 24~5.
PEDROA GUST~DNEL CASTILLOD: e&- i p d h h.istórica y geogrüfica de
las islas Camrh. Edición de Miguel Santiago, Madrid, 1948-1960, t. 1, fas-cículo
4, pp. E82-1589.
Núm. 30 (1984) 395
4 ANTONIO RUMEtT DE ARMAS
rique, su tío, y oprimido de la fortuna de Felipe 11 se retiró con
una escuadra francesa a las islas Azores, tuvo en la de la Ma-dera
un partido considerable que, declarándose a su favor, no
dudó sacudir el yugo de fa dominación castellana.. .; y don Agus-tín
de Herrera, conde de Lanzarote, recibió orden de la corte de
Madrid para que, transitando con algunas tropas a la isla de la
Mhdera, la redujese al servicio de aquel monarca. El conde la
invadió, sin pérdida de tiempo, con 300 vasallos suyos, armados
y sustentados a expensas de su propio erario; se apoderó hábil-mente
de sus mejores fortalezas, y allanó al país, mandando
dar garrote a cierto fraile que atizaba ei fuego de la rebelión y
ahorcando a dos oficiales inquietos.. .; en six consecuencia, le
8 nombró capitán general de las islas de la Madera y Puerto San- N
t~ ... En efecto, PI m-i,rq.kr de Lanzarote tuvo el mando de la
U Madera por dos años, hasta que e: capitán Juan de Aranda le o
relevó» ". 8'
Las afirmaciones de Viera y Clavijo fueron consideradas,
desde este punto y hora, como artículos de fe. En consecuencia, g
nadie disentió de la rebeldía inicial de la isla de la Madera a la %
5 autoridad de Felipe 11, ni discutió los méritos del conde al so-juzgar
la misma en una triple operación de desembarco, asalto
a las fortalezas y sometimiento de los rebeldes. U
En fecha reciente han aparecido tres estudios sobre el tema g
debidos a las plumas de don Sergio F. Bonnet Suárez y don Lo-thar
Siemens Hernández. - a
Es de advertir, con carácter previo, que quien esto escribe ii
(con el pie forzado de la supuesta rebelión inicial) dio por sen- !
tado en su obra Piraterías y ataques navales contra las islas Ca- $
narias el sometimiento de la Madera en fecha anterior a sep-tiembre
de 1581, por tener constancia del feliz arribo al Funchal
de una nao desarbolada de la flota española de Indias 5.
Bonnet en su primer estudio titulado La expedición del con-de-
marqués de Lanzarote a la isla de la ,Madera e?z 1580 (?)
hace un resumen de la operación tal como había sido recogida
JosÉ DE VIERAY CLAVIJO:N oticias de la historia general de las islas
de Camria, impr. Blas Román, Madrid, 1773, t. 11, pp. 332-333.
Vnstituto Jeronimo Zurita, Madrid, 1947, t. 1, pp. 633-634.
AS.: Guerra antigua, lea. 116.
396 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL COhQE DE LANZAROTE, CAPITÁN GENERAL DE LA MADERA 5
por los cronistas, añadiendo interesantes pormenores sobre los
componentes del ejército libertador. En cuanto a la fecha su-giere
como la más probable el año 1580 6. En el segundo trabajo
titulado Sobre la expedición del primer marqués de Lamarote
a la isla de Madera fija como fecha exacta del acontecimiento
histórico el año 1582, conducido por la certera mano del famoso
genealogista Gonzalo Argote de Molina, quien al redactar, en
1590, la lauda sepulcral reservada para su suegro, don Agustín
de He'rrera y Rojas, estampó, entre otros méritos, el siguiente:
{(pasó de armada a la isla de la Madera el año de mil1 e quinien-tos
y ochenta e dos, contra don Antonio, que se llamaba rey de
Portugal, y se apoderó de aquella ysla y de sus castillos, siendo
general della por el rey don Felipe. nuestro señor» 7.
El artículo de Lothar Siemens La expedición a la Madera del
conde de Lamarote desde la perspectiva de las fuentes madei-renses
ha dejado claro, para siempre, que la isla de la Madera
se declaró fiel a Felipe 11 desde el mismo instante de su procla-mación
como rey de Portugal, según se ha aludido veladamente
al inicio de este trabajo. Por otra parte le ha permitido expur-gar
lo poco que ha sobrevivido en los archivos de la isla prota-gonista
sobre el enigmático acontecimiento. Para nuestro obje-tivo
concreto ha sido un auxiliar de trabajo de primer orden8.
El estudio que abordamos ahora tiene como base la copiosa
documentación conservada en la Sección de Guerra Antigua del
Archivo de Simancas, en la que ha quedado registrada, día a día,
todas y cada una de las incidencias de la expedición canaria a
la Madera Si antes el obstáculo era la carencia de informacióñ,
ahora, por contraste, es la superabundancia la que nos abruma.
Ello impondrá una tarea de seleccidn y síntesis muy apretada.
6 En la revista «El Museo Canario)), núms. 31-32 (año 1949), pp. 59-76.
7 ((Revista de Historian de la Universidad de La Laguna, núrns. 115116
InGri iCkCC\ nrr 17966 \auu L I I ~ U I , pp. e-.
En la revista ((Anuario de Estudios Atl&nticos», núm. 25 (año 19791,
PP. 289305.
9 La documentauich se encuentra diseminada entre los voluminosos
legajos siguientes: 125, 127-135, 141-150, 152-154 y 156.
En su casi totalidad son cartas del conde de Lanzarote al rey Felipe 11
y al secretario Juan Delgado, y en menor número del capitán Juan de
CAPÍTULPORI MERO
COK AGUSTÍN DE HERRERA ASUME EL MANDO MILITAR
DE LA MADERA (MAFtZO DE 1582)
PRESENCIA DEFENSIVA DE LAS MILICIAS CANARIAS
ESTADO POLfTICO, MILITAR Y SOCIO-ECON6MICO
DE LA ISLA
PRIMERAS DISPOSICIONES DE GOBIEPENO
1. ACONTECIMIENTOPS OLÍTOICS S OBREVENIDOS EN LA MADERAE N-TRE
1380- AMENAZAS DE LAS ESCUADRAS AL SERVICIO DEL
PRETENDIENTE DON ANTONIO, FRIOR DE CRATO.~FRECIMIENTO
DE DON AGUSTÍN DE HERRERYA R OJASC, ONDE DE LANZAROTE
La llamada unidad ibérica es uno de los episodios más im-portantes
de la Historia Universal del siglo xvr. P el papel que
jugó la isla de la Madera un aspecto, si se quiere, secundario,
pero digno de ser conocido, en el proceso de integración del
imperio hispano-luso.
La desgraciada muerte del rey don Sebastián en la trágica
jornada de Alcazarquivir (15781, luchando en Marruecos contra
los ejércitos del jeRfe Abdel Melek, convirtió inesperadamente
a Felipe 11, rey de España, en virtual heredero de la corona lusa
y de su inmenso imperio transoceánico. El sueño dorado de los
Reyes Católicos, alentado por medio de consecutivos enlaces ma-trimoniales,
daba al fin sus frutos con medio siglo largo de re-traso.
La bella emperatriz Isabel transmitía a su hijo Felipe
unos legítimos derechos, que éste hizo invocar en seguida.
Aranda a ambos personajes. Estas misivas tuvieron, en la mayoría de los
casos, la oportuna respaesta del monarca y su hombre de confianza.
Para abreviar .las citas, en todo lo posible, se identificará el Archivo de
Simancas -como se ha señalado- con la habitual sigla A.S.; la sección
&,erra Fa pr=iiera pal&ra; iiiI-fi~.i~oiiolsu ego a
legajo, el folio, los actores y Ia datacidn.
398 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Tras el breve interregno del cardenal-rey don Enrique', apro-vechado
para sembrar la simiente de un partido filipino adepto,
del cual fue alma y voz Cristóváo de Moura, el monarca es-pañol
pudo escalar el codiciado- trono usando a un tiempo de
la diplomacia y de la fuerza. Un poderoso ejército derrotó en
Alcántara (23 de agosto de 1580) a los partidarios de don Anto-nio,
prior de Crato, su encarnizado rival. Pocos días más tarde
se posesionaba de Lisboa, la capital, apagando rápidamente los
focos de insurrección.
Felipe 11 cruzó la frontera en diciembre de 1580. Tras una
breve estancia en Elvas, se trasladó a Tomar, donde fue jura-do
como rey por las Cortes, al mismo tiempo que prometía con-servar
las instituciones tradicíonales y respetar la autonomia
total del reino (abril-mayo de 1581). La solemne entrada en Lis-boa
se retrasó hasta el 29 de junio del año indicado 'O.
Tan pronto como el nuevo monarca hizo valer con las armas
el derecho que tenia a la corona de Portugal despachó emisa-rios
a los territorios insulares atlánticos, a las posesiones de
África y a las colonias ultramarinas, pidiendo buenamente el
reconocimiento de la soberanía, cosa que en efecto hicieron al-zando
banderas en su nombre, sin oposición seria de los pocos
partidarios que por allá tenía el pretendiente don Antonio.
La Madera se anticipó al requerimiento haciendo la procla-mación
oficial del nuevo monarca, al mismo tiempo que partían
para Lisboa como mensajeros António Rodrigues Mondragiio y
Martim Mendes de Vasconcelos, con objeto de rendir la obliga-da
pleitesía y hacer alarde de fidelidad ll.
HERRERDEA TORDESILCACSi:n co libros de historia d e Portugal ... [l],
Lols. 1-150v.
RUBIO: Felipe II. .. rey de Portugal [l], pp. 19-54.
:: AJ3.F.: Documentos avuisos, caja S.*, documento núm. 2i6.
&-S: La expedición a la Maáera 181, p. 291.
HENRIQUE HENRIQUEDSE NORONHANo:b iliario da El,&% da Nadeira, Siio
Paulo, 1948, t. 11, p. 371, y t. 111, p. 574.
;El primer mensajero era hijo de Jo5o Roürigues Mondragb, vizcaino
avecindado en E'unchal, y de su esposa, Maria Rodrigues. Los padres del
segundo fueron: Pedro Mendes de Vasconcelos y Francisca Gato Coeiho.
Núm. 30 (1984) 399
8 ANTOKIO RCMEU DE ARMAS
La isla de la Madera estuvo en dependencia política directa
de la famosa Orden de Cristo desde los tiempos de don Enrique
el Navegante por resolución tomada por el monarca don mar-te
en 1433. Esta situación se mantuvo hasta el año 1497 en que
el rey don Manuel 1 la integró en la corona portuguesa con to-dos
los derechos inherentes a los territorios realengos y una
administración similar.
Como vestigio de ese pasado remoto subsistían las ca.pita-nías
de Funchal y Machico, originadas en el momento de la pri-mera
colonización y transmitidas por línea regular hereditaria.
Su similitud con los señoríos jurisdiccionales castellanos son
notorias. Los capitanes-donatarios eran los gobernadores de sus
respectivos distritos, y en casos de ausencia tenían facultad para
designar lugartenientes. Con el correr del tiempo sus atribucio-nes
se habían reducido a la mínima expresión, aunque los de-tentadores
seguian disfrutando de importantes dominios terri-toriales.
Era capitán-donatario de Funchal, en 1580, un niño de
POCOS meses, Sirnao Goncalves da Ckmara, descendiente directo
del fundador de la estirpe, el famoso Joáo Goncálvez Zarco 12.
La capitanía de Machico la detentaba, por idéntica fecha, Fran-cisco
de Portugal, conde de Vimioso, activo y entusiasta parti-dario
del prior de Crato :2 *.
l2 Hasta la fecha indicada fueron capitanes-donatarios de Funchal los
si,@entes personajes:
l." Joáo 1 Goncalves Zarco.
2.O Joáo 11 Goncalves da Chara.
3: Simáo 1 Goncalves da Ciimara.
4." Joáo 111 Concalves da Camara.
5: Sknáo II Goncalves da Cmara, primer conde da Calheta.
6: Joáo IV Goncalves da Ckmara, segundo conde da Calheta.
7P Simáo 111 Goncalves da Cgmara (menor de edad), tercer conde da
Calheta.
G&PAR Pñüiüü~ü.L imo seyurzcio dus Suuúuies cicr Terra, Fonia Deigaüa,
1968, PP. 23-28, 35-55, 65-70, 81-98, 215-238, 245-258, 269-288, 323-326 y 391409.
l2 * LOS capitanes-donatarios de Maohico fueron:
1." Tristáo Vaz.
2: Tristáo Teixeira das Damas.
3: Tristáo Teixeira Lordelo.
4: Diogo Teureira.
Al fallecer este último, en 1540, sin descendencia, el rey Juan 111 desig-
400 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
EL CONDE DE LANZAROTE, CXPITÁN GENERAL DE LA MADERA 9
La nueva administración, simbolizada por el primer gober-nador
don Fernando Álvarea de Toledo, tercer duque de Alba, y
su Consejo asesor 13, decidieron alterar la estructura política de
la isla, creando el cargo de gobernador general, con amplizls
atribuciones en todos los ramos de la administración pública.
Asumió además las funciones de capitán-mayor (acapitfio-mor»).
El elegido para el desempeño de la nueva magistratura fue el
desembargador Joao Leitao, cuyas atribuciones comprendían la
administración del erario público y el enjuiciamiento de las cau-sas
criminales, además de la superintendencia de todos los asun-tos
civiles y militares. Todo cuanto decimos tiene constancia en
una provisión enviada a la Camara municipal funchalense el
5 de enero de 1582 14.
nó 5.0 capitain-donatario a Antonio aa Siiveira, gobernacior de Yiu, en ia
India. Dioho personaje hizo traspaso de la dignidad, en 1549, con licencia
real, en la persona de Afonso de Portugal, conde de Vimioso.
E1 7: capitán-donatario sería, andando el tiempo, Francisco de PortugaI.
PRUTUOSOSa: udades da Terra [12], pp. 81-92 y 145-1,556.
Francisco de Portugal, conde de Vim~oso, acompañó al rey don Sebas-tián
en ia trágica expedición a África, que tuvo como remate ei desastre
de Alcazarquivir (1578). El c o ~ d eq uedó prisionero, siendo rescatado, en
1580, por mediación de Felipe 11. El duque de Mediria Sidonia y el mar-qués
de Algaba le brindaron hospitalidad en sus residencias de Sanlúcar
de Barrameda y Puerto de Santa María. Pero se reintegró a Portugal para
alistarse en el partido del prior de Crato.
JULIÁNM .' RUBIOD: . Francisco de Portugal, conde de V~miosoy, la uni-dad
polltica de .k peninsula, en «Boletín de la Biblioteca de Menendez y
Pelayo», t. IX (año 1927), rpp. 322-346.
l3 Estaba constituido por las siguientes personalidades:
1. Pedro de Alcacoba.
2. El obispo de Leiria.
n....~,. A C ;....:-4- a. rauiv n r u l i a w , julwra.
4. Joao de Silva, conde de Portalegre.
5. h a r t e de Castelbranco, merino mayor.
RUBIOF: elipe Z I. .. rey de Portugal [1], p. 69.
l4 A.D.F.: Registro general da Ckmara, t. 11. FERNANDAUOG USTOD A SIL-va
y CARLOASZ EVEDOD E MENESESE:l ucidário Madeirense, Funchal, 1945,
t. 11, p. 2%.
ALBERTO ARTUR SARMENTenO sus Ensaios histdricos da minha terra
(Ilha da Madeiraj, Funchal, 1946, p. 173, califica a Leitáo como «un por-tugués
poco adiestrado en las cosas de la guerra y acaso d6bii para el mo-mento)).
SIEMENSL:a expedición a la Madera [8], p. 294.
Núm. 30 (1984) 401
10 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Digamos a titulo de complemento que el juez presidente de
la CAmara era Manuel Vieira do Canto, el juez letrado Joáo de
Béthencourt da Freitas y el escribano de la AlfAndega y almo-jarife
Pedro de Valdevesso, de estirpe castellana ''. El ingeniero
militar encargado de las fortificaciones se denominaba Mateus
Fernandes, también conocido por el apellido compuesto de Fer-nandes
Cabra1 16.
Felipe 11 se estableció en Lisboa, al frente del gobierno, da-rante
los años 1581-1583, limitándose a ratificar las decisiones
de su predecesor en cuanto a la administración del archipiélago
atlántico.
¿Qué acontecimientos ocurrieron en la Madera entre junio
de 1580, en que se produjo la invasión de Portugal por el ejér-cite
casts!!am, y =%yo de 15U3, en cpe 18 cmma decide ultvrar
el sistema imperante en el gobierno militar de la isla?
En primer término hay que destacar las excelentes relacio-nes
entre las autoridades de Lisboa y la Camara municipal ma-deirense
(juizes, vereadores y procurador).
A n t ~ cs e hz he&c L?,n,c&nt,da !~gión a !y ~ r y i h y df ~e r z ~ ~ ; ~ *.*A u-"
al Funchal, en septiembre de 1581, de uno de los mejores galeo-nes
de la flota de Indias, nombrado La Gallega, a cuyo mando
15 HENRIQUEDSE NORONHA:N obiliario ... da Madeira [ll], t. 1, pp. 60
y 195, y t. 111, p. 547.
LEOPOLDDOE LA ROSAY OLIVERA:L OS Bé t hmo u r t en las Canarias y
América, en «.Anuario de Estudios Atlánticos)), núm. 2 (año 19561, pp. 121-
127 y 130-135.
Los tres personajes citados pertenecían a estirpes hidalgas.
Vieira era hijo de Francisco y de Beatriz Gonqaives. Fmtuoso pondera
su categoría social: ((Pelas costas da capela-mor de Sao Francisco vai
imrr ni;,qu e se llama dk seu nnme ..., na n,'lal mora. n/Lan'!el Vieira? ho-m03
principal en uns ricos aposentos ... » (Sazdades ... [12], p. 114).
Béthencourt descendía de Maciot, sobrino del ,primer conquistador de
Canarias el barón normando Jean de Béthencourt. Sus padres se llama-ron
Pedro y Marta de Freitas. Ante la variedad de versiones sobre el ape-llido
galo (Betancor, Bettencourt, etc.) hrnos optado por la ortografía ori-dnaria.
Valdevesso (Valdivieso) era natural de Toro, en el reino de Leh. Su
padre Juan de Valdivieso se había establecido en la Madera.
A. S.: Guerra, bgs. 127 (fol. 511, 128 (fol. 106), 133 (fol. 27) y 143 (fol. 225).
l6 En la documentación de la época firma como Matteus Cabral.
Véase la nota 37.
402 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL CONDE DE LANZAROTE, CAPITÁN GENERAL DE LA MADERA 11
iba el maestre sevillano Andrés Felipe. Una impetuosa galerna
puso a la nave en trance de zozobrar cuando transportaba a Ia
metrópoli una importante remesa de oro y plata. Las autorida-des
madeirenses rivalizaron en prestarle ayuda hasta conseguir
que el rico cargamento en metales preciosos y mercancías que-dase
en tierra a buen recaudo, ante la inminente amenaza de
hundimiento del galeón.
En el archivo de Funchal se conserva la carta original escri-ta
por el rey Felipe II en Sintra el 3 de octubre de 1581, agrade-ciendo
a la Chmara el celo puesto en el salvamento del tesoro y
anunciando la inmediata partida de dos galeones al mando del
c~gitlín.T '?-n m r t i n ~d~e Recdde, c m o bjeto de coronar la ti_-
vesía hasta Sevilla 17.
En efecto, el capitán Recalde, apostado en Cádiz al frente de
una importante fIota preparada para unirse a la escuadra de
don Alvaro de Bazán, partió apresuradamente para la isla de la
Madera, consiguiendo cumplimentar la misión asignadzt.
Pero un hado adverso volvió a cruzarse en ni camino. Una
segunda e impetuosa tempestad le forzó a refugiarse en San Se-bastián
de La Gomera, en tan pésimas condiciones que apenas
si pudieron ser reparados los navíos para remolcarlos a Sevilla
por medio de una expedición de socorro 18.
Otros documentos lusitanos de idéntica procedencia nos in.
forman de asuntos e incidencias de la vida local. Un albalá de
l7 SIEMENSL:a exwdicidn a la Madera C81, p. 295. A.D.F.: Documen-tos
amlsos, caja ZP, doc. 215. La misiva regia dice así:
(duizes, vereadores e procurador da cidade do Funchal: Eu el Rey vos
envio muito saudar. Tive agora aviso de como huá nau que vinha da Nova
Espanha coom ouro, prata. e mercadorías arribou a e s a Iiha a onde se
acudio muy bem á descargua della, que folguey de saber. E porque sou
informado que aquella nao náo está para navegar, mando agora dous ga-leóes
para tomarem esta cargua e a levarem a Sevilha, sobre que ma&
largamente escrevo a0 ouvidor dessa capitanía do Funchz! e que tudo vos
comunique. Peno que vos mando que, cmforme a ordem que mesh mate-ria
mando que se tenha, deis de vosa parte toda ajuda e favor á cargua
dos ditos galeóes e a0 bom e breve despacho delles (de que vay por ca-pfr&
i^.Tam -Ma_rtLn~.zd e Rpy - ldp) p r a qce se f a ~ gce n te& hre~&añ_y
porque cumpre asy a meu ~ervlc0. Scrita em Syntra a iij doutubro de
MD. Lxxxj. Yo el Rey (Rubricado).»
I8 RUIKFU: Piruterius y ataques mvules [S], t. 1, pp, 6B633.
12 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
5 de diciembre de 1581 ordenaba a las autoridades de Funchal
el pago de cien mil reis correspondientes al devengo de los suel-dos
atrasados a los procuradores-mensaje'ros Antonio Rodrigues
Mmdragáo y Martim Mendes de Vasconcelos. Una segunda dis-posición,
de la misma índole y con idéntica fecha, mandaba que
el tesorero de la renta de las obras para la fortificación de la
capital reservase dos tercios de la misma para cubrir los gastos
de la descarga del trigo que se importase durante el bienio 1581-
1582 19.
Para las autoridades de la Madera la máxima preocupacian
consistió en desarticular a los partidarios del prior de Crato en
el interior de la isla y hacer frente a la amenaza continua pro-ce.
d .e nte del mar, pues merodeaban por las costas flotillas al ser- --.,-..A ..l-1 "..A-- .-Y- fl-.-.&.. -.-.-- --------- A- l..-
VLUU UGL ~ L L M ~ t :U L ~ L U , AMUD c ; u l ~ a ~ui ra; ~m a Azmes y uli iii?-
portante número de embarcaciones piratas francesas decididas
a sacar provecho de las difíciles circunstancias.
El agitador más destacado era el franciscano fray Joáo do
Ebpírito Santo, que había jugado un importante papel en la re-hrilirín
iin 10 ;nilo 'Fcirnnro 20 Ca h o h ; ~; n t r r rA~ r n iAnc r v h r a r \ t ; n ; n m n n
U U A A U I L UU ALU A U I U i 4. U A U G A Ui U C i L A C I i N I U i LLAUL U U U C i L U U D U N A G ~ U A U L a L A A G A 1 -
te en Funchal, llevando a cabo una labor de captación y prose-litismo
sumamente peligrosa. Era portador de múltiples docu-mentos
en blanco, con Ia firma y sello de don Antonio, para re-partir
gracias, otorgar títulos y captar adeptos. En el colmo de
su audacia llegó a utilizar el púlpito del convento de Sao Fran-cisco
para atizar la llama de la discordia, incitando a los fieles
a la rebeldía contra «el usurpador» 21.
l9 SIEMEXSL:a expedición a la ,Madera [S], pp. 295-296.
A ni?. nr i r r i rmomf r in n omr l o n a n a i ~9 3 Annc 9112 r r 9 1 7 .
4 Z . Y . A .. YVULU,'*U,IU"O UVWUUVU, YUJY u., U"".,. YA" J Y A ,
El documento 218 carece de inierés. Se trata de una sentenria del rey
Felipe acerca de la venta de vinos y sobre los agravios en que estaban
implicados Domingos Fernandes y su mujer, Isabel Antónia.
20 C~ÁREFO'ER NÁNDEZ DURO:L a conquista de las Azores en 1583, Ma-drid,
1886, p. 7.
El f-m-@ f r ~ < n c i~~pOci.~t&~er~d e 11 ~QITS e r ~ e r lti ene q y ser f n f ~ ~ ~ a -
mente Joáo do Espírito Santo por los datos que se puntualizan líneas ade-lante.
21 AS.: Guerra, leg. 127, fols. 41 y 43. Cartas de Lanzarote a Felipe 11
y al secretario Delgado (Madera, 1-VI-82).
-- «Yo, señor, haiié prezo un frayle; y con mi venida g con yr a vizitar la
404 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL CONDE DE LANZAROTE, CAPITÁN GENERAL DE LA MAüERA 13
A1 gobernador Leitao no le quedo otro recurso que proceder
a su detención, quedando para siempre encerrado en las celdas
de la fortaleza 22.
Otro de los más entusiastas partidarios del prior de Crato
era el comerciante francés Pierre de Larrandueta, de estirpe
vasca, con importantes negocios en la isla y una acaudalada
fortuna. Probada su connivencia y apoyo a Ia causa del preten-diente,
se procedió a su encarcelamiento en el castillo anterior-mente
citado 23.
Ambas decisiones frenaron en seco la actuación proselitista
de los partidarios del prior, abortando de raíz la conspiración
descarada.
La acción naval más importante llevada a cabo en este perio-do
afectó a la isla vecina de Porto Santo. Algunas embarcacio-nes
de la escuadra francesa al servicio del prior de Crato se
presentaron en tono amenazador ante la capital, desembarcan-do
su gente sin resistencia alguna, con objeto de hacer aguada
y proveerse de víveres.
Al enterarse el gobernador general vinieron las protestas y
las exigencias de responsabilidades. Pero el capitán-donatario
de la pequeña isla, Diogo Perestrelo Bisforte, se exculpó ante
Leitao con su impotencia para hacerles frente, limitándose a in-formarle
que los navíos facciosos eran diez, perfectamente arti-llados
y en condiciones de asolar el territorio
La alarma del gobierno de la Madera y de los adeptos a Fe-lipe
11 llegó a su punto limite cuando arribaron avisos de Lis-boa
para prevenirse contra la poderosa flota que al mando del
almirante francés Philippe Strozzi se preparaba en Francia con
objeto de que ei prior üe Crato se posesionase de los archipié-lagos
atlánticos.
prizión fue tanto su miedo y turbación: que nos entregó, al i.Iipx&do
Juan Leyton y a mí, cantidad de papeles y sello de ynsinias reales, y hizo
de su mano una relasión de ciertos avizos de cozas de la Tercera.. .»
22 Ibid. Además, leg. 127, fol. 49. Carta de Lanzarote a FeI<pe 11 (Ma-dera,
18-VI-82).
23 Ibid.
24 SARMENTEOn:s aios histdncos 1141, p. 173.
SIEMENLSa: expedición a la Madera [S], gp. 296-297.
14 AIUTONIO RUMEU DE ARMAS
Estos avisos dieron pie a que se redoblasen en Funchal y en
los demás puertos y playas madeirenses las medidas de seguri-dad:
vigías, centinelas, excavación de trincheras, navíos de avi-so,
movilización de milicias, etc. 25.
Fue en este preciso momento, coriocida la gravedad de la si-tuación,
cuando don Agustín de Herrera se dirigió, por medio
de una carta, al rey Felipe 11, ofreciéndose incondicionalmente
a su servicio. La epístola aparece escrita en Lanzarote el 26 de
enero de 1582. En ella le informaba del paso ininterrumpido de
navíos franceses por los contornos de la isla de su señorío, al
mismo tiempo que le prevenía sobre los puntos más aptos para
la expugnación de la isla Tercera.
Nos interesa realzar el ofrecimiento: «Si yo soy de algún ser-vicio
por mar o en tierra, mande ordenar de mí como fiei vasa-iio
y criado de VM.» 26.
La misiva del conde de Lanzarote llegó a Lisboa en el mes
de febrero del año expresado. Estudiada por el monarca y sus
25 A. S.: Guerra, leg. 128, fol. 106. Carta de Agustín de Herrera a Feli-pe
11 (Madera, 14-VII-82).
MUSEON AVADLE MADRIDC:o lección Sans de Barutell, art. 4, núm. 592.
3 k ~ ~ Á hmeDzU RO:L a conquista de las ¡&ores [20] , pp. 251-252.
El texto de la carta es el siguiente:
S. C. R. M-Hasta hoy se ha tenido la cuenta que V. M. manda, y se
tendrá con los puertos de esta isla y annadas francesas, y aunque han
pasado y pasan, y los tenemos por huéspedes cada día, Dios sea bendito,
nos hemos defendido dellos y hécho!es daños asimismo. Con los navíos
portugueses se tiene la orden que V. M. manda, y se visitan todos, esto
sin molestarles, mas antes que se les hace mejor pasaje y cómodo que a los
propios casteiianos, y entienden ellos se hace así por mandado de V. M.
De cosas de la Tercera tengo cuidado, y estoy cierto por ei Angia y io que
llaman Brasil no hay entrada que buena. sea; soIamente la tenernos por
La Playa, donde es menester más geste y más gobierno que para otra
empresa, por estar aquella gente obstinada y reparada, y que han tenido
tiempo y lo tienen, y con todo confío en mas que dellos propios saldrá
lo que sea más servicio de V. M., que no puede faltar esto por nias y peo-res
portugueses que eiios quieran ser. Si yo soy de aigún servi50 para
mar o en tierra, mande ordenar de mí como de fiel vasallo y criado.
V. M. tenga salud y vida, que es lo que nos importa, y el remedio de todo,
cuya Catdlica Majestad nuestro Señor guarde, con aumento de otros rei-nos
y señoríos. De Lanzarote 26 de Enero de 1582,S. C. R. M-Vasallo y
criado de V. M.-El conde de Lanzarote.
406 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL CONDE DE LANZAROCATPIETÁ,N GENERAL DE LA MADERA 15
asesores y con el dictamen favorable del secretario Juan i)elga-do
-especialista en asuntos militares y amigo muy devoto del
prolcer isleño- el ofrecimiento fue inmediatamente aceptado
A mediados de marzo un navío de aviso partió de Lisboa
para Lanzarote, con los pliegos originales de la importante co-misión
regia. Pero como la embarcación podía extraviarse o ser
capturada, remitió un duplicado de los documentos a don Alon-so
Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia, con objeto de
que los reexpidiese.
Así se lo comunicaba en carta firmada por el monarca en
Lisboa el 19 de marzo de 1582, cuyo texto merece ser reprodu-cido
en su integridad:
«Duque de Medina Sidonia, primo: Habiéndose entendido
por avisos: que en Francia e Inglaterra se va aprestando y
juntando alguna amada, con número de navíos y gente,
para salir y hacer daños, y siendo la isla de la Madera que,
como sabeis, es destos mis reinos de Portugal, y su guarda
y seguridaü de ia importancia que es, ordeno ai conde cie
Lanzarote vaya luego allá, llevando consigo doscientos cin-quenta
o hasta trescientos hombres de los de Lanzarote,
para estar en ella este verano como capitán de guerra para
la defensa y guarda de ella; y que meta la dicha gente en
los castillos que hay en ella, para que los defiendan y guar-den;
y él esté en la dicha ciudad de Funchal, fuera de ellos
o se meta en uno de los dichos castillos, cual más viere
convenir. Y como quiera que por acá se le envían en un
navío los despachos para ello, todavía, para en caso que
tardase o sucediese algo en el viaje de la mar, me ha pare-cido
enviar por ahí el duplicado de ello, en otro navío que
27 Influyó de manera decisiva en la comisión el famoso artillero y di-plcm6tico
don Francés de Alava, integrado en el ejército de ocupación de
Portugal. Este personaje escribió al conde felieit6ndale por el destino.
Lanzarote da fe de elio en carta a Delgado (1 de junio de 82): ((Crea Vuesa
merceci de mi que no iaicó migencia ni faitará en ias cozas que.. . me man-dare,
y en todas ellas, mediante Dios, yo haré como ... guste de awr em-pleádome
en cerviSo de Su Magestad; y como dive el señor don Francés
de Ala%a, en una que me .hizo merced de escribirme, que para e1 primer
servicio no es pequeña merced la que se me a hecho...))
A. S.: Guerra, leg. 127, fol. 43.
16 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
os pareciere que ira con brevedad y a buen recaudo y
seguridad, por lo que importa que llegue con ella a sus
manos)) 28.
Medina Sidonia debió recibir instrucciones particulares so-bre
el caso, conlo hemos de ver inmediatamente.
El 1 de abril de 1582, con la velocidad del rayo, zarpaba de
Sanlúcar la carabela San Antonio, de 40 toneladas. su capitán
Vasco Rodríguez y su piloto Vicente Vaez, conduciendo a bordo
cuatro artilleros alemanes, 20 quintales de pólvora, 12 quintales
de cuerda y 12 quintales de plomo.
Después de feliz travesía la embarcación echaba anclas en
el puerto de Arrecife el 9 de abril, hallándose ausente don Agus-tín
de Herrera en la vecina isla de Fuerteventura. Una saetía de
aviso le condujo a Lanzarote, su señorío propio.
Al día siguiente, 11 de abril, se producía la movilización ge-neral
29.
El título con que se honraba a don Agustín de Herrera de
((capitán a guerra)) era equivalente al de capitán general. con
que él mismo se denomina a partir de esta fecha, y con el que
será reconocido por superiores e inferiores.
2. EL DISPOSITIVO DE DEFENSA: FORTALEZAS Y MILICIAS.-PANORA-MA
SOCIO-ECON~MICO DE LA CAPITAL Y DE LA ISLA
Parece obligado en este instante que nos entreten,m arnos en
señalar someramente cuál era el dispositivo de defensa de la
isla de la Madera en 1582, en vísperas de producirse el arribo
de1 nuevo capitán general al frente del cuerpo expedicionario.
Nuestra atención se centrará, en primer término, en el estu-dio
de las fortalezas, para entretenernos luego en reflejar la es-
:<: AS.: Guena, ieg. i34, Íol. 2iG.
GABRIEML AURAY GAMAZODU,Q LT DE MAURAE: l designio de Felipe I I y
el episodio de la armada invencible, Madrid, 1957, pp. 120-121.
2". S.: Guerra, legs. 125, fol. 85, y 127, fol. 41. Relación de cómo se
encaminó el despacho de S. M. para el conde de Lanzarote (Cádiz, 4-IV-82)
y carta de don Agustín de Herrera para Felipe 11 (Madera, 1-VI-82).
408 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL CONDE DE LANZAROTE, CAPITÁN GENERAL DE LA MADERA 17
tructuración del pequeño ejército insular, en particular las com-pañías
de milicias madeirenses .
La ciudad de Funchal, en la costa meridional de la isla, esta-ba
defendida por dos construcciones militares, llamadas respec-tivamente
la fortaleza Velha (en el siglo XVII, Sáo Lourengo) y
la fortaleza Nova o del Pelourinho, situadas en la ribera del mar
a poniente y levante de urbe Sobre su edificación parece obli-gada
una breve referencia.
En los momentos iniciales de su existencia Funchal debió
contar con alguna minúscula torreta para defender los navíos
fondeados frente a la costa y obstaculizar cualquier intento de
sorpresa pirática. El rey Manuel 1 el Afortunado tuvo el propó-sito
de edificar una muralla desde el barranco Grande o de' Sáo
Francisco (hoy de Sáo Joao) hasta el de Santa Luzia. En 1513 el
maestro de obras Joao de Cáceres recibió el encargo expreso de
construir un baluarte en el punto inicial de la muralla proyec-tada.
De esta manera tan simple se dio comienzo a la edificación
de la fortaleza capitalina 31.
No se puede precisar quién fue el arquitecto que diseñó los
planos. Parece admisible que eI primitivo proyecto de Cáceres
-experimentó al correr del tiempo notorias ampliaciones. Tiene
muchos visos de verosimilitud la atribución al maestro Pedro
Anes -arquitecto de la catedral y de la nueva Alfandega- de
30 La denominación de fortaleza de Si20 Lourenco se impuso popular-
-mente por la imagen de este santo sobrepuesta a la puerta principal en
el año 1639.
El castillo del Pelourinho se denominó así porque a su espalda se ha-llaba
la Praca, en cuyo centro estaba ubicado el rollo o picota (pelourin-ho),
donde se ex,ponían las cabezas de los ajusticiados o los.reos conde-nados
a vergüenza pcblica. En el caso concreto de Funchal se trataba de
ulna columna de jaspe.
CARITA:I &Q&c~Q 2 *rq?~i?lp&u-om: ilitar Mndeira. -4 ,?'rt&-
xa-palácio de Súo Lourenco, kinchal, 1981, pp. 61-62.
Awroaro ARAGÁO: Para a historia do Funchal. Pequenos passos da sua
memória, finchal, 1979, p. 195.
FRUTCOSOSa:u dades da Terru 1123, pp. 111-112.
z- ARQUIVO NACIONADLA TORREDO TOMBOC: hancelarb de D. Manuel,
I r i n A 0 4-1 rsg. T I , A"'. 63.
RUI CARITA1: ntrodu~Úo& arquiteckra militar [30], p. 54.
'Núm. 30 (19841 109
18 ANTONIO RUMECT Di?, ARMAS
La construcción, en estilo manuelino, de la bella torre almenada
del sureste, de planta semicircular, en la que campea el escudo
del insigne monarca ltiso superado con el emblema de la Orden
de Cristo =. Alrededor de 1540, reinando Juan 111, hay constan-cia
de que Esteváo Gomes trabajaba como xrnestre cia obra do
baluarte» 33. Las labores prosiguieron año tras año, conducidas
por manos anónimas, hasta estar virtualmente terminadas en el
fatídico año de 1566, en que la ciudad fue tomada al asalto y
saqueada por los cuatro costados por el pirata francés Bertrand
de Montluc
Después de la tragedia, el rey don Sebastián dispuso inme-diatamente
que pasase a la Madera el prestigioso ingeniero mi-litar
Mateus Fernandes, con instrucciones precisas (Regimento)
para reparar la fortaleza de Funchal g mejorar sus posibilida-des
ofensivas y defensivas. Al mismo tiempo debería construirse
un segundo castillo en la parte más oriental de la urbe, en el
solar donde casi confluían los barrancos de Santa Maria do Cal-hau
(hoy Joao Gomes) y Santa Luzía. Estaba naciendo sobre el
papel la fortaleza Nova 35.
El plan de fortificación del monarca y sus asesores téonicos
va a ser ejecutado con puntualidad por el afamado ingeniero
militar del que se acaba de hacer mencion. Un segundo Regi- o
-
a A. D. F.: Documentos auulsos, caja 4, doc. 485, fol. 6. a
E1 afamado arquitecto de la catedral de F'unohal agareee titulado umes- 2
n
tre das hobras de [Sua] Allt[ezal» en un documento de 5 de diciembre n
de 1517. 3
ARAGAO: Para a história do Funchal ... [30], p. 106. O
CARITA: IntroducZo arquitectura militar ... [30], p. 55.
33 A. D.F.: Documentos avuísos, caja 4, doc. 490.
ARAGAOP: ara a história do Funchal .. [30], p. 186.
34 FRUTUOSOS: audades da Terra [12], pp. 327-390.
SILVA-AZFVEDEOlu:c idário iiladeirense 1141, p. 457.
-A-R AGÁO: Pnrn a histórh do Funchal [SO!; np. 189-192.
CARITA: Introdui$o a arquitectura militar.. . [30], p. 56.
A. D. F.: C&nara Municipal do Funchal. Registro geral, t. 111, folio
142 v.
E2 Regimento del rey don Sebastián aparece datado en Lisboa el 14 de
marzo de 1567.
CARITA: Introducúo a arquitectura militar ... [30], pp. 51-59.
410 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL COHDE DE LAHZAROTE, CAPITAN GENERAL DE LA MADERA 19
mento, de 1572, vino a perfilar en detalles el principal objetivo
previsto
En 1582 la fortaleza llamada Velha era una importante cons-trucción
de planta rectangular, con un patio central y diversas
edificaciones en su contorno. La fachada al mar, por el lado sur,
estaba rematada por el torreón semicircular manuelino. Por de-lante
se extendía una plataforma baja, almenada, para emplaza-miento
de la artillería. Un airoso cubelo exterior, en lugar equi-distante
de la plataforma, enlazaba con el edificio central a tra-ves
de un arco de medio punto sobre el que discurría una pa-sarela.
En la fachada norte otros dos cubelos completaban el
dispositivo bélico 37.
A. D. F.: Chmra Municipul do Funohal, t. 11, fols. 139 y siguientes.
GASPARF RUTUOSOSa: udade8 da Terra. Libro 11 (Histcíria das mas do
Porto Santo, Madeira e Selvagens). Funohal, 1873. Alvaro Rodrigues de
Azevedo, anotador del üibro, publica entre las págínas 6.20-624 el docu-mento
que nos ocupa.
37 FRUTUOSOSa: udades da Terra 1121, p. 111.
CARITA:I nt r o d~~áao a rquitectura militar ... [30J, pp. 57-61, 71, 91-93 y
103-110.
ARAGÁO: Para história do Funchal ... [30], pp. 179-197.
En los trabajos de adaptación, reforma y mejora de la fortaleza prin-cipal
jug6 un decisivo papel el ingeniero militar Mateus Fernandes. La
documentación simanquina se hace eco de su presencia en Madera entre
los años 1582-1583.
A.S.: Guerra, leg. 130 (fol. 51) y leg. 145 (fols. 150 y 151).
El primer documento se titula «El parescer sobre el castillo que se
ha de hazer en el pico de las Freyras)) (Funchal, 16 de septiembre de 1582).
El ingeniero se muestra conforme en todo con el plan propuesto. firma
con el nombre de: « ~ ~ t e Cuasbr ab).
El segundo es una carta del capitán general a Felipe 11 (Madera, 4 de
mayo de 1583): «En esta ysla tiene Vuestra Magstad un Matheo Fernandes,
maestro mayor de la fortificación, bien hábil del su oficio; nas yo no
estoy tan contento de su ánimo; fue criado de la casa de Bimiom y tiene
otros indisios; y en los reparos y trincheras que haz- se Ip entiende a1,mLq
daño, que en 61 no es discuydo sino malisia por ser tan abil; aca toma-riamos
otro más iiano, o como Vuestra Magestad =a más serbido».
La resolución del monarca acredita su fama de rey prudente: «Que
muy fa~ilmentese puede ver si la hobra que hizieron va con la perfecption
que conviene; y que asi tenga cuydado de yr mirando lo que fuere im
ziendon.
20 AXTONIO RU-MEU DE ARMAS
Por idéntica fecha la fortaleza Nova o del Pelourinho estaba
por completo conclusa. Se trataba de una modesta construcción
de planta rectangular, con plataforma artillera y unos pabellones
a la espalda para a1ojamient.o de la tropa y almacenes de muni-ción
Desde el barranco Grande (hoy S20 Joao) hasta la torrente-ra
de Nossa Senhora do Calhau (hoy 3050 Gomes) se extendía
una muralla de mampostería con sus parapetos y saetías, que
fue reforzada con cubelos y contrafuertes por Mateus Fernan-des.
Un simple muro, bordeando el segundo barranco hasta la
rnontaiia de la Pena, cubría todo el frente oriental de la urbe.
Estaba previsto realizar idéntica obra por occidente para alcan-zar
el pico de las Freiras. Desde el mar se accedía a la ciudad
por tres puertas: la de los Varadouros, Acougues y Calhau. La
iglesia de Santa Maria de este nombre y su arrabal quedaban
emplazados extramuros j9.
Con independencia de ello se constmyeron sólidas trinche-ras
en Praia Formosoa, en los aledaños de la aldea llamada Ch-mara
de Lobos, punto vulnerable por donde habían desembar-ca&
10s corsarios franceses en 1566,'u.
. - --
Fre~te a pareceres en contra, no se puede discutir la paternidad
de Mateus Fernandes sobre el proyecto y constmcciíh de la fortaleza
Nova. En 1582, al tomar 'posesión don Agustín de Herrera de la capitanía
general de Ia isla de la Madera, estaba el castillete terminado por com-pleto.
CARIT.~: Op. cit., PP. 58-61.
ARAG~OO:p . cit., pp. 192-196.
* F'RUTUOSO: Saudodes da Terra [12], pp. 19-111.
ARAGAO: Para a história do Funchal [30], >p. 194-196.
CARITA: Introducúo arquitectura militar [30], pp. 58-60.
4 V . S . : Guerra, leg. 130, fol. 60. Carta del capitán Juan de Aranda a
Fdipe 11 (Madera, 12-IX-82).
«Yo fui con el sargento maior de ezta tierra a ver un pedaco de plaia
donde se desembarcaron los franceses y la saquearon en tiempos pasados:
y está tan atrincheada y tan fuerte que quatrocientos arcabuzeros la
defenderian frente a quatro mil, 3or la subida de la mar tan dificultosa:
está esta plaia de la cibdad media lega pequeña la buelta de poniente:
pues otras partes donde el enemigo pueda echar jente, como es Santa
Cruz y Machico, ai desde alli para esta cibdad caminos tan dificultosos
que sería temerario el que emprendiese pasallos, aunque oviese mui poca
jente al opósit0.n
412 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLBNTZCOS
LÁMINA 1
Planta de la fortaleza Velha, tal como era en la primera mitad de1 siglo xvr.
A ambos lados de la plataforma artillera: el cubelo con la pasarela (centro)
y la torre manuelina (derecha)
Planta de la fortaleza Velha, después de las reformas introducidas por el
ingeniero militar Mateus Fernandes. Destacan la ampliación de la plata-forma,
los dos cubelos de IR espalda g las eri;ficsci.rres c2ntrales
LAMINA 11
La torre manuelina de la fortaleza Velha. A su; pics la plataforma art.illei-a y a la izquierda el
cubelo con la yasarela. Grabado de E. H. Lockcr, 1804
LÁMINA 113
Emblemática heráldica del rey Manuel :C que adorna la torre de su nombre. En el centro el
escudo real sobremontado con la cruz paté de los cab,alleros de la Orden de Cristo. A los
lados esferas armilares símbolos de los descubrimientlos portugueses
LAMINA IV
Diseño de la fortaleza de Sáo Lourenco, dibujado por el ingeniero mili-tar
Bartolomeu Joáo (circa 1654). Si le suprimimos los tres baluartes de
punta de diamante de la espalda y el baluarte de la ribera del mar (iz-quierda)
tendremos una idea aproximada de cómo era el castillo en las
postrimerías del siglo XVI
LÁMINA V
La fortaleza de Sáo Lauren~o en 1813. Por debajo del castillo brotaba la fuente de Joao Dinis.
En ella hacían agu~da las embarcaciones
LAMINA VI
La fortaleza Nova, construida entre los bar~ancoij de Joan Gomes y Santa Luzía. Diseño de Bartolomeu Joáo (circa.
1654)
LÁMINA VI1
Crucero, capilla mayor y torre de la catedral de Funchal. Para neutrali-zar
la acción de un posible enemigo adueñado de la torre se construyó
en 1582 un pequeño baluarte artillero en el convento de S50 Francisco
LAMINA 'VI11
Portao dos Varadouros, uno de los principales accesos a la ciudad. La torre en la catedral al fondo. Dibujo de
Frank Dillon. Mediados del siglo XIX
Una vez que las tropas españolas hicieron su entrada en Lis-boa,
con el duque de Alba al frente, y quedó constituido el nue-vo
gobierno, partieron para la Madera, acompañando al gober-nador
general, Joáo Leitáo, cinco capitanes portugueses del ni5-
mero (veteranos) apellidados Melo, Barrancos, Mauzinho, Nieto
y Barrantes.
El primero de éstos, Gaspar Luis de Melo, asumió la alcaldía
de la fortaleza Velha.
De acuerdo con la organización castrense tradicional había
en la isla dos compañías de infantería, con sedes respectivas en
Funchal y Machico. Sin embargo, la situación bélica que se pro-dujo
a partir de 1580 aconsejó aumentar el número de cornpa-ñías
para encuadrar en ellas a todos los hombres aptos. Eran
capitanes de milicias en el período que nos ocupa Favela de
Vaseoncelas, Gago Ballanes y Porsia. La compañía de Machico
estaba al mando del capitán Pedro Lopes 41.
En cualquier circunstancia de peligro hacía acto de presen-cia
en la capital el noble António de Carvalhal al frente de los
milicianos residentes en sus posesiones de Ponta Delgada 42.
Se calculaba que la isla entera podía movilizar hasta un to-tal
de 2.000 hombres4'. Como contrapartida se impone señalar
el carácter de tropas bisoñas, Útiles para rechazar la primera
acometida, pero incapaces de maniobrar ante un enemigo dis-ciplinado
y aguerrido una vez puesto el pie en tierra.
Funchal hay que calificarla de ciudad opulenta y brillante,
por la riqueza de la tierra y el activo comercio a que se entre-gaban
sus moradores.
Entre los edificios civiles merecen particular mención la C&-
mara municipal y la Alfándega. La catedral se identifica como
de construcción gótica con bellos artesonados de tracería mudé-
41 LOS pormenores de carácter castrense esMn recogidos en la docu-mentación
de la época.
A. S.: Guerra. Véanse parMcularrnente los legajos 127 (Pols. 42, 49 y 531,
128 (fol. 1%), 130 (fols. 47, 50, 51, 56 y 60), 131 (fols. 135 y 136), 133 (fol. %U),
141 (fol. 1%) y 143 (fol. 181).
42 FRUTUOSOSa: udades da Terra [12], p. 407.
45 A.S.: Ciuerra, leg. 128, fol. 108. Carta de Lanzarote al secretario
Delgado (Madera, 16-VII-82).
Núm. 30 (1984) 413
22 ANTONIO RUME~ DE ARMAS
jar. Otros edificios religiosos dignos de mención eran los con-ventos
de Sáo Francisco y Santa Clara, el último de monjas pro-fesas.
Iglesia menores se hallaban diseminadas por el interior y
los contornos. Valgan, como ejemplo, las iglesias g ermitas del
Corpo Santo, Sáo Tiago, Sao Bartolomeu, etc.
Hay que destacar en la urbe capitalina un importante núme-ro
de mansiones familiares con ribetes palaciegos. Merece par-ticular
mención la residencia del obispo Jerónimo Barreto, en
la calle Direita, con cautivadores jardines traseros sobre el ba-rranco
de Santa Luzia. En esta misma calle tenía su morada el
noble Zenóbio Accioli, de estirpe florentina. Famosa era la caso-na
de Joao Esmeraldo, de abolengo flamenco, en la rúa de su
nombre: en idéntico pasaje se alineaban las moradas de Pedro
de Valdevesso y Francisco de Salamanca. El juez Manuel Vieira
habitaba en la calle de Sáo Francisco. La familia Béthencourt
se había radicado en la marreira dos Cavalos)). En otros diver-sos
puntos de la ciudad se alzaban las casonas de los linajes
Gon$alves da Chmara (parientes del capitán-donatario), Vaz de
Cairos, Dornelas, Barradas, George, Sardinha, Tavila, Aguiar,
Neto, Pestana, Moniz, etc. ".
La economía de la isla de la Madera se sustentaba sobre dos
productos principales: el azúcar -llamado por sus elevados pre-cios
((oro blancon- y el vino, en particular en su variedad lla-mada
malvasía. Ambos tenían excelente demanda en los merca-dos
europeos.
El cultivo de la caña de azúcar y su industrialización en los
ingenios estaban sufriendo la dura competencia de Canarias y
las Antillas; no obstante sobrevivían en Madera extensas áreas
de cultivo, con sus correspondientes establecimientos industria-les.
Los ingenios se ubicaban en la vertiente sur. Nos limitare-mos
a señalar las ciudades, viiias y pueblos y los propietarios:
Machico (Rafael Catanho, George de Leomellin y la familia Frei-m.-:*-
~T,.z,. n,-.--ni~-m. 1- &.-;i<- m..:-.--\ - ~ . - - L - T fn---z
bai31, ua1u~utc iuau u u l s l c L a D y s a iarluua r ~ ~ v c a rju, r r u i d l {L~WNJ-bio
Accioli, Duarte Meades de Vasconcelos y Sirnáo Darjas), C&-
mara de Lobos (António Mendes, Luis de Nosonha, António Co-
4+ FRUTUOSSOa:u dacles da Tema [12], pp. 109-117.
ARAGÁO: Pura a hzstórh do Funchal [m], pp. 29-60, 93-125 y 179-198.
414 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
CONDE DE LANZAROTE, C A P I T ~GE NERAL DE LA MADERA 23
rreia y Duarte Mendes), Tabua (Cristováo Esmeralda), Ponta do
Sol (familia Escovar), Madalena (Manuel Dias, Goncalo Fernan-des
y Joáo Fernandes), Calheta (familia Cabrais, maestre Ga-briel,
Joáo Rodrigues Castelhano y Diogo de Franca) y Paúl do
Mar (Pedro do Couto). En la vertiente norte, los ingenios eran
escasos; cabría señalar los de Porto *da Cruz (Gaspar DiasS, Faial
(António Fernandes das Covas y Luis Doria) y Ponta Delgada
(António de Carvalhal).
La reducción de las exportaciones azucareras se vinieron a
compensar con el cultivo de la vid, extendido por toda la isla.
El vino de más calidad y precio era, como se ha dicho, la maI-vasía.
Pero se producían al mismo tiempo vinos a granel para
nunvrrrrueuirrmirvn erruasnruarrcoiilr . rAr nuocwtnvcu rrt i ' l t irrnc how ni,a nñarlir lncl narnolnc V C L ~ W L Y VD &-J. yuu LW~LUULI LWU UCIIUULUU,
leguminosas, legumbres y frutales; eran particularmente famo-sas
las pomaradas &.
Ahora bien, la guerra en el mar junto con la acción de los
piratas dificultaba la exportación y acentuaba la crisis econó-mica.
Sin embargo, el problema más grave radicaba en la esca-sez
de trigo, pues la carencia de pan y sus elevados precios gra-vitaban
sobre las clases populares. El espectro del hambre se
dejó sentir en más de una ocasión.
La situación de la Uadera con respecto al problema suceso-rio
se caracterizaba por una profunda división interna.
La mayor parte de la población prefería la independencia a
la unión con España. Sin embargo, los estratos sociales adopta-ron
posturas distintas.
La nobleza en su mayor parte aceptó el cambio y se signifi-c6
por su fidelidad a Felipe 11 *. Hay que destacar la postura
firme y decidida de António de Carvalhal 47. A su nombre habría
45 FRUTETOSSaOu:d ades da Tema 1121, pp. 99136. * A. S.: Guerra, legs. 128 (fols. 1M y 108) y 143 {fol. 184).
El conde de Lan!zarok en carta a Felipe 11 (Madera: 16-VII-82) se ex-presa
en estos términos: «Ban tomando tanto gusto los fidalgos desta
ysla y Cámara delia en serbisio de Vuestra Magestad que no solamente
acuden a cosas ordinarias, pero a las otras todas las que se ofrecíen...))
Zn idéaitica fecha reitera al secretario Delgado su parecer: «Beo de
buen ánimo la hidalguia de toda esta ysla, y asi confio Io han de estar
todo: m servicio be SII NIape-ctad; y con &a jom-rrl-r de ip!s? TPWPIU se h~
de allanar lo que resta...)>
Núm. 30 (1984)
24 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
que sumar el de otro noble de estirpe florentina Zenóbio Accioli,
más adepto aún si cabe 4"
El estamento eclesiásticos se escindió en pareceres contra-dictorios.
El obispo Jerónimo Barreto y el Cabildo catedralicio
se señalaron por la adhe~ión'~E.l clero bajo y los frailes eran
simpatizantes del prior de Crato.
En otra misiva posterior (Madera, 19-111-83) se lamenta, con cierta exa-geración,
del escaso número de los nobles frente a las clases humildes:
«No se como se pondrá este pueblo menudo! de quien muchas vezes tra-tamos
el licen~iadoJ uan Leyta6n e yo; y me lo a dicno: que tiene reselo
dellos; y aunque tenemos de la gente prisipal mucha satisfasibn, estos
son beynte ombres.. . )) a
A.S.: U-~er r~k,g s. 128 ( f ~ ! 108) y ?Y!?( f d . 4??. N
E Uno de los primeros proyectos del capitán general fue movilizar a los
O hombres del interior de la isla ae la Madera para integrarlos en una I~- om- n
pañía de milicias.
- m
O
Véase como se expresa en su carta al secretario Delgado, de 16 de E
E julio de 1582: «Los juezes, breadores y mesteres desta ciudad se ofresen 2
a pagar dozientos soldados, a su costa, que se han de yr a hazer detras E
de la ysla (de los que en nin,@n tiempo habían de acudir ni llegar por
estar tan a trasmano); esto creo yo lo encomendaremos a dntonio de 3
Carbaliar, ques principal y animoso Pidalgo y muy deseozo de servir a -
0
m
Su Magestad.. » E
Carvaihal era uno de los nobles más ricos de !a isla, zeniendo su resi- O
dencia y posesiones territoriales en Ponta Delgada, al norte de la Madera.
Fueron sus padres Pedro Ribeiro (el nombre de pila: Duarte, según n
-E
Gaspar Frutuoso) y Mécia de Camalhal. Estuvo casado con Ana Esme- a
raldo, hija de CristóvZio Esmeralda, proveedor real. Todos los cronistas n
se hacen lenguas de sus fuerzas hercúleas. n
n
FKUTTJOSOSa: udades & Terra [12], pp. 131-134 y 407. Su participación
en la defensa de la Madera cuando el ataque pirático de Montluc, en 1366, 3
O
en las pp. 331-332, 334, 349-351. 353-356 y 366.
HENRIQUDEE~ N ORONHANo: biliarzo ... da Madeira [ll], t. 111, pp. 465466.
A. S.: Guerra, kg. 128 (fol. 106) y 132 (fol. 87).
Carta de ,4gustín de Herrera al secretario Delgado (Madera, 12-XI-82):
«Zeno Brechiole, vezino de esta qiudad de Funchal, es un caballero a quien
yo tengo toda obligación y amistad que puedo encarecer, por lo que e
conosido que tiene al servicio de Su Magestad, como Vuesa merced se
puede ynformar por las ynformaciones que dello tiene en esa corte; por
esta razón dese6le el bien ..., y para ponrle en él me paresio el mejor
medio.. . que Vuesa merced le conosca.. .N
49 A. S.: Guerra, leg. 133, fols. 173 y 174.
Jerónimo Barreto había sido designado obispo de Madera por bula
416 KVUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL CONDE DE LANZAROCTAEP,I T ~G ENERAL DE LA MADERA 25
La burguesía (armadores, industriales y comerciantes) hizo
alarde de escepticismo, esperando el desarrollo de los aconteci-mientos
para tomar actitudes.
Por último, las clases populares mostraban de manera rui-dosa
sus simpatías por don Antonio de Avis cuando, encubier-tas
en el anonimato multitudinario, tenían ocasión de manifes-tarlas.
3. DONA GUST~NDE HERRERYA R OJASC,A PITÁN GENERAL DE LA &-
DERA.-MOVILIZACDIE~ LNA S NILICIAS DE LANZAROYT ~E E R -
TE VEN TU^ Y CONCENTRACI~N DE LA FLOTILLA PARA EL TRANSPOR-TE.-
EL CUERPO EXPEDICIONARIO DESEMBARCA EN ~ZTNCHAL
Como hemos visto páginas atrás el rey Felipe 11 requiri6 al
conde de Lanzarote para que alistase, poniendo en pie de guerra,
un cueiyo expedicionario de 250 a 300 hombres. La moviliza-ción
de las milicias de Lanzarote y Fuerteventura se llevó a cabo
en el corto período de veinticinco días, pues oficiales y soldados
estaban dispuestos para embarcar en las primeras jornadas de
mayo de 1582.
Estaba previsto que tomase parte de la expedición la famosa
compañía de soldados moriscos, reclutada por el conde a base
de cautivos saharauis, transportados a Lanzarote como produc-to
de sus ininterrumpidas cabaIgadas en África 50.
de 27 de abril de 1573.. Su permanencia al frente de dicha diócesis se
extiende hasta el 11 de diciembre de 1585, en que fue trasladado a Silves,
en el Allgarbe portugués.
Pertenecía a una ilustre familia de Oporto. Se educd en el Colegio de
Coimbra, dependiente de ,la Compañía de Jesús. Al ser desi.gnado obispo
por Gregorio XII tuvo que darle dispensa de edad, pues le faltaban unos
me;es chTxlir las 3c ar5uUTG. mS p6s&6ri de la el Y i &
octubre de 1574.
Su predecesor fue Fernando de TAvora y su sucesor Luis de Figueiredo
de Lemos.
FRUTUOS:O S audades cla Terra [1,2],p . 297-303.
GUILELR~VUANS GULIKy CONRADUE-: S Hierarchia Catholica Medii
ei xeceaiioris&"i . &&-sierp,J %, t. 111, p. 19%.
N VIERAY .CLAVIJON: oticias de la historia ... de Canaria [4], t. 11, p. 328.
Núm. 30 (1984) 417
26 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
En cuanto al armamento de que disponían consistía funda-mentalmente
en arcabuces, espadas, lanzas, adargas, puñales y
rodelas.
El propósito de don Agustín de Herresa era presentarse en
la Madera con el máximo de los soldados prescritos; pero ya
verenos cómo por czusa de censurables deserciones hubo una
merma de escasa consideracióíi.
El segundo puesto militar en un ejército de reducidas dimen-siones
era el de sargento mayor. No se sabe qué capitán lo des-empeñó
en este caso concreto. Se ha sugerido el nombre del
oficial veterano Jerónimo de Aguilera Valdivia; pero la atribu-ción
debe ser rechazada de plano 'l.
Conocemos los nombres de algunos de los capitanes enrola-dos
en la expedicion. Se Ilarnaban Juan ae León Cabrera, Pedro
de Medina Dumpiérrez, Luis Sánchez de Jerex y Villavicencio,
Bernardino de Cabrera y Juan Perdomo Betancor ". El primero
51 BONNETL:a expedición a la Madera [ 6 ] ,p p. 60-62.
Este autor da por segura la participación de Apuilera Valdivia como
sargento mayor en la operación militar. Además le asigna el papel de
mensajero de la orden de Felipe 11.
Las razones para nuestra negativa son las siguientes:
1: El alférez Jerónimo de Aguilera fue designado, por orden de 26 de
septiembre de 1581, instructor de las rnilirias de la isla de Tenerife.
2." Aguilera Valdivia pasó a desempeñar el cargo de sargento mayor
de Fuerteventura el 20 de mayo de 1587.
RUMEU: Piraterias y ataques navales [5], t. 1, pp. 618 y 621.
A los argumentes apuntados hay que añadir el silencio de la profusa
documentación simanquina sobre un puesto militar de indiscutible rele-vancia.
Jerónimo de Aguilera, una vez afincado en Fuerteventura, contrajo
matnmomo con Justa Enriquez Cabrera, dejan80 sucesidn en ia isla.
FRANCISC~OR N ~ ~ N D EBZÉT HENCOURNTo:b iliario y blasón de Canurias.
Santa Cruz de Tenerife, 1880: t. IV, p. 82.
52 -4.S.: Guerra, leg. 127, fol. 52.
B o m : La expedición a la Madera :6], pp. 68-72.
Los nombres d-e los capitanes expedicionarios se han podido reconstruir
merced a c&ijicaciones del conde de Ixamarute o por ni&u de irzfümüz-c
h e s nobiliarias, fuente siempre peligrosa.
Las certificaciones beneficiaron a Pedro Medina Dumpiérrez (20-VI-
1584) y Luis Sánchez de Jerez y Villavicencio (3-IV-1591).
La Información de nobleza WIII-1582) a los otros tres capitanes.
FErnÁr?ri~z BÉTHENCOURT: Nobiliario ... de Canarias [51], t. IV, p. 91.
418 ANUAKIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
EL CONDE DE LANZAROTE, CAPITÁN GENERAL DE LA MADERA 27
de todos, Juan de León, gozaba de la especial confianza del ca-pitán
general. Los nombres de los otros capitanes permanecen
en el anónimo, aunque se da como probable la participación del
alférez Sancho de Herrera Ayala 53.
Es oportuno destacar el enrolamiento voluntario del mensa-jero
y criado del duque de Medina Sidonia Vasco Rodríguez con
el cargo nominal de «sargento>x) .
A continuación hay que señalar la incorporación al cuerpo
expedicionario de los cuatro artilleros alemanes, llevando como
caporal a Juan Garnica Maller 55.
También se consideró conveniente contratar un piloto exper-to
conocedor de la Madera, Gaspar Rodríguez, para que aswnie-se
ia ciirección de ia iiotiiia y se responsabiiizase de ias opera-ciones
de desembarco %.
Para atender al culto estaba previsto que actuase como ca-pellán
fray Gaspar de Armas, dominico, pariente lejano de los
señores de Fuerteventura 57. Este religioso va a ser utilizado, con
reiteración, por don Agustín de Herrera como emisario o agen-te
de negocios cerca de los gobiernos de Lisboa y Madrid.
La base naval de operaciones era el Río, o sea, el estrecho
de mar entre Lamarote y Graciosa. Allí se hallaban fondeados
los navíos que se pudieron contratar, cuyos patronos y tonelaje
eran los siguientes: Jerónimo Núñez, vecino de Cádiz (46 tone-ladas);
Manuel Alfonso, de Tao (35 toneladas); Sebastiao Duarte,
vecino de Funchal (30 $ toneladas); Jorge Gutiérrez Blandón,
vecino de Teguise, y el navío llamado Otagam, su piloto, Pedro
de Orihuela, vecino de Las PaIrnas (28 toneladas). En total eran
cinco las embarcaciones pronta a zarpar con dirección a Fun-chal.
53 BONNETL:a expedición a la Madera [6], p. 70.
A.S.: Guerra, leg. 133, fol. 271. El sueldo que se le asignó fue de
siete escudos al mes.
55 IMd., legs. 125 (fol. 85), 127 tfols. 41 y 52) y 133 (fol. 271).
56 Ibid., (leg. 133, foil. 271.
j7 Los señores de Fuerteventura Gonzalo y Fernando Arias de Saavedra
eran primos, en cuarto grado, de Baltasar de Armas, padre de fray Gaspar.
Los primeros descendían del conquistador Fernán Guerra; los segundos,
del también conquistador Juan de Armas, casado con Beatriz Guerra, her-mana
de aquél.
Núm. 30 (1984) 419
28 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Con carácter previo el navío de Jorge Gutiérrez Blandón ha-bía
partido para Fuerteventura, con objeto de transportar las
compañías movilizadas en aquella isla. También el navío de Orí-huela
efectuó una misión secreta al Roque del Este, seguramen-te
depósito de material de guerra de la hueste insular.
El conde de Lanzarote, en funciones efectivas de capitán ge-neral
de la isla de la Madera, había decidido fraccionar la expe-dición
en dos escuadrillas, quedando la segunda apostada en el
Río para recoger a los voluntarios rezagados.
Al fin, el día 5 de mayo de 1582, tres de los navíos, llevando
a bordo al capitán general, oficialidad y 170 soldados, se hicie-ron
a la mar con dirección al objetivo señalado.
Las costas de la Madera fueron divisadas en el amanecer
del 29, acercándose las embarcaciones a la ribera de Funchal y
echando anclas a una legua de distancia del puerto. Los na-víos
enarbolaban el pendón real y banderas blancas en señal
de paz.
Pero como análogos procedimientos utilizaban los piratas
para burlar a sus víctimas, no se pudo impedir que las campa-nas
tocasen a rebato, las fortalezas enfilasen sus caiíones, las
milicias cubriesen las murallas y el pueblo llano se echase a la
caiie con estrépito y algarabía.
Como no se quería utilizar la violencia hubo que acudir al
procedimiento de negociar con firmeza. Un emisario del capi-tán
general descendió a tierra con pliegos para e1 gobernador
Leitao y para la Cgmara.
Las naos recibieron orden de arriar velas dentro del mismo
puerto. En la tarde del 29 de mayo desembarcó don Agustin
de Herrera y Rojas, en unión de los cuatro artilleros tudescos;
y después de una breve conversación con el gobernador general,
se dirigió al castillo escoltado por una compañía de milicianos
-nAn; - , -~n Cllrm.;A,mn-tn ln Analnrr< cirr aíni~-iarr+nnn vcnmril
llIQUGUGll3Gr3. UG5ULUalllCjllbG i W UUblalU OLA W U J w i A A A G A A W p U i W V A A a A ,
tomando posesión del nuevo cargo con la solemnidad de rigor.
Como don Agustín de Herrera y Rojas era conocido en F'un-chal
por su prestigio personal y sus frecuentes visitas a Ja capi-tal,
su solo nombre sirvió de garantía para la clase política, la
riüaieza y ci~i-0&. ora bi-, 12 preseiicia 6s 1 ~asre llsroc t-ü-deseos
hizo correr la voz de que los soldados eran los famosos
420 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL CONDE DE LANZAROTE, CAPIT~WG ENERAL DE LA MADERA 29
lansquenetes alemanes, luteranos por más señas, a lo que se
venía a sumar la presencia de los moriscos de la guardia perso-nal
del conde, calificados de {{moros robustos)), cuando en rea-lidad
eran delgados y magros como sarmientos ". Conocida la
agresividad y violencia de esta clase de tropas, (te1 pueblo me-nudo
» se sintió alarmado.
El gobernador Leitao, el juez Vieira y los vereadores tuvie-ron
que echarse a la calle para calmar los ánimos de la multi-tud,
tratando de convencer a la población de que los expedicio-narios
eran soldados del rey Felipe 11, canarios por más señas,
y que venian con el exclusivo objeto de defender la isla contra
los enemigos exteriores.
La Camara reunida discutid sobre la conveniencia o no dei
desembarco de las tropas, aceptando que se cumpliesen los man-datos
reales con el veto a los extranjeros, en este caso los tu-desco~.
Pero el conde de Lanzarote impuso el cumplimiento a raja-tabla
del mandato regio, y en consecuencia desembarcaron los
170 soldados, que pasaron a alojarse en las galerías bajas de la
fortaleza Velha.
La segunda expedición, con los dos navios restantes, compa-reció
a la vista de' Funchal «la víspera del Corpus)); es decir, el
13 de junio de 1582. La escuadrilla había padecido en la travesía
los más diversos avatares. Los temporales la arrastraron a las
costas de Berbería; se vio entonces obligada a retornar a Lan-zarote,
con objeto de proveerse de víveres, para conseguir a la
postre cruzar el estrecho brazo de mar que separa ambas islas.
Con tanto ir y venir se produjeron deserciones y bajas por en-fermedades
fingidas, de tal manera que los combatientes suma-ban
94 hombres. Estos soldados de la expedición venían arma-dos
con lanzas y adargas, pues se negaban a la utilización de ar-cabuces.
La indignación del conde no tuvo límites; y en varias de sus
misivas a Felipe 11 pide e insiste en el castigo ejemplar para los
malos patriotas, enviando a1 efecto la lista correspondiente.
30 ANTONIO RUMEXJ DE ARMAS
De todas maneras la comisión regia se había cumplido si no
al máximo sí con exceso, pues el cuerpo expedicionario lo inte-graban
m total de 264 miliciznos.
El conde de Lanzarote partió de su isla privativa con la bol-sa
bien repleta de dinero, pues de momento corrió de su cuenta
el importe total de los fletes de los navíos, más 30 reales men-suales
asignados a cada uno de los soldados para sustentarse,
en espera de las órdenes del monarca 53.
Como los autores canarios han calificado el hecho histórico
que narramos de rebelión, conquista, reducción, sojuzgamiento,
ocupación, allanamiento, etc., ¿cuál es la denominación que en
teoria militar le corresponde?
Habrá que distinguir el cxgo de capitán generai dei cuerpo
auxilíar que trajo consigo.
La capitanía general era una magistratura nueva, que des-glosó
el mando unificado de la Madera. El conde de Lanzarote
asumió el gobierno militar, sin limitaciones ni cortapisas de
ninguna especie, mientras su predecesor Jsao Leitáo continuó
e3 el desempeño de la regiduría de la sctividad político-admi-nistrativa.
En cierta ocasión el conde de Lanzarote demando respues-ta
al rey Felipe sobre si su autoridad se extendía o no a la isla
de Porto Santo 60. NO hay constancia de cuál fue la contestación.
Ahora bien, en documentos oficiales parece denominado «capi-tán
general desta dicha ysla y de la cIe Puerto Santo por Su
Magestadx 61.
Por lo que respecta a los combatientes, la calificación que
recibían en aquel tiempo era !a de presidio, es decir, tropas even-tuales
o permanentes que venían a reforzar la defensa contra
un enernigo exterior.
A.S.: Werra, legs. 127 (fols. 41, 43, 48, 49 y 50), 128 tfols. 103, 105
y iWi y i33 {fd. 27ij.
Cartas de Lanzarote a Felipe II de I y 18 de junio g 14 de julio de 1582.
fdem, al secretario Delgado de 1 y 18 c?e junio y 14 de julio de 1582.
((Quenta de lo que se a gastado hoy oy, 11 ?e noviembre, en esta ysIa
de la Madera en servicio de Su Magestad por el conde de Lan~arote.))
60 Ibid., Ieg. 128, fol. 109. Carta de Lanzarote a Felipe 11 (Madera, 23-
VII-8%.
Ibid., leg. 149, fol. 340. Información de 30 de julio de 1583.
EL CONDE DE LANZAROTE, CAPITÁN GENER4L DE LA ;MADERA 31
Ahora bien, el carácter de ejército foráneo y la desconfianza
que la decisión regia entrañaba molestó a los más leales, es de-cir,
a los hidalgos madeirenses.
Durante la trairesía y al asumir el mando don Agustín de He-rrera
fue adquiriendo conciencia de los riesgos que la aventura
entrañaba. Una carta dirigida al secretario Juan Delgado el 14 de
agosto de 1582 refleja a las mil maravillas las inquietudes de su
espírit-u.
Se lamenta, en primer término, de la indefensión en que ha
dejado a la isla de Lanzarote. Se da cuenta de que al vestir un
santo ha desnudado a otro. Terne un ataque inminente de fran-ceses
o lusos. Destaca qze el nuevo castillo de la marina (Arre-cife)
corre peli,-u ;<por tmsr!o con t a t a so!eda.d». i C S r n ~ se
van a defender sus vasallos? La respuesta esconde un dejo de
amargura: abien pocos bastarán donde faltan abejas y colme-nero
».
Don Agustín de Herrera y Rojas, encerrado con sus 264 Iea-les
en la fortaleza Velha, bien escaso podía hacer ante un irnpe-tuoso
ataque exterior y un estado latente de rebeldía interior.
A su juicio sólo los hidalgos responderían, mientras el pueblo
se echaría a la calle o buscaría refugio «en las sierrasu. De ahí
su reiterada demanda al rey Felipe en pro del rápido envío de
500 ó 1.000 soldados veteranos de los famosos tercios como úni-ca
garantía de seguridad y salvación. El conde de Lanzarote se
declara dispuesto a morir; pero reclama medios a la hora del
sacrificio.
La carta al secretario Delgado finaliza con esta extraña con-fesión:
«que no pretende interese, aunque no soy rico; que el
día que estoy en mi casa los moros me dan de comer y cenar)) 62.
Alude el prócer isleño a sus famosas cabalgadas por el Sa-hara,
que le proveían de esclavos, ganados y botín.
Ibid., ieg. 1!B, fol. 241.
Nzim. 30 (1984)
32 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
4. SEMBLANBIZOGARA FICA DEL CAPITÁN GENERAL.-PRIMERDAISS-POSICIONES
BÉLICAS.-DEMANDAA PREMIANTE DE ((SOLDADOS
VIEJOS))
Aunque don Agustín de Herrera y Rojas es un personaje has-ta
cierto punto familiar para los historiadores canarios, resulh
por completo desconocido en otros ámbitos, por lo que no esta-rá
de más presentar al lector con una breve semblanza biográ-fica.
Nuestro principal protagonista era descendiente directo de
los señores de las islas Canarias, de estirpe andaluza y sevillana
por !os z ~ a t r ue ostadzls, con ziertc prcentzje e:: vr?s ven= 6e
sangre indígena. Fueron sus padres Pedro Fernández de Saave-dra
«el mozo)), señor de Fuerteventura, y doña Constanza 11
Sarmiento, señora de La n~a r o t eE~l~ p. rogenitor, famoso en su
tiempo por los asaltos y entradas en la vecina costa de África,
había muerto en 1545 en la batalla de Tafetana, en lucha abier-ta
contra la morisma.
Había nacido Agustín en 1536; quedaba huérfano, por tanto,
a los nueve años. El fallecimiento de su madre se produjo en
1549, pasando entonces a titularse señor de Lanzarote.
El primer hecho de armas en que se vio involucrado se pro-dujo
en noviembre de 1551, en que dos famosos piratas france-ses,
llamados el Clérigo y Cachidiablo, desembarcaron en Arre-cife,
se apoderaron de la capital Teguise y robaron el territorio
a mansalva. Este desgraciado suceso fue algo así como la vela
de armas del caballero, porque Herrera, pese a sus quince años
recién cumplidos, dio pruebas de extraordinario valor. Da fe de
ello el gobernador de Gran Canaria, el célebre don Rodrigo Man-
63 Abuelos paternos: Fernán Darias de Saavedra., señor de Fuerteven-tura,
y Catalina Escubar de iris Roelas.
Abuelos maternos: Sancho de Herrera, señor de Lanzarote, y Catalina
Da Fía (indígena).
Bisabuelos paterno-maternos: Pedro Fernández de Saavedra y Cons-tanza
Sarmiento, señora de Fuerteventura.
Bisabuelos materno-paternos: Diego García de Herrera e Inés Peraza,
señores de Canarias.
424 ANUAñIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
rique de Acuña: «El señor de la isla, aunque mocico, les defen-dió
[el paso]; pero por falta de bastimentos se tuvo que retirar.»
Don Agustín de Herrera, queriendo emular a su padre, hizo
de África el escenario de su gloria. Se asegura que entre 1556 y
1569 llevó a cabo catorce entradas o cabalgadas, de las que re-tornaba
con los navíos cargados de cautivos bereberes. Los je-ques
o moros notables eran luego rescatados a precio de oro y
los saharauis trashumantes vendidos como esclavos o reduci-dos
a servidumbre. Se puede hablar en este período de una se-gunda
repoblación de la isla. Al mismo tiempo se introducían
en ella, como botín, camellos, ovejas y cabras.
Los méritos propios y de sus antepasados sirvieron para que
Felipe 11 lo recompensase con el título de conde de Lanzarote
ptx real despacho de 9 de septiembre de 1567.
Sin embargo, las cañas se tornaron lanzas a partir de 1569,
en que los piratas marroquíes de Salé vengaron a sus hermanos,
asolando Lanzarote y llevándose consigo a 200 cautivos. Una se-gunda
razzia marroquí se produjo en 1571, con captura de 100
natirralac a--"-* -*"u.
La consecuencia de estas represalias fueron lamentables. Los
cristianos viejos emigraron a las islas vecinas, mientras la po-blación
morisca se convertía en mayoritaria.
La alarma llegó a la misma corte, obligando a Felipe 11 a
proscribir las cabalgadas en 1572.
Desde esa fecha el conde de Lanzarote se consagró, en cuer-po
y alma, a la agricultura y la ganadería. En años de lluvia,
por ligera que ésta fuese, obtenía espléndidas cosechas de trigo.
En 1579 el rey Felipe 11, ante las insistentes súplicas de los
isleños, decidió dar marcha atrás. Se mtor!zarnn de nxev9 !as
entradas en territorios al sur de San Bartolomé, en pleno Saha-ra,
lejos de la soberanía marroquí. En cuanto al niimero de ca-balgada~
permisibles, dos al año, dicha limitación fue sistemáti-camente
violada 64.
La actuación preferente de dos Alstín de Herrera y Rojas
en la isla de la Madera se centró en las actividades propias de
RUMEU: PiratelSas y ataques navales [SI, t. 1, pp. 117-119, 219, 478-
485 y 491-496 y t. 11, p. 58.
Núm. 30 (1984) 425
34 ANTONf O RUMEU DE ARMAS
un capitán general. De su programa bélico hay que destacar la
puesta a punto de las fortalezas y el entrenamiento constante
de las milicias.
En las dos fortalezas con las que contaba Funchal, la Velha
o principal y la Nova, poco se podía hacer para aumentar su
eficacia. La primera era a juicio del conde un destartalado pala-cio,
rodeado por tierra de eWicaciones próximas que le hacían
padrastro. La segunda estaba mal emplazada y peor construida.
Don Agustín de Herrera visitó ambas en compañía del ingenie-ro
militar Mateus Fernandes -tachsdo por cierto de afecto al
prior- acordando las reparaciones y mejoras que consideraron
más precisas 65.
Desempeñaba la alcaidía del castillo principal el capitán Gas-pr
Mis de Mdn, cpe se vin respeta& en SE pcestn CQEQ hemhre
de confianza del gobierno lisboeta. En cambio, el condestable
fue destituido, «con parecer del licenciado Juan Leitón, por mu-chos
descuidos que le hallé y algunas palabras de mal yndicio}).
Para reemplazarle fue designado el «caporal.. . Juan Garnica Ma-
-l-l-~- r ,q iji~np nmbre ~ hl-$& y sin c;nspechao.
Con respecto a los artilleros tudesco~e nviados por el duque
de Medina Sidonia, el capitán general ordenó el pago de su suel-do
mensual de 2.124 reales a cada uno más un plus para vesti-menta,
pues con las prisas habían salido de Cáük nada más que
con la ropa puesta.
En cuanto al gobierno de la fortaleza Nova, el conde propu-so
en Junta militar la designación como aIcaide del capitán ma-jorero
Juan de León Cabrera.
Las dos fortalezas de Funchal quedaron al cuidado y defensa
de soldados canarios, repartiéndose de la siguiente manera:
222 en la Velha y 42 en la Nova @.
Al mismo tiempo colaboraban con las milicias madeirenses
en la defensa de la muralla y en las centinelas.
65 Véase la nota 37.
66 A. S.: Guerra, leg. 127, fols. 42, 46, 48, 49 y 52.
Cartas del capitán general a Felipe 11 (Madera, 8 y 18-VI42). fdm, al
secretario Delgado (18 y .%-VI-82).
Minuta de la respuesta del monarca a .la correspondencia anterior
(23-VfI-82).
426 AhVARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
Con estas funciones la condición de presidio para el cuexpo
expedicionario quedó perfectamente delimitada.
Otras tres obras relacionadas con la defensa se acometieron
en este período. La primera, la construcción de un baluarte en
el convento de Sáo Francisco, dmde se emplazó un cañón que
pudiese batir con su tiros a la torre de la catedral, para el su-puesto
del dominio de Bsta por el enemigo con amenaza para
la fortaleza Velha. El segundo edificio fue la Casa dz, Pólvora,
levantado en un lugar recóndi'co de la costa a expensas de la
Chmara, rivalizando en dar facilidades los juízes y vereadores
de la ciudad. El tercer objetivo consistid en la excavacidn de
trincheras en todos los lugares de factible desembarco próximos
a ia capital 67.
La opinión de los expertos era unánime en la necesidad de
rechazar al enemigo en el primer intento de poner pie en tierra,
quedando las murallas como segimda línea de cobertura.
En relación con las miiicas madeiremes, el capitán general
respetó las compañías existentes y la oficialidad de las mismas,
aunque impuso un ritmo acelerado en la actuación.
Los lunes de cada semana se reunía, bajo la presidencia del
conde de Lanzarote, la Junta militar. La formaban el sargento
mayor, los capitanes del número y los capitanes de milicias. Se
discutían en su seno los problemas de defensa y las decisiones
de gobierno.
Hubo pareceres en favor de realizar uni alarde general, pero
se impuso, por iniciativa del jefe supremo, que todos los do-mingos
se revistasen cuatro «bmderas», con objeto de apreciar
como maniobraban, y de manera particular la pericia con que
formaban escuadrones y el ímpetu desplegado en las cargas.
Cumplimentada esta primera tarea de entrenamiento por
banderas se dispondría seguidamente el alarde general, para
poder apreciar en vivo la marcialidad y disciplina de la hueste
67 Zbid., legs. 127 (f01~. 42,48 y 53) y 128 (fOIs. 103 y 106).
Cartas de Agustín de Herrera a Felipe 11 de 8 de junio y 14 de juiio
de 1582. fdem, al secretario Delgado de 18 .de junio y 14 de julio de 1582.
«Esto es lo que se a hecho hasta oy; de lo que más se acordare y
hiziere enbiar6 el propio abiso para que Su Magestad lo entienda, {sin
fecha).
36 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
insular, compuesta, conforme se ha dicho, de unos 2.000 hom-bres
en números redondos. Esta brillante demostración castren-se,
a la vista de todo el pueblo congregado, se pudo efectuar al
cabo el domingo 10 de junio de 1582 y repetirla el 8 de julio.
En otra de las Juntas militares se organizaron las rondas
y vigías nocturnas. El capitán Favela recibió el encargo de re-correr
la ciudad de noche para mantener el orden y la seguridad
interna. Al mismo tiempo se establecieron retenes de soldados
en las trincheras de Sao Tiago; al pie de la fortaleza Nova, y
en los aledaños del castillo principal. Como este tramo de costa
era considerado el más vulnerable, un navío de aviso la reco-rrería
incesante desde el crepúsculo hasta el alba.
La compañía de Machico continuó al mando del capitán
Pedro Lopes, de' cuya lealtad se hace lenguas ei general ".
Hay que volver a destacar la colaboración desinteresada del
hidalgo António de Carvalhal, el poderoso latifundista de Ponta
Delgada. A la primera señal de alarma se presentaba en Fun-chal,
con 100 hombres armados y sostenidos a sus expensas.
El conde de Lanzarote no se cansa de alabar su conducta en
la correspondencia sostenida con Felipe 11. En alarde de grati-tud
llegó a proponer al monarca la concesión de una venera
de la Orden de Santiago, siendo recompensado a la postre con
la Orden lusitana de Cristo 69.
El cronista luso Gaspar Frutuoso se hace eco del espíritu
de servicio de Carvalhal a la causa de Felipe 11, aunque con
evidente exageración. Eleva el número de milicianos norteños
A. S.: Guerra, legs. 127 ffds. 42, 48, 49 y 53) y 128 (fol. 106).
Cartas de Lanzarote a Felipe 11 de 3 y 18 de junio y 14 de julio de 1583.
Ídem, al secretario Delgado de 18 de junio de 1582.
«Esto es lo que se a hecho hasta oy ...a (sin fecha).
m Ibid., legs. 130 (fol. 47) y 133 (fol. 268).
Cartas de Lanzarote de 17 de septiembre y 8 de diciembre de 1582.
En la primera se lee este párrafo: {{Un fidalgo, Antonio de Carballal,
a serbido fidilisimamente a Vuestra Magestad con su persona (que es el
más prisipal y más ornbre desta ysla) son sien ombres, a su costa, que
en Rinbguta manera quiso paga, aunque yo se lo puse delante; sirbió un
mes, y ,lo que desea es que Vuestra Magestad le onrre con un hábito ... »
H~RIQUEDES N ORONHAN:o biliario ... da .Wadeira [ll], t. 111, p. 466.
Véase a título de compIemento Ia nota 47.
428 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
movilizados a 300, y los acuartela en Funchal, de manera per-manente,
entre los meses de mayo-septiembre de 1582 'O.
El armamento de las milicias madeirenses era el acostum-brado
en su tiempo: arcabuces, lanzas, adargas, espadas, pu-ñales
y rodelas. En este orden de cosas hay que destacar la
llegada desde Lisboa, en julio de 1582, del camisario Baltazar
Gallo, siendo portador de un cargamento de 100 arcabuces,
20 mosquetones, mecha, plomo y pólvora, material del que hizo
entrega personal al almojarife 'l.
En otros tres puntos descansó la política militar del conde
de Lanzarote, que pasamos a enumerar.
El primero, la demanda de autorización para designar un
barrachel o alguacil mayor de guerra, encargado de instruir las
prirrietu digerivias mmarizks y pr~cec!ers. 1% dekrlciSn de h s
incursos en faltas o delitos de carácter militar. Tanto interés y
reiteración puso en la demanda que el 24 de junio de 1582 recibió
el oportuno permiso por parte del Consejo de Portugal. Pero
desistió, a la postre, de crear el nuevo cargo, alegando la fide-
1idn.d c--n-n- qgp cer\<zn 1 ~ ~si g t ~ y i & & y !GC&~".
La segunda consigna tuvo como objetivo la movilización de
los hombres del interior de la isla para formar una compañía
auxiliar de 200 hombres, cuyo pago y sustentación correría a
cargo, con firme compromiso, de la Chmara. Aunque los hidal-gos
de la isla colaboraron en el empeño, hubo que desistir ante
la resistencia a ultranza de los campesinos. En compensación
el Concejo municipal acordó librar de sus arcas 600 escudos
mensuales para gastos de guerra, depositados en las manos del
almojarife 73.
70 Saudades da Terra [12], p. 407.
SILVA-AZEVEDEOl:u cidurio Madeirense [14], t. 1, pág. 371.
S I ~ ENSLa: expedicidn a la Madera [S], p. 9.
71 A. S.: Guerra, leg. 128, fols. 105 y 106. Cartas del capitán general a
Felipe 11 y al secretario Delgado (Madera, 14-VII-82).
72 Ibíd., legs. 127 (fols. 43, 44 y 48) y 128 tfols. 106 y 107).
Cartas de Agustín de Herrera a Felipe 11 (14 y 16-VII-82) y al secretario
Delgado (1, 18 y 24-VI-82).
73 Ibíd., legs. 128 (fols. 103, 105 y 107) y 129 (Col. 240).
Cartas de Lanzarote a Felipe 11 (14VII y 10-VIII-82). fdern, al secre
tario Delgado (14-VI1 y 2-VIII-82).
¿a tercera demanda cabe calificarla de fundamental. El m-mediato
envío de ({soldados viejos)), de un presidio de tropas
veteranas de 500 ó 1.000 hombres, como Única garantía de segu-ridad.
De los milicianos canarios se po&a fiar en cuanto a lealtad
y desconfiar en cuanto a pericia; de los maüeirenses ni lo uno
ni lo otro.
La correspondencia d-el conde de Lanzarote con Felipe 11 y
el secretzrio Dzlgado es un continuo clamor en este sentido.
La carta a este último, escrita el 2 de agosto, tiene un tinte
patético:
«Tiempo es que Su Magestad asigne sus tierras al descu-bierto,
sin contemplar coz de portuseses; yo les e los cui~azunss, Y ">Av- il Lu.u.o^"rl^u"a c";'u-u - ~^""u" a u dri0~
pueden ser malos. Su Magestad quiere hazerles merced, y
mayor se la hará no confiar en ninguna manera dellos.
Esta Madera a mecester mil1 soldados; para el castiilo do-zientos
y sinqirenta y los otros para lo de fuera. Ymagine
vuesa merced que si enemigos vienen, solamente quatso
fidalgos harán rostro.. .n
¿2 misiva finaliza con este lamento:
«Me hallo ynútil, porque lo son estos portugueses. Lo me-nos
que yo puedo hazer es morir; 1.0 mzs hagalo Su Mages-tad:
que es darme con que muera usando de mis fuerzas
y excutiindolas e_r: su servicio.. . )) 74.
La demar?da del nuevo capitán general fue tomada en consi-deración
hasta el punto de ordenarse al proveedor de la flota
de Andalucía, Antonio de Guevara, la iniciación de la recluta del
cuerpo de soldados veteranos. Pero más adelante, prevalecio
criterio distinto, conforme veremos, procediéndose al alista-miento
en la misma ciudad de Lisboa 75.
Tara información complemeniaria, vézse la nota 47.
74 Ibid,, legs. 127 (fols. 43, 44, 48, 49 y 51), 128 (fob. 107 y 108) y 129
{fol. 240).
Cartas de &amarote a Felipe 11 (18-VI y 16 y 25-VII-82). Ídem, al secre-tario
Delgado (1, 18 y 24VI; 14 y 16-VII, y ZVIII-82).
75 A.S.: Guerra, legs. 127 (fol. 44) y 128 (fol. 107).
430 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAh'TZCOS
EL CONDE DE LANZAROIE, C A P I T ~GE NERAL DE LA MADERA 39
5. BELACIONEENST RE LOS PODEBES MILITAR Y CIVIL.-LAS ((JUSTI-CIAS)>
DEL CONDE DE ~NSAROTE.-CONDiEi 'MNUAER TE Y EJECU-CIÓN
DE FRAY &A0 DO ESP~RITSOAN TO Y PIERRED E LARRAN
DUETA
Las relaciones entre la autoridad militar y los cargos e insti-tucio-
nes civiles fuern excelentes. El gobernador Leitiio, el juez
Vieira y los vereadores municipales dieron a Rerrera toda clase
de facilidades en el ejercicio de su delicado cargo hasta el punto
de que en la correspondencia oficial tan sólo se descubren
frases de alabanza y gratitud ".
Problema delicado para la población y para los defensores
era el de la carestía, derivado de la falta de trigo, y, por ende,
de la carencia de pan.
El valor del dinero hacía imposible la vida a los soldados.
«El dinero de Castila - s e lee en umi documento oficial- vale
aquí, en esta ysla, quatro maravedis cada real ...; que en todas
las partes suele valer diez más que en España.. . »
El conde de Lamarote es más gráfico en sus expresiones:
«No se halla de comer en estz. ysla, sino a peso de oro. Sabe
Dios que me m robado como si £nema franseses.. .U
Cartas del capitán general a Felipe 11 (16-VII-82)y al secretario Delgado
(24-VI-82).
76 Ibid., legs. 127 (fols. 41,43 y 523, 128 (fols. 105, 105 y 107) y 130 (fol. 56).
Cartas de Agzistín de Herrera s Felipe 11 (1 y %VI y 14 y lo-VII-82).
fdern, al secretario Delgado (1-VI, 14-VI1 y 3-IX-82).
Véanse como muestra los elogios siguientes:
l. {{Se hará con acuerdo del licenciado Juan Leytán, en quien hasta
oy e reconosido mueha fidelidad y entereza.))
2. «Manuel Biera, jues desta siudad, de quien se pude tener mucha
conffaprz..»
3. «Con los juezes y bareadores boy dandoles el gusto que yo puedo.»
4. ((La Cámara desta siudad ... : los tengo tan molidos a serbisio de
Su Magestad, que quanto se gasta en trincheas y reparos y Casa de
pólvora, hasta el dia de oy, todo lo ban supliendo ellos.»
77 Ibid., le;. 130, fol. 57. Carta del capitán Juan de Ararida al secre-tarb
Yelgac5 (I;?ha!, 1-IX-1582).
Ibid., leg. 131, f d . 138. Carta al secretario Delgado (22-X-82).
40 A ~ ~ T O N IROU MEU DE ARMAS
La carestía estaba provocada, en buena parte, por la caren-cia
de trigo. De ahí que la Cfinlara tomase el acuerdo de soli-citar
la pertinente licencia real para importarlo de Lanzarote
y Fuerteventura. Don Agustín de Eerrera apoyó la resolución
con calor y reiteración (ignoramos si con fines egoístas de
cuadrar un buen negocio); pero la autorización regia nunca se
hizo efectiva. Desconocemos la causa determinante: si el respeto
a la autonomía de los reinos o el temor a provocar el desabaste-cimiento
de Canarias 79.
Otras de las resoluciones políticas del capitán general fue
encomendar al escribano de la Alfgndega Pedro de Valdevesso
la visita e inspección de todos los navíos que arribasen al Fun- a
chal, sin que nadie pudiese tener acceso a los mismos hasta N
que la autoridad supre-ma, conocidas las personas y los docu- O
mentos acreditativos, otorgase la correspondiente licencia ". n-- m
El punto más delicado de la actuación política del conde de O
E
Lanzarote fueron sus a justicias)). E
2
E E1 lector conoce, por paginas anteriores, el encarcelamiento -
en las celdas de la fortaleza vieja de F'unchal de dos destacados 3
activistas partidarios del prior de Crato: el fraile franciscano --
0 Joao do Espírita Santo y el comerciante francés Pierre de La- m
E
rrandueta. Esta decisión había sido tomada por el gobernador O
general Leitao cumpliendo órdenes estrictas del Consejo de n
Lisboa, quien consideró conveniente tenerlos a ((buen recaudo». -E
Don Agustín de Ilerrera y Rojas, una vez establecido en la a
2
fortaleza, quiso conocer de cerca al fraile agitador, y con tal n
n
objeto se trasladó a 12 prisión para entablar diálogo con él,
3 pues el proceso y, por tanto, las declaraciones lo estaba in- O
coando Leitao. La sorpresa del conde no tuvo limites cuando
pudo observar la turbación y el miedo del activista hasta el
punto de hacerle entrega espontánea de papeles con las insig-nias
reales y el sello de don Antonio. Suelta la lengua, señaló
La frase alude al feroz saqueo de la ciudad de Furrrhal por el pirata
Bertrand de Montluc en 1566.
79 A.S.: Guerra, legs. 129 (fol. 59) y 130 (fols. 47 y 56).
Cartas de Lanzarote a Felipe 11 (17-IX y 27-X-82) y al secretario Del-gado
(3-IX-82).
Ibid., leg. 127, fol. 51. Carta de Lanzarote a Felipe 11 (25-VII-82).
432 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL CONDE DE LANZAROTE, CAPITLN GENERAL DE LA MADERA 41
puntualmente a los más destacados partidarios del pretendiente
en la isla Tercera y reveló noticias sobre las fortificaciones,
milicias, planes y objetivos.
En cuanto a la entrevista del conde de Lamarote con Pierre
de Larrandueta no se señalan pormenores en la corresponden-cia
oficial.
Cuando el proceso de los conspiradores quedó perfilado se
remitió a Lisboa, con objeto de que fuese el propio monarca
quien decidiese sobre la suerte de 10s encartados. Pero Felipe 11,
siempre vacilante, se tomó tiempo para decidir.
En el ánimo de don Agustín de Herrera no había vacilaciones
en cuanto a la suerte que deberían correr los agitadores, por
la ejemplaridad del castigo para atemorizar a los conspiradores
encub~ertos.
La correspondencia con Felipe 11 y el secretario Delgado
es reiterativa sobre el particular.
A1 soberano le dice:
«En todas ias que tengo escrito a Vuestra Magestau e dicno
de cuanta ymportansia es hazer justicia de este que se
dize frayre y de Pero de la Randueta, fransés; también lo
digo en esta, y cada día voy entendiendo cuznto conviene
al serbisio de Vuestra Magestad. que esto se haga. Tanto
que si e1 Pero la Randueta no muriese, puede t e ~ e rrn áq
reselo y cuidado dé1 en esta ysla que de todos los otros
que esperamos de Fransia y de Ynglaterra.. . »
En las cartas al secretario pedía a gritos el derramamiento
de sangre. La misiva del 18 de junio es singularmente expresiva:
«Lo que mas me importa de todo es concluir con este
frayle, que esta preso, y con el francés de la Randueta:
del cual tengo entendido de muchas personas: que si se
le diese bida estimarían más que al don Antonio. Esperando
estoy que mande Su Magestad qué se haga dellos, y &firmo
a Vuesa merced importa miichísimn hamr Ji'?rt.igia delloc
para quietar algunos ánimos dudosos, que no de.ja de haber
algunos.. .»
Al fina1 llegó desde Lisboa la autorización real para la con-dena
a muerte, aunque envuelta en las acostumbradas indeci-
42 ANTOWIO RUXELJ DE ARMAS
siunes y ambigüedadzs filipinas: «que se haga lo que viere
que conviene)).
Una jmta de autoridades, presidida por el conde, a la que
asistieron Leitao, Vieira y los vareadores de la Ckmara, acordó
que se llevase a cabo ia ejecaciúi?. Esta se cumpliment6 en los
días finales de agosto de 1582.
Fray Joao clo Espirita Sank ssv ~ i soorn &iCo a garrote con
el más riguroso sigilo. Su cuerpo luz enterrzdo e12 ma Iwerta
de 1s fortaleza. Pero :a ejecucidn se corrió cual remero de
pólvora.
Pierre de EarranGueta zmaizeció el mismo día ahorcado,
colgando su cuerpc del fuste de un cafión a la con:emplación
de todos. Alli permanesio duraniz veinticrxatro horas, hasta que D
vino a recogerlo la Eermandad de lc? Misericordia 81. O
Al día siguierite a la ejecución, F'unchal parecía desierto, n-- m en medio de un slleccio estremecedor. O
E
¿Fue un acierto la medida de violencia? Creemos sincera- E
2
mente que no. A nuestro jrricio con el encarcelamiento bastaba. -E
La disputa por la soberanía de la Madera pendía del desai-rollo $
de los acontecimientos ex~eriorese n el escenario atlántico, --
ajena por completo a los actos de fuerza y menos aún al derra- f
mamiento de sangre. Sin embargo el conde se envanece de su
acción en carta, a Juan Delgado de 3 de ssptism'are: «Con esto a
n quedó el pueblo menudo y ami esotrs tan atemorizado que no -E
se tiene ninWo de Ics sospechosos por sig-uro, y los fieles a
2
bieron, como disen, el sido ;tbierto, y el serbicio de Su Magestad
n se Eso y egecutó como más combenía; yo lo abisé a Su Ma- %
gestad, aunque nc tan en partic~lar)) 3
O
El comerciante francés Lari-anducta dejaba al morir una
cuantiosa fortuna. El dimro g las mercancías incautadas se
evaluaban por encima de !a crecida suma de 6.003 ducados.
El capitán general propuso qv.e se destizasea al pago de los
8f Ibíd., les. 127 (fols. 43, 48. 49; 51 y 521, 128 (fo!s. 103, 105, 107 y 108)
y 130 (fols. 52 y 54).
Cartas del czpith general 2 Felipe 11 (18, 25 y 28-VI; 14 g 16-VII; 23-
VIII, y 2-IX-82). Ídem, 2.1 seemtsrio Celgado (1 y 18-VI y 14 y l&VII-82).
Ibid., leg. 130, fol. US. Cartz de A@..stín de Herrera al secretario
Delgado (34x432).
434 AiWARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL CONDE DE LANZAROTE, CAPITÁN GENERAL DE LA MADERA 43
~ o l d a d o sP~e.r o Felipe TI fue de distinto parecer, agraciando
«a siertos oficiales ayudas de cámara)) con 2.400 ducados y al
gobernador Leitáo con otros 500. Con independencia de ello
recompensó a su leal colaborador Cristóváo de Moura con di-versas
arrobas de azúcara.
Otros desafectos de cierto relieve fueron fray Manuel de Bo-naventura,
comisario del monísterio de Sao Francisco y fray
Tomás de Tentugal, confesor de las monjas de Saiita Clara.
Don Agusl;í~ de Berrera los tenía sometidos a vigilancia y hasta
era partidario de la expulsión; pero no hay prueba alguna de
que se consumase la medida.
También se hallaban estrechamente acechados algunos ve-cinos
residentes en ios puebios cie ia isia. Vaigan, como ejemplo,
Diogo Alvares Arrudal, residente en Canico, y Pedro Moniz,
Fleitas y Grillo, moradores en Santa Cruz 85.
6. ACTIVIDAD NAVAL EXTERIOR.-~PERACIODPEU 'EESSP IONAJE-ALARMA
ANTE LAS DESERCIONES PRODUCIDAS EN EL ATAQUE A LA
ISLA DE SANM IGUEL( AZORES)
Durante los primeros meses de la gestión en la Madera del
nuevo capitán general no se seiíalan sucesos importantes debidos
a la acción exterior, aunque siempre se vivió en vilo oteando
el horizonte, pues se temía, de m momento a otro, una opera-ción
d.e desembarco por parte de la flota a.1 servicio del preten-diente
don Antonio s de la escuadra francesa que colaboraba
con el mismo.
Las voces de alerta se dieron con reiteración por los vigías
ante la presencia de navíos sospechosos.
".S.: Guerra, ieg. 130, Sol. 48. Carta de Lanzarote a Felipe 11 (17-
IX-82).
84 ibid., leg. 133 (fol. 173) y 141 (fol. 135). Cartas de Lanzarote al secre-tario
Delgado (22-XII-82y 10-1-83).
85 XbX., legs. 136 (fols. 48 y 49), 133 (fol. 268) y 145 (fol. 150).
Cartas del capitán general a Felipe 11 (17-IX, 8-XII-82 y 4V-83). Ídem,
al secretario Delgado (18-IX-82).
44 ANTONIO RUMEU DE ARhXAS
Así, por ejemplo, el 24 de junio de 1582, comparecieron a la
vista de Funchal dos navíos franceses, de los cuales uno de
ellos echó andas en e1 puerto. Cuatro marineros desembarcaron
para efectuar determinadas compras. El gobernador Leitiio
conversó amistosamente con los mismos, pero no consiguió
arrancarles la menor información. Al día siguiente, 25, ambas
embarcaciones se hicieron a la mar.
A principios de julio un patax francés al servicio del preten-diente
se presentó ante el puerto de Santa Cruz con una misión
de espionaje. El día 6 capturaron a la vista de Machico una
barca de pescadores, desembarcando posteriormente en CaniqaI,
en la extremidad oriental de la isla, a escasa distancia de la villa
y puerto cabeza de capitanía.
Debía estar convenida una cita con carácter previo, pues asi
que los diez franceses pusieron pie en tierra compareció, acom-pañado
de cinco hombres el escribano de Machico y sargento
de su compañía de Milicias Joáo de Ponte. Con las armas en
el suelo estuvieron conversando por espacio de media hora, no
sin despertar la alarma de los moradores que acudieron a cor-tarles
el paso con arcabuces y espadas. Cuando éstos se dis-ponían
a disparar Ponte se interpuso, alegando la paz prome-tida,
lo que permitió a los galos reembarcar sin contratiempo.
Más tarde se les observó cómo desembarcaban junto a una
ermita próxima, en cuyo interior permanecieron breve tiempo.
Esto hizo sospechar que habían dejado ocultos papeles com-prometedores.
Don Agustín de Herrera dispuso en el acto una visita de
inspección al escenario del sorprendente episodio. Le acompa-ñaban
el juez Manuel Vieira, el escribano de la Alfándega Pedro
de Valdevesso, el capitán António Porsia y el hidalgo Zenóbio
Accioli, esperándole's con sus tropas en Santa Cruz, para darles
escolta, el capitán de Machico Pero Lopes.
La información llevada al efecto dio escasos resultados.
Joao de Ponte confirmó la entrevista con un clérigo amigo,
natural de Machico, quien aseguro haberse refugiado en Fran-cia
y diri.@rse ahora a Portugal: quiso hacerle entrega de una
carta personal de don Antonio, que sz negó a recibir. Asimismo
436 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL CONDE DE LANZAROTE, CAPITAN GENERAL DE LA MADERA 45
demando información sobre fray Joao do Espírito Santo y
Pierre de Lanciarrueta.
El conde de Lanzarote procedió a su inmediata detención y
ordenó trasladarlo a la fortaleza Velha. Pero, en cambio, las
búsquedas por la ermita y sus contornos no dieron resultado
alguno, pese a la intensidad de las mismas.
El expediente incoado fue conducido a Lisboa por el comi-sario
Baltazar Gallo, con objeto de que Felipe 11 tomase Ia reso-lución
pertinente
La alarma cundió todavía mas cuando un navío de aviso,
procedente de Portugal, trajo la preocupante nueva de haber
zarpado de Francia, el 16 de junio, una importante escuadra,
cuyo objetivo podia ser la isla, Tercera, sin descartar que se
presentase de improviso en la Madera.
La inquietante nueva era conocida en FZinchal en los pri-meros
días de julio. Ello obligó a redoblar la vigilancia y poner
en estado de alerta a todo el ejército insular. El domingo día 8
se hizo alarde general, conforme se ha dicho, concentrándose
en la urbe 2.000 hombres armados
Más conmoción produjo aún entre los defensores de la Ma-dera
el imprevisto ataque de 16 de julio de 1582 a Ponta Del-gada,
en la isla sumisa de San Miguel, por parte de la escuadra
francesa al servicio del prior de Crato. El comportamiento
heroico del alcaide de la fortaleza Lourenco Noguera de nada
sirvió frente a la superioridad numérica del enemigo. Los inva-sores
se hicieron ciueños de Lagoa y Ponta Delgada, come-tiendo
todo género de tropelías contra los defensores prisio-neros.
Auténtica sorpresa produjo la pasividad, cuando no la
alegría, de la población civil lusa, sin otra excepción que los
hidalgos. La noticia de este hecho de armas se conoció en Fun-chal
en los postreros días del mes señalado ".
vO'w ibiá., iegs. i27 (foi. 511, 128 ífois. i93, iG5 , iG6 y i97j y 136 ífoi. Wj.
Cartas de Agustín de Berrera a Felipe 11 (14, 25 y 26-VI1 y 7-1x42).
fdem, al secretario Delgado (14-VII-82).
87 Ibíd., leg. 128 (fols. 105, 107 y 108). Cartas de Lanzarote a Felipe 11
(14 y 26-VII-82). f dem, a Delgado (16-VII-82).
A.S.:G%erra, leg. 129, fol. 240. Carta de Lanzarote a Juan Delgado
(2-VIII-82).
46 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Las angustias y preocupaciones de los defensores estaban
tocando a su fin. Entre julio y agosto se produjeron dos acon-tecimientos
que inclinaron por csmpleto el fiel de la balanza
en favor de la causa de Felipe 11 y de la segridad de la isla de
la Madera.
El primero, de extraordinaria trascendmcia, fue la gran ba-tdla
naval de las islas Azores, entablada el 26 de julio de 1582,
que se resolvió con la espectacular victoria de don Álvaro de
BazAn, primer marques de Santa C m .
El segundo, el desembarco en 1s Madera, en la última decena
de agosto del propio año, del presidic de soldados veteranos;
200 arcabuceros de los viejos tercios, al mando del capitán Juan
de Aranda y de Lodeaia.
Ambos acontecimientos nos detendr2n en páginas inmediatas
d.el presente trabajo.
HJCRREDREA T ORDESIU: Cinco libros de Historia de Portugal [1].
CABRERmA CÓRDOBA: Historia de Felipe I I L l ] .
F'ERN~NDEZ DURO: La conquista de las Rzores [ZO], pp. 21-22 y 28-30.
SUÁREZ INcLAN: Guerra de anezion de Portugal [1], t. 11, pp. 203-210.
RUBIO: Felipe 11 ... rey de Portugal [ l ] ,p p. 1001-101.
438 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA BATALLA DE LAS ISLAS TERCERAS (JULIO DE 1582)
EL PEESIDLB DE SOLDADOS VETERANOS
Y EL LICENGIAidfIENld"8 DE LAS MILICIAS CANARIAS
PRORRXA EN EL MANDO DEL CAPITÁN GENERAL
ACONTECIMIENTOS DIVERSOS POLíTICaS, MIEITKRES
Y NAVALES
En páginas mteriores se ha señalado la firme decisión to-mada
por Felipe 11, en 1581, de preparar wa poderosa expvdi-ción
naval que intentase la expugnación y sometimiento de las
islas Azores rebeldes, en particular Tercera, cabeza y guía
d.e las restantes. Estaba previsto que la operación se llevase
a cabo en la primavera de 1582, habiendo sido designado capitán
general de la flota el famoso don Alvaro de Bazán, marino de
indiscutible prestigio y uno de los héroes de la famosa batalla
de kpanto.
Sin embargo, el ritmo de los acontecimientos exteriores, en
este caso concreto el %poyo de Isabel de Inglaterra y de Cata-lina
de Médicis, reina regente de Francia, a la. czusa del prior
de .@ratoo, bligó a Felipe 11 a una mayor movilización de naves,
llamando en auxilio de la escuadra concentrada en Lisboa a la
flota de Andalucia con apmtadeio en C5dk La. armada habia
de componerse de sesenta naos gruesas y porcih de embarca-ciones
menores, conduciendo a bordo 10.000 soldados de infail-tería
de marina.
El prior de Crato había utilizado como señueia para atraer
a Francia el ofrecimiento de la cesián del Brasil. Puestos de
Núm. 30 (1984) 439
48 APITONIO RCMEC DE ARMAS
acuerdo sobre el particular, 12 reina y el pretendiente, se fue
concentrando en Brouage una poderosa escuadra al mando del
teniente general Philippe Strozzi, llevando como segundo al
conde de Vimioso. La flota la componían sesenta y cuatro navíos
gruesos, estando previsto que don Antonio embarcase en la
galera Reale.
En el mes de mayo de 1582 se señala la partida en vanguar-dia
de una flotilla al rna~dod el vicealmirante Ronault de Lan-dreau,
llevando refuerzos para ia defensa de la isla Terceraag.
El grueso de la escuadra se hizo a la vela el 16 de junio del año
expresado con dirección a Angra, la capital.
Los avisos recibidos en Lisboa de la partida de la flota franco-
N a
lusa apresuraron los preparativos para que la escuadra espa- E
ñola se hiciere a la mar a mediados de julio. Don Álvaro de O
n Bazan, con cuarenta naos gruesas, se internó en el Océano, para -- m
O contemplar cómo la adversidad se cruzaba en su camino. Los E
E temporales le impidieron unir sus fuerzas con las que conducía S
E
Martínez de Recalde, al mismo tiempo que dispersaban su pro- -
pia formación. 5
De esta manera, con sólo 27 naos, se presentó Bazan en la - -
0
isla de San Miguel, ignorante de que tenía que medir sus fuerzas m
E
con 64 navíos enemigos. Durante varios días ambas flotas se O
estuvieron contemplando en hábiles maniobras sin decidirse a E
n
combatir, hasta que en la mañana del 26 de julio de 1582 los a-E
navíos se enzarzaron en una general refriega, que dio iniciación l
n a la batalla. n
n
Pese a la inferioridad numérica, que hacía rayar en temera- 3
rios los planes del marqués de Santa C m ,l a fIota española O
tomo la iniciativa desde ei principio de ia acción. Ge
combatir sólo contra varios navíos enemigos el galeón San Ma-teo,
mandado por Cristóbal de Eraso, resistiendo sus impetuosos
ataques, los españoles se lanzaron sobre la Almiranta y Capi-tana
de Francia acometiéndolas con tal furia que las dejaron
maiparacias. Por su parte, Bazári ernbistií, a ia iiaü de Phliijpe
8Qsta fue la escuadra que ara;zó la isla de San Miguel, ocupando ,las
villas de Lagoa y Ponta Delgada, conforme se ha señalado en el capitulo 1,
epígrafe 6.
440 AA'UARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Carta del conde de Lamarote al rey Felipe 11, escrita en La Madera el
1 de agosto de 1582. AS.
50 ARTOXIO R3MEV DE ARMAS
Strozzi, y COA la ayxda del capith Labastida pudo rendirla,
con muerte del capitán ge3eral frerxés, después de una hora
de combate.
Tal suceso sirvió de señal para que los navíos enemigos que
no estaban ~borSados se diesen a la fuga, de manera que al
anochecer la mar, cubierta de despojos, quedó por los espa-ñoles,
qtíe celebraron eaitusiasmados el triunfo. Murieron en la
acción o de resultas de ella, además del jefe supremo, el conde
de Vi-mioso g 2.003 fra~cesesm, ientras los españoles sólo tu-vieror,
224 muertos y 550 heridos.
Estz, batalla, de tan señalada desproporción de fuerzas,
enalteció el crédito áe ckn ÁI-mro de Bazán en- el mundo, y fue
juzgaeo desck enronces como uno de los más grandes capita-nes
de! si&.
E1 lector habrá adivinado ya la evacuación inmediata de
Ponta Delgada, en la isla d-e San Miguel, por las tropas inva-soras,
uxa vez conocido 12, magriitud del desastre.
El prior de Crato, refugiado en Angra, conoció cómo se es-fim&
a>pz ra siempre si'is sueños Los navíos en derrota? por-tugueses
y franceses, se acogieron a la protección de las islas
de Faial y Tercera, mientras partes de los segiilClos rsgresaban
a la metrópoli. En c u a~t oa la escuadra victoriosa, el grueso de
ello retorno a los apostaderos de origen, Lisboa y Cádiz, dejando
importantes efectivos en la isla de San Miguel para conjugar la
defensa con el bloqueo.
La batalla de las Terceras había decidido el destino de
las islas atlánticas y del imperio luso
La victoria fue conocida en Funchal el 1 de septiembre
de 1582, celebrándose con ger-eral regocijo entre los partidarios
de la unidad ibérica. El comentario del capitán general, en carta
a Felipe 11, merece ser reproducido: «Tiene ya Vuestra Magestad
90 HERRERAD E TORDESILLCAiSnc: o libros de historia de Portugal [l],
fnlr. 15.5, 159, 163-178 y 178-185.
CABRERADE CÓRDOBAH: istoria de Felipe I I [l],t . 11, pp. 654435158.
FERNÁNDEZ Dmo: La conquisia de las Azores 1201, pp. 22-59.
SUÁREZ IXCL~GNue: rra de anexión de Portugal El], t. 11, pp. 211-265.
RUBIOF:e lipe I I ... rey cle Portugal [l], ?p. 100-104.
Rmm-: PiraterZas y ataques navales [S], t. 1, pp. 638-642.
442 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LÁMINA IX
.. .
Trozo de la vieja muralla, entre rua da Carreira y rua da Alegria
LAMINA X
Casa de J05o Esmeraldo, después ilamada ((Casa de Colombo», demolida
parcialmente en 1876. En esta mansión se alojó probablemente el conde
de Lanzarote
EL CONDE DE LANZAROTE, CAPITÁN GENERAL DE LA MADERA 51
ysla Madera; que hasta este día estubo del propio color de la
Tersera. 'ZI ha sido merced de Dios, no pasar antes el enemigo
por aquí; sea bendito)) ".
El conde de Eanzarote dispuso que se llevase a cabo un so-lemne
acto de acción de gracias en 1s iglesia de Sáo Tiago, cere-monia
religiosa a la que asistieron autoridades civiles y man-dos
militares 92.
El segindo acontecimiento de singular importancia fue, con-forme
se ha dicho, el arribo a kuichal, en los postreros días
de agosto, de la nao que conducía desde Lisboa al presidio de
tropas veteranas, encargadas de la defensa de la isla. Venía
al frente de las mismas el capitán Juan de Aranda, quien tenía
como segundo al oficial Luis de Benavides y como auxiliar al
sargento Francisco de Hermosilla. Componían la expedición
200 arcabuceros mercenarios, con una gratificación mensual de
5 ducados; de ellos 3 como sueldo, 1 ole munición y 1 por servicio.
Los oficales y soldados del presidio se alojaron exclusiva-mente
en la fortaleza Velha, que tuvo que ser evacuada por las
mílicias canarias para su distribución por otras dependencias 93.
El propio conde de Lanzarote, pese a su condición de capi-tán
general, abandonó el castillo, alquilando, a sus expensas,
una vivienda adecuada 94.
Para mayor garantía de unidad en el mando fue designado
alcaide Juan de Aranda, previa renuncia del capitán lusitano
Gaspar Luis de Me10 95.
9l A. S.: Guerra, leg. 130, fol. 55. Carta del día 2.
92 Ibid., kg. 130, fol. 59. Carta del capitán Juan de Aranda al secretnrio
Delgado (Funchal, 121X-1582).
¿Por que se eligió la diminuta igiesia referida, emplazada extramuros,
en la extremidad oriental de la urbe? La catedral era, sin posible disputa,
el lugar indicado. ¿Hubo veto o evasivas por parte del Cabildo?
93 Ibid., leg. 130, fol. 55. Carta de Lanzarote a Felipe 11 (2-1x42).
Ihdd
Parece probable el alojamiento de don A,.ustIn de Herrera en la casa
de la familia Esmeralda -hoy desapzracida-. Esta residencia .fue iden-tificada
como Casa de Coíombo en las postrimerías del siglo x~x, con
ocasión de las conmemoraciones del IV centenario del descubrimiento de
América.
95 A.S.: Guerra, leg. 130, fols. 50 y 55. Cartas a Felipe 11 (2 y 17-IX-82).
Núm. 30 (1984) 443
52 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
El primer objetivo de la política de don Agustín de Herrera,
por lo que respecta al nuevo presidio, fue encubrirlo frente a la
población, procurando hacerlo pasar inadvertido. Con dicho
fin solicitó de la Camara abundante madera y ladrillos para
cubrir el cuerpo de guardia, acrecentar los alojamientos, cons-truir
panadería y carnicería y hasta habilitar una taberna. La
tropa podía permanecer por tiempo indefinido entre los muros
de la fortaleza sin sentir de manera imperiosa la llamada
exterior 96.
2. LICENCIAMIENDTEO L AS MILICIAS CANARIAS.-RETORNO DEL
CUERPO EXPEDICIONARIO
La victoria obtenida en la batalla naval de las islas Terceras
y el arribo a Funchal del presidio veterano dio un giro de tal
naturaleza a los acontecimientos que movió al conde de Lan-zarote
a solicitar del monarca reinante licencia para su perso-na
y vasallos, con objeto de poder retornar a los hogares. Si
frente a un enemigo en derrota, la isla de la Madera quedaba
asegurada, ¿para qué exigir estériles sacrificios?
Recuérdese además que Felipe 11 había convocado a los
isleños para servir durante el verano de 1582, y que este plazo
estaba a punto de cumplirse '?.
Don Agustín de Herrera no se atrevió a solicitarIo directa-mente
del rey Felipe 11, sino que usó como mediador en el
delicado asunto al secretario Juan Delgado. La carta de 3 de
septiembre expresa sus sentimientos en defensa propia y de
los vasallos.
«La que suplico a Vuesa merced, pues el inbierno está en
las manos y la jornada del marqués [de Santa Cruz] lo ase-gura
todo, si ha lugar, lo tengo yo para salir desta ysla; y
porque antes e de besar ios pies Cie Su IMagestad, y dar
" Ibid.
y7 Capftulo 1, epígrafe 1.
A.S.:Guerra, leg. 130, fols. 55 y 58. Carta del capitán general a Felipe 11
(2-1x42)I.d em, del capitán Arandz (1-IX-82).
444 AhrLrARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL CONDE DE LANZAROTE, CAPITÁN GENERAL DE LA MADERA 53
quenta del estado desta ysla y lo que de ella entiendo; y
si esta lisensia no me viene en el primero nabío, entrado
más el ynbierno es peligroso nabegar; deseo muchísimo
Vuesa merced me haga en esto favor siendo gusto de Su
Magestad, que eso es, señor, lo que yo pretendo.»
((Asimismo los besinos de aquellas tie'rras, como son la-bradores,
piérdense ellos y piérdome yo si no hazen con
tiempo su labor.. . ; bien puedo yo pedir estos ombres vayan
a sus casas y labor, y con todo se haga como Su Magestad
sea más servido)) 98.
De esta carta fue portador el emisario personal del conde,
fray Gaspar de Armas, quien debería abogar en Lisboa por el
feliz resultado de la comisión.
K?n l n c nriwínc rln owion n i ~ no nrnohon nr in+r iolman+n An Ch i i r n
u r r r v u r r w r ~ v uu u u v ~ o yv u u u u r y r i i u u r r y u r r u u r i i r r r ~ ~ r rUuG~ r-U LA-chal
el capitán general no perdia ocasión de defender sus pun-tos
de vista. En una segunda misiva a idéntico personaje, es-crita
el 22 de octubre de 1582, abogaba por los milicianos
isleños:
«Estas gentes de' Langarote y Fuerteventura es lástima;
piérdense totalmente, por ser ombres de sus cazas, labra-dores
y criadores, y que todo se les está perdiendo; y de-más
desto, no se haber de' comer en esta ysla sino a peso
de oro.. .N 99.
Pocos días más tarde regresaba de Lisboa el emisario fray
Caspar de Armas siendo portador de una carta del secretario
para el capitán general, de fecha 20 de septiembre -hoy desapa-recida-,
en que le anunciaba una inminente resolución real
favorable al problema más apremiante de las demandas ex-puestas.
En efecto, después de discutirse pros y contras, Felipe 11
estimó que el conde de Lanzarote debería permanecer al fren-te
de la capitanía general de la isla de la Madera hasta la paci-ficación
total del archipiélago ,de las Azores; pero accedió, en
cambio, a licenciar a las milicias canarias. La real provisión
AS.: Guerra, leg. 130, fol. 56.
99 Ibid., leg. 131, fol. 138.
Núm. 30 (1984)
autorizando el retorno aparece datada en Lisboa el 15 de no-viembre
de 1582, aunque la recepción se demoró hasta el día 30
de dicho mes.
En consecuencia, el tiempo de servicio había sido de seis
meses meklos cinco días, aunque se estimó razonable gratificar
a los expedicionarios con un semestre completo.
El problema del sueldo de los soldados lo había resuelto el
conde de Lanzarote con anticipas de su bolsillo, a razón de
30 reales diarios por persona. Sin embargo, Felipe 11 dispuso
que los milicianos canarios percibiesen la rememeración de los
soldados de los tercios de Italia, es decir, 4 escudos de 10 rea-les
al mes.
parsi. pl p2g-n de 10s gstst~sd e gpr r r , m ~ l ~ y e ~~Cd\.IE~-
das, se contaba con las rentas reales de la isla; 3.000 cruzados
que trajo de Lisboa el comisario Baltazar Gallo, criado del pro-veedor
André de Alba; las ayudas económicas de la Ckrnara
y el remanente de' los 6.000 ducados incautados al reo Pierre
de Larrandueta, una vez detraídos los obsequios regios.
Pero a la hora de la liquidación del sueldo a los milicianos
se volvió a la estimación primitiva de 30 reales por día. El cuer-po
expedicionario, compuesto de 264 hombres, supusieron un
gasto mensual de 7.920 reales y un cómputo semestral de 47.520
reales.
Con respecto a la oficialidad y aprestos, don Agustín de He-rrera
hizo constar, en el momento de la rendición de' gastos, lo
siguiente: «Que no se cuenta en la dicha relación paga de capi-tanes
ni oficiales de compañías de la gente de su tierra, por ser
toda gente de su casa; ni las vituallas que se gastaron con ellos
y la jente de los navíos en que fueron, por hallarse él, cuando
se le mandó, proveydo dello, y no costarle nada por averlo he-cho
para la jornada de Berberís; y suplica a Vuestra Magestad
se sirva dello y de la voluntad con que lo a echo en aquella
j ornadan.
Al margen del documento consta la resolución del monar-ca:
((Agradecérselo mucho; y que este alcanqe que haze es su
voluntad que del dinero que se proveyere se pague dello)).
Pese a la decisión de Felipe 11, estricta y justa, hay constan-
446 ANUaRIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
cia documental de' que ni el capitán general ni los capitanes de
milicias recibieron, por negarse a ello, estipendio alguno.
De acuerdo con lo expuesto, el 5 de noviembre de 1582 los
milicianos canarios, recibida la pertinente soldada, fueron
licenciados, quedando a la espera de los navíos contratados
para la operación de retorno. Eran éstos: la nao grande de
Gaspar Rodríguez Moreno, el navío redondo de Gaspar Rodrí-guez
Cachazo, el navío de Pedro Fernández y la barca de Rive-ro.
E1 coste de los fletes fue de 140 ducados de 11 reales, equi-valentes
a 1.540 reales.
El pequeño ejército expedicionario abandonó Fwichal el
11 de noviembre, y tras cortas jornadas de travesía pudieron
reintegrarse a sus hogares los labradores y ganaderos de Lan-zarote
y Fueyteventura (incluyendo la compañía de rnoriscos)
después de haber vivido la curiosa experiencia castrense, al
servicio de España, que hemos puntualmente narrado lo".
El conde de Lanzarote daba cuenta del licenciamiekito de
las milicias canarias en carta al secretario Delgado de 10 de di-ciembre
de 1582; pero al mismo tiempo hacía valer los propios
méritos y sacrificios personales:
((Aunque Vuesa merced dize ha sido Su Magestad servido
darme licencia para yrme a mi casa, y parece que fuera muy
gran merced para mí; muy mayor ha si,do mandarme Su Ma-gestad
servir, y con esto y con enbiar mis gentes a sus
casas estoy muy contenton 'O1.
De esta misiva fue portador, en mano, el emisario fray Gas-par
de Armas, trasladado, por segunda vez, a Lisboa para abo-gar
por lw intereses de su poderdante. El dominico era deposi-lW
Ibid., legs. 128 (fols. 103,105 y 106) y 133 (fols. 268,270,271, 272 y 127).
C & ~ J 5s AgdsE~& Eerrerz Felipe 11 (Ie-TJII; m y 8 y I&X-11-82)
Idem, al secretario Delgado (14-VII, 4-XI y 10-XLI-82).
«Quenta de lo que se a gastado hasta oi, 11 de noviembre, en esta ysla
de la Madera en servicio de Su Magestad por el conde de Lamarote.))
«Testimonio de Pedro de VaIdivieso, scrivano de Alfondega, de las pa-gas
del conde de Lanzarote que a hecho, en sewizio de Su Magestad, en
esta ysia de ivZa¿iera» íiG-iíi-82).
'01 Ibid.
Núm. 30 (1984) 447
56 ANTONIO RUMEU DE ARMAS
tario ,de un recado verbal para el secretario en solicitud de
mercedes. ¿Cuáles eran sus aspiraciones en aquel momento?
Subir de rango y categoría nobiliaria para pasar a titularse
marqués.
De esta petición de ascenso sólo ha quedado un leve eco en
el archivo real: «En la merced que pide el conde de Lanzarote,
que es título de marqués, les parece que, siendo Vuestra Ma-gestad
servido, se le podría dar. Esto remitió Vuestra Mage'stad,
en Lisboa, a Rodrigo Vázquez~. Al margen de esta brevísima
consulta, se lee, de puño y letra del monarca, la siguiente nota:
«Venga Rodrigo Vázquez, y veremos lo que convendrá))'O 2.
3. PLANECSO NCERNIENTES A LA DEFENSA.-PROYECTOD E FORTA-LEZA
EN EL PICO DE LAS FREIRAS.-DIFICULTAPDAERAS EL ABO-NO
DEL SUELDO A LOS SOLDADOS DEL PRESIDIO
La aplastante victoria naval de las Terceras, el arribo del
presidio veterano y el retorno del cuerpo expedicionario cana-rio
dieron un importante giro a la vida político-militar de la
isla de la Made'ra. Los dos primeros trajeron consigo la seguri-dad,
auténtico anticipo de la paz. El tercero redujo la autoridad
del conde de Lanzarote al supremo poder decisorio en materia
militar, descargando sobre el capitán Juan de Aranda el man-do
de la tropa y la disposición de la defensa la3.
La lectura de la correspondencia de Aranda con Felipe 11
y con el secretario Juan Delgado revela un entendimiento per-lo2
Ibid., leg. 133 (fol. 173) y 154 (fol. 286). Consulta al rey Felipe 11
(sin fecha) y carta de Lanzarote al secretario Delgado (22-XII-82).
Io3 A.S.: Guerra, legs. 131 (fol. 139) y 133 (fols. 268 y 273). Cartas de
Agustín de Herrera a Felipe 11 (2-X y 10-XII-82).
El entendímiento entre ambos personajes fue perfecto. Véaiist: aigú-nos
de los elogios del capitán general:
trEn el castillo haze el capitán Juan de Aranda su oficio, como muy
buen soldado y muy entero en el serbisio de Vuestra Magestad.))
«El capitán Juan de Aranda ..., con quien tengo la amistad como si
fuera mi hermano.>)
448 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
LÁMINA XI
La fuente de Joáo Dinis, cori la fortaleza de Sáo Lour~nco al fondo
EL CONDE DE LANZAROTE, CAPIT~N GENERAL DE LA MADERA 57
fecto con el conde' de Lanzarote y puntos de vista coincidentes
sobre la defensa de Funchal y la escasa eficacia de sus forta-lezas.
La carta del capitán del presidio al monarca de 1 de sep-tiembre
de 1582 es una fiel descripción de la urbe y las defen-sas,
con un dictamen negativo respecto a la eficacia de las
mismas.
Comienza destacando las dificultades del desembarco por la
aspereza de la costa, «que avie'ndo jente que pelee fácilmente
se podría resistir)).
Después censura acremente el dispositivo de defensa, en
primer término la fortaleza primigenia. «El castillo viejo
-1éese-, donde yo quedo alojado con toda mi gente, es una
casa de buenos aposentos, aunque no bastantes para que no
estemos muy estrechos, y el que lo fundó sólo tuvo la atención
a acomodar su casa, y no más. Porque él ni tiene pl a~ad entro
ni fuera, ni muralla, ni través que sirvan para cosa, sino sólo
de manos y subjezo a un millón de padrastros y las casas tan
pegadas a él, por la una parte, que sólo ay en medio seis pasos,
y un monasterio de San Francisco a treinta pasos, del que lo
tiene a caballero, y otros muchos inconvenientes.. . »
La segunda fortaleza sale peor parada: «En el castillo nue-vo,
que aquí dizen, sólo tiene el nombre. Porque es un pedaqo
de baluarte, donde sólo caben ocho piegas de artillería, que en
él ai; y las casas de la cibdad están pegadas coa su propia mu-ralla,
de suerte que ni es castillo, ni ai para que ponelle tal nom-bre,
sino que tubo gana de gastar dinero quien allí le fun-dó
... » 104.
E3 conde de Lanzarote y el capitán Aranda visitaron los al-rededores
de' Funchal, y convinieron que el puto clave para
la defensa de la urbe contra un enemigo exterior no podía ser
otro que {(el pico de las Freyras)) 10S.
'O4 Ibid., leg. 130, fol. 55.
'05 La montaña que domina a FunchaI por noroeste se liamaba en la
segunda mitad del siglo xvr el «pico das Freiras)). Sobre este punto es per-fecta
la unanimidad por la pluma y el testimonio verbal de portugueses
españoles.
38 ANTONIO RUMEU DE ARAMAS
Aranda da fe del acuerdo conjunto: ctMirándolo bien, nos
paresció a todos dos que seria de sustancia que allí se hiciese
un fuerte, respecto de tener la cibdad mui subjeta y no lo estar
él a padrastros que le puedan dañar.. . » 1°".
A ambos pareció lógico que una decisión de esa índole de-bería
tomarse en Junta militar. En efecto, el 16 de septiembre
de 1582 se reunió dicho organismo, hallándose presente Juan
de Aranda, el sargento mayor, los capitanes Melo, Barrancos y
Mauzino y los expertos Matteus [Fernandesj Cabral, Joáo Gago
Ballanes y Joáo Zinho. El parecer de los reunidos fue unánime
en favor de la construcción de una nueva fortaleza en el pico
de las Freiras lo7. a N
Sin emhzrgn, e! a ~ u e r dEQ~ s e p d n 1leizr a !si prgctica pnr
dificultades económicas. Habrá que esperar al siglo XVII para
verlo convertido en realidad'08.
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Don Agustín de Herrera y Rojas en una ocasión -carta de 17 de sep- 2
tiembre de 1582 a Felipe 11- la denomina «pico de las Monjas». La do- -E
curnentación simanquina respeta la toponimia lusa identificándola como $
«pico de las Freirasn, con la variante ortográfica de «pico de las Freyraw. ;
A.S.: Guerra, leg. 130 (Eol. 471, 147 (fol. 266) y 153 (fol. 294). Cartas del
capitán general a Felipe 11 (17-IX-1582 y 9-VII-83). Minuta con la respuesta E
del monarca a esta última misiva (sin fecha). O
Los autores SILVA-AZEVEeD~O SU conocido: Elucidário Mudeirense Q
[14], tomo 11, pág. 57, dan una versión distinta, que debe ser rechazada: -E
«Frias. O pico onde se comqou a construir em 1622 o castelo de $
S. Joáo Baptista rnais conhecido pelo nome de fortaleza do Pico, 1 n teve e tem ainda o nome de Pico dcs Frias, que Ihe foi dado por $
Romeu Frias, de nacionalidade italiana, que ali morou e ali teve $
terras de sesmaria, havendo sido urn dos mais antigos povoadores o
desta iba.»
ARAGAO se somete a la opinión de los autores citados (Para a historia
do Funchal [30], pág. 197).
Ibid., leg. 130, fol. 58. Carta a Felipe II (1-