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PROYECTO DE INCORPORACION DE LA GOMERA A LA CORONA DE FELIPE 11 (1570-1590) P O R ANWNIO BETHENGQrnT MASSIEU La situación geográfica de la Gomera, ubicada al S. O. de Te-nerife y entre esta isla y la de La Palma, resultaba a lo largo del siglo XVI verdaderamente privilegiada. Dicho privilegio lo encontramos en función de dos factores geográficos : de una parte, su espléndido puerto natural, el mejor de los del Archipiélago, el de San Sebastián, muy amplio, cerrado y seguro, y de otra, que era el paso natural más frecuentado para la navegación a vela en sus rutas desde Europa hacia las Indias Occidentales y Orientales -por aplicar el léxico de la época- a causa de la dinámica de los alisios en este sector atlántico, así como por las calmas reinan-tes en sus alrededores. A cambio de tales ventajas! reunía la isla una serie de condi-cionamientos negativos. Era una isla de señorío, no realenga. 1 El presente trabajo está elaborado en el Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de La Laguna Forma parte del programa subvencionado por el "Fondo de a,yuda al fomento de la inves- L:-- -- L-L J ~ ~ L G L V I L eri 2% Uiii-ver~Ua& espa50!a1'. T~iiilu.i&i cpero exp%;ar xestrG agradecimiento a la prestación con que viene ayudando a dicho programa la Caja Insular de Gran Canaria Había sido afectada duramente por crisis de azúcar como conse-cuencia de la producción competitiva de las Antillas. Su extensión, al ser escasa, impedía a sus señores y población edificar unas for-tificaciones adecuadas -reducianse a la famosa Torre del Conde, mal emplazada y con sólo cuatro piezas en tiempos de Torriani, más útiles para ofender las naves acogidas bajo su protección, que para tratar de frenar a los atacantes-, y el número de su vecin-dario, necesariamente corto, hacía problemático el resultado de una resistencia a pecho descubierto, frente a piratas, corsarios o flotas enemigas que con harta frecuencia acudían a refrescar en periplos de mayor alcance, o buscaban en el puerto refugio para continuar sus depredaciones en las aguas próximas. B De ahí la peculiar idiosincracia de sus moradores durante la N segunda mitad del Quinientos. Antes que una eventual y fortuita E O resistencia, los gomeros, en términos generales, preferían el ne-n-= gocio y trato con los enemigos de Felipe 11 y de la Iglesia Católica. m O E Er a más seguro y lucrativo recibir a tan incómodos visitantes SE como a huéspedes honorables, que exponerse a serios disgustos, =E saqueos, robos, violaciones, incendios y desolación. Por esta causa 3 los navegantes de todas las banderas, los que hacían del mar su -- profesión, pacífica o violenta, acostumbráronse al puerto de la villa 0m E de San Sebastián, donde, amén de reparos y refrescos, las tripu- O laciones podían solazarse en tierra. n Esta era también la línea de conducta politica de su señor, don -E Diego de Ayala y Rojas, que a la sazún se autotitulaba segundo a 2 Conde de la Gomera y como tal así era reconocido y aceptado por n 0 el rey y la burocracia central. Esto era lógico, porque el Conde 3 resultaba el principal beneficiario de la estadía en su espléndido O puerto de flotas y navíos que traficaban, a cambio de vituallas y vino, con géneros extranjeros. En la monumental obra del Pro-fesor Rumeu de Armas, Piraterias y ataques navdes contra las Islas Canarias 2, podemos seguir con gran lujo de detalles las vi-sitas pacíficas que realizaron a la isla personajes de tanta fama como Francois Le Clerc (más conocido por "Jambe Bois" o "Pie 2 Madrid, C. S. 1 C , Instituto "Jerónimo Zurita'' (1947-1950),3 tomos en 5 volúmenes 406 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICUS de Palo") en 1553, el vizconde de Uza en 1566, John Hawkins en 1567, Jean Bontemps y Jacques Sores en 1570, por reducir la nómina a los más caracterizados e importantes. El conde, entre receloso y confiado, actuaba como perfecto anfi-trión. Organizaba banquetes, conciertos, bailes y mascaradas para los jefes y alentaba a panaderos y taberneros y vecinos de otros oficios para solaz de la marinería. De aquí se deriva -en palabras del citado autor- "el ambiente social y festivo en que se movía la sociedad isleña del siglo xvn, que sabía vencer el estrecho recinto apropiado para un tedio prolongado y secular, para adaptarse a una vida alegre, fastuosa, de barles y mascaradas, que nunca pu-dimos imaginar en el San Sebastián de la Gomera de aquella época" 3. La presencia de luteranos y calvinistas, de otro lado, llevaba ~ p a ~ s j a dpao,r parte de éstos, un cierto aapectv pr~uefitiuta,y ue si no logró éxitos plenos, sí produjo un cierto escepticismo reli-gioso entre algunos moradores de la villa, encabezados por el pro-pio Conde. La presencia de Jacques Sores, sus francachelas y jol-g o r i o~c on los elementos principales de la sociedad insular, sola-mente a tres días del asesinato de los cuarenta mártires de Taza-corte, fue altamente escandaloso y produjo la consiguiente reac-ción política, religiosa y humanitaria por parte de los vecinos y autoridades del Archipiélago, que alzaron su clamor ante el propio monarca y la Inquisición. Esta abrió la consiguiente infor-macián, procesando, entre otros muchos, al propio señor don Diego de Ayala y Rojas. Pero la política del conde -forzada por las circunstancias, hay que reconocerlo- implicaba un gravisimo peligro. Las fre-cuentes visitas de piratas necesariamente suministraban una infor-mación completa sobre Ia villa como fuente de riqueza y concien-cia de lo fácil que a cualquiera de ellos le sería descargar un golpe 3 Ob cit , t 1, pág 508 4 hYTONIO BETHENCOURT MASSIEU deñnitivo sobre la misma. Si tenemos en cuenta que Francois Le Clerc (1553) llevó como teniente de su expedición a su discípulo Jacques Sores, y que a éste le acompañaba, como segundo, Jean de Capdeville, en 1570 -toda una tradición-, no es extraño que en la mente de Capdeville alumbrara el plan de saquear la Gomera. En 1571 los hugonotes pusieron bajo las órdenes de este cor-sario rochelés una escuadra de cuatro navíos, entre ellos uno muy famoso, "Le Primtemps". Antonio Rumeu nos relata así la ope-ración: camino de Canarias y con sólo este barco, Capdeville encontró en forma casual al navío inglés "Castle of Confort", que pertenecía a los Hawkins, y acordaron unir sus fuerzas para ata-car mancomunadamente la isla de la Gomera. Don Diego de Ayala les franqueó confiado la entrada. Franceses e ingleses, "todos ellos calvinistas", desembarcaron el 24 de agosto, lo que provocó la huída de los moradores. El pueblo fue "quemado por sus cuatro costados, desapareciendo en la hoguera templos, conventos, ermi-tas, archivos y casas". El P. Guardián y frailes del convento de San Francisco, tras la primera huída, regresaron para consumir las Sagradas Formas y poner a buen recaudo los ornamentos litúr-gico~ A. cababan de realizar sus propósitos, cuando se presentaron los hugonotes, que cautivaron al guardián fray Bemardino Ramos, a los frailes Antonio de Santa María, Diego Muñoz y al lego Miguel o Gumiel, llevándolos al navío, donde ya tenían al vicario de la isla, Alonso Delgado, junto con otros vecinos. Pocos días después, vejados y humillados, fueron ahorcados y sus cadáveres arrojados al mar. Finalmente, reaccionaron los gomeros, que desde el inte-rior atacaron la villa, logrando que las huestes de franceses e ingleses reembarcaran y zarparan con rumbo ignorado &. Afortunadamente, el hallazgo de un nuevo manuscrito inédito nos permite añadir algunas precisiones sobre este lamentable y cioioroso accidente que sufrieron ios gomeros. 4 Ob cit , t. 1, págs 553-556.-E1 profesor Rumeu establece esta versión basándose en una "ReIacíón" de Fray García de Iracheta, Guardián del Con-vento de Franciscanos de Tenerife, al Rey, dándole cuenta del ataque a la Gonlera de los herejes de la Rochela de Franela, una carta del portugués Antonio Fogaza a Ruy Gómez de Silva, príncipe de Eboli, fechada en Lon-dres, y los autores clásicos de la historiografía canaria 408 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROYECTO DE INCORPO'RACION DE LA GOMERA A LA CORONA . Nueva verswn del ataque de 1571. Cuando Felipe 11 conoció el contenido de la carta-relación del indignado fray García de Iracheta, guardián del convento seráfico de Tenerife, hizo que el Consejo de Castilla estudiara en toda su complejidad la problemática de la Gomera. En consecuencia, el Consejo despacha una Real Provisión a la Audiencia de Canarias, dada en Madrid a 19 de mayo de 1572 j. El contenido de la misma hace referencia a la carta del franciscano y a su propuesta, consis-tente en que, para evitar en el futuro tamañas ofensas contra Dios y el monarca, fuera incorporada la isla a la Corona, "dándose tanto dello a los hijos del conde de la Gomera en otros puntos". En su parte dispositiva se ordena a la Audiencia que abra una amplia información sobre una serie de puntos, sobre los que volveremos en páginas siguientes, y entre ellos que los testigos depongan sobre cómo discurrieron los hechos promovidos por el desembarco de Capdeville. Extremos estos que nos sirven para rehacer y puntua-lizar el mismo 6. En la tarde de la festividad de San Bartolomé, 24 de agosto de 1571, se acercó y fondeó en el puerto de San Sebastián de la Gomera un galeón francés, "Le Primtemps", con unos 350 hom-bres a bordo, aunque solamente se mostraron sobre su cubierta unos 50, la tripulación normal de un buque de su tamaño '. Del 5 Archivo General de Simancas, Guerra aittzgua, leg 281, doc. 371.-En adelante citaremos con las siglas: A. G S., 6. A. 6 Del conjunto de personas citadas a deponer por el regente de la Au-diencia, salo cuatro eran vecinos de la Gomera y estaban en aquel momento en Las Palmas Si bien todos confiesan que en el momento de producirse el saqueo se encontraban fuera de la ciudad, en e1 interior, intervin~er~enn la recuperación de la villa y repelieron el segundo intento de desembarco. Son éstos Hernán Sanchez Moreno, más tarde regidor del Cabildo gomero, Francisco Hara, Luis González y Pedro de Valladolid. Las facetas del epi-sodio, que no presenciaron, las reconstruyen con noticias de labios de los que vivieron aquellos dramáticos momentos en la ciudad, el campo e, incluso, de los prisioneros que Capdeville mantuvo a bordo de "Le Primpt~mpr". 7 El único testigo que lo identifica y da el nombre del capitán fue Her-nán Sánchez Moreno: " un galeón grande de que decía llamarse < < P~ríln - 6 ANTONIO BETHmCOURT MASSIEU mismo se destacó un esquife tripulado por cinco o seis hombres, que aseveraron que eran católicos y traían las intenciones más pacíficas. Trataban de cargar agua, vino, uvas y otras vituallas frescas. Incluso echaron a tierra unos cuantos "quartos, que son vasijas", y propusieron realizar un provechoso comercio con pa-ños, trigo y otras mercancías para vender. Deambularon por el pueblo hasta conocer la decisión de don Diego de Ayala: al día si-guiente se comerciaría, porque ya anochecía. Así, regresaron a la nave llevando un poco de agua y otros alimentos. Las autoridades tomaron las medidas pertinentes para el caso, estableciendo un servicio de vigilancia sobre la Marina y playa en previsión de cualquier percance. Sin embargo, las medidas de seguridad de los confiados gomeros no debieron ser excesivas, pues descuidaron la costa accesible que discurre entre las puntas de los Garañones y de los Canarias, que es "abaxo del puerto princi-pai, ques poco trecho" " o sea hacia el Sur y dista el punto más lejano como un cuarto de legua del centro de la villa. Hacis la media noche, precisamente por la punta de los Canarios, desem-barcó Capdeville, "sin ser oídos, unos doscientos franceses, arma-dos" con arcabuces y armas blancas Iban guiados por un tal Elías, francés, que años atrás fue capturado cuando en un surgi-dero de la costa gomera trataba de cargar agua en un batel; pri-sionero en régimen de libertad había vivldo en la villa algunos años hasta que desapareció El plan resultó perfecto. Conducidos por Elías, sigilosamente, pasaron el barranco de la Villa para apostarse en la ermita de San Sebastián, al tiempo que ocupaban pequeños destacamentos las kocacalles principales del pueblo. Como fueran sentidos por algunas personas que dormían, dieron la señal de ataque tocando clarines y "el atambor". Sorprendieron así "a los pocos del pueblo, mal armados y descuidados", ya que !a m y d u de !m hombres se e n y g ~ t m h ne n !a Mzr in~.L OS encargados de la vigilancia en la playa se encontraron atacados por la espalda, y la huída fue general. A pesar de la fuga, la gente - cipe" y que éste era de franceses , teniendo por capitán rnúsieur Capdevila, que dicen ser honbre de calidad " Informaczón cit Es natural la trans-cripción fonética przntemps por priwzpe 8 Ibíd, declaración de Francisco Hara 410 AhTUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS de Capdeville hizo más de 80 prisioneros entre mujeres, niños, esclavos y algunos hombres. Poco después los encerraban en una de las casas junto a la Marina, poniendo una respetable custodia. Simultáneamente comenzaron un saqueo metódico y pillaje de cuanto tuviera algún valor: muebles, oro, plata, etc., "de lo que quedó la dicha ysla muy pobre e la gente muy nescesitada" ". El producto del saqueo y los varones detenidos fueron trasladados al galeón al amanecer, no sólo para ponerlos a buen recaudo, sino con la intención de obtener por ellos un buen rescate antes de aban-donar la Gomera. Entre ellos, el beneficiado de la parroquia de El Salvador, Lorenzo Ramos, y el franciscano fray Antonio de Santa María. En la refriega -si así puede denominarse-, o mejor, en el furor del saqueo, mataron dos mujeres, un esclavo y un hombre lo. Este resultó ser hermano de Francisco Hera, uno de los que depu-sieron en la Info~macióna bierta por la Real Audiencia. Esta cifra, según Hernán Sánchez Moreno, fue más elevada, siete u ocho. También mataron, tratando de defender su iglesia, al tiempo que entraban en ella los hugonotes, a fray Diego Muñoz junto con el lego Pedro Gumiel, "criado de los dichos frayles" ll. Al amanecer cometieron otras tropelías: incendio de la ermita de San Sebas-tián, que quedó completamente destruida; en la Iglesia Mayor quebraron los brazos de las esculturas de los santos y acuchillaron sus caras, de un solo golpe partieron la imagen de Nuestra Señora desde la cabeza a la cintura, rompieron las cruces, destrozaron los misales y se llevaron el ostensorio -"relicario"- con la Sagrada Forma, sin que se supiera más de él, a pesar de los esfuerzos realizados por conocer su paradero. Trataron por tres veces con-secutivas de prender fuego a la parroquia, pero la reacción de los habitantes del interior impidió que consiguieran su objetivo. De estos hechos deducen la casi totalidad de los deponentes, que fue-ran de religión "luteranos" 12. 9 Ibíd., declaraci6n de Hernán Sánchez Moreno l o Ibíd , declaración de Luis González. 11 ibíd, declaraci6n de Hernán Sánchez. 12 El texto está compuesto sobre las declaraciones de los cuatro gomeros Añade Luis González, sin mayor precisi6n, que quemaron uaa imagen de Al amanecer, en efecto, acudían unos cincuenta hombres del interior. Al acercarse a la ciudad, en el barranco de la Villa, a cierta distancia del pueblo, se encontraron con otros tantos fran-ceses que se habían internado aguas arriba del valle. Los siguieron hacia el caserío y trabaron combate con ellos 13. Refriega en que los isleños llevaron la mejor parte; sólo perdieron un hombre, mientras morían diez de los invasores 14. Uno de los caídos debió ser persona de cierta relevancia, pues se dijo que de haberlo captu-rado vivo hubiera servido no sólo para canjearlo por el resto de los isleños que tenían presos en el barco, sino también para recu-perar el producto del saqueo. Algunos franceses quedaron heridos. y uno que huyó dio la nueva a sus compatriotas, quienes por des-conocer el niimero de los atacantes decidieron prudentemente reem- c. B barcar y acogerse al seguro de la nave. La villa quedó por los E isleños, y los prisioneros de la casa de la Marina recuperaron su -:O libertad. - m O Las horas siguientes fueron empIeadas en negociar el precro E E 2 del rescate de los prisioneros que tenía Jean de CapdevilIe a bordo, -E algunos "personas prensipales", cuando aparecieron en el horizon-te tres velas. Eran las del "Castle of Confort" y dos embarcaciones 3 - pequeñas, seguramente apresadas. Capdeville, en previsión de una Om- E sorpresa desagradable, izó velas, levó anclas y salió a reconocer O su identidad. Realizada esta operación, los barcos se saludaron con salvas y regresaron juntos para fondear en el puerto l" La noche n E 2 San Francisco, que desconocemos si estaba en el convento, 10 que parece más d n verosímil, o en la parroquia1 En aquel caso, tenemos que suponer que el n convento e iglesia de los franciscanos debió sufrir los efectos vandálicos 5 consiguientes O 13 Aguas arriba del valle o barranco de la Villa y en su margen derecha existe, a unos tres kilómetros de la desembocadura, una montaña que se denomna Matanza ,Estará este topónimo enlazado con ia refriega', 14 Esta cifra, que cita el deponente Sánohez Moreno, quien asevera que participó personalmente en el combate, me parece más exacta que la dada por Luis Gunzález, porque reconoce que él acudía en otro grupo algo más retrasado Informaczón cit 15 Esta versiún la comprueba, en parte, en nota núm 21, colocada a pie de la página 555 del tomo 1, en la obra citada, Rumeu de Armas Pn eiia resume la carta del portugués Antonio Fogaza al príncipe de Eboli (Lon- 412 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLA-NTICUS PROYECTO DE INCORPOBACI~N DE LA GOMERA A LA CORONA . . 9 del 25 celebraron ambos comandantes una entrevista. A la ma-ñana siguiente solicitaron del conde amplio suministro de agua y vituallas, bajo la amenaza de que una negativa supondría un nuevo desembarco para tomarlas por la fuerza. Pero don Diego de Ayala respondió con una rotunda negativa, manifestando su decisión de defender esta vez su isla. El día transcurrió en negociaciones sobre el avituallamiento y rescate de los prisioneros. El 26 comenzó con las mismas perspectivas. Pero en una entre-vista entre Capdeville y el comandante inglés se había trazado un plan de acción. Sabemos, por lo que contaron algunos de los prisioneros gomeros, que Capdeville había informado a su com-pinche cómo había saqueado, bajo seguridades de paz, la pobla-ción, a lo que el británico respondió: "pues tú la robaste, yo la quiero quemar porque quede fama de mí solo" 1" aunque para ello le fueran imprescindibles las chalupas de Capdeville. Ante la nega-tiva del conde, los corsarios decidieron realizar conjuntamente la represalia anunciada. Debió ser antes de emprender el desembarco, y ante la imposibilidad de obtener un abundante rescate, cuando Capdeville decidió ahorcar al cura Lorenzo Ramos y a fray An-tonio de Santa María, que habían sufrido una serie de vejámenes y crueldades. En pleno día, y a hora que no nos es posible aclarar, cinco chalupas y los dos bateles con unos 300 franco-ingleses se dirigieron a la playa situada junto a la Punta de los Canarios 17. Les esperaban pocos más gomeros, decididos a vengar el ultraje del salqueo. Solamente pusieron pie en tierra 38 ingleses ocupantes de un batel, que recibieron la acometida de una treintena de isleñios - que guarnecían el sector. Lucha corta y violenta: todos los ata-dres, 22-XI-1571, en A G S , Estado, leg. 824, doc 96, reproducida en CODOIN, tomo XC, pág 523), en la cual informa que el saqueo fue cometido s6lo por ios franceses y que la pi-eUeiicia de; asti ti: & Coi;fort" mb, I".UO b .p..-U"t"*-.nbw- ' " " Sin embargo, parece más verosímil la declaración coincidente de los gomeros deponentes en la Informaczón, porque fueron testigos presenciales de que "Le Primtemps" levó anclas ante la presencia de velas desconocidas, pero qu- una vez identificadas se saludaron con salvas de artillería, en vez del combate previo al acuerdo, de que habla Fogaza. o lwi&m, is GonzCZ,ez asegUra qüe 12 q b & beca & gr.= de !"u :d$fies prisioneros a bordo 17 Lbíd., " más acá, hazla el pueblo ", atestigua Pedro de Valladolid 1 0 ANTONIO BETflENCOURT WASSIEU cantes perecieron, a manos de sus contrincantes o ahogados. Por parte de los defensores murieron un par de hombres y diez resul-taron heridos. El batel quedó por los canarios. Ante este fracaso inicial, el resto de las lanchas de desembarco viraron para acogerse a los navíos. Aún, antes de levar anclas, hubo nuevo parlamento, y aunque el conde no entregó el agua, los piratas consintieron devolver los prisioneros a cambio de algún rescate, suponemos que en nume-rario, pues los testigos sólo citan el hecho y ocultan datos comple-mentarios sobre personas, cantidades, etc. Luego levaron anclas. Así terminaba la estancla y saqueo de San Sebastián de la Go-mera a manos de Jean de Capdeville, la noche de San Bartobmé de 1571. 11.-SITTJACIÓN Y REPERCUSIOh%S DEL SAQUJ3O. Como decíamos más arriba, la carta-relación de fray García de Iracheta debió impresionar a Felipe 11, que ordenó al Consejo un estudio de solución. Con los datos de dicho documento y otras informaciones, el alto organismo consultivo entendió que la única solución viable sería la de incorporar la Gomera a Ia Corona. Para ello, sin embargo, era preciso una previa información más precisa sobre una serie de extremos. Misión que encarga a la Audiencia de Canarias, con el ñn de que se informara de los diversos aspectos del problema y que luego emitiera su parecer, todo en término de sesenta días ls, práctica habitual en la compleja burocracia mon-tada por el soberano. Znformaczón e informe nos permiten conocer cuál era la problemática de la isla a raíz del saqueo. 18 "Informaci6n y parecer de la Audiencia de Canaria sobre lo mucho que convlene Incorporar en la Corona y patrimonio Real la Isla de la Gomera por ser acosada de luteranos y no tener deffensa" A G S, G A , leg cit La Real Provisi6n está expedida en Madrid, 19 mayo 1572 La Información fue abierta por el escribano Mi,qel Gerónimo Hernández de Córdoba en 7 enero 1573 por orden del regente Dr Hernán Pérez de Grado y fue pract~cada el1 su presencia junto con la asistencia de los oidores Dr Pedro Nieto y Licdo Rojas de Carvajal 414 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROYECTO DE INCORPORACION DE LA GOMERA A LA COROKA. 11 El puerto. Las excepcionales condiciones del puerto de San Sebastián de la Gomera hacía del mismo un punto clave en las comunicaciones ultramarinas del Imperio hispánico. Era no solamente uno de los mejores, sino el mejor de los del Archipiélago canario, "porque es grande y limpio e defensible" Grande, porque en él podían aco-gerse con seguridad cien navíos de porte simultáneamente. Lim-pio, por su fondo, no muy profundo y pedregoso. Y defensible, a causa de su configuración, en forma de "herradura", o "media luna", circunscrito entre la punta de los Garañones, al sur, y la de Nuestra Señora del Buen Paso -por existir allí una ermita bajo esta advocación-, saliente bautizado también con el nombre de la Gila. Precisamente la Gila y las montañas al Norte de la villa lo protegían de los vientos reinantes, los alisios, por lo cual, aun en los días de temporal, según explican algunos de los declarantes, nunca se había presenciado allí un naufragio. Resultaba abierto a los tiempos del Sur, poco frecuentes en estas latitudes; pero este inconveniente era con facilidad obviado, con protegerse las embar-caciones en la pequeña ensenada situada detrás y al septentrión de la Gila, que se interna bastante en el mar. Este puerto auxiliar daba al conjunto una seguridad absoluta 20. Aquí podían las grandes flotas, como las de Indias, suminis-trarse con comodidad de agua, que brotaba en abundancia "a la lengua del mar" y que, según los experimentados, era la mejor de Canarias para Ias grandes travesías por Io que tardaba en descom-ponerse. Añádase la abundancia de maderas de diferentes clases 39 Así lo confirman todos los deponentes, especialmente Luis García " los mareantes, de ios que tienen notizias áe otros puertos, Ciizen que es el mejor de las yslas " Mas adelante veremos cdmo este extremo lo con-firman el ingeniero Leonardo Torriani y el capitán general, Luis de la Cueva y Benavides 20 Es interesante contrastar estas opiniones con la de Leonardo Torrlani en su Descrzpcvón e Hzstorza del Rezno de las Ishs Canarzas, antes Afortu-naáas, con ei piano de sus fortzfzcaczones rlraduccih d&i itaiiaiio, con iíitro-ducción y notas, por Alejandro Cioranescu Santa Cruz de Tenerife, Ed "Goya", 1959, págs 207 y SS. para los reparos, así como de leca, pan, variadas clases de carnes de exquisito sabor, tocinetas, pescado, quesos, cueros y otras mu-chas provisiones para largas travesías, que producía en abundan-cia la isla. Reuniendo tales condiciones, se comprende que desde el pri-mer viaje de Colón fuera el preferido en la ruta al Nuevo Mundo, porque además -como decíamos al comienzo del presente traba-jo- la dinámica de los alisios empuja a las embarcaciones a vela hacia el mismo, por estar situado --como dicen algunos de los declarantes- "en la más seguida derrota de todas estas yslas", o "en la carrera ordinaria entre las yslas", así como por ser muy calmosa la mar entre la Gomera y Tenerife. De ahí que desde el mismo descubrimiento fuera la estadía casi obligada de todas Ias embarcaciones que se dirigían a América, así como de las Flotas de Indias, desde que fue establecida la navegación obligatoria en conserva, de las armadas reales de las escuadras y navíos lusos en ruta hacia Brasil, la India, islas de Cabo Verde y Guinea, de los barcos que cargaban productos ca-narios y los dedicados al tráfico interinsular. Era harto frecuente que embarcaciones castellanas, extranjeras o canarias -las que acudían al Archipiélago para comerciar y cargar azúcares, vino y orchillas- invernaran un par de meses para evitar los tiempos tormentosos y "abrigo de todos los que con tormenta salen de los demás puertos de las dichas yslas" 21. Sin embargo, este punto neurálgico había perdido semejante haz marítimo de posibilidades a causa de carecer de la impres-cindible fortificación y artillería, pues armadas enemigas y cor-s a r i o ~su eltos comenzaron a acudir a él, donde entraban con toda comodidad, convirtiéndolo en muy peligroso para los demás. Es curioso observar cómo tal inseguridad había obligado en los Últi-mos tiempos a suspender esta escaia, como afirman Francisco Hara y algún otro de los deponentes en la Injormación ante la Audiencia 22. El que nos da una explicación más convincente es 21 Informac~ón cit , declaración de Pedro de Valladolid. 22 Ibíd Refiriéndose a que las flotas no abordaban últimamente a la Gomera, Pedro de Valladolid dice " e por donde an ydo las armadas que hasta pocos años a avydo " 416 ANUARIO DE h7STUL)IOS ATLANTZCOS Hernán Sánchez Moreno: las naves de la Flota van hacia Amé-rica muy cargadas y con poca defensa, y como no encuentran la protección necesaria desde tierra, son fácil presa de las ernbar-caciones enemigas, ligeras y mejor artilladas 23. Si seguimos con detenimiento la obra tantas veces citada del Prof. Rumeu, observaremos cómo, además del factor señalado, este puerto, por las conveniencias y negocios particulares del se-ñor de la isla, se había transformado en base muy cómoda para piratas y corsarios que trabajasen a base de escuadras o de embar-caciones sueltas, tanto que "cualquier navyo por pequeño que sea haze lo que quiere y entra o sale como e quando quiere" 24. De tal situación tienen plena conciencia los que actúan en la Iwforrnación. "Porque con estar asy [sin defensa el puerto] y ser tierra de se-ñorz'o, bienen a ella los corcarios y entran en el puerto y alli ses-tean y esperan los que pasan por el mar e se bueluen quando quie-ren" con sus presas Tres causas fundamentales, pues, parecen destacables: condiciones del puerto, el que se encuentre inerme y los negocios del conde. El resultado es que, aun sin intención de arribar a la villa de la Gomera, eran fáciles presa de los cor-s a r i o ~a lli refugiados, no sólo la amplia nómina de barcos más arriba citados, sino también los que traficaban con los principales puertos de Tenerife, situados en esta época en la costa occidental de la Isla, como los que se dirigían a Santa Cruz de La Palma 26. En resumen, explica el ejecutor de la Audiencia, "como tienen aquella ysla casi por suya, sabiendo que no les pueden defender la entrada, rroban lo que pueden e matan todos los que allan, e acógense alli como en casa propia" 27. 27 Informacck5fi cit. 24 Ibíd. Declaración de Pedro de Valladolid 25 Ibid Declaración de Hernán Sánchez El subrayado es mío. 26 Ibíd. Se apoderaban y robaban, dice, por ejemplo, Cristóbal Bello, de los barcos "que uan a La Palma e abrigo de tierra de Tenerife, ques muy corta esta traviesa,'de tres o quatro horas". 27 Ibíd. Declaración de Pedro González de Pedrosa. 14 AWTONIO BETHENCOURT MASSIEU Necesidad de fortificaciones. La solución ante tal situación, que había deteriorado uno de los principales renglones económicos de la isla, consistía en for-tificar el puerto, pues de lo contrario era factible que con una operación, no ya de una poderosa escuadra de nación enemiga, sino de la simple armada de un pirata, la Gomera se perdiera irremisiblemente. Esto supondría un peligro de colapso para el conjunto del Archipiélago. Respecto a la forma en que debían realizarse las obras de for-tificación es unánime el parecer de opiniones. Con sólo instalar de cuatro a seis piezas de artillería de bronce en el promontorio de la Gila o Nuestra Señora de Buen Faso, quedaba la cuestión S resuelta. Ello implicaba muy poco gasto, por la forma y situación N E de dicha punta, solamente con nivelar el terreno y levantar un O sinpk parzpeto pmteztor de !os cañmes. El puede y sus alre- n-- o> dedores quedaría barrido, ya que sus disparos alcanzarían con O E facilidad de punta a punta de la herradura. De otra parte, a causa E 2 E de las corrientes, los barcos tenían que entrar forzosamente pe- - gados a la Gila y de uno en uno -"de contadero"-, porque si 3 intentaran hacerlo por el centro de la bocana indefectiblemente se - - 0 verían arrastrados mar adentro y hacia el sur. El ejecutor de la m E Audiencia, Pedro de Pedrosa, aduce como aserto el hecho que él O mismo presenciara: "el armada de luteranos que robó la ysla de n Madera, fue allí a surgir, e si tuuiera poco defensa no entrara, a-E e se queriéndose apartar de la dicha punta, descayeron abaxo, l n aue sólo uno entró, e después boluieron los demás e tardaron tres n n días en entrar" 28. 3 También parece necesario destacar cómo todos los informantes O tienen conciencia de la inutilidad absoluta de la Torre del Con- &, p e s ni s iy~i e r a!u . citm. En- esta apreciaciónj aunque silen-ciosa, coinciden con Torriani, que la desprecia por su situación, ya que servía más para ofender a los barcos acogidos a su amparo 28 Ei texto parece referirse con claridad a la presencia en la Gomera de Jacques Sores Para confirmarlo y detalles de esta expedición en Madera y Canarias, v&se la &ra citacla Ue 3%-e= de Armq tomn 1, p&gs 519 y SI-guientes. "Jean de Bontemps y Jacques de Sores en la Gomera" 418 ANUAEIO U 4 ESTUDIOS AP'LANTICOS PROYECTO DE INCORPORACIÓN DE LA GOMERA A U CORONA .. 15 que no a los atacantes, tanto era así, en 1590 -fecha de la estancia del ingeniero en la Gomera-, que nos dice estaba dedicada a cárcel 29. La incorpwación como soZuciÓn. De la situación expuesta se derivaron una serie de problemas que afectaron duramente a la población de la isla. Además de la ruina que supuso el saqueo de 1571, un temor difuso ante la inse-guridad de sus personas y haciendas, complicado con la política abusiva y claudicante del conde, que explotaba en su provecho per-sonal e iba produciendo el consiguiente debilitamiento y escepti-cismo en la comunidad de sus vasallos. Su reflejo lo observamos en la emigración a otras islas y el poco interés por la producti-vidad. Fenómeno que a su vez originaba un mayor debilitamiento ante el enemigo, que así se encontraba incitado a apoderarse de la misma. Si, además, una vez conquistada, el ocupante la fortificaba, el perjuicio para la configuración de las comunicaciones marítimas del Imperio Hispánico serían catastróficas. El hecho de tener la isla de la Gomera un solo puerto útil -y ya hemos dejado pruebas irrefutables de su valor- y el que sus costas sean abruptas impo-silsilitaban un desembarco en cualquier otro punto de su períme-tro. Ello originaría que Felipe 11, para intentar recuperarla, se vería obligado a organizar una armada poderosa, con los desem-bolsos consiguientes a operación de semejante envergadura y la incógnita de su éxito, aun apoyando el ataque en el resto de las islas. 29 Torriani coincide con el sistema defensrvo arriba. propugnado, al me-nos eii ;íiieas genera:es -u-r i-a- "u -ea--6.-r r:u. de ca.,n +,,A.iAibnL-A:,,o >ne+c, is~oe n 12 pl l tZ de Nuestra Señora de Buen Paso, tras alisar el terreno, y protegida con un pa-rapeto Encima de esta fortificación se construiría una fortaleza, que en vir-tud de su altura protegiera no sólo a la misma, el puerto y la ciudad, sino que sirviera para refurgio de la población en caso de que las cosas vinieran mal dadas Rechaza alguna idea en circulacicln hacia 1590, como la de cons- A-.c.- ~ u i r!& a~v r bcuicuír ~GnAnrbiinriw. mo ~de! r?PCCL +q 2 P &~?~11&I! Selpkedmk~I 1& vfih~i O Una ~ muralla que la circundara, ya que no cubrirían los objetivos precisos. Obra citada, cap LM 16 .~PYTONIO BETHENCOURT N~SSIFU De otra parte, mientras se reconquistara, permitiría a los ocu-pantes organizar una cacería sistemática y sencilla de los navíos de la Flota de Indias, con el consiguiente estrangulamiento de ruta tan vital para la seguridad estratégica y económica del conjunto. También un peligro inminente para Tenerife, ya que a los nuevos ocupantes les sería fácil practicar desembarcos en la banda Sur de la isla, en la zona de Adeje; por la lejanía de esta parte de La Laguna, sería pasto de robos y saqueos. La distancia la calcu-lan en "seis o siete leguas de travesía", en lo que tardaban de dos a cuatro horas, porque la mar que las separa en esta zona es inme-jorable. Desde la Gomera inquietarían el resto del Archipiélago, ya que "quando más descuydados estubieren las saquearían e des-truyrían, e cesarían los tratos e comercio, porque echos señores de la mar, e teniendo tan buen puerto defensible, fortificándolo" jO, el único porvenir para la soberanía de España sobre las Canarias sería ei desastre ji. Pero es que además de este deterioro y degradación de la co-munidad gomera, aún con ser grave, tenía que soportar otros mu-chos derivados de ser vasallos del señor, unos generales para todos los que se hallaban en semejante situación en Castilla por aquella época, y otros específicos de su lejanía del poder central. La inse-guridad y los abusos señoriales habían ido erosionando todos los resortes de los gomeros: el demográfico, el económico y el de un control político, administrativo y eclesiástico. El demográfico, porque, ante un dilema vital de esta especie, la emigración hacia otras islas era insoslayable. Todos los testi-gos así lo manifiestan y especialmente Francisco Hara, que nos da la cifra de sólo 250 a 300 vecinos capaces de tomar las armas en defensa de sus familias y haciendas, dispersos, además, por 30 Infownacwn clt Declaración de Cristóbal Bello 31 Ibíd, '' .podrían con muy grand facilidad ofender a las demás y ninguna dellas tendría seguridad, porque quando más descuydadas estuuiesen, podrían hazer saltos en ellas, en especial en Tenerife e La Palma qu'están muy cerca della .", es lo que opina el procurador de la Audiencia Nelchor Gómez ". e ynquietarán ias demás [isiasj, e ninguno tendría seguridad en sus casas, como no la tienen los vezinos [de la Gomera] " 42í ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROYECTO DE INCORWRACI6N DE LA GOMERA A LA CORONA.. . 17 toda la geografía insular 32. Parece que esta emigración alcanzaba mayores niveles entre el elemento agrario que entre el urbano, seguramente porque el comercio de los vecinos con los corsarios les permitía un nivel de vida algo superior. El económico es fácil imaginarlo. Al ser vasallos de señor no se encuentran protegidos por la justicia, ya que el juez lo nombra el propio conde, y estaban, de otra parte, sometidos a abonar los correspondientes derechos: almojarifazgo, quintos, axiíares (un 6 por 1001, orchillas, mointwgos, además de otras obligaciones, como moler la caña en el ingenio del señor, etc. Si a esto añadimos el aumento de la presión fiscal por parte del conde, que subía al compás de la despoblación para tratar de compensar sus entradas, tendremos una panorámica aproximada de esta pobre gente. Pedro de Valladolid lo expresa con claridad meridiana: "los hombres de aiii [la &jjjIiei.aj, v~&&jae efi poGcL+ & qiqUe les tj--tct. ~0x6 es razón, lo dexan y se ban y despueblan la ysla, e ansy el año pasado se fueron muchos, y esto no se aría siendo de su mages-tad" ". NO podía faltar la consecuencia, la caída de la producti-vidad. Por estas fechas se había abandonado el cultivo de la caña de azúcar y algunos de los ingenios se hallaban paralizados. Aun-que quizás este hecho tengamos que ponerlo en dependencia con la crisis originada en su producción canaria por la competencia de los azúcares antillanos, sin embargo a1,guno insinúa en la IPzfor-macich que se debib a la competencia del ingenio condal, como lo veremos más adelante confirmado. La crisis reinante había impe-dido que se introdujera el cultivo racional y extensivo del viñedo, y las heredades de cereales y otros productos agrarios estaban en plena recesión. Fenómeno natural, si a los abusos fiscales del señor se añade la dificultad de salida de los productos y la indefensión de hiemu y persems frente S? enemig~sJ mrssiriw. Finalmente, añádase el aumento progresivo de una laxitud en los posibles sistemas de fiscalización por parte de las autoridades vinculadas a los poderes centrales. Obispos, inquisidores, provin-con sus casas a bivir a las demás yslas" Crist6bal Bello. 33 Ibíd, lbíd ciales de Ordenes religiosas, ejecutores de la Audiencia, sus pro-pios oidores y cualquier otro tipo de autoridad, eludían por todos los medios a su alcance el acudir a la Gomera. Y cuando iban lle-vaban el natural pánico, pues algunos, como nos dice la Real Pro-visión, habían resultado "tomados o corridos", y Sánchez Moreno alude al caso "del ynquisidor, poco antes del saco", por lo cual encuentra natural que "se excusasen" 35 De esta forma quedaba al conde más campo libre para su abusivo gobierno, con la consi-guiente agravación de los problemas planteados. Lo paradójico y dramático es que este complicado entresijo era solucionable si don Diego de Ayala fortificara el puerto. Sin embargo, sus cada vez más disminuídos ingresos lo impedían y seguramente también su psicología, su mentalidad, tipo de vlda y hasta su interés por negociar con los corsarios que buscaban tran-quilidad en las aguas portuarias de la villa. Digo paradójico, por-que tanto gomeros como funcionarios de la Audiencia, llamados por el regente a declarar en la Información, manifiestan un abso-luto consenso al afirmar que, amén del suministro a flotas y arrna-das, la isla "es de tierra sana y de buen temple" muy fértil, abundosa de aguas, pasto y monte ". Todos expresan su confianza en que si la isla "se sacara del conde" -o sea, si se incorporara a la Corona-, volvería a cultivarse caña de azúcar y se reedifi-carían los ingenios. Renglón de primer orden serían los viñedos, pues tenían un suelo tan idóneo para este cultivo, que, según el procurador Melchor Gómez, "auía viñas que en veynte y syete años, según le dixeron, no se auían cauado, ni echo los beneficios hordinarios en semejantes heredades, e que era tanta la fertilidad de la tierra que cada año daba su fruto" Otras fuentes de ri-queza por explotar eran los ganados, los cereales, arboledas de frutales y explotación de otros productos como la orchilla "e 34 ibíd Declaración de Hernán Sánchez 35 Ibid, íd de Francisco Hara 36 Xbíd, " e la tierra es buena, sana e cobdiciosa ". Declaración de Pedro González de Pedrosa 37 Lbíd, lbíd 38 Ibíd, " ques fruto de mucho valor y es nescesario para la fabrica-c16n de paños ", puntualiza Francisco Herrera Y Pedro de Valladolid dice 422 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS PROYECTO DE INCORPOBACI6N DE LA GOMERA A U CORONA . 19 - - - tiene [la tierra] otras particularidades e bondades que por vista de ojos se podrían ver" 39. El dictamen es claro y puede sintetizarse en frase de Pedro de Valladolid, al afirmar que todo este cuadro tan brillante era fac-tible, pero "los quales vezinos que la an abitado no an echo, ny las quyeren hazer los que la abitan, diziendo qu'es tierra de se-ñorío", porque "lo peor que tiene esta ysla -según Cristóbal Bello- es tener señor que la conserve e defienda", ya que en lo demás es tan buena como la mejor del Archipiélago 40. Y también en la solución apuntada por fray García de Iracheta, el Consejo, los informadores y la Audiencia: incoporación de la isla de la Gomera a la Corona real, buscando una indemnización en otras partes del reino con el ñn de compensar a los hijos del conde de los perjuicios económicos que este hecho les po. dría acarrear. Una , Lnru\~l r.;uJr:nb;rXu-l r Gnvhnbncry\nb:rnu-lnrla r Cn n;l;+nhn nno ;n-n n-fin ~ r nm ~ q nn l nnGn- LabrrrLahm. r;uajGuabrusr, y a yub o& ubaiv-río de los Perazas eran bienes partibles entre herederos, por no haber sido vinculados en un mayorazgo; aunque esto supusiera una negociación mfiltiple con cada uno de los cuatro propietarios. La incorporación sería una panacea. Con poco dinero se cons-truirían las someras fortificaciones; el puerto, seguro, serviría de refugio a las flotas de Indias y cualquier tipo de embarcación dedi-cada al tráfico legal; la producción agrícola, exportación de azú-car y vinos aumentaría prodigiosamente, y la tranquilidad reinaría entre los vecinos al abonar moderados impuestos; así como la convivencia, que sería muy grata, por el ejercicio de una autén-tica justicia; al amparo de la nueva seguridad y prosperidad vol-verían los que emigraron con sus fortunas y bienes, y otras pr-sonas importantes del resto del Archipiélago que se avecindarían y ennoblecerían la población. F'inalmente, las rentas reales subi-rían en proporción a la nueva actividad, con lo cual la incorpo-ración sería un buen negocio para la Hacienda del rey. No termi-naban aquí las brillantes perspectivas, pues aún existía la posi- ". que valen mucha suma de dineros". Del azúcar dice Cristóbal Bello' ." rrehedificar los yngenios que antes auía ", apostillando Pedro de Va- ilauoiL~: . - -. - . " e yLie ni-ucii"s i;-neros 9.. 39 Xbíd Declaración de Pedro González. 40 Ibiíd , ibíd. 20 ANTONIO BETHENCOURT MASSIiCU bilidad de poner grandes extensiones de tierras vírgenes en cultivo, para las que el e~ecutorP edro González de Pedrosa propone que si Felipe 11 "metiere allí doscientos e trescientos portugueses que rajasen la tierra e la cultivasen, sería una de las mejores destas yslas" 41. La solución parecía clara, pero aún había dificultades que ven-cer: la negociación con los herederos del Chnde viejo de la Gomera, y realizar un estudio minucioso sobre el valor de las rentas con el fin de buscar la transacción económica pertinente. Por ello, el expediente debió traspapelarse entre la baraúnda de papeles del Consejo. Mientras, la crítica situación de la Gomera se complicaba cada vez más con el paso de los años. Probablemente, ante la inminencia del nombramiento de don Luis de la Cueva y Benavides como capitán general, con el fin de realizar una pro-funda reforma político-administrativa y militar de las Canarias ante los peligros que sobre las mismas se cernían tras la derrota de la Armada42, volvió a cobrar vida el dormido expediente sobre la incorporación de la Gomera. En efecto, el 14 de marzo de 1588, a petición del poder central, el mismo escribano ante quien tuvo lugar la Información de 1573, Miguel Gerónimo Hernández de Cór-doba -quien custodiaba el original-, protocoliza un testimonio de la misma con el fin de enviarlo ante el propio Felipe 11 por mediación del provisor fray Pedro de Hinojosa, franciscano. El portador llevaba además una carta de la Audiencia sobre el pro-blema, que no hemos tenido la fortuna de encontrar 43. III.-LA ISLA DE LA GOMERAE N 1590. Es conocido que el nuevo capitán general recibió en sus ins-trucciones la orden de realizar una visita detenida a todas y cada 41 Ibíd Declaración del ejecutor de la Audiencia Pedro González de P E ~ ~ o s ~ 42 SU titulo fue expedido en 11 de marzo de 1589 Sobre las motivaciones de su designación, instrucciones y actuación, en Rumeu de Armas, obra ci-tada, tomo li, págs 559 y ss, y José Peraza de Ayala- Las Ordenanzas mz- Zzfares para Cunarzas en 1590, en prensa 43 Informaczón cit , último fol v , en el protocolo 424 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S PROYECTO DE INCORPORACION DE LA GOMERA A LA CORONA. . 21 una de las islas. Su itinerario, junto con las medidas que iba to-mando en cada lugar y las peticiones y recomendaciones que ele-vaba al monarca, pueden seguirse en la obra tantas veces citada del Dr. Rumeu de Armas 44. De este viaje, el pasaje más ocuro lo constituye su estancia en la Gomera. Una carta del capitán general al monarca (Garachico, 27 de junio de 1580) nos permite enlazar con el problema de la necesidad imperiosa de incorporar dicha isla a la Corona 45. 44 Ob y loc. cits 45 A G S, G. A , leg 285, doc 366 (original con anotaciones rnargi-nales de Felipe 11) y 363 (copia de los capítulos referentes a la situación e incorporacibn de la Gomera) . Por lo que se refiere a La Palma son destacables algunas noticias currosas e inéditas. EJ. desastre de la administración de los fondos para la construc-cibn &l mi~elle y fortlfir.ac?ones, q~ue no pudieron aclarar en un mes ni el Cabildo, m el administrador de los fondos, Benito Cortés Estopiñán Sola-mente quedaban unos 23 000 reales, y el Cabildo resultá alcanzado Se co-menzaron obras urgentes en el reparo del baluarte del barrio de El Cabo --muy dañado por los temporales de la Navidad del año 1589, en coufor-midad con el parecer de Torriani que acompañaba al capitán general. Se comienzan reformas imprescindibles en el fuerte de Santa Catalina, indicadas por el ingeniero. Del desastre del muelle en construcción, que había sido destrozado por el temporal, achaca la responsabilidad al propio Tornani, ya que no ordenó proteger la obra realizada con piedras sueltas en forma de escollera (recuerda a Felipe 11 que este fue el sistema que se empleó en la construcción del pantano del Eh-0 y cómo en la visita a las obras por el rey estaba presente don Luis de la Cueva) y el haber asentado los cimientos de la obra sobre la arena, para lo cual el ingeniero construyó una máquina consistente en un gran cajón para poder achicar el agua y enseguida asentar el mortero de cal y piedra Calcula el coste, para rehacer la obra destruida y finalizarla, entre 4 500 y 5.000 ducados. Como el Cabildo de la Isla es muy pobre y carece de bienes comunales y los moradores se encuentran muy animados a grandes empresas, después del ataque de "Pie de Palo", recomienda que se concedan a La Palma licencias para fletar barcos a Tlerra Firme y Barlovento, y que sean cos-teadas por la Hacienda las fortlficaciones diseñadas por Torrrani. Es cunoso el elogio que expresa &re los palmeros. "es la gente más tratable y incli-nada a su Real servicio de todas estas otras" Visión que se contrapone con la visión que Torriani manifiesta en su obra No dejan de tener intergs las peticiones de artillería y armas, por haber resultado corto el niimero de las que primero pidió y se le habían remitido. El no haber encontrado salitre 22 ANTONIO BETHENCOURT MASSIEU Don Luis de la Cueva, durante su corta estancia en San Sebas-tián de la Gomera -fines de mayo a segunda mitad de junio-, mostró una gran actividad, en última instancia dirigida a conven-cer al monarca y sus consejeros de que la incorporación era la única solución factible. Producto de esta actividad es la elabo-ración, además de la carta citada, de una serie de documer-tos: l.",o ferta de la isla por parte de Ana de Monteverde y sus hijos Guillén Peraza de Ayala y Rojas y Gaspar del Castillo, en su nom-bre y en el de sus hijos y hermanos menores 46; 2.0, otra semejante, ofreciendo los derechos señoriales, de don Alonso Carrillo de Cas-tilla en su nombre y en el de su hermano Antonzo de Castiíla y Rojasa7; 3 . O , información abierta el 16 de junio de 1590 por el capitán general ante su escribano Juan Martínez Essain y Sarasa B con la declaración de ocho testigos48, y 4P, "Memorial de las tie- N mas que ay baldías en ysla de la Gomera que no se cultivan, que O tlenen agua y de sequero", eiaboradu por el Conceje de la i ~ yk -n- m resumido por su regidor Martín Manrique, quedando contrastado O E E SU parecer, en otra columna paralela, por los asertos de Leonardo S E Torriani 49. - Este conjunto de documentos resulta del mayor interés, por- = que nos permite aclarar una serie de puntos que enumeramos a - - 0 m útil en todas las islas, salvo alguna poca cantidad en Gran Canaria, el "pol-vorista" Nicolás Alvarado Señala la conveniencia de que cierta cantidad de pólvora que se necesita, y que tiene que provenir de la Península, no se remita ya fabricada, para evitar el riesgo que termine en manos del enemigo, sino el salitre correspondiente para fabricarla zn sztu. También otras noticias sobre Lanzarote y Fuerteventura y la actitud de sus señores, etc Justifica el no haber podido visitar la isla del Hierro, por no ser sus puertos cómodos para la embarcación en que viajaba y lo fácilmente que tiempos contrarios impidan la salida de los barcos, corrientemente más tiem-po que el que se empleaba. en un viaje de ida y vuelta a la Península De otra parte, su visita hubiera resultado inútil, porque ia gente de aiií vlve eii cuevas y son tan pobres que estima que entre todos los moradores no puedan reunir ni 1.500 reales en moneda Para don Luis de la Cueva, precisamente, en esta pobreza radica la seguridad de la rsia frente al enemigo 46 A G S, G A, leg 285, doc 369. 47 A G S, G A., leg. cit, docs 364 y 367 48 Leg. cit., doc 370 49 Leg cit , doc 368 renglón seguido, para luego proceder a un análisis particularizado. Son los siguientes : 1.") Una demografía en recesión, acelerada por la inseguridad, abusos señoriales y crisis económica prolongada que deteriora la comunidad social. 2.0) Contracción económica producida por la suma pobreza de los vecinos. 3.0) Posibilidad de su incorporación. 4.") Valor y situación de las rentas señoriales. 5.") Exigencia de los señores. 6.") Problema de las tierras baldías. Y 7.") Plan de fortificaciones. Ya hemos visto cómo los llamados a declarar en la Información de 1573 explicaban las causas de una emigración continua. Como los motivos no cesaron, sino que se agudizaron a lo largo de estos dieci&& años, e! piuceso iiabia a&quirido uii i-iiiiio Extremo que confirma el propio don Luis de la Cueva: "los vezi-nos, según paresce por las listas, no pasan los duwentos" 5 0 ; así como la totalidad de los declarantes, quienes vaticinan unas negras perspectivas en caso de no variarse el sistema: "en un año . no quedará vezino en dicha ysla que no vaya della" jl; "la mayor parte de la gente . se an ydo y la que queda se quyere ir y [la] dexan desanparada" j2; o, no "antes de muchos días" se despo-blará por completo 53. En treinta años su población, según el re-gidor, depositario de la isla y secretario de la Inquisición, Martín Manrique, la emigración había alcanzado a un 50 por 100. Treinta años atrás los vecinos "estauan ricos y agora están pobres y todos ya para desanparar y dexar la dicha ysla" ". A las causas ya conocidas en 1573 podemos añadir ahora nue-vas connotaciones. Eh primer lugar, las derivadas de haberse frac-a0 Carta cit del capitán general al rey. 51 Informchczón de 1598, declaración de Bartolomé Fragoso. 52 Ibid, íd. de Pedro Morales. 53 Ibíd , íd de Juan de Valladolid 54 Ibíd Tiene especial interés la deposición de este testigo, no sólo por su precisión, sino por su calidad y ser '%añado de los dichos señores' mas que no por eso a dexado de dezir verdad". Tamb~én fue coautor con Torriani del "Memorial de las tierras que ay baldías ". 24 ANTONIO BETHENCOURT MASSIEXJ cionado la jurisdicción señorial del conde Guillén Peraza entre sus hijos. Al disminuir las rentas, los señores presionaron cada vez más sobre su cada vez menor número de vasallos, sometiéndolos a toda clase de vejaciones y molestias. Situación que se agravó al constituirse los propietarios en bandos, con lo cual, durante años, Ilegó a faltar por completo el ejercicro de la Justicia. Aun-que entre todos nombraban un juez, éste se veía inmovilizado, porque si su sentencia perjudicaba a un protegido de la otra fac-ción, él mismo sufría las consecuencias " por averse diuidido la jurisdición de la ysla en muchas partes y diferentes vandos y el juez que tienen los dichos señores no osa libremente administrar justicia con temor de los dichos y, ansi mismo, tienen entre si mu-chos vandos, por lo qual son molestados los vezinos, porque los que un vando faborecen el otro vando les molesta y agrauia con palabras y prisiones; por lo qual sabe que hestán los vezinos puestos en gran aflictión y calamidad , porque en esta ysla no se puede biuir como christianos respecto de las muchas disensiones y malos tratamientos que los dichos señores les dan" j5. En per-dón por la extensión de este texto tan significativo, eludimos la cita de la casi totalidad de los comparecientes, cuyo verismo con-firma el propio capitán general: si la isla fuera incorporada "ce-sarán muchas ofensas de Dios que cada día allí se hazen, porque los que la poseen y particularmente don Guillén Peraca, tratan su dominio por tal término que sólo tiene justicia el que en todo sigue su boluntad; y en esta ysla desta cabsa no ay escribano a quien se pueda dar crédito, ni testigo que se crea que jura uerdad, ni onbre que no hesté metido en el infierno, a cabsa de las diferen-cias continuas que ay entre los que la poseen. Y así, por lo que deuo al servicio de uestra magestad, como su criado y uasallo, haría conciencia si no le advirtiera desto y no le suplicase . . acuda al rrernedio desta ysla y de las almas que en ella biuen, porque . 5: Iaformaczón de 1590, declaración de Kernán Sánchez Moreno, ahora regidor de la Gomera con cincuenta y nueve años, y que a los cuarenta y tres depuso en ia informaczún abierta por el Ue la AUGeilcia en Ms Palmas 428 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS en ninguna parte de las que yo e andado, e visto bivir en tanta inquietud" 56. Repercusiones económicas. Si a la disminuci6n de la población, la crisis en la explotación azucarera de Canarias -que afectó, más seriamente que a nin-guna, a la isla de la Gomera, pues de los cinco ingenios que exis-tían cinco o seis lustros atrás sólo permanecía en actividad el de los Peraza en San Pedro de Hermigua "-, el abandono del puerto por las flotas de Indias y el resto de las embarcaciones a que arri-ba aludimos, y las consecuencias producidas por el saqueo de Cap-deville, se comprenderá que todos los que de alguna forma han dejado su huella en los documentos que manejamos aseveren que la pobreza y miseria de ios pobiadores iiegaba a unos extremos verdaderamente lastimosos. Pero lo más interesante es que algunos de los declarantes ten-gan clara conciencia de cómo una comunidad, deteriorada por este largo proceso, padezca una psicosis colectiva de despreocupación por *el trabajo y la productividad. La holganza alcanzó a unos ex-tremos difícilmente comprensibles y solamente explicables ante una completa desesperación. En efecto, para unos el motivo consiste en que los vecinos, como "sus frutos no gozan, y ansí la tierra no se cultiua y labra, con temor de los dichos señores" de la isla jS; los moradores "no osan trabaxar, ni hacer eredades, con temor de los dichos seño-res'> $9. , la Gomera anda "toda caída, y la tierra y trato todo per-dido", tanto que sus rentas se han reducido a menos de la mitad 60; "por no ossar trabaxar, por la gran miseria de la tierra y no auer - 56 Carta cit de don Luis de la Cueva, en la que añade los malos tratos recibidos, nada menos que por Juan Sánckiez de Arellano, sargento mayor que Fel~pei i destin6 al mando de los soldados que fueron a la Gomera para instruir a las milicias 37 Irvforril,aczÓn cit , declaración de Luis Díaz de Madrid. 5s Ibíd;; declaración del mismo 59 Ibíd, íd de Bartolomé Fragoso 60 Ibíd, íd de Cristóbal Alvarez, mayordomo del Cabildo. 26 ANTONIO UETIIEXCOURT iMASSIEU quien conpre lo que cultiuan, como por temor de los señores della, de los quintos que cargan cada día más, por hestar, como heatán, los dichos señores muy pobres'' ". Textos tan significativos que no merecen comentario, pues otros testimonios nos dicen que la isla estaba "toda por ronper", lo cual aseveran Torriani y Martín Man-rique, ya que, segíln sus cuentas, existían más de 4.950 fanegas de tierra vírgenes y sin propietario y otras muchas "con dactas a vezinos, las quales se dieron condicionalmente para que las ron-pieran en cierto término, y, como no lo an echo, an quedado como si no se huuieran dado" 62. Necesidad de la incorporaczón. B N E Situación tan calamitosa solamente seria subsanable con la, 4 ansiada incorporación, como ya dictamriaron los infui-adores n-- m de 1573. En 1590 la propugnan también no sólo el capitán general, O E E sino incluso los señores de la Isla. 2 E Los argumentos de los vecinos nos son conocidos, por ello a.hora !os eludimos. Pero es curioso destacar cómo el regidor Martín { Manrique encuentra que una solución más simple sería posible con m que la Gomera fuera de un solo señor 03, aunque todos están de acuerdo en que la solución ideal consistía en la incorporación a la Corona, porque el rey seria el Único capaz de construir en plazo breve las ansiadas fortificaciones. -E a Tampoco podemos silenciar el que sean casi los mismos argu- nl mentos los que exhiban los señores para hacer factible la consi- n n guiente operación financiera. No solamente la posibilidad de que 5 su isla pasara cualquier día a manos del enemigo, sino que, inclu- O so, no silencian otros que afectan a su propio prestigio como go- Lw-r-E a- -+i-im~ v u , 81 L--V-fIrI.A--G- U~L Ym i rUa nb~VnnI I 1.1 - rA InI VnVnL yry rn- yn- rrr -a- eiAn -qa- pdrim ' ' e ~ p ~ ~ a r las diferencias que hay entre nosotros" "4, o este otro pasaje sig- 61 Ibíd , íd de Juan de Valladolid. 62 "Memorial de las tierras que ay baldías ", ya cit b3 Informaczón de 1590 cit, deciaraciones de Martín Manrique, que con-firman asimismo Cristóbal Alvarez y Juan de Valladolid 64 Ofertas de los señores de la isla, leg cit , docs. 364, 367 y 369 430 ANUARIO DE ~ U T D D I O S ' AI'LANTICOS nificativo : "por muerte de los dichos don Diego de Ayala y de doña Margarita Monteverde, an crecido los inconuenientes de podella sustentar, por su pobreza, no pudiendo acudir como no pueden acudir al gasto de la pólvora, reparos del artillería (?), sustento de artilleros (?) y tanbién por algunas diferencias que entre los que las poseemos se an ofrecido cerca del gouierno della, de ma-nera ,que sin podella rremediar se va la ysla despoblando y enfla-queciéndose la defensa que a tenido (?), y con ello, conuidando al enemigo a que se apodere della" 65. El convencimiento de don Luis de la Cueva es tanto que, con el siguiente argumento, pretende decidir a Felipe 11 ante la simple lectura de su carta. Le propone la siguiente posibilidad: en caso de que el monarca no quisiera la jurisdicción de la Gomera y si "sus dueños holgasen de dár-mela, suplicaría a uestra magestad me diese licenzia para tomalla y facultad para uender alg~mosd e los bienes de mi mayorazgo con que pagalla y me pareqería auer echo mucho prouecho a mis hi-jos" '66. También de la Inform&'n se desprende esta unanimidad: la incorporación sería un espléndido negocio para la Hacienda del monarca. Oferta de la soberania por los Peraza. Al morir el conde de la Gomera don Guillén Peraza (P565), hubo pleito entre sus hijos por la herencia. Consistía la misma en la per-cepción de las rentas insulares por los conceptos de almojarifmgo, quintos -sobre entrada y salida-, orchillas, azúcares y rnontw-gos, así como los solares de ingenios y los bienes raíces de su pro-piedad. El fallo resultó favorable a la condesa viuda, doña María de (Jastilla, en razón de su dote. Parece que el conde don Guillén Peraza no se administró con ia suficiente cauieia, pues habfa cün-traído deudas con don Alvaro de Fuentes Guzmán por 18.000 du-cados al contado, así como otros 16.000 -o sea, "seis cuentos de maravedís" (un ducado = 375 maravedíes)-, por los que anual-es luc r . cits. I s in terrogariones son mías, pues tales renglones jamás fueron cuidados por la familia condal 66 Carta cit. de don Luis de la Cueva a Fehpe 11. 28 ASTONIO BETIIEXCOURT MASSIEU mente debía satisfacer al prestatario 200.000 maravedíes a pagar en buena moneda en Sevilla o a situar en la misma plaza cantidad equivalente a tal rédito bajo la forma "de juro perpetuo" (interés de un 3,3 por 100). Esta difícil situación financiera se complicaría poco más tarde porque don Alvaro ejecutó a su deudor y, como consecuencia del pleito, entró en posesión no sólo de las rentas y bienes del conde, sino también "de la jurisdición civil y criminal, alta y baxa, mero y mixto imperio de la dicha ysla", o sea quedaba convertido prácticarnente en señor de la misma, salvo en la tntu-lacih ". Las bodas de los hijos del viejo don Guillén, don Diego y don Melchor de Ayala, con las hermanas Ana y Margarita Monteverde, supusieron, a causa de sus dotes, un buen refuerzo económico a la familia condal y una cierta garantía. En virtud de ésta, los ciiatro citados, solidariamente, se concertaron con Alvaro de Fuentes para que "cediese e renunciase la dicha jurisdición, yngenios y tierras que por dicho remate poseya", a cambio de retrotraerse a la situación anterior respecto a los 200.000 maravedíes de inte-reses y a abonar en moneda los 18.000 ducados con las dotes de ambas hermanas. La fecha de esta conciliación tuvo lugar en 1566. Dicha situación permanecía, en sus líneas maestras, en 1590 con respecto a Silvestre de Guzmán, hijo y heredero de Alvaro de Fuentes. También las ramas de Diego y Melchor de Ayala lograron recu-perar "por herencia y concierto" las partes pertenecientes a los otros hijos del conde don Guillén Peraza: Luis Peraza de Ayala y Pedro Suárez de Castilla. Sin embargo, una vez fallecidos el conde Diego de Ayala y doña Margarita Monteverde, los herederos de los bienes señoriales adquirieron conciencia de lo fácil que sería perder la isla a manos de cualquier corsario, y de la imposibilidad, ante el círculo vicioso arriba descrito, de superar la grave crisis de pobreza que sopor-taban. Por eso la ofrecen al rey Felipe 11, esperando que les "hi-ciese merced de la reconpensa que de la christiandad y grandeza ... 67 Punto elaborado sobre las ofertas citadas y carta del capitán general. 432 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS -del monarca- se espera" Pero la condicionan a una serie de puntos : Lo La Corona haría frente a la obligación de entregar los 200.0QO maravedíes anuales a don Silvestre de Guzmán, así como el abono de 10.000 ducados en efectivo, lo que indica que esta deuda había sido reducida en 8.000 ducados con la dote de las Monteverde. 2.O Valorada la totalidad de las rentas señoriales, el szcperavit resultante serviría de compensación a ambas familias "en forma que podamos desde luego valernos della para acabar la vida que nos queda, sirviendo a vuestra magestad, como lo an echo nuestros antecesores". 3.0 Que quede el producto de las orchiUas en favor de las fa-milias, en razón de que nunca se arrendaron; si a esto no acce-diera Felipe 11, solicitan que también sean valoradas en confor-midad con ia condición primera. 4." Como las haciendas de la casa condal siempre permane-cieron exentas de pago de quintos y alrnajarifaxgos, sus productos continuarán en dicha situación o se evaluará lo que pudiera repor-tar para sumarlo al swpermit antes citado. 5.0 Las tierras del valle de San Pedro de Hermigua fueron concedidas o arrendadas por el conde viejo con la condición de que la caña de azúcar que produjeran no pudiera ser molida sino en el ingenio de los Peraza. Por ello exigen que esta tradición se con-tinúe, así como el derecho, sin licencia previa de ninguna autori-dad, para cortar la leña y madera que en el ingenio se necesitase. Y 6." La cesión de 500 "hanegas de tierra, de medida de cor-del, en la parte que señaláremos" 69. Valor de bs rentas del señorh. El cálculo del monto de las rentas podemos deducirlo de la Información tantas veces citada, pues éste fue objeto primordial de su apertura, al paso que nos ofrece otras incidencias sobre el funcionamiento de la Hacienda del señorío. 68 Ofertas cits. e@ Ibíd , íd 30 APíTOlSIO 3ETHEiYCOURT MASSIEU El regidor Martín Manrique explica que unos treinta años antes fue arrendador del almojiwrifaxgo y qumios, por muchos alios, un tal Melchor Luis, que pagaba 400 doblas al ano de moneda de las islas, como podía comprobarse por la escritura que arán se con-servaba. Al margen de ellas estaba el derecho de exportación sobre los uxúcares, 6 por 100 de salida, que lo administraba don Diego de Ayala personalmente y calcula su importe entre 60 y 70 doblas ; lo sabe "porque para hacerse pagado de ciertos maravedís qu'el conde le deuía, lo cobró" íO. O sea, un total de 470 doblas anuales hasta 1575. Muerto Melchor Luis, Pedro Gómez del Monte, vecino de Garachico, tuvo arrendada la cuarta parte que tocaba a don Fedro Suárez de Castilla por unas 70 u 80 doblas, segián Martín Manrique, y de 50 a 60, según Pedro Morales, mientras las partes correspondientes a don Luis de Ayala y Margarita de Montw rrdz (viuda de don Melchor) podían valer unas 320 doblas, según Man-riniia Cin o m h q w r r n nn nrihomno ci; 1Knnvl;nrrn nnr. nn+rrw nrnnovon AAYLLI. WUL ~ I I L L IUIILV ~UV~ U,G L L I V ~-L LVIQ,ULLPU~L UGGUL,Q IL G U L ~ ~ L G L L - tado con la familia, refleja la realidad, al calcular que el valor totai de las rentas arrendadas podrían alcanzar en 1590, "a lo más y mayor", unas 400 doblas. Este presupuesto parece derivarse de lo siguiente: Cristóbal Alvarez, que después de muerto Melchor Luis desempeñé, el puesto de factor del conde y de su cuñada dofia Margarita, sostiene que almjarifaxgo y quintos rentaban unas 250. doblas, sin contar la parte de don Pedro Suárez de Castilla, que él calcula entre 50 y 60 doblas. Apreciación que coincide con la de Pedro Morales, que nos da unas 300. En esta dirección tenemos también el aserto de Hernán Sánchez Moreno, quien asegura que hacia 1584 tuvo arren-dada la parte de don Diego y la de la viuda de don Melchor en 200 doblas, y que la cifra correspondiente a don Pedro Suárez era de 75, según le confesó Pedro Jáimez, que las recogía. En e! mnm-eho de la visztn del capitán generalj aimqiue la ma-yoría de los deponentes reconocen que necesariamente había des-cendido la recaudación, no coinciden exactamente en la evaluacicín total. Para Martín Manrique, 400 doblas; Cristóbal Alvarez y Pe-dro Morales dan unas 300; Juan de Valladolid las estima en 260, ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROYECTO DE INCORPOBACIÓN DE LA GOMERA A LA CORON.4 31 y Luis Díaz de Madrid en sólo 250, precisando éste que la dismi-nución en el rendimiento se había operado desde doce años antes, "después que la ysla se partió y hizo de muchos señores" Al margen de los conceptos anteriores, los señores poseían be-neficios sobre orchilhs y derechos de rnontaxgo, que por su menor complejidad siempre administró directamente la familia condal, cuyo valor, según la casi totalidad de los declarantes, alcanzaban una totalidad de 100 doblas anuales; salvo la precisión de Cris-tóbal Alvarez, que asegura que alguna vez las orchillas producían 150, aunque "muchos años se pasan que no valen nada". En resumen, con la excepción de Juan de Valladolid, que da la cifra de 360, el resto de los que declararon señalan que el valor íntegro por todos los conceptos podía alcanzar 400 doblas de mo-neda de Canarias. Sabiendo que cada una se cotizaba a 10 reales y 12 maravedies de moneda castellana, su total seria 140.800 ma-ravedies íz. Con este conjunto de datos el capitán general expone a Fe-lipe 11 la forma de realizar la operación. La suma de lo que puede costar la Gomera a la Hacienda es de 26.000 ducados, de los cuales una partida de 16.000 se resolvería con que el monarca mandara íibrar un privilegio de 200.000 maravedíes de pros perpetuos a favor de Silvestre de ~ G m á nE. l resto, 10.000, se abonaría al men-cionado acreedor en dinero contante y sonante. A primera vista, el negocio, que parecía ruinoso, no lo era, pues faltaban por valorarse las tierras baldías. Don Luis de la Cueva reconoce que él en persona debió girar una visita de ins-pección a toda la isla para cerciorarse personalmente y comprobar si la relacih elaborada por el regidor depositario Martín Manrique se adaptaba a la realidad. Aunque "deseé vella toda -se justi-tica- y como no pude hace110 por faltas de bestias, envié a Leo- 71 Todo lo anterior está tomado de los diferentes testigos que deponen en la citada Informactón. En la iiltima aseveración coincide exactamente Pedro Morales. 72 ibíd Hernán Sánchez Moreno lo afirma categóricainente, por así habérselo conilrmado Pedro de Aguilar, '' que hes el que coge la parthe de la dicha doña Ana de Monteverde, aunque el dicho no la tiene por arren-damiento" N U 1~4 (rous) 435 32 ANTONIO GETHENCOURT iVIASSIEU nardo Torriani que reconociese las particularidades della, y era conforme a la memoria" antes mencionada. Este extremo es de sumo interés para la biografía de Torriani. Leyendo su obra se desprende que conoció de uku esta isla, pues elogia la calidad y gusto de sus carnes, especialmente la de los animales hembra, la inexistencia de conejos, escasez de vino, azú-car y trigo por no cultivarla sus moradores, reducidos a la miseria por los impuestos de sus cuatro señores. Reconoce que si fuera incorporada a la Corona "sin duda sería la más poblada de to-das" 73. Estos extremos no pueden ser sino producto de haber vivido el momento de la visita junto a don Luis de la Cueva y Benavides. Queda así de manifiesto que su breve estancia discurrió entre fines de mayo y comienzos de junio de 1590 y no entre di-ciembre de 1587 y junio del siguiente, como deduce por un simple proceso l6gico su biógrafo Cioranescu '*, incógnita que tampoco p&j despejar fiIrIeu Amas, m&s cauto, a ia & ia docu-mentación hasta entonces conocida 'j. E Las tierras baldk. 3 - 0 La cantidad de suelo carente de cultivo y sin título de propie- m dad, así como sus características, pueden observarse en el "Me- O moriaZ de las tierras que ay baldhs". De las afirmaciones de ambos n coautores se deriva : E a 1.0 Unas 350 fanegas de sembradura en las laderas de los n barrancos de la villa de San Sebastián y Seco; tierra "muy buena n y de color entre blanca y amarilla, aunque tiene muchas piedras". 3 'Era posible regarlas porque en los altos de dichos barrancos na- o cían unas ocho azadas de agua. 2.0 Era factible talar los montes de @hereda y Juel con aguas abundantes, lo que otras 400 fanegas, sin contar lo que está en cultivo o con propietarios conocidos. 3.0 El Valle de la Ceniza, de una legua de longitud y un cuarto 73 Ob. cit. @g 199. 74 Ob cit., prOlogo, pgg. 20 75 Ob cit , tomo 11, págs. 410-411 436 ANUARIO D E ESTUDIOS ATLANTZCOS de anchura, estaba todo cubierto de monte. Si se talara produ-ciría más de 2.000 fanegas de siembra, y aunque carece de agua en su cabecera, "tiene mucha [que] bierte en el valle de Harrnigua, sobre Monforte", con un caudal de ocho azadas. La tierra del mis-mo es "negra, hontuosa y con pocas piedras". 4.O Desde el camino que cruzaba entre la Cabeza de Toro y la F'uente de las Yeguas hasta Chipude, existía más de media legua con 1.000 fanegas de tierra sin monte ni dueño. El suelo, algo seco y de color pardo, por no tener agua sino en la Fuente de las Ye-guas y otra que nace sobre el Valle de la Ceniza. Este espacio vierte hacia el Sur y sólo tenia algo de monte bajo, brezos y tarahales. 5 . O El valle sobre Agulo es montañoso y abunda en tierras con datas a vecinos; sin embargo, existían unas 500 fanegas sem-brables y "mi.~cha.s dellas" con Torriani precisa que Agulo y San Marcos son monte con sus laderas divididas por un barran-quillo que vierte hacia el Norte. La tierra, "negra huntuosa" con muy poca piedra y sólo tiene agua procedente de la parte de Agulo que calcula en tres azadas. 6." En Anire, por estar casi todo datado, no hay sino 100 fa-negas baldías. La distancia entre Arure y Chipude será de casi cinco leguas de montes con abundancia de agua. Martín Manrique propone talarlo en parte y dejar una zona con cierto equilibrio, alternando monte y cultivos de regadío. Tomiani se olvida de su misión económica ante la presencia del paisaje, debido a su sen-sibilidad de hombre renacentista. Pienso que es de interés repro-ducir su pasaje: "Arure y Chapude son montes de muy lindo asiento a la parte del poniente. Tienen muchas aguas. Las tierras son ne-gras y sin piedras. Tienen ios siguientes Arboies: tii, viñático, brego, aya, aceuiño, alcebuche, laurel, sauina, barbusano, mocanes, palo blanco y otros muchos. En los valles y barran-cos ay muchas palmas; ay sauces, higueras y naranjos." Una. simple suma de las fanegas de tierras baldías en los lu-gares anteriores nos da la cifra de 4.950. A ellas, según el regidor Manrique, había que añadir otras 1.000 que tienen data (propie- Num 14 (19681 437 tario), p r o que no reciben beneficio; así como otras muchas que, habiéndose concedido con la condición de roturarlas en plazo seña-lado, esta labor no ha sido efectuada, con lo cual sus dueños han perdido el acceso a su propiedad. Finalmente, propone que la orchilla, de la que hay alguna abundancia, se destine al alcaide de la fortaleza por construir, y que las maderas pasen a incre-mentar los pocos propios del Cabildo. Torriani, por su parte, añade que de las 48 leguas de tiemas que calcula cultivables en la isla, 30 pueden ser objeto de tala y roturación. Es precisamente en este capítulo donde don Luis de la Cueva ve el gran negocio para la Hacienda Real con la incorporación de la Gomera. También da por sentado que, con tierras tan feraces B y de fácil regadío, la isla vuelva a repoblarse de gentes proce- N dentes del resto del Archipiélago y aun de otras partes. A los nue- E vos pobladores se les entregaría suertes de 30 fanegas de tierra, O n-- a cambio de una renta perpetua de 1.5C0 maravedíes por año, bajo m O E la figura de "censo perpetuo", sin contar con que algunos de los E 2 nuevos colonos, debido a la mayor extensión, calidad y fácil riego -E de las fincas, podrán y querrán "pagar ha seys 3- ocho mil1 ma-ravedí~". Calcula que con facilidad podrán hacerse hasta 200 suer- 3 - tes, o sea unas 6.000 fanegas. Este proceso supondría duplicar en - 0 m E breve tiempo la población. De otro lado, recomienda que en los O cuatro primeros años a los nuevos colonos se les exima del pago, a fin de darles tiempo para poner sus nuevos predios en cultivo, n -E cosa que algunos lograrán en el transcurso del primero. a 2 La suma de los censos sobrepasaría con creces los 200.000 ma- n n ravedíes anuales del juro perpetuo con que la Corona deberá obli-garse con don Silvestre de Guzmán, quedando así libres el pro- 3 O ducto del alrnojarifmgo, quintos, orchiilm, etc., con los que acu-dir al sueldo de la guarnición de la fortaleza A semejante pian-teamiento aún añade ei iógico incremento de dichos impuestos, consecuencia del previsible aumento de la producción, población y comercio. De ahí que, llevado de su entusiasmo. el capitán ge-neral insinúe al monarca, en caso de que el proyecto de incorpo-ración fuera retrasado o rechazado, le permitiera desvincular parte de ios bienes Cie su mayorazgo y reaiizar ia operación por su cuen-ta, pues era un negocio sin vuelta de hoja. 438 ANUARIO U& H:STUUIOS AY'LANTICOS PROYECTO DE INCORPORACIÓN DE LA GOMERA A LA CORONA 35 Portificaczón de la isla. De cuanto llevamos dicho se desprende que un punto funda-mental -pues del mismo dependía la seguridad de la isla, y de dicha seguridad su reactivación socio-económica una vez incorpo-rada a la Corona y de la navegación transatlántica e insular-consistía en fortificar el puerto de San Sebastián. La opinión del capitán general coincide plenamente con la del ingeniero Leonardo Torriani 76 y la de los declarantes en la Imforrnación de 1.573 Poco dinero costaría allanar la punta de Nuestra Señora del Buen Paso o Peñón de La Gila 77, nombre con que hoy se conoce, y co-locar tras un simple parapeto una serie de piezas de artillería, "porque desde allí se descubre la boca del puerto por través y sobre todo él y otras dos o tres caletas que están fuera" del mis-mo Naturalmente, se refiere al puerto de refugio al Norte de La Gila, donde las embarcaciones se protegían cuando reinaba tiempo del Sur; la costa que sigue al anterior hasta el actual faro de San Crist&al, y la playa y costa de fácil acceso entre las pun-tas de Los Garañones y Los Canarios, al mediodía del puerto prin-cipal. Propone, como complemento de dicho sistema, el sitio en alto que existe sobre La Gila, "un sitio que está caballero sobre este peñón", y construir allí una fortaleza en regla, que sirva a su vez de protección a la batería y parapeto de La Gila. Torriani nos da su topánimo, Ea Eminencia, y es más explicito con la función la fortaleza que para dicho punto diseñó: "como el enemigo puede desembarcar un poco más arriba [en la costa, al Norte del puer-to] y puede ocupar el lugar alto que la domina [a la ciudad], con-viene que también este lugar quede fortificado. ; porque, además del provecho y seguridad que ofrece para la fuerza de abajo, tam-bién sirve de retirada para la gente de ia viiia, dado que en caso de ser poderoso el enemigo es imposible defenderla" 789. ---- 716 Carta cit de don Luis de la Cueva y ob cit. de Torriani, pág 207. 77 El capitán general denomina a este promontorio "La Hila", en carta citada 78 Bícj. 71% 0 ~ b cit , pág 208 A continuación descarta por inútlies otros posibles proyectos Vid supra, nota 29. 36 ANTONIO CETHEXCOURT MASSIEU El numerario necesario para tales obras ascendía a la suma de 3.000 ducados, de los cuales había dispuestos 2.000 en poder de Francisco Duarte desde hacia pocos años, procedentes de una li-cencia que para estos fines concedió a la isla el rey, consistente en permitir entrar esclavos en América. Los mil restantes supone el capitán general que son susceptibles de reducción, si los mo-radores cumplen la palabra con él empeñada de contribuir con algo dinero, peones y cal pues en aquellos parajes hay abundancia de piedra, cal, maderas, arena, según aseveran algunos de los decla-r a n t e ~en la Información. A la vista de lo anterior, solicita del rey permiso para iniciar las obras sobre la marcha. La incorporación, postergada. -- Planteados en estos dramáticos y urgentes tonos la necesidad de una perentoria incorporación de la Gomera a la Corona, que Felipe 11 enviaría a vuelta de correo a don Luis de la Cueva y 1 Benavides las pertinentes instrucciones para que llevara el nego- 3 cio a buen puerto, o que eligiera entre sus burócratas la persona j-idónea para tal cometido. Pero los comentarios marginales de mano f real -tan expresivos de su personalidad- en la carta del capitán general son indicativos de su parsimonia y prudencia. En otras pa- n labras, la necesidad de una información más exhaustiva de sus con- -£ sejeros. Al margen del párrafo en que el capitán general le pide autorización para comenzar las obras de las fortificaciones, anota : n n "Que se mirara y tomara la resolución que convenga, de lo que se le dará auiso". Lo cual, a1 fin y a la postre, significaba que antes o después llegaría la orden pertinente. Mucho más descorazonador debió ser el contenido de las tres brevísimas líneas marginales al esfuerzo que supuso reunir todos los datos que parecieron impres-cindibles para enfocar la posible incorporación de la isla: "Sá-quese copia deste capitulo para el Consejo de Hazienda". En esta vía administrativa, el expediente, con el cúmulo de problemas gra-visimos que recaía sobre el mismo, especialmente durante los ocho so Carta cit de don LUIS de la Cueva 440 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAXTICOS PROYECTO DE INCORPOaACION DE LA GOMERA A LA CORONA 37 Últimos años del reinado de Felipe 11, hizo, probablemente, que Dasara a dormir en el archivo de dicho Consejo, como el plan de fortificaciones, elaborado tan conscientemente por Torriani, en el de Guerra. La isla de la Gomera continuará bajo el régimen de señorío por muchos años, y sus moradores sufriendo la penuria y una situación difícilmente subsanable.
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Calificación | |
Título y subtítulo | Proyecto de incorporación de la Gomera a la Corona de Felipe II (1570-1590) |
Autor principal | Bethencourt Massieu, Antonio |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 14 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1968 |
Páginas | p. 405-441 |
Materias | Historia ; La Gomera ; Canarias |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 2267698 Bytes |
Texto | PROYECTO DE INCORPORACION DE LA GOMERA A LA CORONA DE FELIPE 11 (1570-1590) P O R ANWNIO BETHENGQrnT MASSIEU La situación geográfica de la Gomera, ubicada al S. O. de Te-nerife y entre esta isla y la de La Palma, resultaba a lo largo del siglo XVI verdaderamente privilegiada. Dicho privilegio lo encontramos en función de dos factores geográficos : de una parte, su espléndido puerto natural, el mejor de los del Archipiélago, el de San Sebastián, muy amplio, cerrado y seguro, y de otra, que era el paso natural más frecuentado para la navegación a vela en sus rutas desde Europa hacia las Indias Occidentales y Orientales -por aplicar el léxico de la época- a causa de la dinámica de los alisios en este sector atlántico, así como por las calmas reinan-tes en sus alrededores. A cambio de tales ventajas! reunía la isla una serie de condi-cionamientos negativos. Era una isla de señorío, no realenga. 1 El presente trabajo está elaborado en el Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de La Laguna Forma parte del programa subvencionado por el "Fondo de a,yuda al fomento de la inves- L:-- -- L-L J ~ ~ L G L V I L eri 2% Uiii-ver~Ua& espa50!a1'. T~iiilu.i&i cpero exp%;ar xestrG agradecimiento a la prestación con que viene ayudando a dicho programa la Caja Insular de Gran Canaria Había sido afectada duramente por crisis de azúcar como conse-cuencia de la producción competitiva de las Antillas. Su extensión, al ser escasa, impedía a sus señores y población edificar unas for-tificaciones adecuadas -reducianse a la famosa Torre del Conde, mal emplazada y con sólo cuatro piezas en tiempos de Torriani, más útiles para ofender las naves acogidas bajo su protección, que para tratar de frenar a los atacantes-, y el número de su vecin-dario, necesariamente corto, hacía problemático el resultado de una resistencia a pecho descubierto, frente a piratas, corsarios o flotas enemigas que con harta frecuencia acudían a refrescar en periplos de mayor alcance, o buscaban en el puerto refugio para continuar sus depredaciones en las aguas próximas. B De ahí la peculiar idiosincracia de sus moradores durante la N segunda mitad del Quinientos. Antes que una eventual y fortuita E O resistencia, los gomeros, en términos generales, preferían el ne-n-= gocio y trato con los enemigos de Felipe 11 y de la Iglesia Católica. m O E Er a más seguro y lucrativo recibir a tan incómodos visitantes SE como a huéspedes honorables, que exponerse a serios disgustos, =E saqueos, robos, violaciones, incendios y desolación. Por esta causa 3 los navegantes de todas las banderas, los que hacían del mar su -- profesión, pacífica o violenta, acostumbráronse al puerto de la villa 0m E de San Sebastián, donde, amén de reparos y refrescos, las tripu- O laciones podían solazarse en tierra. n Esta era también la línea de conducta politica de su señor, don -E Diego de Ayala y Rojas, que a la sazún se autotitulaba segundo a 2 Conde de la Gomera y como tal así era reconocido y aceptado por n 0 el rey y la burocracia central. Esto era lógico, porque el Conde 3 resultaba el principal beneficiario de la estadía en su espléndido O puerto de flotas y navíos que traficaban, a cambio de vituallas y vino, con géneros extranjeros. En la monumental obra del Pro-fesor Rumeu de Armas, Piraterias y ataques navdes contra las Islas Canarias 2, podemos seguir con gran lujo de detalles las vi-sitas pacíficas que realizaron a la isla personajes de tanta fama como Francois Le Clerc (más conocido por "Jambe Bois" o "Pie 2 Madrid, C. S. 1 C , Instituto "Jerónimo Zurita'' (1947-1950),3 tomos en 5 volúmenes 406 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICUS de Palo") en 1553, el vizconde de Uza en 1566, John Hawkins en 1567, Jean Bontemps y Jacques Sores en 1570, por reducir la nómina a los más caracterizados e importantes. El conde, entre receloso y confiado, actuaba como perfecto anfi-trión. Organizaba banquetes, conciertos, bailes y mascaradas para los jefes y alentaba a panaderos y taberneros y vecinos de otros oficios para solaz de la marinería. De aquí se deriva -en palabras del citado autor- "el ambiente social y festivo en que se movía la sociedad isleña del siglo xvn, que sabía vencer el estrecho recinto apropiado para un tedio prolongado y secular, para adaptarse a una vida alegre, fastuosa, de barles y mascaradas, que nunca pu-dimos imaginar en el San Sebastián de la Gomera de aquella época" 3. La presencia de luteranos y calvinistas, de otro lado, llevaba ~ p a ~ s j a dpao,r parte de éstos, un cierto aapectv pr~uefitiuta,y ue si no logró éxitos plenos, sí produjo un cierto escepticismo reli-gioso entre algunos moradores de la villa, encabezados por el pro-pio Conde. La presencia de Jacques Sores, sus francachelas y jol-g o r i o~c on los elementos principales de la sociedad insular, sola-mente a tres días del asesinato de los cuarenta mártires de Taza-corte, fue altamente escandaloso y produjo la consiguiente reac-ción política, religiosa y humanitaria por parte de los vecinos y autoridades del Archipiélago, que alzaron su clamor ante el propio monarca y la Inquisición. Esta abrió la consiguiente infor-macián, procesando, entre otros muchos, al propio señor don Diego de Ayala y Rojas. Pero la política del conde -forzada por las circunstancias, hay que reconocerlo- implicaba un gravisimo peligro. Las fre-cuentes visitas de piratas necesariamente suministraban una infor-mación completa sobre Ia villa como fuente de riqueza y concien-cia de lo fácil que a cualquiera de ellos le sería descargar un golpe 3 Ob cit , t 1, pág 508 4 hYTONIO BETHENCOURT MASSIEU deñnitivo sobre la misma. Si tenemos en cuenta que Francois Le Clerc (1553) llevó como teniente de su expedición a su discípulo Jacques Sores, y que a éste le acompañaba, como segundo, Jean de Capdeville, en 1570 -toda una tradición-, no es extraño que en la mente de Capdeville alumbrara el plan de saquear la Gomera. En 1571 los hugonotes pusieron bajo las órdenes de este cor-sario rochelés una escuadra de cuatro navíos, entre ellos uno muy famoso, "Le Primtemps". Antonio Rumeu nos relata así la ope-ración: camino de Canarias y con sólo este barco, Capdeville encontró en forma casual al navío inglés "Castle of Confort", que pertenecía a los Hawkins, y acordaron unir sus fuerzas para ata-car mancomunadamente la isla de la Gomera. Don Diego de Ayala les franqueó confiado la entrada. Franceses e ingleses, "todos ellos calvinistas", desembarcaron el 24 de agosto, lo que provocó la huída de los moradores. El pueblo fue "quemado por sus cuatro costados, desapareciendo en la hoguera templos, conventos, ermi-tas, archivos y casas". El P. Guardián y frailes del convento de San Francisco, tras la primera huída, regresaron para consumir las Sagradas Formas y poner a buen recaudo los ornamentos litúr-gico~ A. cababan de realizar sus propósitos, cuando se presentaron los hugonotes, que cautivaron al guardián fray Bemardino Ramos, a los frailes Antonio de Santa María, Diego Muñoz y al lego Miguel o Gumiel, llevándolos al navío, donde ya tenían al vicario de la isla, Alonso Delgado, junto con otros vecinos. Pocos días después, vejados y humillados, fueron ahorcados y sus cadáveres arrojados al mar. Finalmente, reaccionaron los gomeros, que desde el inte-rior atacaron la villa, logrando que las huestes de franceses e ingleses reembarcaran y zarparan con rumbo ignorado &. Afortunadamente, el hallazgo de un nuevo manuscrito inédito nos permite añadir algunas precisiones sobre este lamentable y cioioroso accidente que sufrieron ios gomeros. 4 Ob cit , t. 1, págs 553-556.-E1 profesor Rumeu establece esta versión basándose en una "ReIacíón" de Fray García de Iracheta, Guardián del Con-vento de Franciscanos de Tenerife, al Rey, dándole cuenta del ataque a la Gonlera de los herejes de la Rochela de Franela, una carta del portugués Antonio Fogaza a Ruy Gómez de Silva, príncipe de Eboli, fechada en Lon-dres, y los autores clásicos de la historiografía canaria 408 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROYECTO DE INCORPO'RACION DE LA GOMERA A LA CORONA . Nueva verswn del ataque de 1571. Cuando Felipe 11 conoció el contenido de la carta-relación del indignado fray García de Iracheta, guardián del convento seráfico de Tenerife, hizo que el Consejo de Castilla estudiara en toda su complejidad la problemática de la Gomera. En consecuencia, el Consejo despacha una Real Provisión a la Audiencia de Canarias, dada en Madrid a 19 de mayo de 1572 j. El contenido de la misma hace referencia a la carta del franciscano y a su propuesta, consis-tente en que, para evitar en el futuro tamañas ofensas contra Dios y el monarca, fuera incorporada la isla a la Corona, "dándose tanto dello a los hijos del conde de la Gomera en otros puntos". En su parte dispositiva se ordena a la Audiencia que abra una amplia información sobre una serie de puntos, sobre los que volveremos en páginas siguientes, y entre ellos que los testigos depongan sobre cómo discurrieron los hechos promovidos por el desembarco de Capdeville. Extremos estos que nos sirven para rehacer y puntua-lizar el mismo 6. En la tarde de la festividad de San Bartolomé, 24 de agosto de 1571, se acercó y fondeó en el puerto de San Sebastián de la Gomera un galeón francés, "Le Primtemps", con unos 350 hom-bres a bordo, aunque solamente se mostraron sobre su cubierta unos 50, la tripulación normal de un buque de su tamaño '. Del 5 Archivo General de Simancas, Guerra aittzgua, leg 281, doc. 371.-En adelante citaremos con las siglas: A. G S., 6. A. 6 Del conjunto de personas citadas a deponer por el regente de la Au-diencia, salo cuatro eran vecinos de la Gomera y estaban en aquel momento en Las Palmas Si bien todos confiesan que en el momento de producirse el saqueo se encontraban fuera de la ciudad, en e1 interior, intervin~er~enn la recuperación de la villa y repelieron el segundo intento de desembarco. Son éstos Hernán Sanchez Moreno, más tarde regidor del Cabildo gomero, Francisco Hara, Luis González y Pedro de Valladolid. Las facetas del epi-sodio, que no presenciaron, las reconstruyen con noticias de labios de los que vivieron aquellos dramáticos momentos en la ciudad, el campo e, incluso, de los prisioneros que Capdeville mantuvo a bordo de "Le Primpt~mpr". 7 El único testigo que lo identifica y da el nombre del capitán fue Her-nán Sánchez Moreno: " un galeón grande de que decía llamarse < < P~ríln - 6 ANTONIO BETHmCOURT MASSIEU mismo se destacó un esquife tripulado por cinco o seis hombres, que aseveraron que eran católicos y traían las intenciones más pacíficas. Trataban de cargar agua, vino, uvas y otras vituallas frescas. Incluso echaron a tierra unos cuantos "quartos, que son vasijas", y propusieron realizar un provechoso comercio con pa-ños, trigo y otras mercancías para vender. Deambularon por el pueblo hasta conocer la decisión de don Diego de Ayala: al día si-guiente se comerciaría, porque ya anochecía. Así, regresaron a la nave llevando un poco de agua y otros alimentos. Las autoridades tomaron las medidas pertinentes para el caso, estableciendo un servicio de vigilancia sobre la Marina y playa en previsión de cualquier percance. Sin embargo, las medidas de seguridad de los confiados gomeros no debieron ser excesivas, pues descuidaron la costa accesible que discurre entre las puntas de los Garañones y de los Canarias, que es "abaxo del puerto princi-pai, ques poco trecho" " o sea hacia el Sur y dista el punto más lejano como un cuarto de legua del centro de la villa. Hacis la media noche, precisamente por la punta de los Canarios, desem-barcó Capdeville, "sin ser oídos, unos doscientos franceses, arma-dos" con arcabuces y armas blancas Iban guiados por un tal Elías, francés, que años atrás fue capturado cuando en un surgi-dero de la costa gomera trataba de cargar agua en un batel; pri-sionero en régimen de libertad había vivldo en la villa algunos años hasta que desapareció El plan resultó perfecto. Conducidos por Elías, sigilosamente, pasaron el barranco de la Villa para apostarse en la ermita de San Sebastián, al tiempo que ocupaban pequeños destacamentos las kocacalles principales del pueblo. Como fueran sentidos por algunas personas que dormían, dieron la señal de ataque tocando clarines y "el atambor". Sorprendieron así "a los pocos del pueblo, mal armados y descuidados", ya que !a m y d u de !m hombres se e n y g ~ t m h ne n !a Mzr in~.L OS encargados de la vigilancia en la playa se encontraron atacados por la espalda, y la huída fue general. A pesar de la fuga, la gente - cipe" y que éste era de franceses , teniendo por capitán rnúsieur Capdevila, que dicen ser honbre de calidad " Informaczón cit Es natural la trans-cripción fonética przntemps por priwzpe 8 Ibíd, declaración de Francisco Hara 410 AhTUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS de Capdeville hizo más de 80 prisioneros entre mujeres, niños, esclavos y algunos hombres. Poco después los encerraban en una de las casas junto a la Marina, poniendo una respetable custodia. Simultáneamente comenzaron un saqueo metódico y pillaje de cuanto tuviera algún valor: muebles, oro, plata, etc., "de lo que quedó la dicha ysla muy pobre e la gente muy nescesitada" ". El producto del saqueo y los varones detenidos fueron trasladados al galeón al amanecer, no sólo para ponerlos a buen recaudo, sino con la intención de obtener por ellos un buen rescate antes de aban-donar la Gomera. Entre ellos, el beneficiado de la parroquia de El Salvador, Lorenzo Ramos, y el franciscano fray Antonio de Santa María. En la refriega -si así puede denominarse-, o mejor, en el furor del saqueo, mataron dos mujeres, un esclavo y un hombre lo. Este resultó ser hermano de Francisco Hera, uno de los que depu-sieron en la Info~macióna bierta por la Real Audiencia. Esta cifra, según Hernán Sánchez Moreno, fue más elevada, siete u ocho. También mataron, tratando de defender su iglesia, al tiempo que entraban en ella los hugonotes, a fray Diego Muñoz junto con el lego Pedro Gumiel, "criado de los dichos frayles" ll. Al amanecer cometieron otras tropelías: incendio de la ermita de San Sebas-tián, que quedó completamente destruida; en la Iglesia Mayor quebraron los brazos de las esculturas de los santos y acuchillaron sus caras, de un solo golpe partieron la imagen de Nuestra Señora desde la cabeza a la cintura, rompieron las cruces, destrozaron los misales y se llevaron el ostensorio -"relicario"- con la Sagrada Forma, sin que se supiera más de él, a pesar de los esfuerzos realizados por conocer su paradero. Trataron por tres veces con-secutivas de prender fuego a la parroquia, pero la reacción de los habitantes del interior impidió que consiguieran su objetivo. De estos hechos deducen la casi totalidad de los deponentes, que fue-ran de religión "luteranos" 12. 9 Ibíd., declaraci6n de Hernán Sánchez Moreno l o Ibíd , declaración de Luis González. 11 ibíd, declaraci6n de Hernán Sánchez. 12 El texto está compuesto sobre las declaraciones de los cuatro gomeros Añade Luis González, sin mayor precisi6n, que quemaron uaa imagen de Al amanecer, en efecto, acudían unos cincuenta hombres del interior. Al acercarse a la ciudad, en el barranco de la Villa, a cierta distancia del pueblo, se encontraron con otros tantos fran-ceses que se habían internado aguas arriba del valle. Los siguieron hacia el caserío y trabaron combate con ellos 13. Refriega en que los isleños llevaron la mejor parte; sólo perdieron un hombre, mientras morían diez de los invasores 14. Uno de los caídos debió ser persona de cierta relevancia, pues se dijo que de haberlo captu-rado vivo hubiera servido no sólo para canjearlo por el resto de los isleños que tenían presos en el barco, sino también para recu-perar el producto del saqueo. Algunos franceses quedaron heridos. y uno que huyó dio la nueva a sus compatriotas, quienes por des-conocer el niimero de los atacantes decidieron prudentemente reem- c. B barcar y acogerse al seguro de la nave. La villa quedó por los E isleños, y los prisioneros de la casa de la Marina recuperaron su -:O libertad. - m O Las horas siguientes fueron empIeadas en negociar el precro E E 2 del rescate de los prisioneros que tenía Jean de CapdevilIe a bordo, -E algunos "personas prensipales", cuando aparecieron en el horizon-te tres velas. Eran las del "Castle of Confort" y dos embarcaciones 3 - pequeñas, seguramente apresadas. Capdeville, en previsión de una Om- E sorpresa desagradable, izó velas, levó anclas y salió a reconocer O su identidad. Realizada esta operación, los barcos se saludaron con salvas y regresaron juntos para fondear en el puerto l" La noche n E 2 San Francisco, que desconocemos si estaba en el convento, 10 que parece más d n verosímil, o en la parroquia1 En aquel caso, tenemos que suponer que el n convento e iglesia de los franciscanos debió sufrir los efectos vandálicos 5 consiguientes O 13 Aguas arriba del valle o barranco de la Villa y en su margen derecha existe, a unos tres kilómetros de la desembocadura, una montaña que se denomna Matanza ,Estará este topónimo enlazado con ia refriega', 14 Esta cifra, que cita el deponente Sánohez Moreno, quien asevera que participó personalmente en el combate, me parece más exacta que la dada por Luis Gunzález, porque reconoce que él acudía en otro grupo algo más retrasado Informaczón cit 15 Esta versiún la comprueba, en parte, en nota núm 21, colocada a pie de la página 555 del tomo 1, en la obra citada, Rumeu de Armas Pn eiia resume la carta del portugués Antonio Fogaza al príncipe de Eboli (Lon- 412 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLA-NTICUS PROYECTO DE INCORPOBACI~N DE LA GOMERA A LA CORONA . . 9 del 25 celebraron ambos comandantes una entrevista. A la ma-ñana siguiente solicitaron del conde amplio suministro de agua y vituallas, bajo la amenaza de que una negativa supondría un nuevo desembarco para tomarlas por la fuerza. Pero don Diego de Ayala respondió con una rotunda negativa, manifestando su decisión de defender esta vez su isla. El día transcurrió en negociaciones sobre el avituallamiento y rescate de los prisioneros. El 26 comenzó con las mismas perspectivas. Pero en una entre-vista entre Capdeville y el comandante inglés se había trazado un plan de acción. Sabemos, por lo que contaron algunos de los prisioneros gomeros, que Capdeville había informado a su com-pinche cómo había saqueado, bajo seguridades de paz, la pobla-ción, a lo que el británico respondió: "pues tú la robaste, yo la quiero quemar porque quede fama de mí solo" 1" aunque para ello le fueran imprescindibles las chalupas de Capdeville. Ante la nega-tiva del conde, los corsarios decidieron realizar conjuntamente la represalia anunciada. Debió ser antes de emprender el desembarco, y ante la imposibilidad de obtener un abundante rescate, cuando Capdeville decidió ahorcar al cura Lorenzo Ramos y a fray An-tonio de Santa María, que habían sufrido una serie de vejámenes y crueldades. En pleno día, y a hora que no nos es posible aclarar, cinco chalupas y los dos bateles con unos 300 franco-ingleses se dirigieron a la playa situada junto a la Punta de los Canarios 17. Les esperaban pocos más gomeros, decididos a vengar el ultraje del salqueo. Solamente pusieron pie en tierra 38 ingleses ocupantes de un batel, que recibieron la acometida de una treintena de isleñios - que guarnecían el sector. Lucha corta y violenta: todos los ata-dres, 22-XI-1571, en A G S , Estado, leg. 824, doc 96, reproducida en CODOIN, tomo XC, pág 523), en la cual informa que el saqueo fue cometido s6lo por ios franceses y que la pi-eUeiicia de; asti ti: & Coi;fort" mb, I".UO b .p..-U"t"*-.nbw- ' " " Sin embargo, parece más verosímil la declaración coincidente de los gomeros deponentes en la Informaczón, porque fueron testigos presenciales de que "Le Primtemps" levó anclas ante la presencia de velas desconocidas, pero qu- una vez identificadas se saludaron con salvas de artillería, en vez del combate previo al acuerdo, de que habla Fogaza. o lwi&m, is GonzCZ,ez asegUra qüe 12 q b & beca & gr.= de !"u :d$fies prisioneros a bordo 17 Lbíd., " más acá, hazla el pueblo ", atestigua Pedro de Valladolid 1 0 ANTONIO BETflENCOURT WASSIEU cantes perecieron, a manos de sus contrincantes o ahogados. Por parte de los defensores murieron un par de hombres y diez resul-taron heridos. El batel quedó por los canarios. Ante este fracaso inicial, el resto de las lanchas de desembarco viraron para acogerse a los navíos. Aún, antes de levar anclas, hubo nuevo parlamento, y aunque el conde no entregó el agua, los piratas consintieron devolver los prisioneros a cambio de algún rescate, suponemos que en nume-rario, pues los testigos sólo citan el hecho y ocultan datos comple-mentarios sobre personas, cantidades, etc. Luego levaron anclas. Así terminaba la estancla y saqueo de San Sebastián de la Go-mera a manos de Jean de Capdeville, la noche de San Bartobmé de 1571. 11.-SITTJACIÓN Y REPERCUSIOh%S DEL SAQUJ3O. Como decíamos más arriba, la carta-relación de fray García de Iracheta debió impresionar a Felipe 11, que ordenó al Consejo un estudio de solución. Con los datos de dicho documento y otras informaciones, el alto organismo consultivo entendió que la única solución viable sería la de incorporar la Gomera a Ia Corona. Para ello, sin embargo, era preciso una previa información más precisa sobre una serie de extremos. Misión que encarga a la Audiencia de Canarias, con el ñn de que se informara de los diversos aspectos del problema y que luego emitiera su parecer, todo en término de sesenta días ls, práctica habitual en la compleja burocracia mon-tada por el soberano. Znformaczón e informe nos permiten conocer cuál era la problemática de la isla a raíz del saqueo. 18 "Informaci6n y parecer de la Audiencia de Canaria sobre lo mucho que convlene Incorporar en la Corona y patrimonio Real la Isla de la Gomera por ser acosada de luteranos y no tener deffensa" A G S, G A , leg cit La Real Provisi6n está expedida en Madrid, 19 mayo 1572 La Información fue abierta por el escribano Mi,qel Gerónimo Hernández de Córdoba en 7 enero 1573 por orden del regente Dr Hernán Pérez de Grado y fue pract~cada el1 su presencia junto con la asistencia de los oidores Dr Pedro Nieto y Licdo Rojas de Carvajal 414 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROYECTO DE INCORPORACION DE LA GOMERA A LA COROKA. 11 El puerto. Las excepcionales condiciones del puerto de San Sebastián de la Gomera hacía del mismo un punto clave en las comunicaciones ultramarinas del Imperio hispánico. Era no solamente uno de los mejores, sino el mejor de los del Archipiélago canario, "porque es grande y limpio e defensible" Grande, porque en él podían aco-gerse con seguridad cien navíos de porte simultáneamente. Lim-pio, por su fondo, no muy profundo y pedregoso. Y defensible, a causa de su configuración, en forma de "herradura", o "media luna", circunscrito entre la punta de los Garañones, al sur, y la de Nuestra Señora del Buen Paso -por existir allí una ermita bajo esta advocación-, saliente bautizado también con el nombre de la Gila. Precisamente la Gila y las montañas al Norte de la villa lo protegían de los vientos reinantes, los alisios, por lo cual, aun en los días de temporal, según explican algunos de los declarantes, nunca se había presenciado allí un naufragio. Resultaba abierto a los tiempos del Sur, poco frecuentes en estas latitudes; pero este inconveniente era con facilidad obviado, con protegerse las embar-caciones en la pequeña ensenada situada detrás y al septentrión de la Gila, que se interna bastante en el mar. Este puerto auxiliar daba al conjunto una seguridad absoluta 20. Aquí podían las grandes flotas, como las de Indias, suminis-trarse con comodidad de agua, que brotaba en abundancia "a la lengua del mar" y que, según los experimentados, era la mejor de Canarias para Ias grandes travesías por Io que tardaba en descom-ponerse. Añádase la abundancia de maderas de diferentes clases 39 Así lo confirman todos los deponentes, especialmente Luis García " los mareantes, de ios que tienen notizias áe otros puertos, Ciizen que es el mejor de las yslas " Mas adelante veremos cdmo este extremo lo con-firman el ingeniero Leonardo Torriani y el capitán general, Luis de la Cueva y Benavides 20 Es interesante contrastar estas opiniones con la de Leonardo Torrlani en su Descrzpcvón e Hzstorza del Rezno de las Ishs Canarzas, antes Afortu-naáas, con ei piano de sus fortzfzcaczones rlraduccih d&i itaiiaiio, con iíitro-ducción y notas, por Alejandro Cioranescu Santa Cruz de Tenerife, Ed "Goya", 1959, págs 207 y SS. para los reparos, así como de leca, pan, variadas clases de carnes de exquisito sabor, tocinetas, pescado, quesos, cueros y otras mu-chas provisiones para largas travesías, que producía en abundan-cia la isla. Reuniendo tales condiciones, se comprende que desde el pri-mer viaje de Colón fuera el preferido en la ruta al Nuevo Mundo, porque además -como decíamos al comienzo del presente traba-jo- la dinámica de los alisios empuja a las embarcaciones a vela hacia el mismo, por estar situado --como dicen algunos de los declarantes- "en la más seguida derrota de todas estas yslas", o "en la carrera ordinaria entre las yslas", así como por ser muy calmosa la mar entre la Gomera y Tenerife. De ahí que desde el mismo descubrimiento fuera la estadía casi obligada de todas Ias embarcaciones que se dirigían a América, así como de las Flotas de Indias, desde que fue establecida la navegación obligatoria en conserva, de las armadas reales de las escuadras y navíos lusos en ruta hacia Brasil, la India, islas de Cabo Verde y Guinea, de los barcos que cargaban productos ca-narios y los dedicados al tráfico interinsular. Era harto frecuente que embarcaciones castellanas, extranjeras o canarias -las que acudían al Archipiélago para comerciar y cargar azúcares, vino y orchillas- invernaran un par de meses para evitar los tiempos tormentosos y "abrigo de todos los que con tormenta salen de los demás puertos de las dichas yslas" 21. Sin embargo, este punto neurálgico había perdido semejante haz marítimo de posibilidades a causa de carecer de la impres-cindible fortificación y artillería, pues armadas enemigas y cor-s a r i o ~su eltos comenzaron a acudir a él, donde entraban con toda comodidad, convirtiéndolo en muy peligroso para los demás. Es curioso observar cómo tal inseguridad había obligado en los Últi-mos tiempos a suspender esta escaia, como afirman Francisco Hara y algún otro de los deponentes en la Injormación ante la Audiencia 22. El que nos da una explicación más convincente es 21 Informac~ón cit , declaración de Pedro de Valladolid. 22 Ibíd Refiriéndose a que las flotas no abordaban últimamente a la Gomera, Pedro de Valladolid dice " e por donde an ydo las armadas que hasta pocos años a avydo " 416 ANUARIO DE h7STUL)IOS ATLANTZCOS Hernán Sánchez Moreno: las naves de la Flota van hacia Amé-rica muy cargadas y con poca defensa, y como no encuentran la protección necesaria desde tierra, son fácil presa de las ernbar-caciones enemigas, ligeras y mejor artilladas 23. Si seguimos con detenimiento la obra tantas veces citada del Prof. Rumeu, observaremos cómo, además del factor señalado, este puerto, por las conveniencias y negocios particulares del se-ñor de la isla, se había transformado en base muy cómoda para piratas y corsarios que trabajasen a base de escuadras o de embar-caciones sueltas, tanto que "cualquier navyo por pequeño que sea haze lo que quiere y entra o sale como e quando quiere" 24. De tal situación tienen plena conciencia los que actúan en la Iwforrnación. "Porque con estar asy [sin defensa el puerto] y ser tierra de se-ñorz'o, bienen a ella los corcarios y entran en el puerto y alli ses-tean y esperan los que pasan por el mar e se bueluen quando quie-ren" con sus presas Tres causas fundamentales, pues, parecen destacables: condiciones del puerto, el que se encuentre inerme y los negocios del conde. El resultado es que, aun sin intención de arribar a la villa de la Gomera, eran fáciles presa de los cor-s a r i o ~a lli refugiados, no sólo la amplia nómina de barcos más arriba citados, sino también los que traficaban con los principales puertos de Tenerife, situados en esta época en la costa occidental de la Isla, como los que se dirigían a Santa Cruz de La Palma 26. En resumen, explica el ejecutor de la Audiencia, "como tienen aquella ysla casi por suya, sabiendo que no les pueden defender la entrada, rroban lo que pueden e matan todos los que allan, e acógense alli como en casa propia" 27. 27 Informacck5fi cit. 24 Ibíd. Declaración de Pedro de Valladolid 25 Ibid Declaración de Hernán Sánchez El subrayado es mío. 26 Ibíd. Se apoderaban y robaban, dice, por ejemplo, Cristóbal Bello, de los barcos "que uan a La Palma e abrigo de tierra de Tenerife, ques muy corta esta traviesa,'de tres o quatro horas". 27 Ibíd. Declaración de Pedro González de Pedrosa. 14 AWTONIO BETHENCOURT MASSIEU Necesidad de fortificaciones. La solución ante tal situación, que había deteriorado uno de los principales renglones económicos de la isla, consistía en for-tificar el puerto, pues de lo contrario era factible que con una operación, no ya de una poderosa escuadra de nación enemiga, sino de la simple armada de un pirata, la Gomera se perdiera irremisiblemente. Esto supondría un peligro de colapso para el conjunto del Archipiélago. Respecto a la forma en que debían realizarse las obras de for-tificación es unánime el parecer de opiniones. Con sólo instalar de cuatro a seis piezas de artillería de bronce en el promontorio de la Gila o Nuestra Señora de Buen Faso, quedaba la cuestión S resuelta. Ello implicaba muy poco gasto, por la forma y situación N E de dicha punta, solamente con nivelar el terreno y levantar un O sinpk parzpeto pmteztor de !os cañmes. El puede y sus alre- n-- o> dedores quedaría barrido, ya que sus disparos alcanzarían con O E facilidad de punta a punta de la herradura. De otra parte, a causa E 2 E de las corrientes, los barcos tenían que entrar forzosamente pe- - gados a la Gila y de uno en uno -"de contadero"-, porque si 3 intentaran hacerlo por el centro de la bocana indefectiblemente se - - 0 verían arrastrados mar adentro y hacia el sur. El ejecutor de la m E Audiencia, Pedro de Pedrosa, aduce como aserto el hecho que él O mismo presenciara: "el armada de luteranos que robó la ysla de n Madera, fue allí a surgir, e si tuuiera poco defensa no entrara, a-E e se queriéndose apartar de la dicha punta, descayeron abaxo, l n aue sólo uno entró, e después boluieron los demás e tardaron tres n n días en entrar" 28. 3 También parece necesario destacar cómo todos los informantes O tienen conciencia de la inutilidad absoluta de la Torre del Con- &, p e s ni s iy~i e r a!u . citm. En- esta apreciaciónj aunque silen-ciosa, coinciden con Torriani, que la desprecia por su situación, ya que servía más para ofender a los barcos acogidos a su amparo 28 Ei texto parece referirse con claridad a la presencia en la Gomera de Jacques Sores Para confirmarlo y detalles de esta expedición en Madera y Canarias, v&se la &ra citacla Ue 3%-e= de Armq tomn 1, p&gs 519 y SI-guientes. "Jean de Bontemps y Jacques de Sores en la Gomera" 418 ANUAEIO U 4 ESTUDIOS AP'LANTICOS PROYECTO DE INCORPORACIÓN DE LA GOMERA A U CORONA .. 15 que no a los atacantes, tanto era así, en 1590 -fecha de la estancia del ingeniero en la Gomera-, que nos dice estaba dedicada a cárcel 29. La incorpwación como soZuciÓn. De la situación expuesta se derivaron una serie de problemas que afectaron duramente a la población de la isla. Además de la ruina que supuso el saqueo de 1571, un temor difuso ante la inse-guridad de sus personas y haciendas, complicado con la política abusiva y claudicante del conde, que explotaba en su provecho per-sonal e iba produciendo el consiguiente debilitamiento y escepti-cismo en la comunidad de sus vasallos. Su reflejo lo observamos en la emigración a otras islas y el poco interés por la producti-vidad. Fenómeno que a su vez originaba un mayor debilitamiento ante el enemigo, que así se encontraba incitado a apoderarse de la misma. Si, además, una vez conquistada, el ocupante la fortificaba, el perjuicio para la configuración de las comunicaciones marítimas del Imperio Hispánico serían catastróficas. El hecho de tener la isla de la Gomera un solo puerto útil -y ya hemos dejado pruebas irrefutables de su valor- y el que sus costas sean abruptas impo-silsilitaban un desembarco en cualquier otro punto de su períme-tro. Ello originaría que Felipe 11, para intentar recuperarla, se vería obligado a organizar una armada poderosa, con los desem-bolsos consiguientes a operación de semejante envergadura y la incógnita de su éxito, aun apoyando el ataque en el resto de las islas. 29 Torriani coincide con el sistema defensrvo arriba. propugnado, al me-nos eii ;íiieas genera:es -u-r i-a- "u -ea--6.-r r:u. de ca.,n +,,A.iAibnL-A:,,o >ne+c, is~oe n 12 pl l tZ de Nuestra Señora de Buen Paso, tras alisar el terreno, y protegida con un pa-rapeto Encima de esta fortificación se construiría una fortaleza, que en vir-tud de su altura protegiera no sólo a la misma, el puerto y la ciudad, sino que sirviera para refurgio de la población en caso de que las cosas vinieran mal dadas Rechaza alguna idea en circulacicln hacia 1590, como la de cons- A-.c.- ~ u i r!& a~v r bcuicuír ~GnAnrbiinriw. mo ~de! r?PCCL +q 2 P &~?~11&I! Selpkedmk~I 1& vfih~i O Una ~ muralla que la circundara, ya que no cubrirían los objetivos precisos. Obra citada, cap LM 16 .~PYTONIO BETHENCOURT N~SSIFU De otra parte, mientras se reconquistara, permitiría a los ocu-pantes organizar una cacería sistemática y sencilla de los navíos de la Flota de Indias, con el consiguiente estrangulamiento de ruta tan vital para la seguridad estratégica y económica del conjunto. También un peligro inminente para Tenerife, ya que a los nuevos ocupantes les sería fácil practicar desembarcos en la banda Sur de la isla, en la zona de Adeje; por la lejanía de esta parte de La Laguna, sería pasto de robos y saqueos. La distancia la calcu-lan en "seis o siete leguas de travesía", en lo que tardaban de dos a cuatro horas, porque la mar que las separa en esta zona es inme-jorable. Desde la Gomera inquietarían el resto del Archipiélago, ya que "quando más descuydados estubieren las saquearían e des-truyrían, e cesarían los tratos e comercio, porque echos señores de la mar, e teniendo tan buen puerto defensible, fortificándolo" jO, el único porvenir para la soberanía de España sobre las Canarias sería ei desastre ji. Pero es que además de este deterioro y degradación de la co-munidad gomera, aún con ser grave, tenía que soportar otros mu-chos derivados de ser vasallos del señor, unos generales para todos los que se hallaban en semejante situación en Castilla por aquella época, y otros específicos de su lejanía del poder central. La inse-guridad y los abusos señoriales habían ido erosionando todos los resortes de los gomeros: el demográfico, el económico y el de un control político, administrativo y eclesiástico. El demográfico, porque, ante un dilema vital de esta especie, la emigración hacia otras islas era insoslayable. Todos los testi-gos así lo manifiestan y especialmente Francisco Hara, que nos da la cifra de sólo 250 a 300 vecinos capaces de tomar las armas en defensa de sus familias y haciendas, dispersos, además, por 30 Infownacwn clt Declaración de Cristóbal Bello 31 Ibíd, '' .podrían con muy grand facilidad ofender a las demás y ninguna dellas tendría seguridad, porque quando más descuydadas estuuiesen, podrían hazer saltos en ellas, en especial en Tenerife e La Palma qu'están muy cerca della .", es lo que opina el procurador de la Audiencia Nelchor Gómez ". e ynquietarán ias demás [isiasj, e ninguno tendría seguridad en sus casas, como no la tienen los vezinos [de la Gomera] " 42í ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROYECTO DE INCORWRACI6N DE LA GOMERA A LA CORONA.. . 17 toda la geografía insular 32. Parece que esta emigración alcanzaba mayores niveles entre el elemento agrario que entre el urbano, seguramente porque el comercio de los vecinos con los corsarios les permitía un nivel de vida algo superior. El económico es fácil imaginarlo. Al ser vasallos de señor no se encuentran protegidos por la justicia, ya que el juez lo nombra el propio conde, y estaban, de otra parte, sometidos a abonar los correspondientes derechos: almojarifazgo, quintos, axiíares (un 6 por 1001, orchillas, mointwgos, además de otras obligaciones, como moler la caña en el ingenio del señor, etc. Si a esto añadimos el aumento de la presión fiscal por parte del conde, que subía al compás de la despoblación para tratar de compensar sus entradas, tendremos una panorámica aproximada de esta pobre gente. Pedro de Valladolid lo expresa con claridad meridiana: "los hombres de aiii [la &jjjIiei.aj, v~&&jae efi poGcL+ & qiqUe les tj--tct. ~0x6 es razón, lo dexan y se ban y despueblan la ysla, e ansy el año pasado se fueron muchos, y esto no se aría siendo de su mages-tad" ". NO podía faltar la consecuencia, la caída de la producti-vidad. Por estas fechas se había abandonado el cultivo de la caña de azúcar y algunos de los ingenios se hallaban paralizados. Aun-que quizás este hecho tengamos que ponerlo en dependencia con la crisis originada en su producción canaria por la competencia de los azúcares antillanos, sin embargo a1,guno insinúa en la IPzfor-macich que se debib a la competencia del ingenio condal, como lo veremos más adelante confirmado. La crisis reinante había impe-dido que se introdujera el cultivo racional y extensivo del viñedo, y las heredades de cereales y otros productos agrarios estaban en plena recesión. Fenómeno natural, si a los abusos fiscales del señor se añade la dificultad de salida de los productos y la indefensión de hiemu y persems frente S? enemig~sJ mrssiriw. Finalmente, añádase el aumento progresivo de una laxitud en los posibles sistemas de fiscalización por parte de las autoridades vinculadas a los poderes centrales. Obispos, inquisidores, provin-con sus casas a bivir a las demás yslas" Crist6bal Bello. 33 Ibíd, lbíd ciales de Ordenes religiosas, ejecutores de la Audiencia, sus pro-pios oidores y cualquier otro tipo de autoridad, eludían por todos los medios a su alcance el acudir a la Gomera. Y cuando iban lle-vaban el natural pánico, pues algunos, como nos dice la Real Pro-visión, habían resultado "tomados o corridos", y Sánchez Moreno alude al caso "del ynquisidor, poco antes del saco", por lo cual encuentra natural que "se excusasen" 35 De esta forma quedaba al conde más campo libre para su abusivo gobierno, con la consi-guiente agravación de los problemas planteados. Lo paradójico y dramático es que este complicado entresijo era solucionable si don Diego de Ayala fortificara el puerto. Sin embargo, sus cada vez más disminuídos ingresos lo impedían y seguramente también su psicología, su mentalidad, tipo de vlda y hasta su interés por negociar con los corsarios que buscaban tran-quilidad en las aguas portuarias de la villa. Digo paradójico, por-que tanto gomeros como funcionarios de la Audiencia, llamados por el regente a declarar en la Información, manifiestan un abso-luto consenso al afirmar que, amén del suministro a flotas y arrna-das, la isla "es de tierra sana y de buen temple" muy fértil, abundosa de aguas, pasto y monte ". Todos expresan su confianza en que si la isla "se sacara del conde" -o sea, si se incorporara a la Corona-, volvería a cultivarse caña de azúcar y se reedifi-carían los ingenios. Renglón de primer orden serían los viñedos, pues tenían un suelo tan idóneo para este cultivo, que, según el procurador Melchor Gómez, "auía viñas que en veynte y syete años, según le dixeron, no se auían cauado, ni echo los beneficios hordinarios en semejantes heredades, e que era tanta la fertilidad de la tierra que cada año daba su fruto" Otras fuentes de ri-queza por explotar eran los ganados, los cereales, arboledas de frutales y explotación de otros productos como la orchilla "e 34 ibíd Declaración de Hernán Sánchez 35 Ibid, íd de Francisco Hara 36 Xbíd, " e la tierra es buena, sana e cobdiciosa ". Declaración de Pedro González de Pedrosa 37 Lbíd, lbíd 38 Ibíd, " ques fruto de mucho valor y es nescesario para la fabrica-c16n de paños ", puntualiza Francisco Herrera Y Pedro de Valladolid dice 422 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS PROYECTO DE INCORPOBACI6N DE LA GOMERA A U CORONA . 19 - - - tiene [la tierra] otras particularidades e bondades que por vista de ojos se podrían ver" 39. El dictamen es claro y puede sintetizarse en frase de Pedro de Valladolid, al afirmar que todo este cuadro tan brillante era fac-tible, pero "los quales vezinos que la an abitado no an echo, ny las quyeren hazer los que la abitan, diziendo qu'es tierra de se-ñorío", porque "lo peor que tiene esta ysla -según Cristóbal Bello- es tener señor que la conserve e defienda", ya que en lo demás es tan buena como la mejor del Archipiélago 40. Y también en la solución apuntada por fray García de Iracheta, el Consejo, los informadores y la Audiencia: incoporación de la isla de la Gomera a la Corona real, buscando una indemnización en otras partes del reino con el ñn de compensar a los hijos del conde de los perjuicios económicos que este hecho les po. dría acarrear. Una , Lnru\~l r.;uJr:nb;rXu-l r Gnvhnbncry\nb:rnu-lnrla r Cn n;l;+nhn nno ;n-n n-fin ~ r nm ~ q nn l nnGn- LabrrrLahm. r;uajGuabrusr, y a yub o& ubaiv-río de los Perazas eran bienes partibles entre herederos, por no haber sido vinculados en un mayorazgo; aunque esto supusiera una negociación mfiltiple con cada uno de los cuatro propietarios. La incorporación sería una panacea. Con poco dinero se cons-truirían las someras fortificaciones; el puerto, seguro, serviría de refugio a las flotas de Indias y cualquier tipo de embarcación dedi-cada al tráfico legal; la producción agrícola, exportación de azú-car y vinos aumentaría prodigiosamente, y la tranquilidad reinaría entre los vecinos al abonar moderados impuestos; así como la convivencia, que sería muy grata, por el ejercicio de una autén-tica justicia; al amparo de la nueva seguridad y prosperidad vol-verían los que emigraron con sus fortunas y bienes, y otras pr-sonas importantes del resto del Archipiélago que se avecindarían y ennoblecerían la población. F'inalmente, las rentas reales subi-rían en proporción a la nueva actividad, con lo cual la incorpo-ración sería un buen negocio para la Hacienda del rey. No termi-naban aquí las brillantes perspectivas, pues aún existía la posi- ". que valen mucha suma de dineros". Del azúcar dice Cristóbal Bello' ." rrehedificar los yngenios que antes auía ", apostillando Pedro de Va- ilauoiL~: . - -. - . " e yLie ni-ucii"s i;-neros 9.. 39 Xbíd Declaración de Pedro González. 40 Ibiíd , ibíd. 20 ANTONIO BETHENCOURT MASSIiCU bilidad de poner grandes extensiones de tierras vírgenes en cultivo, para las que el e~ecutorP edro González de Pedrosa propone que si Felipe 11 "metiere allí doscientos e trescientos portugueses que rajasen la tierra e la cultivasen, sería una de las mejores destas yslas" 41. La solución parecía clara, pero aún había dificultades que ven-cer: la negociación con los herederos del Chnde viejo de la Gomera, y realizar un estudio minucioso sobre el valor de las rentas con el fin de buscar la transacción económica pertinente. Por ello, el expediente debió traspapelarse entre la baraúnda de papeles del Consejo. Mientras, la crítica situación de la Gomera se complicaba cada vez más con el paso de los años. Probablemente, ante la inminencia del nombramiento de don Luis de la Cueva y Benavides como capitán general, con el fin de realizar una pro-funda reforma político-administrativa y militar de las Canarias ante los peligros que sobre las mismas se cernían tras la derrota de la Armada42, volvió a cobrar vida el dormido expediente sobre la incorporación de la Gomera. En efecto, el 14 de marzo de 1588, a petición del poder central, el mismo escribano ante quien tuvo lugar la Información de 1573, Miguel Gerónimo Hernández de Cór-doba -quien custodiaba el original-, protocoliza un testimonio de la misma con el fin de enviarlo ante el propio Felipe 11 por mediación del provisor fray Pedro de Hinojosa, franciscano. El portador llevaba además una carta de la Audiencia sobre el pro-blema, que no hemos tenido la fortuna de encontrar 43. III.-LA ISLA DE LA GOMERAE N 1590. Es conocido que el nuevo capitán general recibió en sus ins-trucciones la orden de realizar una visita detenida a todas y cada 41 Ibíd Declaración del ejecutor de la Audiencia Pedro González de P E ~ ~ o s ~ 42 SU titulo fue expedido en 11 de marzo de 1589 Sobre las motivaciones de su designación, instrucciones y actuación, en Rumeu de Armas, obra ci-tada, tomo li, págs 559 y ss, y José Peraza de Ayala- Las Ordenanzas mz- Zzfares para Cunarzas en 1590, en prensa 43 Informaczón cit , último fol v , en el protocolo 424 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S PROYECTO DE INCORPORACION DE LA GOMERA A LA CORONA. . 21 una de las islas. Su itinerario, junto con las medidas que iba to-mando en cada lugar y las peticiones y recomendaciones que ele-vaba al monarca, pueden seguirse en la obra tantas veces citada del Dr. Rumeu de Armas 44. De este viaje, el pasaje más ocuro lo constituye su estancia en la Gomera. Una carta del capitán general al monarca (Garachico, 27 de junio de 1580) nos permite enlazar con el problema de la necesidad imperiosa de incorporar dicha isla a la Corona 45. 44 Ob y loc. cits 45 A G S, G. A , leg 285, doc 366 (original con anotaciones rnargi-nales de Felipe 11) y 363 (copia de los capítulos referentes a la situación e incorporacibn de la Gomera) . Por lo que se refiere a La Palma son destacables algunas noticias currosas e inéditas. EJ. desastre de la administración de los fondos para la construc-cibn &l mi~elle y fortlfir.ac?ones, q~ue no pudieron aclarar en un mes ni el Cabildo, m el administrador de los fondos, Benito Cortés Estopiñán Sola-mente quedaban unos 23 000 reales, y el Cabildo resultá alcanzado Se co-menzaron obras urgentes en el reparo del baluarte del barrio de El Cabo --muy dañado por los temporales de la Navidad del año 1589, en coufor-midad con el parecer de Torriani que acompañaba al capitán general. Se comienzan reformas imprescindibles en el fuerte de Santa Catalina, indicadas por el ingeniero. Del desastre del muelle en construcción, que había sido destrozado por el temporal, achaca la responsabilidad al propio Tornani, ya que no ordenó proteger la obra realizada con piedras sueltas en forma de escollera (recuerda a Felipe 11 que este fue el sistema que se empleó en la construcción del pantano del Eh-0 y cómo en la visita a las obras por el rey estaba presente don Luis de la Cueva) y el haber asentado los cimientos de la obra sobre la arena, para lo cual el ingeniero construyó una máquina consistente en un gran cajón para poder achicar el agua y enseguida asentar el mortero de cal y piedra Calcula el coste, para rehacer la obra destruida y finalizarla, entre 4 500 y 5.000 ducados. Como el Cabildo de la Isla es muy pobre y carece de bienes comunales y los moradores se encuentran muy animados a grandes empresas, después del ataque de "Pie de Palo", recomienda que se concedan a La Palma licencias para fletar barcos a Tlerra Firme y Barlovento, y que sean cos-teadas por la Hacienda las fortlficaciones diseñadas por Torrrani. Es cunoso el elogio que expresa &re los palmeros. "es la gente más tratable y incli-nada a su Real servicio de todas estas otras" Visión que se contrapone con la visión que Torriani manifiesta en su obra No dejan de tener intergs las peticiones de artillería y armas, por haber resultado corto el niimero de las que primero pidió y se le habían remitido. El no haber encontrado salitre 22 ANTONIO BETHENCOURT MASSIEU Don Luis de la Cueva, durante su corta estancia en San Sebas-tián de la Gomera -fines de mayo a segunda mitad de junio-, mostró una gran actividad, en última instancia dirigida a conven-cer al monarca y sus consejeros de que la incorporación era la única solución factible. Producto de esta actividad es la elabo-ración, además de la carta citada, de una serie de documer-tos: l.",o ferta de la isla por parte de Ana de Monteverde y sus hijos Guillén Peraza de Ayala y Rojas y Gaspar del Castillo, en su nom-bre y en el de sus hijos y hermanos menores 46; 2.0, otra semejante, ofreciendo los derechos señoriales, de don Alonso Carrillo de Cas-tilla en su nombre y en el de su hermano Antonzo de Castiíla y Rojasa7; 3 . O , información abierta el 16 de junio de 1590 por el capitán general ante su escribano Juan Martínez Essain y Sarasa B con la declaración de ocho testigos48, y 4P, "Memorial de las tie- N mas que ay baldías en ysla de la Gomera que no se cultivan, que O tlenen agua y de sequero", eiaboradu por el Conceje de la i ~ yk -n- m resumido por su regidor Martín Manrique, quedando contrastado O E E SU parecer, en otra columna paralela, por los asertos de Leonardo S E Torriani 49. - Este conjunto de documentos resulta del mayor interés, por- = que nos permite aclarar una serie de puntos que enumeramos a - - 0 m útil en todas las islas, salvo alguna poca cantidad en Gran Canaria, el "pol-vorista" Nicolás Alvarado Señala la conveniencia de que cierta cantidad de pólvora que se necesita, y que tiene que provenir de la Península, no se remita ya fabricada, para evitar el riesgo que termine en manos del enemigo, sino el salitre correspondiente para fabricarla zn sztu. También otras noticias sobre Lanzarote y Fuerteventura y la actitud de sus señores, etc Justifica el no haber podido visitar la isla del Hierro, por no ser sus puertos cómodos para la embarcación en que viajaba y lo fácilmente que tiempos contrarios impidan la salida de los barcos, corrientemente más tiem-po que el que se empleaba. en un viaje de ida y vuelta a la Península De otra parte, su visita hubiera resultado inútil, porque ia gente de aiií vlve eii cuevas y son tan pobres que estima que entre todos los moradores no puedan reunir ni 1.500 reales en moneda Para don Luis de la Cueva, precisamente, en esta pobreza radica la seguridad de la rsia frente al enemigo 46 A G S, G A, leg 285, doc 369. 47 A G S, G A., leg. cit, docs 364 y 367 48 Leg. cit., doc 370 49 Leg cit , doc 368 renglón seguido, para luego proceder a un análisis particularizado. Son los siguientes : 1.") Una demografía en recesión, acelerada por la inseguridad, abusos señoriales y crisis económica prolongada que deteriora la comunidad social. 2.0) Contracción económica producida por la suma pobreza de los vecinos. 3.0) Posibilidad de su incorporación. 4.") Valor y situación de las rentas señoriales. 5.") Exigencia de los señores. 6.") Problema de las tierras baldías. Y 7.") Plan de fortificaciones. Ya hemos visto cómo los llamados a declarar en la Información de 1573 explicaban las causas de una emigración continua. Como los motivos no cesaron, sino que se agudizaron a lo largo de estos dieci&& años, e! piuceso iiabia a&quirido uii i-iiiiio Extremo que confirma el propio don Luis de la Cueva: "los vezi-nos, según paresce por las listas, no pasan los duwentos" 5 0 ; así como la totalidad de los declarantes, quienes vaticinan unas negras perspectivas en caso de no variarse el sistema: "en un año . no quedará vezino en dicha ysla que no vaya della" jl; "la mayor parte de la gente . se an ydo y la que queda se quyere ir y [la] dexan desanparada" j2; o, no "antes de muchos días" se despo-blará por completo 53. En treinta años su población, según el re-gidor, depositario de la isla y secretario de la Inquisición, Martín Manrique, la emigración había alcanzado a un 50 por 100. Treinta años atrás los vecinos "estauan ricos y agora están pobres y todos ya para desanparar y dexar la dicha ysla" ". A las causas ya conocidas en 1573 podemos añadir ahora nue-vas connotaciones. Eh primer lugar, las derivadas de haberse frac-a0 Carta cit del capitán general al rey. 51 Informchczón de 1598, declaración de Bartolomé Fragoso. 52 Ibid, íd. de Pedro Morales. 53 Ibíd , íd de Juan de Valladolid 54 Ibíd Tiene especial interés la deposición de este testigo, no sólo por su precisión, sino por su calidad y ser '%añado de los dichos señores' mas que no por eso a dexado de dezir verdad". Tamb~én fue coautor con Torriani del "Memorial de las tierras que ay baldías ". 24 ANTONIO BETHENCOURT MASSIEXJ cionado la jurisdicción señorial del conde Guillén Peraza entre sus hijos. Al disminuir las rentas, los señores presionaron cada vez más sobre su cada vez menor número de vasallos, sometiéndolos a toda clase de vejaciones y molestias. Situación que se agravó al constituirse los propietarios en bandos, con lo cual, durante años, Ilegó a faltar por completo el ejercicro de la Justicia. Aun-que entre todos nombraban un juez, éste se veía inmovilizado, porque si su sentencia perjudicaba a un protegido de la otra fac-ción, él mismo sufría las consecuencias " por averse diuidido la jurisdición de la ysla en muchas partes y diferentes vandos y el juez que tienen los dichos señores no osa libremente administrar justicia con temor de los dichos y, ansi mismo, tienen entre si mu-chos vandos, por lo qual son molestados los vezinos, porque los que un vando faborecen el otro vando les molesta y agrauia con palabras y prisiones; por lo qual sabe que hestán los vezinos puestos en gran aflictión y calamidad , porque en esta ysla no se puede biuir como christianos respecto de las muchas disensiones y malos tratamientos que los dichos señores les dan" j5. En per-dón por la extensión de este texto tan significativo, eludimos la cita de la casi totalidad de los comparecientes, cuyo verismo con-firma el propio capitán general: si la isla fuera incorporada "ce-sarán muchas ofensas de Dios que cada día allí se hazen, porque los que la poseen y particularmente don Guillén Peraca, tratan su dominio por tal término que sólo tiene justicia el que en todo sigue su boluntad; y en esta ysla desta cabsa no ay escribano a quien se pueda dar crédito, ni testigo que se crea que jura uerdad, ni onbre que no hesté metido en el infierno, a cabsa de las diferen-cias continuas que ay entre los que la poseen. Y así, por lo que deuo al servicio de uestra magestad, como su criado y uasallo, haría conciencia si no le advirtiera desto y no le suplicase . . acuda al rrernedio desta ysla y de las almas que en ella biuen, porque . 5: Iaformaczón de 1590, declaración de Kernán Sánchez Moreno, ahora regidor de la Gomera con cincuenta y nueve años, y que a los cuarenta y tres depuso en ia informaczún abierta por el Ue la AUGeilcia en Ms Palmas 428 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS en ninguna parte de las que yo e andado, e visto bivir en tanta inquietud" 56. Repercusiones económicas. Si a la disminuci6n de la población, la crisis en la explotación azucarera de Canarias -que afectó, más seriamente que a nin-guna, a la isla de la Gomera, pues de los cinco ingenios que exis-tían cinco o seis lustros atrás sólo permanecía en actividad el de los Peraza en San Pedro de Hermigua "-, el abandono del puerto por las flotas de Indias y el resto de las embarcaciones a que arri-ba aludimos, y las consecuencias producidas por el saqueo de Cap-deville, se comprenderá que todos los que de alguna forma han dejado su huella en los documentos que manejamos aseveren que la pobreza y miseria de ios pobiadores iiegaba a unos extremos verdaderamente lastimosos. Pero lo más interesante es que algunos de los declarantes ten-gan clara conciencia de cómo una comunidad, deteriorada por este largo proceso, padezca una psicosis colectiva de despreocupación por *el trabajo y la productividad. La holganza alcanzó a unos ex-tremos difícilmente comprensibles y solamente explicables ante una completa desesperación. En efecto, para unos el motivo consiste en que los vecinos, como "sus frutos no gozan, y ansí la tierra no se cultiua y labra, con temor de los dichos señores" de la isla jS; los moradores "no osan trabaxar, ni hacer eredades, con temor de los dichos seño-res'> $9. , la Gomera anda "toda caída, y la tierra y trato todo per-dido", tanto que sus rentas se han reducido a menos de la mitad 60; "por no ossar trabaxar, por la gran miseria de la tierra y no auer - 56 Carta cit de don Luis de la Cueva, en la que añade los malos tratos recibidos, nada menos que por Juan Sánckiez de Arellano, sargento mayor que Fel~pei i destin6 al mando de los soldados que fueron a la Gomera para instruir a las milicias 37 Irvforril,aczÓn cit , declaración de Luis Díaz de Madrid. 5s Ibíd;; declaración del mismo 59 Ibíd, íd de Bartolomé Fragoso 60 Ibíd, íd de Cristóbal Alvarez, mayordomo del Cabildo. 26 ANTONIO UETIIEXCOURT iMASSIEU quien conpre lo que cultiuan, como por temor de los señores della, de los quintos que cargan cada día más, por hestar, como heatán, los dichos señores muy pobres'' ". Textos tan significativos que no merecen comentario, pues otros testimonios nos dicen que la isla estaba "toda por ronper", lo cual aseveran Torriani y Martín Man-rique, ya que, segíln sus cuentas, existían más de 4.950 fanegas de tierra vírgenes y sin propietario y otras muchas "con dactas a vezinos, las quales se dieron condicionalmente para que las ron-pieran en cierto término, y, como no lo an echo, an quedado como si no se huuieran dado" 62. Necesidad de la incorporaczón. B N E Situación tan calamitosa solamente seria subsanable con la, 4 ansiada incorporación, como ya dictamriaron los infui-adores n-- m de 1573. En 1590 la propugnan también no sólo el capitán general, O E E sino incluso los señores de la Isla. 2 E Los argumentos de los vecinos nos son conocidos, por ello a.hora !os eludimos. Pero es curioso destacar cómo el regidor Martín { Manrique encuentra que una solución más simple sería posible con m que la Gomera fuera de un solo señor 03, aunque todos están de acuerdo en que la solución ideal consistía en la incorporación a la Corona, porque el rey seria el Único capaz de construir en plazo breve las ansiadas fortificaciones. -E a Tampoco podemos silenciar el que sean casi los mismos argu- nl mentos los que exhiban los señores para hacer factible la consi- n n guiente operación financiera. No solamente la posibilidad de que 5 su isla pasara cualquier día a manos del enemigo, sino que, inclu- O so, no silencian otros que afectan a su propio prestigio como go- Lw-r-E a- -+i-im~ v u , 81 L--V-fIrI.A--G- U~L Ym i rUa nb~VnnI I 1.1 - rA InI VnVnL yry rn- yn- rrr -a- eiAn -qa- pdrim ' ' e ~ p ~ ~ a r las diferencias que hay entre nosotros" "4, o este otro pasaje sig- 61 Ibíd , íd de Juan de Valladolid. 62 "Memorial de las tierras que ay baldías ", ya cit b3 Informaczón de 1590 cit, deciaraciones de Martín Manrique, que con-firman asimismo Cristóbal Alvarez y Juan de Valladolid 64 Ofertas de los señores de la isla, leg cit , docs. 364, 367 y 369 430 ANUARIO DE ~ U T D D I O S ' AI'LANTICOS nificativo : "por muerte de los dichos don Diego de Ayala y de doña Margarita Monteverde, an crecido los inconuenientes de podella sustentar, por su pobreza, no pudiendo acudir como no pueden acudir al gasto de la pólvora, reparos del artillería (?), sustento de artilleros (?) y tanbién por algunas diferencias que entre los que las poseemos se an ofrecido cerca del gouierno della, de ma-nera ,que sin podella rremediar se va la ysla despoblando y enfla-queciéndose la defensa que a tenido (?), y con ello, conuidando al enemigo a que se apodere della" 65. El convencimiento de don Luis de la Cueva es tanto que, con el siguiente argumento, pretende decidir a Felipe 11 ante la simple lectura de su carta. Le propone la siguiente posibilidad: en caso de que el monarca no quisiera la jurisdicción de la Gomera y si "sus dueños holgasen de dár-mela, suplicaría a uestra magestad me diese licenzia para tomalla y facultad para uender alg~mosd e los bienes de mi mayorazgo con que pagalla y me pareqería auer echo mucho prouecho a mis hi-jos" '66. También de la Inform&'n se desprende esta unanimidad: la incorporación sería un espléndido negocio para la Hacienda del monarca. Oferta de la soberania por los Peraza. Al morir el conde de la Gomera don Guillén Peraza (P565), hubo pleito entre sus hijos por la herencia. Consistía la misma en la per-cepción de las rentas insulares por los conceptos de almojarifmgo, quintos -sobre entrada y salida-, orchillas, azúcares y rnontw-gos, así como los solares de ingenios y los bienes raíces de su pro-piedad. El fallo resultó favorable a la condesa viuda, doña María de (Jastilla, en razón de su dote. Parece que el conde don Guillén Peraza no se administró con ia suficiente cauieia, pues habfa cün-traído deudas con don Alvaro de Fuentes Guzmán por 18.000 du-cados al contado, así como otros 16.000 -o sea, "seis cuentos de maravedís" (un ducado = 375 maravedíes)-, por los que anual-es luc r . cits. I s in terrogariones son mías, pues tales renglones jamás fueron cuidados por la familia condal 66 Carta cit. de don Luis de la Cueva a Fehpe 11. 28 ASTONIO BETIIEXCOURT MASSIEU mente debía satisfacer al prestatario 200.000 maravedíes a pagar en buena moneda en Sevilla o a situar en la misma plaza cantidad equivalente a tal rédito bajo la forma "de juro perpetuo" (interés de un 3,3 por 100). Esta difícil situación financiera se complicaría poco más tarde porque don Alvaro ejecutó a su deudor y, como consecuencia del pleito, entró en posesión no sólo de las rentas y bienes del conde, sino también "de la jurisdición civil y criminal, alta y baxa, mero y mixto imperio de la dicha ysla", o sea quedaba convertido prácticarnente en señor de la misma, salvo en la tntu-lacih ". Las bodas de los hijos del viejo don Guillén, don Diego y don Melchor de Ayala, con las hermanas Ana y Margarita Monteverde, supusieron, a causa de sus dotes, un buen refuerzo económico a la familia condal y una cierta garantía. En virtud de ésta, los ciiatro citados, solidariamente, se concertaron con Alvaro de Fuentes para que "cediese e renunciase la dicha jurisdición, yngenios y tierras que por dicho remate poseya", a cambio de retrotraerse a la situación anterior respecto a los 200.000 maravedíes de inte-reses y a abonar en moneda los 18.000 ducados con las dotes de ambas hermanas. La fecha de esta conciliación tuvo lugar en 1566. Dicha situación permanecía, en sus líneas maestras, en 1590 con respecto a Silvestre de Guzmán, hijo y heredero de Alvaro de Fuentes. También las ramas de Diego y Melchor de Ayala lograron recu-perar "por herencia y concierto" las partes pertenecientes a los otros hijos del conde don Guillén Peraza: Luis Peraza de Ayala y Pedro Suárez de Castilla. Sin embargo, una vez fallecidos el conde Diego de Ayala y doña Margarita Monteverde, los herederos de los bienes señoriales adquirieron conciencia de lo fácil que sería perder la isla a manos de cualquier corsario, y de la imposibilidad, ante el círculo vicioso arriba descrito, de superar la grave crisis de pobreza que sopor-taban. Por eso la ofrecen al rey Felipe 11, esperando que les "hi-ciese merced de la reconpensa que de la christiandad y grandeza ... 67 Punto elaborado sobre las ofertas citadas y carta del capitán general. 432 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS -del monarca- se espera" Pero la condicionan a una serie de puntos : Lo La Corona haría frente a la obligación de entregar los 200.0QO maravedíes anuales a don Silvestre de Guzmán, así como el abono de 10.000 ducados en efectivo, lo que indica que esta deuda había sido reducida en 8.000 ducados con la dote de las Monteverde. 2.O Valorada la totalidad de las rentas señoriales, el szcperavit resultante serviría de compensación a ambas familias "en forma que podamos desde luego valernos della para acabar la vida que nos queda, sirviendo a vuestra magestad, como lo an echo nuestros antecesores". 3.0 Que quede el producto de las orchiUas en favor de las fa-milias, en razón de que nunca se arrendaron; si a esto no acce-diera Felipe 11, solicitan que también sean valoradas en confor-midad con ia condición primera. 4." Como las haciendas de la casa condal siempre permane-cieron exentas de pago de quintos y alrnajarifaxgos, sus productos continuarán en dicha situación o se evaluará lo que pudiera repor-tar para sumarlo al swpermit antes citado. 5.0 Las tierras del valle de San Pedro de Hermigua fueron concedidas o arrendadas por el conde viejo con la condición de que la caña de azúcar que produjeran no pudiera ser molida sino en el ingenio de los Peraza. Por ello exigen que esta tradición se con-tinúe, así como el derecho, sin licencia previa de ninguna autori-dad, para cortar la leña y madera que en el ingenio se necesitase. Y 6." La cesión de 500 "hanegas de tierra, de medida de cor-del, en la parte que señaláremos" 69. Valor de bs rentas del señorh. El cálculo del monto de las rentas podemos deducirlo de la Información tantas veces citada, pues éste fue objeto primordial de su apertura, al paso que nos ofrece otras incidencias sobre el funcionamiento de la Hacienda del señorío. 68 Ofertas cits. e@ Ibíd , íd 30 APíTOlSIO 3ETHEiYCOURT MASSIEU El regidor Martín Manrique explica que unos treinta años antes fue arrendador del almojiwrifaxgo y qumios, por muchos alios, un tal Melchor Luis, que pagaba 400 doblas al ano de moneda de las islas, como podía comprobarse por la escritura que arán se con-servaba. Al margen de ellas estaba el derecho de exportación sobre los uxúcares, 6 por 100 de salida, que lo administraba don Diego de Ayala personalmente y calcula su importe entre 60 y 70 doblas ; lo sabe "porque para hacerse pagado de ciertos maravedís qu'el conde le deuía, lo cobró" íO. O sea, un total de 470 doblas anuales hasta 1575. Muerto Melchor Luis, Pedro Gómez del Monte, vecino de Garachico, tuvo arrendada la cuarta parte que tocaba a don Fedro Suárez de Castilla por unas 70 u 80 doblas, segián Martín Manrique, y de 50 a 60, según Pedro Morales, mientras las partes correspondientes a don Luis de Ayala y Margarita de Montw rrdz (viuda de don Melchor) podían valer unas 320 doblas, según Man-riniia Cin o m h q w r r n nn nrihomno ci; 1Knnvl;nrrn nnr. nn+rrw nrnnovon AAYLLI. WUL ~ I I L L IUIILV ~UV~ U,G L L I V ~-L LVIQ,ULLPU~L UGGUL,Q IL G U L ~ ~ L G L L - tado con la familia, refleja la realidad, al calcular que el valor totai de las rentas arrendadas podrían alcanzar en 1590, "a lo más y mayor", unas 400 doblas. Este presupuesto parece derivarse de lo siguiente: Cristóbal Alvarez, que después de muerto Melchor Luis desempeñé, el puesto de factor del conde y de su cuñada dofia Margarita, sostiene que almjarifaxgo y quintos rentaban unas 250. doblas, sin contar la parte de don Pedro Suárez de Castilla, que él calcula entre 50 y 60 doblas. Apreciación que coincide con la de Pedro Morales, que nos da unas 300. En esta dirección tenemos también el aserto de Hernán Sánchez Moreno, quien asegura que hacia 1584 tuvo arren-dada la parte de don Diego y la de la viuda de don Melchor en 200 doblas, y que la cifra correspondiente a don Pedro Suárez era de 75, según le confesó Pedro Jáimez, que las recogía. En e! mnm-eho de la visztn del capitán generalj aimqiue la ma-yoría de los deponentes reconocen que necesariamente había des-cendido la recaudación, no coinciden exactamente en la evaluacicín total. Para Martín Manrique, 400 doblas; Cristóbal Alvarez y Pe-dro Morales dan unas 300; Juan de Valladolid las estima en 260, ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS PROYECTO DE INCORPOBACIÓN DE LA GOMERA A LA CORON.4 31 y Luis Díaz de Madrid en sólo 250, precisando éste que la dismi-nución en el rendimiento se había operado desde doce años antes, "después que la ysla se partió y hizo de muchos señores" Al margen de los conceptos anteriores, los señores poseían be-neficios sobre orchilhs y derechos de rnontaxgo, que por su menor complejidad siempre administró directamente la familia condal, cuyo valor, según la casi totalidad de los declarantes, alcanzaban una totalidad de 100 doblas anuales; salvo la precisión de Cris-tóbal Alvarez, que asegura que alguna vez las orchillas producían 150, aunque "muchos años se pasan que no valen nada". En resumen, con la excepción de Juan de Valladolid, que da la cifra de 360, el resto de los que declararon señalan que el valor íntegro por todos los conceptos podía alcanzar 400 doblas de mo-neda de Canarias. Sabiendo que cada una se cotizaba a 10 reales y 12 maravedies de moneda castellana, su total seria 140.800 ma-ravedies íz. Con este conjunto de datos el capitán general expone a Fe-lipe 11 la forma de realizar la operación. La suma de lo que puede costar la Gomera a la Hacienda es de 26.000 ducados, de los cuales una partida de 16.000 se resolvería con que el monarca mandara íibrar un privilegio de 200.000 maravedíes de pros perpetuos a favor de Silvestre de ~ G m á nE. l resto, 10.000, se abonaría al men-cionado acreedor en dinero contante y sonante. A primera vista, el negocio, que parecía ruinoso, no lo era, pues faltaban por valorarse las tierras baldías. Don Luis de la Cueva reconoce que él en persona debió girar una visita de ins-pección a toda la isla para cerciorarse personalmente y comprobar si la relacih elaborada por el regidor depositario Martín Manrique se adaptaba a la realidad. Aunque "deseé vella toda -se justi-tica- y como no pude hace110 por faltas de bestias, envié a Leo- 71 Todo lo anterior está tomado de los diferentes testigos que deponen en la citada Informactón. En la iiltima aseveración coincide exactamente Pedro Morales. 72 ibíd Hernán Sánchez Moreno lo afirma categóricainente, por así habérselo conilrmado Pedro de Aguilar, '' que hes el que coge la parthe de la dicha doña Ana de Monteverde, aunque el dicho no la tiene por arren-damiento" N U 1~4 (rous) 435 32 ANTONIO GETHENCOURT iVIASSIEU nardo Torriani que reconociese las particularidades della, y era conforme a la memoria" antes mencionada. Este extremo es de sumo interés para la biografía de Torriani. Leyendo su obra se desprende que conoció de uku esta isla, pues elogia la calidad y gusto de sus carnes, especialmente la de los animales hembra, la inexistencia de conejos, escasez de vino, azú-car y trigo por no cultivarla sus moradores, reducidos a la miseria por los impuestos de sus cuatro señores. Reconoce que si fuera incorporada a la Corona "sin duda sería la más poblada de to-das" 73. Estos extremos no pueden ser sino producto de haber vivido el momento de la visita junto a don Luis de la Cueva y Benavides. Queda así de manifiesto que su breve estancia discurrió entre fines de mayo y comienzos de junio de 1590 y no entre di-ciembre de 1587 y junio del siguiente, como deduce por un simple proceso l6gico su biógrafo Cioranescu '*, incógnita que tampoco p&j despejar fiIrIeu Amas, m&s cauto, a ia & ia docu-mentación hasta entonces conocida 'j. E Las tierras baldk. 3 - 0 La cantidad de suelo carente de cultivo y sin título de propie- m dad, así como sus características, pueden observarse en el "Me- O moriaZ de las tierras que ay baldhs". De las afirmaciones de ambos n coautores se deriva : E a 1.0 Unas 350 fanegas de sembradura en las laderas de los n barrancos de la villa de San Sebastián y Seco; tierra "muy buena n y de color entre blanca y amarilla, aunque tiene muchas piedras". 3 'Era posible regarlas porque en los altos de dichos barrancos na- o cían unas ocho azadas de agua. 2.0 Era factible talar los montes de @hereda y Juel con aguas abundantes, lo que otras 400 fanegas, sin contar lo que está en cultivo o con propietarios conocidos. 3.0 El Valle de la Ceniza, de una legua de longitud y un cuarto 73 Ob. cit. @g 199. 74 Ob cit., prOlogo, pgg. 20 75 Ob cit , tomo 11, págs. 410-411 436 ANUARIO D E ESTUDIOS ATLANTZCOS de anchura, estaba todo cubierto de monte. Si se talara produ-ciría más de 2.000 fanegas de siembra, y aunque carece de agua en su cabecera, "tiene mucha [que] bierte en el valle de Harrnigua, sobre Monforte", con un caudal de ocho azadas. La tierra del mis-mo es "negra, hontuosa y con pocas piedras". 4.O Desde el camino que cruzaba entre la Cabeza de Toro y la F'uente de las Yeguas hasta Chipude, existía más de media legua con 1.000 fanegas de tierra sin monte ni dueño. El suelo, algo seco y de color pardo, por no tener agua sino en la Fuente de las Ye-guas y otra que nace sobre el Valle de la Ceniza. Este espacio vierte hacia el Sur y sólo tenia algo de monte bajo, brezos y tarahales. 5 . O El valle sobre Agulo es montañoso y abunda en tierras con datas a vecinos; sin embargo, existían unas 500 fanegas sem-brables y "mi.~cha.s dellas" con Torriani precisa que Agulo y San Marcos son monte con sus laderas divididas por un barran-quillo que vierte hacia el Norte. La tierra, "negra huntuosa" con muy poca piedra y sólo tiene agua procedente de la parte de Agulo que calcula en tres azadas. 6." En Anire, por estar casi todo datado, no hay sino 100 fa-negas baldías. La distancia entre Arure y Chipude será de casi cinco leguas de montes con abundancia de agua. Martín Manrique propone talarlo en parte y dejar una zona con cierto equilibrio, alternando monte y cultivos de regadío. Tomiani se olvida de su misión económica ante la presencia del paisaje, debido a su sen-sibilidad de hombre renacentista. Pienso que es de interés repro-ducir su pasaje: "Arure y Chapude son montes de muy lindo asiento a la parte del poniente. Tienen muchas aguas. Las tierras son ne-gras y sin piedras. Tienen ios siguientes Arboies: tii, viñático, brego, aya, aceuiño, alcebuche, laurel, sauina, barbusano, mocanes, palo blanco y otros muchos. En los valles y barran-cos ay muchas palmas; ay sauces, higueras y naranjos." Una. simple suma de las fanegas de tierras baldías en los lu-gares anteriores nos da la cifra de 4.950. A ellas, según el regidor Manrique, había que añadir otras 1.000 que tienen data (propie- Num 14 (19681 437 tario), p r o que no reciben beneficio; así como otras muchas que, habiéndose concedido con la condición de roturarlas en plazo seña-lado, esta labor no ha sido efectuada, con lo cual sus dueños han perdido el acceso a su propiedad. Finalmente, propone que la orchilla, de la que hay alguna abundancia, se destine al alcaide de la fortaleza por construir, y que las maderas pasen a incre-mentar los pocos propios del Cabildo. Torriani, por su parte, añade que de las 48 leguas de tiemas que calcula cultivables en la isla, 30 pueden ser objeto de tala y roturación. Es precisamente en este capítulo donde don Luis de la Cueva ve el gran negocio para la Hacienda Real con la incorporación de la Gomera. También da por sentado que, con tierras tan feraces B y de fácil regadío, la isla vuelva a repoblarse de gentes proce- N dentes del resto del Archipiélago y aun de otras partes. A los nue- E vos pobladores se les entregaría suertes de 30 fanegas de tierra, O n-- a cambio de una renta perpetua de 1.5C0 maravedíes por año, bajo m O E la figura de "censo perpetuo", sin contar con que algunos de los E 2 nuevos colonos, debido a la mayor extensión, calidad y fácil riego -E de las fincas, podrán y querrán "pagar ha seys 3- ocho mil1 ma-ravedí~". Calcula que con facilidad podrán hacerse hasta 200 suer- 3 - tes, o sea unas 6.000 fanegas. Este proceso supondría duplicar en - 0 m E breve tiempo la población. De otro lado, recomienda que en los O cuatro primeros años a los nuevos colonos se les exima del pago, a fin de darles tiempo para poner sus nuevos predios en cultivo, n -E cosa que algunos lograrán en el transcurso del primero. a 2 La suma de los censos sobrepasaría con creces los 200.000 ma- n n ravedíes anuales del juro perpetuo con que la Corona deberá obli-garse con don Silvestre de Guzmán, quedando así libres el pro- 3 O ducto del alrnojarifmgo, quintos, orchiilm, etc., con los que acu-dir al sueldo de la guarnición de la fortaleza A semejante pian-teamiento aún añade ei iógico incremento de dichos impuestos, consecuencia del previsible aumento de la producción, población y comercio. De ahí que, llevado de su entusiasmo. el capitán ge-neral insinúe al monarca, en caso de que el proyecto de incorpo-ración fuera retrasado o rechazado, le permitiera desvincular parte de ios bienes Cie su mayorazgo y reaiizar ia operación por su cuen-ta, pues era un negocio sin vuelta de hoja. 438 ANUARIO U& H:STUUIOS AY'LANTICOS PROYECTO DE INCORPORACIÓN DE LA GOMERA A LA CORONA 35 Portificaczón de la isla. De cuanto llevamos dicho se desprende que un punto funda-mental -pues del mismo dependía la seguridad de la isla, y de dicha seguridad su reactivación socio-económica una vez incorpo-rada a la Corona y de la navegación transatlántica e insular-consistía en fortificar el puerto de San Sebastián. La opinión del capitán general coincide plenamente con la del ingeniero Leonardo Torriani 76 y la de los declarantes en la Imforrnación de 1.573 Poco dinero costaría allanar la punta de Nuestra Señora del Buen Paso o Peñón de La Gila 77, nombre con que hoy se conoce, y co-locar tras un simple parapeto una serie de piezas de artillería, "porque desde allí se descubre la boca del puerto por través y sobre todo él y otras dos o tres caletas que están fuera" del mis-mo Naturalmente, se refiere al puerto de refugio al Norte de La Gila, donde las embarcaciones se protegían cuando reinaba tiempo del Sur; la costa que sigue al anterior hasta el actual faro de San Crist&al, y la playa y costa de fácil acceso entre las pun-tas de Los Garañones y Los Canarios, al mediodía del puerto prin-cipal. Propone, como complemento de dicho sistema, el sitio en alto que existe sobre La Gila, "un sitio que está caballero sobre este peñón", y construir allí una fortaleza en regla, que sirva a su vez de protección a la batería y parapeto de La Gila. Torriani nos da su topánimo, Ea Eminencia, y es más explicito con la función la fortaleza que para dicho punto diseñó: "como el enemigo puede desembarcar un poco más arriba [en la costa, al Norte del puer-to] y puede ocupar el lugar alto que la domina [a la ciudad], con-viene que también este lugar quede fortificado. ; porque, además del provecho y seguridad que ofrece para la fuerza de abajo, tam-bién sirve de retirada para la gente de ia viiia, dado que en caso de ser poderoso el enemigo es imposible defenderla" 789. ---- 716 Carta cit de don Luis de la Cueva y ob cit. de Torriani, pág 207. 77 El capitán general denomina a este promontorio "La Hila", en carta citada 78 Bícj. 71% 0 ~ b cit , pág 208 A continuación descarta por inútlies otros posibles proyectos Vid supra, nota 29. 36 ANTONIO CETHEXCOURT MASSIEU El numerario necesario para tales obras ascendía a la suma de 3.000 ducados, de los cuales había dispuestos 2.000 en poder de Francisco Duarte desde hacia pocos años, procedentes de una li-cencia que para estos fines concedió a la isla el rey, consistente en permitir entrar esclavos en América. Los mil restantes supone el capitán general que son susceptibles de reducción, si los mo-radores cumplen la palabra con él empeñada de contribuir con algo dinero, peones y cal pues en aquellos parajes hay abundancia de piedra, cal, maderas, arena, según aseveran algunos de los decla-r a n t e ~en la Información. A la vista de lo anterior, solicita del rey permiso para iniciar las obras sobre la marcha. La incorporación, postergada. -- Planteados en estos dramáticos y urgentes tonos la necesidad de una perentoria incorporación de la Gomera a la Corona, que Felipe 11 enviaría a vuelta de correo a don Luis de la Cueva y 1 Benavides las pertinentes instrucciones para que llevara el nego- 3 cio a buen puerto, o que eligiera entre sus burócratas la persona j-idónea para tal cometido. Pero los comentarios marginales de mano f real -tan expresivos de su personalidad- en la carta del capitán general son indicativos de su parsimonia y prudencia. En otras pa- n labras, la necesidad de una información más exhaustiva de sus con- -£ sejeros. Al margen del párrafo en que el capitán general le pide autorización para comenzar las obras de las fortificaciones, anota : n n "Que se mirara y tomara la resolución que convenga, de lo que se le dará auiso". Lo cual, a1 fin y a la postre, significaba que antes o después llegaría la orden pertinente. Mucho más descorazonador debió ser el contenido de las tres brevísimas líneas marginales al esfuerzo que supuso reunir todos los datos que parecieron impres-cindibles para enfocar la posible incorporación de la isla: "Sá-quese copia deste capitulo para el Consejo de Hazienda". En esta vía administrativa, el expediente, con el cúmulo de problemas gra-visimos que recaía sobre el mismo, especialmente durante los ocho so Carta cit de don LUIS de la Cueva 440 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAXTICOS PROYECTO DE INCORPOaACION DE LA GOMERA A LA CORONA 37 Últimos años del reinado de Felipe 11, hizo, probablemente, que Dasara a dormir en el archivo de dicho Consejo, como el plan de fortificaciones, elaborado tan conscientemente por Torriani, en el de Guerra. La isla de la Gomera continuará bajo el régimen de señorío por muchos años, y sus moradores sufriendo la penuria y una situación difícilmente subsanable. |
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