LA BANDERA DE RECLUTA DEL BATALLON
VETERANO DE CARACAS EN LAS ISLAS CANARIAS
(1785-1788)
Cuando las potencias europeas extendieron sus campos de batalla
al continente americano, resultó imprescindible el tener y mantener
fUerzas capaces de. eiifreritarUe curi éniiG a ej&&us emiiiigos,
y no sólo a incursiones piráticas o a sublevaciones locales. De las
tres clases de tropas que defendían el territorio hispánico ultrama-rino:
las móviles. las fijas y las milicias, las primeras -a diferen-cia
de las otras dos- eran fuerzas enviadas desde la metrópoli, y
tenían el carácter de «guarniciones móviles que no varían, sino es
en la distancia, de las que pasan a Orán y Ceuta» l. Sin embargo,
ni la distancia ni la tierra era la misma, razones por una parte del
alto costo del traslado y de la merma de su efectividad, en la que
influía, además de la larga duración del viaje, la diferencia del cli-
.MI A ,-.AnCC,n.lC.~~lO ...=. LI , ,,b,, de estos heches, tras d er,frertumimllt= qUe se
cierra con la paz de Versalles (3 de septiembre de 1783), se adoptó
la resolución de aumentar los cuerpos fijos en América, reforzando
unos y creando los que fueran necesarios.
Si la solución más idónea para garantizar la defensa de las Indias
era el potenciar las propias fuerzas ultramarinas, hay que tener en
1 Real Orden dada en 1764. Citada por el doctor don Alfonso Garcfa
Nzim 23 (1977) 185
2 LUIS J. RAMOS
cuenta que, dada la poca efectividad que se otorgaba a las milicias,
la única posibilidad seria que restaba consistía en completar y re-forzar
los regimientos fijos americanos 5 Esta medida, que parecía
fácil a primera vista, ofrecía una gran dificultad en razón de la gente
con la que se pensaba realizar la empresa, ya que se quería que los
reclutas fueran europeos y no amerxanos.
Esta preferencia estaba basada en una serie de causas tales como
las irregularidades cometidas en los enrolamientos de americanos,
su presunta falta de espíritu militar, vigor y disciplina 3, el condi-cionante
de ser vecinos y, por tanto, ser parte muchas veces, la fa-cilidad
de desertar por ser prácticos del país, etc. 4. Por todas estas
razones parecía más prudente, útil y efectivo no formar sólo las a
unidades con criollos, sino también con europeos, los cuales no sóh N
E
servirían de ejemplo, darían estímulo y elevarían e! rendimiento, O sino que su presencia reforzaría con lazos personales la dependencia --- m
política, pues dos hombres conservan siempre, por lo general, deci- O
E
dido amor, respeto y dulce ternura por los países en que nacieron E
2
E
y pasaron sus primeros años, y éstos son poderosos agentes e ins- -
trumentos así en lo político como en lo moral>> 3
Pero hay que recordar al respecto que en estos momentos en Es- o--
paña era muy aguda la falta de voluntarios a sentar plaza, lo que m
E
hacía que las tropas estuvieran muy lejos de tener cubiertas sus O
plantillas; esto obligaba a «no ornitii. diligencia ... que pueda con- -
-E
Gallo en la nota 239 de su artículo El servzczo mzlztar en Indms, «Anuario a
de Historia del Derecho Español», tomo XXVI, Madrid, 1956 Esta R O está 2 -
recogida como documento 15 en la utilísima obra de Santiago Gerardo Su&- --
rez, EZ ordenamzento mzZztar de Indias, «Fuentes para la Historia Colonial
3 de Venezuela», núm. 107, Caracas, 1972 O
2 Gausa a O'Reilly, 21 de octubre de 1783, citando una comunicación
remitida por Galvez el 13 de octubre. Archivo General de Smancas, en lo
sucesivo AGS, Guerra Xoderna, 7245
3 Estos demeritos eran achacados al medio ambiente, en concreto al
calor y a la humedad de la atmósfera, resultando tambien «afectados» los
españoles que llevaban residiendo en América algunos anos Así se indica
en un cuaderniiio eiaborado por ia ivítsa cie la Secretaría entre enero y iiiiayü
de 1796, como consecuencia de una consulta del capitán don Manuel Remón.
AGS, Guerra Moderna, 7252
4 García Gallo [l], págs 494 y sigs, ilustra con ejemplos concretos es-tas
apreci-&- ,l ones
131
A N 0 . 4 R I O DE E S T U D I O S A T L A N I I C O J
BANDERA DE RECLUTA DEL BATALL~N DE CARACAS 3
ducir a su completo», arbitrándose medidas tales como aumentar las
partidas de reclutamiento o eliminar o rebajar algunos de los requi-s:
tos exigidos al voluntario
Si encontrar reclutas para las tropas estacionadas en Europa no
era fácil, lógicamente esta tarea se vería entorpecida si las unidades
americanas se venían a nutrir en la misma cantera. Por esta causa
pudo llegar a decirse, ante la oposición que suscitó la colocación de
la Bandera de Cádiz para los cuerpos de América, que parecía como
si los reclutas fueran «para el servicio de otro soberano, o si las
plazas de Indias estuviesen menos expuestas a ser invadidas, o que
su pérdida no acarrease inconvenientes». Esta reticencia se veía
acentuada por el hecho de que los reclutas preferían alistarse en los
cuerpos americanos no tanto por desear a; en ayut.-
llas partes, sino <qor estar decididos y ansiosos de pasar a aquellos
dominios» 7 , constituyendo así una potente corriente emigratoria que
la Corona costeaba.
Para nutrir de españoles a los cuerpos veteranos de América, o
para reemplazar a los que cumplían, se apeló a dos procedimientos.
Uno --al que hemos aludido- consistió en establecer en Cádiz, en
octubre de 1783 zl acabar la guerra, una bandera de reclutamiento
para los Regimientos Fijos de América que repartiría a los engan-chados
según las necesidades; esta bandera estaba inicialmente di-rigida
a captar a dos soldados cumplidos del ejército de operación
que quisieran volver a servir en los cuerpos fijos de América» g. La
labor de recluta de esta unidad, así como la de distribución de los
alistados, se iba a ver facilitada por la apertura de banderas de re-cluta
situadas por iniciativa particular de varios regimientos, como
es el caso de ia de Pampiona para ia Luisiana y Fioriba, o ia be La
Coruña para los cuerpos de Buenos Aires, o la de Sevilla y Canarias
G Orden de O'Reilly, Cgdiz, 30 de noviembre de 1784. AGS, Guerra Mo-derna,
7200.
7 i3j.
8 La labor de recluta de esta bandera se anularía el 14 de agosto de
1790, quedando sólo como encauzadora de las remesas de sentenciados. Ante
la necesidad de reclutas que habfa en los cuerpos americanos, se restableció
la pnncipal tarea de la bandera en los primeros meses de 1796
9 VI.
4 LUIS J RAMOS
para Caracas, o la que en las Islas Afortunadas tuvo también el Re-gimiento
de La Habana, etc.
La segunda medlda arbitrada lo fue la de mandar a s e r v i r a
América a los desertores de primera vez, a los vagos 11, a los con-denados
por delitos no infamantes y a los sentenciados a los presi-dios
de Africa 12. El paso de las gentes entonces conceptuadas co-mo
vagos, ociosos, inaplicados, parásitos, etc., tenía una doble ven-taja
para la Corona: por una parte descargaba las ciudades de Es-paña
de estos hombres y, por otra, se les convertía en <regulares
soldados», aparte de fomentar su reincorporación a la sociedad, !o
que era «una especie de piedra filosofal más cierta y útil en lo moral
que en la que en lo físico ha intentado trasmutar !as escorias en ::
oro» 13.
N
Sin embargo, a pesar de todo lo dicho, este proyecto de cargar U
la defensa del continente americano sobre tropas reforzadas no era d -
8'
la solución idónea, al menos para el Capitán General de Caracas,
8
quien en una comunicación «muy reservada», que el 24 de enero de I
1788 remitió a don Antonio Valdés 14, decía, al comunicar el estado e
de la defensa de la zona, que era «indispensable en esta provincia, 5
Y
E
10 A este respecto dice el doctor don Alfonso García Gallo [l], en la =n
6
pagina 498, que «en 1773 se decide enviar a América a los que por primera
vez desertan en España, en 1784, a los magos de leva honrada» de la Pe- U
E
nínsula En 1789, a presos por delitos no infamantes. desertores de naves i
mercantes, polizones, etc » 1
11 Con respecto a los <vagos» es particularmente interesante el libro de a
2 María Rosa Pérez Estevez El problema de los vagos en la España del sz- d
glo XVIII Madrid, 1976
12 Real Orden de 16 de octubre de 1788
i
13 [31. Esta apreciación no estaba por supuesto generalizada ya que
0
tanto desde España como desde AmBrica se alzaban voces en su contra.
Mana Rosa Pérez EstBvez C111, página 236, dice al respecto que «de nadz
servirá que los entendidos en la materia y los responsables inmediatos de
los vagos-soldados se quejen de sus deserciones, de su ineficacia, de sus VI-cios
Tampoco se escuchan las quejas de los vecinos del reino que no quie-ren
convivir cuando sirven por quintas con los vagos; tampoco influye la
alarma de comprobar como se retraen ios reclutas voiuntarios de enroiarse
en el ejército por no gozar de su compañía»
14 Don Antonio Valdes, que tenía la dirección de la Secretaría de Ma-rina
desde el año 1783, pasaba a hacerse cargo de los asuntos de Guerra,
Ficanzas, Comercio y Navegación de Indias por la reestructuración del 8
de julio del 87 Véase al respecto el libro de Gildas Bernard: Le Secrétariat
188 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANIICOS
BANDERA DE RECLUTA DEL BATALL~N DE CARACAS 5
al menos un regimiento europeo que tenga alguna experiencia de
guerra, a fin de que a su lado y ejemplo puedan obrar útilmente los
batallones veteranos y de milicias, cuando la necesidad exija ser-virse
de ellos» 15.
Un momento crítico y que vino a imponer estos sistemas de reem-plazo,
fue el del final de la guerra con Inglaterra en 1783, instante
al que responde el escrito del Capitán General de Venezuela, don Ma-nuel
González 16, fechado el 9 de agosto de 1783, en el que comunicaba
a Gálvez el estado en que quedaba el Batallón Veterano de Caracas
ante el forzado despido, por cumplidos, de muchos soldados europeos,
sin atreverse a suplirlos con los reclutas del país, «pues no considero
conveniente que sólo se componga de criollos el batallón, así porque
las conexiones déstos les impide obras con libertad en algunos lan-ces,
como porque el trato con aquellos [se refiere a los españoies
europeos] les haga mejorar de costumbres y adquirir otro espíritu» 17,
así c o m o por la «facilidad de desertarse ... como prácticos de
él y protegidos de sus mismos paisanos y parientes» 18. Ante esta
perspectiva, y sabiendo que desde España se le podrían enviar, todo
lo más, algunos sargentos, solicitaba lg el Capitán General de Cara-cas
establecer bandera de recluta en una de las Islas Canarias, ad-d'Etat
el le Conseil Espagnol des Zndes (1700-1808). Ginebra, 1972, especial-mente
página 54 y siguientes.
l a Juan Guillelmi a don Antonio Valdes, 24 de enero de 1788. AGS, Gue-rra
Moderna, 7198
16 Don Manuel González Torres de Navarra tomó posesión de la Capi-tanía
General de Venezuela el 24 de diciembre de 1782. Sería sustituido por
don Juan Guillelnu, quien tomaba posesión de su puesto el 14 de febrero de
1786. Ver al respecto el libro de Luis Alberto Sucre. Goównadores y Cupz-tanes
Generales de Venezuela. Caracas, 1964.
17 Manuel González a Gálvez, 9 de agosto de 1783. AGS, Guerra Mo-derna,
7200.
1s Manuel González a José de Gálvez, 20 de octubre de 1784. AGS, Gue-rra
Moderna, 7199.
19 Basándose en parecida argumentación, e1 virrey Vertiz pedía la aper-tura
de la bandera de La Coruña para Buenos Aires
6 LUIS J RAMOS
mirado de «lo bien que han probado [sus naturales] en el Regimiento
Fijo de La Habana» 20, de lo que él tenía suficiente experiencia por
haber sido su Coronel hasta que recibió el nombramiento de Gober-nador
de Cumaná el 16 de julio de 1779.
En un cuadernillo 21 en el que se resume la aludida comunicación
de 9 de agosto, y algunos pormenores del establecimiento de la ban-dera,
aparece la conformidad a lo pedido (23 de junio de 1784) y la
realización de lo resuelto (2 de julio de 1784), dirigiéndose con esa fe-cha
las comunicaciones oportunas a Caracas 22, así como al Capitán
General de Canarias, don Miguel de la Grúa Talamanca, Marqués de
Branciforte, «para que concurra con sus auxilios en cuanto sea ne-cesario~,
y al Juez de Arribadas de Indlas «para que facilite los em-b
a r c o ~23. ~
Si el 20 de agosto de 1784 daba el enterzdo Branciforte 24 del per-miso
concedido al Batallón Veterano de Caracas de colocar bandera
de recluta en las Islas Canarias, el 31 del mismo mes escribía al Con-de
de Gausa para comunicarle el desagrado con el que habia recibido
20 L171.
21 AGS, Guerra Moderna, 7200.
22 En el utilísimo libro Las instituczones mizztares venexolanas del pe-riodo
hispánico ea los archtvos (indice szsternútzco documental), con expli-cación,
prólogo, selección y notas de Santiago Gerardo SuBrez, número 92 de
«Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela», Caracas, 1969, se recoge
una copia de Real Orden fechada el 15 de septiembre de 1784, por la cual se
dispone que el Capitán General haga efectuar una recluta en una de las Islas
Canarias (número de orden 1.808, Gobernación y Capitanía General de Ve-nezuela,
XXX, 85).
23 El 20 de agosto daba el enterado Branciforte, y el 30 de agosto el
Juez de Arribadas. AGS, Guerra Moderna, 7200
24 Don Miguel La Grúa Talamanca, Marqués de Branciforte, fue nombra-do
por Carlos 111 Comandante General de Canarias el 25 de marzo de 1784,
marchando de las Islas para hacerse cargo del Gobierno y Comandancia
General de Madrid, puesto para el que habia sido nombrado el 10 de agosto
de 1790. El 2 de enero de 1793 sería des~gnado Virrey de Nueva Espaiía.
Qcrbi;e la ackaci&, en Aiii&-ica de este pmonajje ver ,&-rey i@arqu& de
Branczforte (1794-1798), de Luis Navarro García y M.a del Pópulo Antolín
Espino, en «Virreyes de Nueva España en el reinado de Carlos IV», con di-rección
y estudio preliminar de Jos6 Antonio Calderón Qui~ano, publica-ci6n
CCm de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, Se-villa,
1972.
190 ANUARIO DE ESTL'DTOS A T L A N T I C O S
BANDERA DE RECLUTA DEL BATALL6N DE CARACAS 7
la aludida medida, solicitando «que se sirva dar cuenta al Rey y que
su Real piedad determine a favor de estas pobres islas que se hallan
en el estado más deplorable» de despoblación de labradores, pues en
ese momento ya había en su suelo otra bandera: la del regimiento fijo
de La Habana 25. La oposición a la recIuta se justificaba por la san-gría
constante de habitantes que ella significaba, prevención que no
era compartida por todos, pues por parte de la Secretaría del Minis-terio
se decía en un inforn~e posterior en el que se aludía a este
problema, que todo aumento o disminución de individuos tenía rela-ción
directa con las perspectivas de producción, habiéndose de llegar
a un equilibrio, ya que «en la economía política está recibido el axio-ma
de que la medida de la población es la suma de las subsisten-
~ i ~ 2l6.? ?
Si con sus peticiones Branciforte consiguió la retirada de la ban-dera
de La Habana, sin embargo ello le costó recibir el duro escrito
que Gálvez le dirigió el 2 de diciembre de 1784, en el que, entre
otros puntos que más adelante analizaremos, se le comunicaba que
Su Majestad había ordenado que siyuiera en pie la bandera de Ca-racas
27. Confirmado su establecimiento, éste se demoró, ya que
Branciforte no comunicó hasta el 29 de agosto de 1785 -más de un
año después de la concesión del permiso- la llegada en la fragata.
«Colón», procedente de Cádiz, de siete hombres al mando del tenien-te
don Pedro de la Rosa, quien le presentó el pasaporte expedido
el 2 de julio del año anterior y eligió la isla de Tenerife para situar
la partida de enganche a su cargo 28. Si tanta era la urgencia que
25. Branciforte al Conde de Gausa, 31 de agosto de 1784. AGS, Guerra
Moderna, 7200.
26 [3].
27 GBlvez a Branciforte, 2 de diciembre de 1784 El Capitán General de
Canarias acusó recibo el 1 de marzo de 1785. AGS, Guerra Moderna, 7200.
28 Del paso de esta partida recoge Gerardo Suárez E221 dos huellas. Un
oficio de don Pedro de Gallereta al Intendente Saavedra, fechado en Ma-dnd,
el 4 de enero de 1786, en el que se remite pliego de receta y copia
certrficada del suministro de 47 raciones de armada a varios individuos dei
Batallón Veterano de Caracas pertenecientes a la partida de reclutas esta-blecida
en Canarias (número de orden 1.810, Intendencia de Ejercito y Real
Hacienda, XXXII, 259), y un oficio del Intendente Saavedra para don
Francisco Javier de Machado, fechado en Caracas el 21 de agosto de 1786,
en el que se devuelve el pliego de receta relativo a las 47 raciones de ar-
8 LUIS J. RAMOS
tenía el Batallón Veterano de Caracas de reclutas, resulta un tanto
extraño la demora existente entre la concesión del permiso y el paso
del oficial, estando posiblemente relacionada ésta con la solicitud
de que se aumentaran tres compañías al referido batallón.
Efectivamente, don Manuel González, basándose en una Real
Orden de 31 de juho de 1768, dirigió a don José de Gálvez, el 20 de
octubre de 1784, un oficio en el que solicitaba que el Batallón Vete-rano
de Caracas fuera aumentado en tres compañías. Justificaba su
petición en «la intolerable fatiga» que recaía sobre esa unidad, la
cual, con sus cortas fuerzas, no sólo guarnecía Caracas, La Guaira
y Puerto Cabello, smo que frecuentemente debía «reforzar las de-más
provincias e islas de la Capitanía General, como sucedió en el
->ñn ?a onm 1, P-T,,T,,~, n,,, nontannv a lnc nnd-,,or~ncnc A n l Rín hTo- urrv uvri ru u L 4 u J u i r í r yur rc b v r i u L r r r A A"., yvr uugubuLu uLr rvsv *.u
gro, en el 81 con la de Maracaibo con motivo de la sublevación, y
ahora con la de Trinidad» 29. En esta isla -causa inmediata del es-crito
del Capitán General- se habían carrochelado en los montes ...
/un/ número considerable de negros prófugos de las /islas/ extran-jeras
vecinas y otros de la misma» 30. Con este motivo 31, y ante la
información de su Gobernador interino don Antonio Barreto, el nue-vo
Gobernador don José María Chacón partía hacia su destino con
el respaldo de un capitán, un subalterno y cincuenta hombres del
Batallón Veterano de Caracas, un subalterno y 25 hombres de las
Compañías Fljas de Cumaná, y otros tantos soldados de La Margarita.
A la petición provocada por este envío fue consecuente la Real
mada antes citadas (número de orden 1817, Intendencia de E36rcito y Real
Hacienda, XXXiV, 315 ) .
29 González a Gálvez, 20 de octubre de 1784. AGS, Guerra Moder-na,
7199.
30 El Intendente Saavedra a Gáivez, 16 de agosto de 1784 AGS, Gue-rra
Moderna, 7200.
31 Como indica Jesse Noel en su obra Trznzdad, Prowinda de Vene-xueía,
&%entes para la Historia Colonial de Venezuela», número 109, Ca-racas,
19'7z, no nay que oiviaar que este probiema de ios negros imicios
debe ser enmarcado dentro del final del período abierto en el 77, momento
que se caracteriza por una considerable agitación. El consecuente envio
de tropas, así como la misma incorporación a la isla de Chac6n, son me-didas
de la «preparación de una nueva era», título con el que inicia Jesse
Noel el estudio de este momento
192 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
Orden de 20 de enero de 1785 32, por la que Gálvez comunicaba al
Intendente y al Capitán General de Caracas que Su Majestad había
resuelto favorablemente lo solicitado: el aumento de tres compa-ñías,
para las cuales «se enviará de acá la tropa de reclutas de que
deben componerse» SS.
Así pues el batallón tenía que efectuar una doble recluta, ya que
tenia que cubrir las bajas de los soldados cumplidos y al mismo
tiempo poner en pie las tres nuevas compañías con las que había
sido aumentado. A estas dos metas responden dos disposiciones dis-tintas
pero estrechamente relacionadas por sus fines: el estableci-miento
de dos puntos de enganche, uno en Santa Cruz de Tenerife
y otro en Sevilla. Estas dos banderas, totalmente independientes en
m funcionamiento pensamos que estarían sujetas a una misma nor-mativa.
T.- popi~ecta que el &pit&n General de Venouela hizo sobre Io
fínanciación de 10s enganches en Canarias, consistía en que se abo-nase
«a cada recluta dos reales ... desde el día que se hiciese cons-tar
al Comisario de Guerra, Ministro de la Real Hacienda o Justi-cia
» su admisión, haciéndose cargo el Batallón Veterano de Caracas
de ese gasto al rncorporarse en su destino el reclutado, con lo que de
esta forma no gravitaría sobre el dondo de gratificación de hom-bres
... /otros gastos que los/ de conducción, enganchamiento y los
que corresponden a la comisión» 34. Como es lógico, esta propuesta
será inmediatamente rechazada de plano, como se le comunicaba al
Intendente de Caracas 35, por lo que el procedimiento empleado para
la financiación será el acostumbrado: la unidad recluta& pagaría
todos los gastos causados por el enganchado, excepto los de trans-porte
cuando éste se realizara en los barcos de comercio, que de-berían
de llevar cinco hombres por cada cien toneladas de arqueo
32 Así lo indica Juan Guillelmi a don Antonio Valdes el 13 de mano
de 1790. AGS, Guerra Mohma, 7199.
33 El Intendente acusará recibo a Gálvez el 7 de akxl del 85. AGS,
Guerra Moderna, 7200.
34 E211.
35 Este da el enterado el 30 de septiembre de 1784.
10 LUIS J. RAMOS
sin más abono que el de la ración de armada, que corría por cuen-ta
del Rey.
Sabemos que pronto -como es totalmente lógico- el oficial co-misionado
se vio alcanzado en sus presupuestos, ya que comunicaba
en febrero de 1786 que «se halla con pocos caudales para sostener
la partida de su cargo y los reclutas que por ella llegan a hacerse,
con el desconsuelo de no poder ocurrir a su cuerpo por tan dilatada
distancia». Así planteaba el caso de tener que suspender la comi-sión
o continuarla pidiendo dinero prestado, a no ser que se diera
orden a la tesorería de que se le administrasen las cantidades ne-cesarias
en calidad de reintegro» 36. Esta petición se resolvía favo-rablemente
el 3 de abril, y el 15 se comunicaba lo dispuesto a los a
Directores Generales de Rentas, al Comandante General de Canarias E
y al veedor don Pedro Catalán 37. O
La solución dada una vez surgido el problema resulta extraña,
d-- m
no por la medida en sí misma -la normalmente arbitrada- sino por O
E
lo tardío de su puesta en marcha. Efectivamente, sabemos que tanto E
2
E la bandera de La Habana en las Canarias como la del propio regi-miento
de Caracas en Sevilla venían utilizando este procedimiento 3
de que las Intendencias suplieran los gastos con calidad de reinte- O-gro
por el cuerpo. m
E
A pesar de esta anormalidad, podemos sospechar, aunque no te- O
nemos ningún dato al respecto, que desde el primer momenta esta 5
n
bandera sí seguía la norma de dirigir al Ministerio de Indias las E
a
cuentas y distribuciones de los gastos con los comprobantes respec- l
tivos, previa aprobación de aquellas por parte de la Contaduría del d
n
n
Ejército.
3
O
La actuación de las banderas de reclutas venían ajustándose a
dos tipos de normas: una era la que estaba estipulado por las or-denanzas,
otra las propias instrucciones. Aunque no tenemos ningu-
3.3 En un cuadernillo resumen, 22 de febrero de 1786. En el mismo
sentido habia escrito don Pedro de Nava, Comandante del batallón, al Mar-ques
de Sonora, el 10 de enero de 1786. AGS, Guerra Moderna, 7200.
37 El 8 de junio comunicaba don Pedro de la Rosa que habia recibido
de la tesorería 15.000 reales de vellón
194 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICQS
BANDERA DE RECLUTA DEL B A T A L ~ ND E CARACAS 11
na referencia en que se haga alución a ellas por parte del teniente
encargado de la recluta en Canarias, sospechamos que pudieron ser
las mismas o muy parecidas a las dadas al oficial del mismo regi-miento
comisionado en Sevilla, a quien se le remitían las primeras
por las que se rigió el 22 de mayo de 1785. Aunque no hemos con-seguido
localizar estas instrucciones, sí hemos encontrado algunas
referencias que nos permiten destacar un punto sobre cualquier otro:
el de la prohibición de hacer reclutas extranjeros. Don Pedro Suá-rez
de Urbina, el oficial encargado de la bandera sevillana, intentó
levantar esta limitación en varias ocasiones, siendo sólo dos las que
a nosotros nos competen: la del 18 de junio de 1785 y la del 12 de
abril de 1788 39; las dos veces la súplica fue desestimada, sin em-bargo
de no regir tal prohibición para otros regimientos ni incli~so,
de existir banderas, como la de Pamplona, expresamente destinadas
a ese fin en un principio. Estamos pues ante una prohibición parti-cular
y no de general cumplimiento, fundamentada sin duda en la
especial situación estratégica de la zona venezolana; de aquí, pues,
su mterés y la creencia de que las dos banderas del mismo regimien-to
-la de Sevilla y la de Santa Cruz de Tenerife- debían regirse
por la misma norma.
El 12 de abril de 1788, el oficial encargado de la bandera del re-gimiento
de Caracas establecida en Sevilla, escribía a don Antonio
Valdés exponiendo las circunstancias adversas por las que atrave-saba
su labor de recluta. Se quejaba Urbina de que el invierno ha-bía
sido muy benigno, lo que significaba abundancia de manteni-mientos
y una gran demanda de trabajadores tanto en el campo como
en la ciudad, lo que había sido causa de que capenas se encuentre
hombre desocupado ... que no prefiera el jornal de una peseta con
libertad, a la sujeción del servicio por un socorro inferior». Con el
fin de aumentar la recluta, solicitaba permiso para enganchar ex-tranjeros
y menores de diecisiete años, aumentar el socorro a 17
cuartos, redoblar el estimulo a los hombres de la partida y ampliar
el ámbito territorial de la recluta *O.
38 Urbina a Jose de Gálvez, 18 de junio de 1785. AGS, Guerra Mo-derna,
7200.
39 Urbina a Antonio Valdes, 12 de abril de 1788. AGS, Guerra Mo-derna,
7200.
40 [39].
Naím 23 (1977)
12 LUIS J. RAMOS
A De la Rosa, el oficial de la bandera establecida en Canarias,
se le había planteado a finales del 85 y principios del 86 un pro-blema
parecido, si bien por causas muy diferentes. Efectivamente,
el 22 de febrero de 1786 indicaba el referido teniente que las pocas
gentes que con edad y aptitudes adecuadas podían estar dispuestos
en la isla de Tenerife a sentar plaza, no sólo estaban ocupadas, sino
que además había exceso de oferta de trabajo para reparar los edi-fieios
dañados por el gran incendio del año anterior 41; coadyudaba
a esta situación el proyecto de la pesca de la ballena, en el que se
habían enrolado «infinitas personas» 42, así corno la demanda de ma-rineros
para los barcos a Indias. Terminaba su exposición diciendo
que por esas razones <cno se encuentran hombres para el trabajo aun
ofreciendo excesivo premio» 43.
Si ante los mismos resultados Urbina había solicitado una serie
de medidas para salvar la coyuntura, De la Rosa sólo reitera el 22
de febrero la petición ya elevada el 10 de diciembre: que se le am-pliase
el territorio en el que efectuar la recluta. En estas solicitudes
de 10 de diciembre y de 22 de febrero pedía, a imitación de lo que
sucedía con la bandera de1 regimiento de La Habana, alterar la
bandera de su cargo, según le convenga, con las otras islas ... o
que a lo menos pueda extenderse a la de Gran Canaria y La Go-mera,
por ser en las que con más facilidad se puede reclutar sin
perjuicio de sus labranzas». Como en un principio sólo se le permitió
el alternar la bandera 44 volvió a repetir la petición pecando ahora
41 Se está aludiendo al incendio de tres días de duración que arrasó
parte de la ciudad y que obligó a abrir un cortafuegos empleando la ar-tillería.
42 Se trata de un proyecto puesto en marcha por la Sociedad Eeonb-mica
de Gran Canaria, según indica Joaquín Blanco en la página 313 de su
libro Breve notzcia históraca & las Islas Canarzas. Ediciones del Excelen-tísimo
Cabildo Insular de Gran Canaria, 1976.
43 Don Pedro de la Rosa al Marques de Sonora, 22 de febrero de 1786.
AGS, Guerra Moderna, 7200.
44 La petición de De la Rosa, del 10 de diciembre, fue contestada a
Branciforte el 31 de diciembre, acusando éste recibo el 22 de marzo del 86,
fecha en la que pensamos que comunicaba al oficial encargado de la ban-dera
lo resuelto. Entre tanto, y a causa de no haber recibido De la Rosa
noticias de sir petición de1 10 de diciembre, reiteraba lo solicitado el 22 de
febrero, contestándose el 5 de abril de la misma forma que el 31 de di-ciembre:
que alterne la bandera.
196 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANrICOS
BANDERA DE RECLUTA DEL BATALL~N DE CARACAS 13
por exceso: <<reclutar a un tiempo en todas las islas o al menos en
esta de Tenerife, Canaria y Gomera» 45. Fruto de esta socilitud fue
la concesión de ia segunda proposición, si bien con un cambio: en
vez de Gomera la ish de Fuerteveniura 4c.
De acuerdo con el procedimiento establecido para estos casos, los
enganchados por la bandera del Batallón Veterano de Caracas es-tablecida
en Sevilla, debían ser presentados al comisario de guerra
u pdenador quien certificaría al pie de la filiación tanto la aptitud
de! alistarl~c omo la Fecha en la que había sido recibido, abonándo-sele
en consecuencia el haber. Estas filiaciones debían ser enviadas
tanto a la Secretaria como al Capitán General de Caracas, a quien
le servirían además para la debida comprobación de los reclutas que
iban llegando a La Guaira 47. Por otra parte, el oficial comisionado
debía remitir mensuaImente el estadillo de su unidad con las altas
y bajas correspondientes, así como de los embarques de reclutas
realizados. Aunque suponemos que el oficial comisionado de Canarias
debía regirse por instrucciones similares, no hemos encontrado más
documentos que los avisos no pormenorizados de los reclutas embar-cados,
que se cursaron a Gálvez y a Valdés, es decir, simplemente
el número de hombres enviados a Caracas y el nombre del buque 48.
Por esta documentación podemos elaborar la siguiente relación
de los embarques:
45 Esta peticidn a1 Marqués de Sonora la hizo el 3 de abril, el mismo
día en que se contestaba a su solicitud del 22 de febrero. AGS, Guerra
Moderna, 7200.
46 Así se desprende de la comunicación de De la Rosa al Marqués de
Sonora del 8 de junio de 1786. AGS, Guerra Moderna, 7200.
47 De un cuadernillo elaborado el 28 de febrero de 1785; lo resuelto se
le cursaba al Asistente de Sevilla el 22 de marzo de ese mismo afio. AGS,
Guerra Moderna, 7200.
4% Estos avisos se encuentran en el Archivo General de Simaneas, sec-ci6n
Guerra Moderna, legajo 7200.
14 LUIS J RAMOS
Hombres
25 de octubre de 1785: «Nuestra Señora del Rosario, («El Bri-llante
») .............................................. 17 27 de junio de 1786: «San Cristóbal» («El Arrogante») ........ 11 21 de noviembre de 1787: «Santo Cristo del Buen Viaje» ............ 16
2 de julio de 1788: «La Sacra Familia ..................... 12
19 de noviembre de 1788: «Nuestra Señora del Rosario, ........ 38
TOTAL.. .............................. 94
Por los datos que conocemos de la bandera de reclutas del Bata-llón
Veterano de Caracas establecida en Sevilla, sabemos que en los
envíos de enganchados a Caracas se utilizaron los siguientes proce-dimientos:
A) Embarque gratuito en los navíos dedicados al comer-cio
en razón de cinco hombres por cada cien toneladas de arqueo.
-
E) Embarque gratuito en los navíos dedicados a1 comercio a razón
de cinco hombres por cada cien toneladas y ajuste con los capitanes
de los mismos barcos del precio del pasaje de reclutas no compren-didos
en el anterior apartado. C) Embarque en buques fletados al
efecto. D) Embarque en buques de guerra 49. Por lo que respecta al
caso de la bandera situada en Canarias, sabemos que el Capitán
General de Caracas había indicado en la solicitud de su estableci-miento
que sería «de su cargo proporcionar el modo y método en
que hayan de conducirse a Caracas los reclutas en los buques de co-mercio
» 50, habiéndose escogido -y pagado- ese segundo procedi-miento
que podríamos denominar mixto: abono de pasaje-transporte
gratis.
Esto es al menos lo que se desprende de dos documentos de signo
muy diferente. El primero es una disputa habida entre don Pedro de
la Rosa y el dueño y capitán del «Santo Cristo del Buen Viaje» a
causa de haber pretendido aquel embarcar doce reclutas «por la
ración de abordo solamente» -que era de cuenta del Rey-- ampa-rándose
en do proveído en la Real Orden de 20 de diciembre de 1767
que por la de 19 de mayo del presente /1787/ se manda observar en
estas islas». Protestó el capitán diciendo que lo ordenado atañía U
das edxixazlonzs de a 200 tviiz!adas a !as qüe se redUda e! per-miso
anual de Caracas, y que hallándose el paquibot con 52 solamen-
49 Este fue un procedimiento de urgencia arbitrado en el 93 por el
rompimiento de hostilidades con Francia.
50 c211.
198 A N U A R I O DE BSTUDIOS ATLANZ'ICOS
BANDERA DE RECLUTA DEL BATALL~N DE CARACAS 15
te, no se le podía grabar con» ese número de hombres. Tras un tira
y afloja por ambas partes, consintió el capitán en llevar ocho re-clutas
por el flete establecido de 300 reales de vellón, y a los demás
por la ración de a bordo 51.
El segundo documento que poseemos aparece en una deliberación
que hace «la mesa» de la Secretaría el 31 de julio de 1789 sobre la
conveniencia de ajustar con los capitanes de los barcos el transpor-te
de reclutas. Se dice en él que lo que se sobrepase del gasto de la
ración de armada, abonada por el Rey, se podría cargar «al fondo
de gratificación del cuerpo, como lo ejecuta el oficial del regimiento
fijo 52 que está de bandera en Canarias» 53.
Aunque con este procedimiento mixto utilizado en los embarques
de reclutas se agilizaba el envío de los enganchados al impedir la
acumulación de hombres en la bandera, el costo por recluta aumen-taba
considerablemente al incidir en el capítulo de gastos la suma
del transporte. En el ya citado cuadernillo en el que se recogen las
deliberaciones de la mesa sobre los pros y los contras que acarrea
la aplicación de este sistema, se considera que prorroteando el pre-cio
de los pasajes entre todos los reclutas enviados, el costo por
hombre podría ser afrontado por los fondos de los cuerpos, pero
caso de que esto no sucediera «entonces podría abonar ... la Real
Hacienda aquel exceso» 54.
Esta posibilidad no llegó a convertirse en realidad, al menos en
el caso que nos ocupa, pues el 24 de abril don Pedro de Nava, co-mandante
dei Bataiión Veterano de Caracas, comunicaba a su Ca-pitán
General que ante la imposibilidad de que el fondo «con el que
51 Bartolomé de Casabuena a don Antonio Valdés, 12 de diciembre de
1787. AGS, Guerra Moderna, 7200.
Aunque se esta. refiriendo a la bandera del Batallón Veterano de Ca-racas,
ésta se ha retirado el año anterior, en el 88.
53 De un cuadernillo elaborado por «la mesa» de la Secretaría el 31
de julio de 1789. AGS, Guerra Moderna, 7201.
54 1531. Se consideraba que a pesar de que la Real Hacienda tuviera
que hacer este desembolso, la operación sería menos costosa que la de
fletar buques exprofeso para el transporte de reclutas.
Núm 23 (1977) 199
16 LUIS J. RAMOS
se ha de atender a reclutas y armamentos» pudiera seguir soportan-do
los gastos que ocasionaban las dos unidades de enganche desta-cadas
en España, solicitaba que se retirara la de Canarias. Así, el
29 de abril de 1788, el Capitán General de Caracas escribía en los
mismos términos a don Antonio Valdés, indicándole la necesidad de
retirar la referida bandera porque los reclutas «que de allí se han
hecho han salido los del año de 1786 a 28 pesos fuertes y 16 mara-vedises,
y los del 87 a 29 pesos fuertes, 2 reales y 3 maravedises» 55.
En la misma fecha 56 se cursaban las órdenes oportunas para la re-tirada
de la bandera de Canarias, ordenándosele a don Pedro de la
Rosa que regresara a Venezuela en la primera embarcación. Aun-que
éste comunicaba a don Antonio Valdés el 4 de octubre de 1788
que saldría el 20 de ese mes «conduciendo 29 reclutas: dos sargentos
y siete cabos de escuadra», el embarque no pudo efectuarse sino
hasta el mes de noviembre, y con nueve enganchados más en el
«Nuestra Señora del Rosario», alias «El Brillantes
Si en el total de los hombres remitidos a Caracas -94- prescin-dimos
de los enganchados en los dos momentos extremos -17 y 38
respectivamente-- podemos observar el poco éxito de la bandera en
su corta vida de existencia: únicamente ha conseguido reclutar 39
hombres que, divididos por el período de treinta y cuatro meses que
estamos considerando -desde octubre del 85 a julio del 88- dan un
promedio ligeramente superior a un recluta mensual. Sin embargo
55 Guillelmi a Valdés, 29 de abril de 1788. Con este escrito del Capitán
General se adjunta la soiicitud remitida a este por don Pedro de Nava,
Comandante del Batall6n. AGS, Guerra Moderna, 7200.
56 Sm embargo, hasta el 8 de octubre de 1788 no se dará el conforme
a Caracas ni se expedirán las órdenes oportunas a Canarias.
5.r Pedro de la Rosa a Antonio Valdés, 19 de noviembre de 1788. AGS,
Guerra Moderna, 7200.
58 El 29 de noviembre el Marqués de Branciforte comunicaba a don
Antonio Valdes la partida en el <Nuestra Señora del Rosario», y el 31 de
diciembre escribfa el Capitán General de Caracas avisando la llegada en
<El Brillante», el alias del «Nuestra Señora del Rosario, AGS, Guerra Mo-derna,
7200.
200 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
BANDERA DE RECLUTA DEL BATALLhN DE CARACAS 17
esta cifra no coincide ni remotamente con la que se obtiene apli-cando
el mismo sistema al momento del establecimiento de la ban-dera
así como al de su retirada.
Efectivamente, si la bandera se establecía en Tenerife a finales
de agosto o primeros de septiembre -Branciforte daba el aviso de
la llegada de la partida el 29 de agosto-, el 23 de octubre salían 17
hombres con destino a Venezuela, hombres que, por otra parte, ya
tenía reclutados De la Rosa el 25 de septiembre de 1786 59. Esta
altísima cifra -recordemos que el promedio era de un hombre por
mes- es aún mayor si tenemos en cuenta que en ese momento la
recluta está circunscrita a la isla de Tenerife exclusivamente, donde
-como justificaba el 22 de febrero del 86- había una gran oferta
de trabajo. El otro momento que debemos considerar es el de la
retirada de la bandera, ya que desde la salida del Último embarque
hasta la partida de la unidad reclutadora (del 2 de julio del 88 al
19 de noviembre), se han hecho nada menos que 38 reclutas, es de-cir,
8 al mes. En consecuencia, podemos decir que estos dos mo-mentos
extremos de la bandera, tan separados en el tiempo, tienen
en común la captación de un alto número de reclutas, hecho que
creemos responde a una misma causa: el aprovechar la oportunidad
que se brindaba para emigrar a América.
Recordemos que cuando Branciforte escribió en agosto de 1784
su queja por la colocación de otra bandera en Canarias, argumentan-do
que ello significaría la aceleración del proceso de despoblación
de las islas, recibió una airada respuesta de Gálvez en la que si por
una parte le comunicaba la retirada de la de La Habana y la firme
resolución de establecer la bandera de Caracas, por otra le decía
«que el menoscabo que padece la población de esas islas dimana
cie ia emigración de sus habitantes como poiizones a indias, por ia
inobservancia de las leyes y otras reales disposiciones que tratan
del asunto*, recomendándole la mayor observancia de lo legislado
y la aplicación de las correspondientes penas, citándole al respecto
la ley 2.", título 26, libro 9; también le indica que auxilie en esa vi-gilancia
ai Juez de Indias para que se cumpla lo dispuesto en el ca-pitulo
10 del reglamento de dibre comercio» de 12 de octubre de
59 Pedro de la Rosa al Marques de Sonora, 25 de septiembre de 1786.
AGS, Guerra Moderna, 7200.
18 LUIS J RAMOS
1778 sobre la revista de tripulación, cargadores y pasajeros de los
navíos con destino a Indias para evitar así el paso de polizones o
de personas amparadas en licencias fraudulentas 60
Esta orden de Gálvez a Branciforte no es una de las tantas dadas
a lo largo del tiempo para solucionar el siempre preocupante pro-blema
de la emigración clandestina a América, sino que es una or-den
personal, con todo lo que esto significa. Así, pensamos que ante
una resolución de Gálvez de tal naturaleza, el Capitán General de
Canarias cursó todas las órdenes oportunas para extremar el celo
de aquellas personas relacionadas con el tráfico indiano, lo que
significaría el cese casi total de las salidas ilícitas. Pero esta orden
debe verse en paralelo con otro suceso, este de carácter general:
el descubrimiento de que en el navío San Fermín, de la compañía
guipuzcoana que salio de PasaJes para La Guaira, iban 17' poiizones,
hecho que provocó la articulación de medidas no sólo para castigar
a los llovidos 61, sino también a los capitanes, oficiales y demás
personas relacionadas con los barcos que tuvieran que ver con ese
tráfico ilícito 62. Así nos encontramos con que en un mismo momento,
60 José de Gálvez al Comandante General de las Islas Canarias, Aran-juez,
2 de diciembre de 1784; el enterado de Branciforte es de 1 de marzo
de 1785. AGS, Guerra Moderna, 7200
61 «En vista de los autos formados por el Juez de Arribadas de San
Sebastián, ha resuelto Su Majestad que éstos, y todos los polizones que se
embarcaren y aprehendieren en las naves destinadas a aquellos dommnios,
sean de guerra o mercantes, y tanto en España cuanto en América, se
apliquen irremisiblemente a servm ocho años en los cuerpos fijos de In-dias
siendo solteros, y si fueran casados que se destinen a pobladores en
La Florida o islas de La Trinidad, Puerto Rico y Santo Domingo, condu-ciendo
a donde se apliquen [a] sus mujeres e hijos de cuenta de la Real
Hacienda», José de Gálvez, San Iidefonso, septiembre 10 de 1785. Publicada
como documento número XVTII en el apendice de la obra Memorzas Has-tóricas
sobre la legislación y gobzerno de los españoles con sus coZonias e2
las Islas Occidentales, recopiladas por el sefior don Rafael Antúnez y Ace-vedo,
Ministro Togado del Supremo Consejo de Indias, Madrid, 1797 Este
revelador documento está tambien transcrito en la obra de Gerardo Suá-re=
[l] ron e! n1Lcero 121.
$2 Así se dice que estos <costearán el pasaje y manutencibn de ellos
[los polizones] a los respectivos destinos, además de las penas coinprehen-didas
en las citadas Leyes, Ordenanzas de Marina y Reglamento del Co-rnerclo
Libre». Las penas aludidas se encuentran especificadas en varias
Leyes del título XXVi, libro 9, de la Recopilación, Ordenanzas 25 y 26 de
202 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
BANDERA DE RECLUTA DEL BATALMN DE CARACAS 19
a finales del 84 y a lo largo del 85, no sólo se extremaba el celo de
las autoridades canarias, sino que los mismos tripulantes de los bu-ques
dejaban de favorecer momentáneamente eI paso fraudulento
de pasajeros a Indias, especialmente en la ruta de Venezuela, la
más afectada por el caso del «San Fermín».
Así, el momento inicial de la bandera del Batallón Veterano de
Caracas está relacionado con los hechos antes aludidos -las me-didas
tomadas por las autoridades canarias y las esperadas conse-cuencias
derivadas del «San Fermín»-, pero también con la retira-da
de la bandera de La Habana, todo lo cual vino a significar que
el alistamiento en aquella fuera no sólo el único procedimiento fac-tible
para pasar por entonces a Venezuela, sino el más cómodo y
ventajoso. Estas dos consideraciones también explican el otro mo-mento
anormal de la recluta, el correspondiente a la retirada de la
bandera: la última oportunidad de aprovechar la posibilidad que se
brindaba de añadirse a esa corriente emigratoria que la Corona
costeaba. Esta apreciación nuestra se ve confirmada por dos he-chos:
tanto por la consideración de la Secretaría de que los que se
alistaban en las banderas para América no lo hacían «porque estu-viesen
resueltos a servir de cualquier modo a las armas ... sino ...
por estar decididos y ansiosos de pasar a aquellos dominios»
como por el gran número de deserciones ocurridas entre los reclu-tas
canarios.
¿Cuál es la causa? Pues que a esa realidad general de que lo in-teresante
es llegar a América como sea, incluso alistándose en el
ejército, hemos de añadir el hecho de que los reclutas canarios que
pasan a Venezuela tienen la ventaja de que llegan a una región
cuajada de parientes y paisanos, lo que da por resultado el que los
reclutados «inmediatamente desertan obligados 64 de la multitud de
paisanos que los favorecen en esta provincia, de suerte que es mo-ralmente
imposible la aprehensión de estos desertores 'j5.
la Marina, tratado 6, título 4, y en los artículos 10 y 13 del Reglamento del
Libre Comercio
63 [ Q ] .
64 En la carta que dirige el Comandante del Batallón, don Pedro de la
Nava, al Capitán General, se emplea una posibilidad más que una certeza:
«tal vez favorecidos por los muchos paisanoss [55].
65 Jum Guillelmi a don Antoruo Valdés, 29 de abril de 1788. AGS, Gue-rra
Moderna, 7200
20 LUIS J. RAMOS
Así vemos cómo la iniciativa del Capitán General de Caracas de
situar una bandera de recluta en Canarias «por lo bien que han pro-bado
[sus naturales] en el regimiento fijo de La Habanas no se vio
precisamente coronada por el éxito, ya que no sólo salieron los re-clutas
a un altísimo costo por el procedimiento de envío empleado,
sino que tenían el mismo defecto que había sido causa del* estable-cimiento
de la bandera: la deserción, demostrándose al final de la
experiencia que los canarios, al igual que los americanos, tenían
una gran «facilidad de desertarse ... protegidos de sus mismos pai-sanos
y parientes», no siendo obstáculo para ello el no ser prácticos
del país.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLRNTICOS