Estrenado con el siguiente
REPARTO
Dox CARLOS.
Do?; RAMON . : :
Rambn Carande de la Torre
Bernardo Víctor Carande de la Torre
La accic5n en Sevilla, el 4 de mayo de 1937, al atardecer,
Dox RA&x.-(SiE deja? &? leer). Adelante. (P%elwn a Ua-zrzar;~
. iAdelante! (Urln pnffsn. Levanta E0.5 Ojos Lid
libro, impncimte). #Ie dicho que pasen!
DOS C.4RLos.-(EIltí’R.ntEq!. Buenas tardes.
Dos R,lsró.v.- (lil~orpordmiose, sorprendido). <Eh? $ómo?
IEs posible?
Dos C’.~RI.OS.-~M~re conoce?
Do?; R.4sr~is.-(~~6ciirzti~zdo.seiS). efior...!
Dos CAKLoS.- Veo que es usted un buen aficionado a la
pintura. Ira con frecuencia al Museo del Prado.
»os R.4artis.- Siempre que estoy en Madrid.
Dos Cwux.--f-Xe venido a pie, por las calles, y nadie, en
~w-nbio, me ha reconocido.
Das RASI(¡S.-(LI mznwa de ~.xwsa). En Sevilla, ya se sa-be...
Yo vivo aquí hace mAs de treinta afios y poc:~s
person:ts han llegado R conacerme. De todos modos,
es imperdonable.
DON CARLOS.- icuriosa! iTreinta afios! Casi una vida.
Ilw 1~.4~ltis.-(Li~6azzr~~~~~ztt;i)Y. 0 tanto.
DON CMLOS.-Yo me sentía tan viejo a los cincuenta que
me meti en el monasterio, Por cierto, va usted con
frecuencia por Extremadura...
Dos R.wíx.- -.1 Badajoz. Allí naoi mi madre, tenemos
unas tierrns. . .
Dos C.WLOS.-LO Sc?, lo se...
Do?; RAJI~s.--[CON aso~~zh~). ;I,o sabía vuestra majestad?
Dox CARLOS-YO se muchas cosas de usted, no tantas co-mo
las que usted sabe de mí. Pero algunas, algunas...
IT<g, por ejemplo, se que es su cumpleaños. Por eso
he venido a verle.
Das RA~I«S.-(El?tol:io?¿llL1’0!. ;Selior...!
Dos CARLOS.-- @ué menos puedo hacer! Su libro es para
mí un gran consuelo. En Cl he aprendido a conocer-me
y a conocer mejor mi @oca. 1,o tengo a la ca-hecera
de la cama y lo leo cada noche. Pesa mucho.
Pero mas pesahan todas 1iIS coronas que tuve que
s<lprmar. i.Sr aiwerd ii ustetl de Aquisgráni
Dos R-wOs -Si, senor.
DON CAw+os.-Si no llega R ser por aquel condena& fraile,
me hubieran pesado menos. {Trntatrdo de recordavj,
Se llamaba aquel fraile..., <corno se llamaba?
DON RAMW.-?tIartin Lutero.
DOY CARLOS.-Ex:K~o. iE muy indecente! Se casb con una
monja. Pero, en fin, no he venido aquí para quejar-me,
sino para felicitarle. $Xincos allos?
Dox RAvóx.-Setenta, sefiar.
Dos CARLOS.-XO cabe duda: el mundohaenvejecido,pero
los hombres son ahora mucho más jbvenes, Sé que
tiene usted dos hijos, Ramdn y Bernardo, y puede
que algún día sean tambien mis amigos. Ramtin tiene
un color de pelo muy parecido al mío. Con una barba
podría encarnar mi figura bastante hien.
Doy R.w.5x.-Eso es lo que estLi haciendo, sefior.
DON C.~RLOS.-YO tuve tres hijos. Legítimos, se entiende.
Xo crea usted que me olvido de Don Juan.
Dox R.%Wx.-Don Juan es inolvidable.
Dox CARLOS.- Mw rahwta). <Verdad que sí? Yo siempre
sentí por 61 una gran ptedileecirin. Puede que en el
fondo fuera que no me olvidaba de su madre. Porque
yo siempre quise mucho al pueblo, aunque otra cosa
se pensara en Valladolid.
DON RAX~)N-.N o hay que hacer caso de lo que se piensa
en Valladolid.
DOS CARLOS .---Me gusta más La Coruiia. Allí las Cortes
me dieron todo el dinero que necesitaba. l\ìo hay CO-mo
los gallegos para gastarse el dinero en soldados.
Dos Rt\x\tós,-Es una tradicibn gloriosa.
DON CARLOS.--Y digame, <que va usted a hacer ahora, al
cumplir los setenta aKas?
Dos R,wOx.--Seguir x-iviendo. sefiar, si Dios quiere.
Doy CARLOS.-Es lo mejor: vivir. Se lo escribí muchas ve-ces
a Felipe, pero él no me hacía caso. Preferis en-terrarse
en vida. iClaro que yo le di muy mal ejem-plo
con In de Yuste!
DON RI\x~?;. -Hwe poco visitamos el monasterio. Daban
ganas de quedarse.
DON C.mLnS.-GmCi;s. Es usted muy amable. Los espafio-
ICS fueron siempre gente muy amable.
DON R,wd?T.-Han cambiado un POCO.
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aux CAIWX.-& posible. Yo no les conocí bien en mi
tiempo porque.., jcomo entendía tan mal el caste-llano...!
DOS R.w60í.-Pero ahora lo habla vuestra majestad a la
perfeccidn.
DOS CXRLW --Lleva cuatro siglos en Espana, hijo mío.
Ihs I¿.w~x. -Es verdad.
Dos CAItl.OS. -$1 tiempo! Fue mi peor enemigo. Quería
estar en todas partes y llegaba siempre tarde. Claro
esta que alguna vez fui muy puntual: en Mihlberg,
por ejemplo.
Dox R.wo.v.--Gran victoria, señor. Su recuerdo aún nos
conmueve a todos los buenos catolicos.
IhN CARLOS.- Pero en EspaAa fue mas popular lo de Pavía.
DON R wuds. -.4ún se conserva la torre de los Lujanes. Fi-gura
en la guía oficial de Madrid.
Dos CAnLos,--Menos mal. Porque a veces he pensado que
quizas mi error consistid en querer incorporar a los
c?spafioles, que no se han interesado nunca por la
Historia, a una tarea universal.
Dos I¿xu6s.-; Y América, seiior?
Uos CARLOS.-NO me hable de eso, don liamdn. Se lo
ruego. Yo se que hoy se habla de Cortes y de Piza-rro
mas que de mí. Pero aquellos pillos no me man-daron
nunca todo el dinero que yo necesitaba.
DON RAsati?;,-Sin que trate de justificarlo, majestad, lo
cierto es que la Historia nos ensefia que nunca ha
habido bastante dinero para los emperadores.
&N CARLos.-Depende de los emperadores. $fi hermano
Fernando hubiera sido más modesto.
Dos RAMos.-Era muy espafiol.
DOS CARLOS.-No se. Eso decía el abuelo. pero 61 se fue
con su espafiolismo a vivir en la dlemania, y yo,
que nací en Gante, preferí Extremadura. Esto me
atraía, no sé por qué.
Do* I~Aw;N.--E%pafia ha sido siempre un viejo misterio.
I)o% CARLOS.-% cierto. Se re que es usted un poeta. Tn-fhiencia
de su hijo 13ernardo, de seguro. Yo decidi
dedicar a J.%~pafIa toda mi vida, y toda mi muerte,
il. ver si al fin llegaba a entenderla. Cuestidn de pa-ciencia,
me decía. Y entonces...
DON RAM~N.-¿Y entonces.. .?
DON CARLOS .-Entonces me dedique a la relojería. Xi pa-sion
por los relojes no fue nunca un mero pasatiem-po,
sino una dísciplina moral. Me curó de todas mis
inquietudes. (.%enrrlr ocho campawadas de reloj) &Q
oye usted? El tiempo me responde al primer conjuro.
Son las mismas ocho campanadas de todas los días,
de todos los anos, de todos los siglos... Son siempre
Ias mismas. El hombre no envejece aunque suenen
muchas veces, porque el tiempo no tiene edad, El
tiempo es solo uno: el tiempo.
DO?: R~srOx.-iFIa leido vuestra majestad a Einstein?
DOS CARLOS .-Siempre me interese mucho por los judíos
alemanes.
DOX R.~srdn.-(Leva~ztriirdose~. Perdbneme, señor, pero va
cayendo la noche y la habitaciõn esta ya muy oscura.
Dos CARLos.-Dejela así, Hablaremos entre las sombras.
Xe gusta oir el ruido del mundo entre las sombras.
Estoy acostumbrado. Soy una sombra mas.
(Empiesa a oirse. ew ZIN piatpo, el andante de Ea
.~onutn 14 de BeethoveMJ.
Escuche. Es Maria Rosa, <no? Nadie mejor para re-cordarnos
en este momento que la vida nos rodea.
Hasta aquí no nos llegan los ruidos del mundo. Solo
esta música. Pero nada mejor que esta mtísica ro-mtmtica
para explicarnos lo que los ruidos no nos
dejan oir: la intimidad del hombre, la dicha soflada,
la ilusidn de cada día...
(Hay nna pausa, que llenan sz~avemente /as no-tas
del piano. DON CARLOS slgrre hablando).
De todos los ruidos del mundo, a los que fui tan
accionado, me canse muy pronto, aunque la gente
no lo cre-era, Yo tarnbibu fuf un poeta. ;Sahe usted,
don Ramón, que llegu6 a firmar unas capitulaciones
para la conquista de una isla imaginaria? Llegue in-ch.
yso a nombrarle obispo. Maria Rosa debe saberlo
porque se trataba de una isla canaria, la de San Bo-ronddn,
o al menos decían los t!annriOS que la veian
por aquellas aguas.
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DOs ]&.>tds,-r~not:tré, sefior, la noticia inédita de las ca-pitulaciones.
Dos C.w.os. -fo crea usred que me engaílnron al hablar-me
de la dichosa isla. Pero yo fui siempre muy afi-cionado
a todo lo imposible.
(Pwsa. Cesa la mzlsicn doi piano).
Del; R.+>tox.-Si vuestra majestad lo permitiera, me atre-veria
R h;lcerIe una pregunta delicada.
Dos CARLos.--1-Idgame todas las preguntas que quiera, don
kunún. Xadie mejor que usted conoce mis respuestas.
Dos 1~.4arcíN.-.+kluella tregua, aquel armisticio, diríamos
huy, que pidio vuestra majestad a los protestantes
hasta el Concilio de Trento... {Fue un acto político
0 una momentánea inclinación a la tolerancia?
Dos cARLoS .-No. yo no contaba con los jesuitas. Eran
muy jóvenes, entonces. Fue un acto político, pero
de otra clase. 1’0 sonaba con la unidad de Europa,
como usted sabe. Lo del Imperio Universal era una
tonteria. Y yo estaba completamente convencido de
que, sin Roma, no era posible la unidad. En eso me
equivoque, clon Ram6n. Me cuesta confesarlo, pero
usted es mi mejor amigo y no puedo engañarle. Di-fícilmente
los paises ndrdicos se hubieran sometido
nunca totalmente a una institucidn latina. Son gentes
muy distintas, en ideales y en costumbres. Hubiesen
c:tírìo, Cle la manera más natural, en una pagan&
Gracias a ese monje..., a ese monje del que hablá-bamos
antes... $Xrno dijo usted que se llamaba?
Dos RAxúx.-Lutero.
DoS CARLOS.-&tCinS a Lutero, preCiS0 es reconocerlo,
Europa estA hoy nnida y no ha salido de la Cristian-dad,
Tiene, pues, un ideal común.
DOS RAM~s.--IQu~ ldstimn, sefior, que el unico amigo ar-zobispo
que yo tenla no se encuentre ya entre no-sotros!
iCon cuiinto gusto le hubiera contado nuestra
entrevista!
hS CMr.os.--iCuidado con los obispos! No he podido ol-vidarme
de Xcuila. Y a prdposito de Iglesia y de po-lítica...
Se btbla ahora mucho en España de libertad.
DOS R.wJx.-Se ha hablado siempre.
Dox CARLos.-<Por que3
Dox R.wox. -El espaìicll es pobre. Cree que si fuera mas
libre sería m&i rico.
Dox CARLOS.-Sí, en mi tiempo se hablaba mucho de los
ducados de oro.
Dos R.&xds.--Ahora se llaman cfrilnr~.
nOX CARLOS.--;y eS qttk eS?
DON R4srbs.- So se sabe. Pero todo el mundo habla de
ellas.
DON CnRtos.-;Ruena palabra! ;Sonora! ;DdZm%s! Xe hu-biera
servido para las germanías. Y puede tambien
que para los comuneros. Porque, en el fondo, todo5
los movimientos de reheldia de los paises pobres no
sirven mlis que para que Francisco 1 nos invada.
Dos Raaros.--Interpretaciún econõmica de la Historia, de
mCts valor en boca de un idealista.
Dos CAt?Los.--tiracias, mi querido don Ramdn, Yo J-U no
soy nnda. Solo un hombre cansado y que quiere a
sus amigos. Por eso he venido esta tarde a sentarme
junto a usted. Hoy es tambien para mi una fecha im-portante.
Celebro otro aniversario juntamente con el
suyo. El Mío 57 es un nuevo lazo que nos une. Es
el de su jubilacibn, g otro nRo 57 fue el de la mia,
el de mi ingreso en Yuste. Los dos nos retiramos,
cada uno a su manera, del quehacer diario. Ahora
le quedan a usted muchos anos por delante para es-cribir
otros libros. No le pido que todos sean tam-bién
sobre mi, porque usted sabe que yo no fui nunca
ambicioso.
DOX R.+wos.-Gracias, señor.
Dos C.ARI.CS.--No me las dé. Soy yo el que le debe mucho
y no sé r‘hrno corresponderle, En mis tiempos le hu-biera
pxlicio ofrecer, muy de corazdn, un virreinato,
una mitra... Pero hoy, siendo solo una sombra, no
puedo ofrecerle más que mis brazos.
(Doa Cwlos IL' timie los hrrrsosj.
Dos R.~~~/I()~.-,~~~~bru~ult~o ni .??WlpFP'llLlt;ln~, ~~-Str~l.~ZUliientrj.
iTz no es bastante, seilor?
TELfiN
CLAUIW DE LA TORRE