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POLITICA DEL PORFIRIATO, EMIGRACION PENINSULAR E
Y EMIGRACION CANARIA A MÉXICO O n -
Análisis comparativo de la inmigración peninsalar y canaria =m
O
E
(1882-1911) E
2
El conjunto de medidas adoptadas en México durante la larga eta-pa
de gobierno de don Porfilio Díaz para fomentar la inmigración ex-tranjera
es tema tratado por la historiografía mexicana. Autores como
Moisés González Navarro l han puesto de relieve las líneas maestras
de la política colonizadora de este período, aunque sería de enorme
utilidad monografías sobre los distintos aspectos concretos de esta po-lítica.
No sucede lo mismo con el estudio de la inmigración española
a México durante estos años, tema :obre el cual la existencia de tra-bajos
estrictamente científicos es totalmente nula en su conjunto, como
en lo que al análisis de los distintos grupos de españoles según :u pro-cedencia
regional se refiere.
La carencia es general: no disponemos ni de estudios cuantitativos
del movimiento migratorio de españoles a México, ni tampoco de tra-bajos
sobre las áreas en que se asientan según procedan de una u otra
región española, ni de las actividades a las que se dedican. El presente
trabajo pretende poner en relación las disposiciones de las autoridades
porfiristas para fomentar la inmigración europea con el flujo inmigrato-rio
procedente de España y especialmente con el compuesto por los
naturales del archipiélago Canario; dar también una panorámica por
una parte del aumento cuantitativo de la inmigración y por otra ex-plicar
los aspectos cualitativos de la misma, poniendo de relieve las
peculiaridades que la inmigración canaria ofrece respecto al resto de la
inmigración española. El haber fijado la fecha de comienzo de nues-
1. El Pofiriato: la vida social, en Historia Moderna de Méjico, airigida por D. Cosio
Villegas. Ed. Hermes, Méjico, Buenos Aires, 1957, y La colonizacidn en Méjico. Talleres
de Estampillas y valores. Méjico, 1960.
2. La bibliografía existente sobre el tema se compone de algunas alusiones en
obras más generales o de pequeños trabajos y generalmente conferencias editadas.
Ejemplo de este tipo de obra son las de JUAN DE DIOS B o J ~ ~ QLua ~in~in:ig racidn espa.
ñoIa a Méjico, conferencia pronunciada en el centro asturiano e impresa en 1932 por el
Bloque Obrero Intelectual; también, DEMETRIOG ARC~AE: spana en Méjico. Herrero
Hermanos y Sucesores, Méjico D. F., 1920, 57 pfigs.
tro estudio en 1882 responde a que en ese año se inician en nuestro
país las estadísticas de migración y al no existir entre 1876, en que
sube al poder el general Díaz, y 1882 una corriente migratoria de
importancia ni tampoco intentos colonizadores con zúbditos españoles.
Es sólo a partir de 1882 cuando ccmenzará a llevarse a cabo estos en-sayos
colonizadores.
Anteriormente a estas fechas la afluencia de extranjeros a la repú-blica
mexicana y en concreto la de españoles había sido muy eccasa.
La inestabilidad política, la falta de seguridad personal, el sentimiento
antiespañol y xenófobo que la intervención francesa no había hecho
sino aumentar, unido a la bancarrota económica, habían reducido los
70.000 españoles que con Lucas Alamán estimaba para comienzos del
siglo XIX con la décima parte en 1880.
Sólo una conjunción de mejorar económicas, orden social, estabili-
2 dad política e incentivos para ei extranjero podían proporcionar ia co- N
rriente inmigratoria que, en opinión de una gran mayoría de la mente
rectora del país, México necesitaba. Fue el gobierno del general Por- -
firio Díaz quien se propuso instrumentar una política que condujera
a esos fines, que sentara las bases necesarias para convertir México E E
en un lugar de atracción para el europeo. Analicemos esta política E
antes de ver sus efectos concretos sobre la emigración española y en
especial canaria. 3 - -
0
m
E
11) LA POLÍTICAP ORFIRISTA Y LA INMIGRACIÓN O
El objetivo final de la política porfirista, el logro del progreso eco-nómico
debía asentarse sobre cuatro pilares: la pacificación del país, -
a
única forma de alcanzar la tan deseada estabilidad política; las inver-siones
de capital extranjero, medio de hacer frente a la escasez de nu- n
n
merario para poder adquirir los bienes de equipo y realizar las obras $
de infraestructura que el país necesitaba para llegar a ser una nación "
moderna; tercero, la riqueza natural del país, creencia casi unánime-mente
aceptada, y cuarto, finalmente la llegada de inmigrantes europeos
que habían de sacar partido y exploiar la abundancia natural con que
el Creador había dotado a la nación mexicana y que hasta entonces, de-bido,
según opinión general, a las graves carencias demográficas no ha-bían
podido hasta el momento rendir satisfactoriamente.
La consecución de la última condición enunciada para el progreso
--
3. Historia de Méjico, t. 5, p. 84.
386
económico dependía del logro de las anteriores, es decir, de la ade-cuada
explotación de la riqueza del país en un ambiente de paz y de
orden con las necesarias inversiones de capital extranjero. Precisamente
a estas inversiones se halla íntimamente unido el proceso inmigratorio.
La historia de la inmigración corre paralela con la de la inversión
de capitales extranjeros; mientras éstos no llegaron, la corriente migra-toria
fue escasa e insatisfactoria; al incrementarse el flujo de capitales,
aumenta también el de los inmigrantes europeos.
Pero analicemos brevemente cada una .de estas premisas: paz social,
riqueza natural e inversiones extranjeras, para hacerlo después con ia
inmigración como premisas necesarias para la comprensión del tema
central de nuestro estudio 4.
Cincuenta años de inestabilidad hicieron ver el orden como la pri-mera
meta a alcanzar y a este fin se encaminaron los esfuerzos del
primer gobierno porfirista. Las causas de inestabilidad no desaparecen
ni en los primeros tres años de gobierno de Díaz ni durante la presi-dencia
de Manuel González, 1880-84, años que coinciden con los pri-meros
fracasos de la política colonizadora y de fomento de las inver-siones
extranjeras, prueba de la íntima conexión de los factores ante-riormente
enunciados como condición previa al auge inmigratorio e
inversor, lo que justifica su tratamiento en este trabajo.
La vuelta de don Porfirio Díaz a la presidencia en 1884 marca ei
inicio de una nueva etapa caracterizada por el fin de la formación de
nuevos cacicazgos locales y de las rebeldías regionalistas; la liquidación
total del lerdismo, muy activo en el trienio 1877-80; la extinción del
bandolerismo, que infestaba a los caminos mexicanos, y, por último,
factor muy importante por su relación con la inmigración, se sofocan
las rebeliones indígenas que la política colonizadora había originado al
desposeer a las comunidades indígenas (especialmente a los yanquis)
de sus tierras para entregarlas a las compañías colonizadoras e instalar
en ellas grupos de colonos.
De esta forma, a partir de la segunda presidencia del general Díaz,
se pueden considerar alcanzados los objetivos de orden y paz social
4. Exactamente 6.552, según carta del Ministro plenipotenciario de España en MBjico.
Aunque faltan datos de los Estados cie Campeche, Coahuila, Durango, Jalisco y Tamau-lipas.
Archivo de la Embajada de España en Méjico, Sec. Correspondencia. Año 1880.
5. Un magnífico análisis de estos problemas se halla en la obra de Lurs GONZALEZ:
El liberalismo triunfante, en Historia General de Méjico. Tomo 111. El colegio de Mé-jico.
Mkjico D. F., 1976
cuya ausencia había hecho fracasar los primeros intentos colonizadores
en el país 6.
La firme creencia en la gran fertilidad de la mayor parte de las tie-rras
mexicanas, en los inagotables tecoros de su subsuelo y en general
en las grandes posibilidades económicas de la nación ha sido una de
las constantes de la historia de México que con más fuerza emergen
a la superficie en determinadas épocas 7, y una vez que la realidad se
encarga de ponerlas en tela de juicio se ve sustituida por el sentimiento
contrario, el pesimismo, frente a la capacidad de producción del suelo
mexicano. Esta dualidad antagónica de creencias corresponde a cada
una de las dos etapas claramente diferenciadas del porfiriato en ma-teria
~igratoria: hlsta 1830 aproximadíimenre es la cara optimista la
que predomina; después de esta fecha los fracasos de la política colo-nizadora
conducen a la intelectualidad positivista, a un mayor realismo,
magistralmente expuesto en la obra de Justo Sierra.
Se hizo, pues, creencia general que la resolución previa de algunos
problemas importantes era condición sine qua non para la explotación
rentable de las tierras, única manera de promover una fuerte inmi-gración.
Los problemas a resolver previamente eran: la insalubridad
de las fértiles tierras costeras, la irregularidad .del régimen pluvial en la
meseta central y el problema de las comunicaciones.
Las soluciones a estos tres obstáculos se encuentran en las dos con-diciones
previas para el progreso económico anteriormente citadas y
que aún hemos de analizar: la insalubridad de las tierras calientes se
paliaría poblándolas con gente adaptadas al medio ambiente; de ahí la
importancia otorgada a la inmigración canaria; las necesarias obras
hidráulicas y el indispensable desarrollo de la red de comunicaciones
serían consecuencia inmediata de las inversiones de capital extranjero,
poco numerosas en la primera década de gobierno de Díaz, cuya ausen-cia
viene a sumarse al conjun.t o. de factores explicativos de fracaso de la co~oli~adorad el prfir;a:o en estos afiGs.
6. No entramos en ei análisis de los medios utilizados por Diaz para conseguir
este fin, pues se encuentran bien estudiados en LCIS GoirrzA~~zo: p. cit., pp. 202 y SS.
7. Desde la aparición de La grandeza mejicana en el siglo xvrr, volvemos a encon-trar
este sentimiento a fines del xv111; vid. Luis GOWZALEZE: l optimisom: un factor
esencial de la Independencia de Méjico, en Estudios de historiografía de la Nueva
España. El Colegio de Méjico, Méjico D. F., 1945. Inmediatamente después de la consu-mación
de la Independencia: vid. JAVIEORC AMPOL: as ideas de un día. El Colegio
de MCJico, Mkjico E. P., 1069.
Tras la restauración de la república y en el comienzo del porfiriato, aunque s61o
en momentos de catástrofe. desaparece del sentir del pueblo mejicano.
Esta estrecina conexión de los distintos elementos que estamos po-niendo
de relieve como marco previo para la comprensión del fenó-meno
,de la inmigración peninsular y canaria a México nos lleva a con-tinuación
al análisis del proceso de inversión de capitales.
El proceso inversor ofrece en su desarrollo un impresionante para-lelismo
con el fenómeno inmigratorio: ambos fenómenos inician su apa-rición
con reticencia y dexonfianza; hasta ver realizada la pacificación
del país, sólidamente establecido el régimen y disipados los recelos en
la solvencia del gobierno mexicano, tanto las inversiones como la inmi-gración
se mantienen en postura tímida y no se dan con la intensidad
deseada. La división en dos etapas separadas por el año 1890, que ha-bíamos
efectuado al hablar de la pacificación del país y su relación
con el flujo inmigratorio, es válida también en lo que a la introducción
de capitales se refiere: casi inexistente hasta 1881, aumenta con las
concesiones ferrovarrileras y mineras, se ve propiciada tras el restable-cimiento
de relaciones diplomáticas con Francia y la liquidación de la
deuda con Inglaterra en 1886, con la creación del Banco Nacional Me-xicano
por una parte y la reanudación de las inversiones inglesas en
un sector tradicional para ellas como el minero '.
Este incremento inversor que a partir de 1890 se acelera y alcanza
su auge con el establecimiento del monometalismo en 1905 va en
estrecha relación con el creciente proceso de vinculación de la economía
mexicana con el mercado mundial, fundamentalmente europeo, que en
plena fase depresiva del ciclo Kondreatieff, 1873-9.6, obliga a los paí-ses
industriales a lanzarse a la conquista de nuevos mercados 'O. De 1877
a 1889 la producción de henequén se cuadruplicó, pasando de 11.000
toneIadas a 40.000 toneladas.
A las tradicionales exportaciones de oro y plata se sumaron las de
productos agrícolas, como henequén, café (8.000 toneladas en 1887
y 15.000 en 1881) y maderas preciosas 'l.
Al finalizar en 1895 la depresión económica en los Estados Unidos
de Norteamérica, los intercambios se hacen mucho mayores y la afluen-cia
de capitales norteamericanos más importante, del mismo modo que
la supresión sobre la economía mexicana y la dependencia de ésta de la
8 . Vid. LUIS GO~ALE(Z19 761, p. 208.
9. FRADERICMK AURO:H istoire de I'éconornie mondiale (1790-1970), p. 198, Parfs.
10. Vid. MARIOH ERNANDESZ. ~NCHEBZA RBA:C iclos Kondrafieff y modelos de frus-tracidn
econdmica hispano-americana, en Revista de la Universidad de Madrid, 1971.
11. Estadísticas económicas del porfiriato, editadas por Banco de Comercio.
de Estados Unidos se hace sentir de manera más acuciante. Si en 1877
sólo una cuarta parte de las importaciones mexicanas provenía de los
Estados Unidos, en 1888 es más de la mitad; del 42 por 100 de las
exportaciones de México se pasan durante estos mismos años a más
del 77 por 100 12. De esta forma la inversión extranjera hace que los
puntos más distantes del país se vean unidos por el ferrocarril, que
pronto el telégrafo ponga en contacto los más remotos lugares, vincu-lando
las distintas regiones de México entre sí para desarrollo de un
mercado nacional hasta entoncer poco evolucionado, ligando con una
intensidad sin precedentes no sólo la economía mexicana de la del resto
del mundo, sino también en gran medida a los habitantes de otros paí-ses
con el ~ueblo de México por medio de la inmigración.
Analizamos en último lugar este problema, pues constituye en rea-lidad
efecto de los fenómenos mencionados anteriormente, a la vez que
sirve de causa al incremento de riqueza económica, una vez que se
han dado previamente márgenes aceptables de estabilidad social y polí-tica
y de capitalización de un país. Sin estos prerrequisitos no prospera
la corriente inmigratoria como tendremos ocasión de ver más adelante.
Ezte tema, ya tratado extensamente por Moisés GonzáIez Navarro 13,
será utilizado por nosotros como marco referencia1 en el caso cuyo
estudio nos ocupa.
1. El fundamento intelectual de la necesidad de inmigracióíz extuaiz-jera
Consistiría en lo que ha dado en llamarse «explicación naturalista»
del atraso económico americano 14. Típicas en toda Hispanoamérica en
esta época estas explicaciones, están influidas por el determinisino ba-sado
en criterios de raza y herencia tan de moda entonces entre los
prohombres del liberalismo. Matías Romero en su Mexico and The
United States, Díaz Dufoo v una larga serie de personajes del momen-to
en México, como años antes Sarmiento en Argentina, ron represen-tativos
de esta tendencia.
También a principios del siglo xx, Bunge en Argentina con su obra
12. LUIS G~NZALE(Z19 76), op. cit., p. 211.
13. Op. cit., nota 1.
14. vid. ivL4Rco i ~ u ~ i > s s oM:o de;oj j g i i~e~~; 2 S ; ?&=j i n f e~p r e ? c c~d&p !a ~ef l l idnd
latinoamericana: de Mariátegui a Gunder Frank. Cuadernos Anagrama. Ed. Anagrama.
Barcelona, 1973.
Nuestra América, Bonfim en Brasil en su obra O parasitismo social e
a evolucüo de América L~tina, Francisco ?Encina en Chile con su obra
Nuestra inferioridad económica, sus causas, sus consecuencias, por no
citar más que algunos ejemplos, todos ellos hacen hincapié en la ausen-cia
en el carácter del iberoamericano del espíritu de iniciativa, la per-severancia
y el ánimo de cooperación existentes en los sajones.
Según esta línea explicativa, las cauyas de estas deficiencias serían
atribuibles a la inferioridad del indígena, explicada por diversos moti-vos,
entre los que aparecen más frecuentemente la mala alimentación,
los efectos del clima, etc., y además la herencia española de indivi-dualismo,
desprecio al trabajo manual, hábitos señoriales, etc. La forma
de suplir estas fallas era a través de la inmigración, a ser posible europea
y sajona.
Además de esta explicación, basada en la superioridad del traba-jador
extranjero sobre el indígena y la incapacidad para poder sacar
partido de la riqueza natural, hay que tener en cuenta para comprender
el fenómeno y la escasa población de las zonas tropicales del país, insu-ficiente
para explotar con pleno rendimiento la tierra, ya que es allí
precisamente donde se pretende dirigir a la inmigración canaria.
2. Los instrumentos de la politica colonizadora-inmigratoria
Dos fueron los principales medios de que se valió el gobierno por-firista
para impulsar la colonización: el deslinde de los terrenos baldíos
para entregarlos después a los particulares y el empleo directo de fon-dos
del presupuesto en comprar tierras para transportar e instalar allí
a los colonos 15.
La realización de estas intenciones se pudo llevar a cabo con la pro-mulgación
de la ley del 15 de diciembre de 1883, que autorizaba ai
ejecutivo el deslinde de terrenos baldíos o de propiedad nacional. Cada
colono podía adjudicarse hasta un máximo de 2.500 hectáreas, a pa-gar
en diez años, quedando en ese tiempo exento de todas las contri-buciones,
excepto las municipales de derechos de importación ,de ví-veres,
ganado, materiales y maquinaria y de derechos de exportación.
También autorizó el deslinde por compaííías, ofreciéndoles en com-pensación
la tercera parte del valor de los terrenos o de ellos mkmos,
terrenos que no se podían conceder a extranjeros no autorizados ni en
extensión de 2.500 hectáreas.
Como franquicia se concedió ia venta a iargo piazo y a bajo precio
15. MorsÉs GONZALEZ NAVARROLa: coIonizaci6n en Méjico, p. 9 , Mt5jico D. F., Talle-res
de Estampillas y Valores.
39 1
de terreno, exenciones tributarias a los capitales destinados a la em-presa,
de derechos de puerto a los buques que condujeran diez familias
de colonos cuando menos, exenciones a los materiales, animales, semi-llas
y herramientas, primas por familia establecida, por familia desem-barcada
y por familia mexicana establecida en colonia de extranjeros 16.
En lo que a subvenciones se refiere, de 1880 a 1881 se asignaron
20.000 pesos, que al año siguiente fueron 400.000, y en 1882-83
1.040.000 para gastos de colonización y 800.000 para transportes en
barco; a partir de este año fueron disminuyendo las subvenciones, has-ta
llegar en 1910 a una suma igual a la inicial, 20.000 pesos.
Hay que añadir a esto las subvenciones otorgadas por los gobiernos
de los estados interesados en la colonización con extranjeros.
3. Etapas y balance de la politica poblacioml
Podemos diferenciar claramente dos períodos: 1881-93, 1893-19 10.
En el primero de ellos coexiste la colonización oficial con la privada,
hasta que en mayo de 1893 se abandona la primera de ellas, dado los
escasos resultados obtenidos hasta el momento, limitándose el gobier-no
a apoyar las iniciativas privadas más exitosas y sobre todo menos
gravosas para el erario público.
A partir de 1893 sólo perdura la colonización privada, en la que
algunos españoles consiguen acumular grandes fortunas.
Estas dos modalidades, oficia1 y privada, se diferencian también en
lo que a la localización geográfica de las colonias :e refiere. Así, las
oficiales tienden a establecerse en zonas despobladas de la costa y de
los estados más extremos, ya sea en el norte o en el sur del país, es
decir, en zonas fronterizas o próximas a la frontera.
Por el contrario, la colonización privada radica en las zonas cen-trales
del país preferentemente, aunque se da a veces también en zonas
costeras. El balance a establecer es negativo en lo que a la coloniza-ción
oficial se refiere: italianos, mormones, chinos, negros, socialistas
y otros grupos nacionales étnicos, políticos o religiosos, que constitu-
.,,,,a,- la base ce!onizadora, ng suelen dsir e! r e d t i d o apetecido; antes
bien, abandonan el campo para instalarse en la ciudad o regresan a su
país o no se integran. El modelo argentino, que tan persistentemente
se quiere imitar, no es ni .de lejos alcanzado. Los bajos salarios, los
climas extremados, la dureza de la vida, entre otras causas, no permi-ten
que México no pueda competir con los países del Plata en ma-teria
colonizadora.
16. GOKZALEZN AVARROop: . cit., p. 10.
392
Sin embargo, a pesar del fracaso colonizador, la inmigración ex-tranjera,
atraída por el crecimiento económico y las mejoras en la cali-dad
de vida, aumentó, como prueban los recuentos censales de 1895 17,
1900 y 1910 19, que dan, respectivamente, 48.000 extranjeros, el do-ble
de los que había en la república restaurada, 58.000 y 116.527.
Con esto damos por terminado el estudio del marco referencial, para
pasar a los casos concretos de la inmigración peninsular y canaria, y
posteriormente a su análisis comparativo.
Escasamente tratada por los historiadores, como ya pusimos de ma-nifiesto
en Ia introducción, la inmigración española a México presenta
unas peculiaridades notables respecto a otras corrientes migratorias.
De un lado, se desarrolla casi totalmente al margen de las iniciativas
oficiales, a pesar de las polémicas apasionadas que suscitó y de algunos
proyectos de introducción de españoles financiados por la autoridad
que no tuvieron ni trascendencia práctica ni se materializaron muchos.
Por otro lado, presenta unas características singulares al estar repre-sentada
por elementos del norte de la península y ser precisamente
la afinidad regional la que va alimentando la corriente migratoria.
Para el período que nos ocupa, las fuentes directas son de tres ti-pos:
recuentos censales mexicanos de 1895, 1900 y 1910; las estima-ciones
llevadas a cabo por los representantes diplomáticos y consulares
de España y México las estadísticas de la emigración española, que
a partir de 1882 elaboró el Instituto Geográfico y Estadístico. Ninguna
de ellas reúne condiciones suficientes para merecer una confianza total
como veremos al analizarlos.
17. Censo general de la República mejicana verifica& el 20 de octubre de 1895,
Méjico. Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1899, 5 vols.
18. Censo y División Territorial de la República mejicana. Verificado en 1900. Méjico.
Tipografía de la Secretaría de Fomento, 1904, 12 vols.
19. Censo de Ia población de los E.E. U.U. mejicanos. Verificado el 27 de octubre
de 1910. Méjico. Oficina impresora de la Secretaria de Fomento.
20. Para estos años son tres las fundamentales. Las tres se hallan en el archivo de
la Embajada de EspaAa en México. La primera corresponiie a 1880, la segunda a 1887,
la tercera a 1910.
a) Los censos
El recuento censal de 1895 fue efectuado a la ligera y presenta
muchas imperfecciones, lo que sucede también con el de 1900.
El correspondiente a 1910 fue llevado a cabo con mucha más me-ticulosidad
y perfección técnica, aunque comparte con los dos anterio-res
el inconveniente de considerar a las mexicanas casadas con espa-ñoles
como españolas, lo que aumenta artificialmente el número de
mujeres españolas en cantidades muy superiores a las que realmente
llegaron .de la península. Por el contrario, los hijos de españoles na-cidos
en México son incluidos en el renglón mexicanos, aunque estu-viesen
inscritos como súbditos de España en el consulado correspon-diente.
1880 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6.55221
1887 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9.553 "
1895 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12.228 23
1900 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16.258 24
1910 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28.541 Z5
Hombres: 7.573. Mujeres: 1.910
Hombres: 17.667. mujere es: 10.874
b) Las estima'ciones diplomáticas y consulares
Precentan el grave inconveniente de calcular por debajo de la rea-lidad,
pues al no cubrir la red consular todos los puertos del país, buen
número de españoles no se hallaban inscritos en el consulado, hecho
motivado también por la desidia o la ignorancia de muchos inmigrantes.
c) Las estadisticas oficiales de la emigvación espafiola
Sólo llevan cuenta de la emigración oficial, que en el caso mexicano
no supone ni mucho menos la totalidad, ya que muchos españoles lle-gan
a México a través de Cuba, principalmente los canarios; otros no
están registrados por tratarse de prófugos, porcentaje muy alto, como
atectiguan los documentos consultados en los Archivos del Ministerio
de Asuntos Exteriores y de la Embajada de España en México.
A pesar de todo, estas fuentes son complementadas con otras, como
21. Carta del ministro de España en México, 4 de mayo de 1880 [A. E. E. M.]
correspondencia 1880, 22. Archivo de la Embajada de Esparia, Méjico D. F.
22. Empadronamiento que mandó hacer e1 ministro de España, 31 de diciembre
de 1887. A. E. E. M. 1887.
23. Censc de 1895.
24. Censo de 1900.
25. Censo de 1910.
han sido las fichas de miembros de las distintas beneficencias espa-ñolas
en México.
Las ya citadas fuentes nos permiten establecer el siguiente cuadro:
El número de mujeres que arroja el censo de 1960 está exagerado
por las razones que expresamos al hacer la crítica del mismo.
Para 1900 la Revista Mexicana de Emigración e Inmigración calcu-la
el número de españoles en unos 21.312.
Asimismo, existe un recuento efectuado en 1910 26 por el cónsul
general de España en México, Moreno Rosales, que arroja una cifra
de 40.000 españoles, muy superior a los anteriormente expuestos, pero
posiblemente mucho más cerca de la realidad que las anteriores.
Los períodos de mayor afluencia de inmigrantes fueron el quinque- m
D
nio 1895-1900 y 1905-1910. El primero debido a la incidencia de la E
guerra de Cuba en la inmigración a México, que fue de gran impor- O
n -
tancia, sobre todo para la inmigración canaria. El segundo coincide O=m
con un gran aumento de la emigración española a todos los paíces ame- £E
ricanos en general, y que podemos apreciar en el siguiente cuadro ": S
E
=
CIFRAS ABSOLUTAS POR MIL EMIGRANTES
3
Promedios en el periodo En el período --
0m
1901-04 1905-08 1909-11 1901-04 1905-08 1909-11 E
------ O
Argentina . . . . 16.142 58.032 89.576 255 428 527
Brasil . . . . . . 2.781 11.869 10.609 47 87 62 n
Cuba . . . . . . . 14.659 24.949 28.084 232 E
184 165
-
a
México . . . . . . . 2.829 4.232 3.682 45 3 1 22 l
Puerto Rico . . . 520 601 772 8 4 5 n
0
Uruguay . . . . . 592 903 2.462 9 7 14
Venezuela . . . . 149 60 146 2 1 1 3
O
La procedencia regional de los emigrantes españoles a México man-tiene
una línea constante desde el siglo XVIII. Emigración norteña en
26. Recuento efectuado por el Cónsul general de España en Méjico en 1910. A. E. E. M.
Sección Consulado, 1910.
27. Estadistica de la Emigración e inmigración de España en los anos 1909, 1910
y 1911. Madrid. Imprenta de la dirección general del Instituto geográfico y estadís-tico,
1912.
28. El presente cuadro ha sido elaborado con datos cYe las estadkticas oficiales de
emigrados españoles y con los procedentes del Archivo de la Beneficencia española en
Mt5jico consultados por el autor.
su mayoría, el cuadro que a continuación ofrecemos presenta los tantos
por mil de inmigrantes de las distintas regiones:
Asturias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 356
Santander . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
León . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
CastiUa la Vieja (sin Santander) . . . . . . . . . . . . 68
Vascongadas y Navarra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
Galicia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Cataluña y Baleares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Valencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
Aragón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
Castilla la Nueva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
Andalucía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
Canarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
A partir de 132: se observa aumento de la iiiiiiigra-ción
gallega, que se convierte en la más numerosa tras los asturianos
y santanderinos.
De estos grupos regionales el que arroja el más alto porcentaje de
solteros es el de Navarra, mientras que son los gallegos los que suelen
casarse más a menudo con oriundas de su región.
El análisis por profesiones, si lo hiciéramos utilizando como única
fuente la estadística ecpañola de emigración, arrojaría un predominio
de agricultores, seguido por comerciantes, industriales y artesanos. Con
este criterio nos equivocaríamos ciertamente, ya que tras la llegada a
México la mayoría de los inmigrantes peninsulares, no a:í los canarios,
al menos en este período, se dedican sobre todo al comercio, seguido
después por las actividades agrícolas.
4 DISTRIBUCDI~E XL A EMIGRACIÓN ESPAGOLA EN TERRITORIO ME-XICANO
Prácticamente no existía un solo pueblo, ranchería o hacienda, en
México en la que no se ertableciese algúr, español. Las entidades fede-tativas
con mayor numero de residentes ias damos a continuacion por
orden de mayor a menor concentración ":
Distrito Federal Tamaulipas
Veracruz Yucatán
Puebla Jalisco
Chiapas
Sonora
Durang
29. Datos procedentes de los censos de 1895, 1900, 1910 y de los informes consulares
existentes en Archivos de la E. E. M., Sección Consulados, 1882-1911.
396
Sinaloa
Quintana Roo
Coahuila
México
Oaxaca
San Luis Potosi
Querétaro
Nuevo León
Guerrero Chihuahua
Baja California (N.) Michoacán
Campeche TIaxcala
Morelos Aguascalientes
Colima Nayarit
Hidalgo Zacatecas
Guanajuato Baja California (S.)
Tabasco
Los centros de acumulación los constituían las ciudades más impor-tantes
del país, principalmente el distrito federal, Veracruz, Puebla,
Tampico, Mérida, entre otras.
La relación entre residentes en medios urbanos y rurales podríamos
fijarla según los datos de que disponemos en un 70 por 100 de resi-dentes
en la ciudad y un 30 por 100 en el campo.
5. INFLUENCDEILA INMIGRANTE ESPAÑOL EN LA ECONOMÍAM EXI-CANA
A través de su actividad económica y laboral, el inmigrante español
llega a constituir durante el período que estudiamos un enorme peso
económico y social en la vida del México porfiriano 30, que se mani-fiesta
en la totalidad de la actividad económica del país:
a) En la agricultura, los propietarios españoles llegan a poseer a
fines del período que estudiamos el 27 por 100 de la superficie total
de la tierra cultivable de México y el 32 por 100 de su valor total.
b) En la industria textil los capitales españoles creados en México
en este período representan en 1910 una cantidad de 40.715.000 pe-sos.
En otras industrias, principalmente relacionadas con alimentación
(harineras, galletas, pastas, etc.), obtenían los españoles el dominio
absoluto.
C ) Predominio en el comercio.
d) Control de numerosos bancos.
Basten estos ejemplos para dar una idea de lo que la inmigración
española había llevado a cabo en los treinta años que abarca nuestro
estudio; gentes procedentes de medios rurales, con un nivel cultural
muy deficiente, se convirtieron en este período en el grupo extranjero
?C. C.? ertiGc? ciri.p!e?e de! españo! en !a >,ida sacia! ec~nYiika y politica Ue
Mkjico, de 1910, se encuentra en la tesis doctoral en vías de publicación, de Vicente
González Loscertales, presentada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
Complutense en junio de 1975.
más numeroso e influyente en el país a través de la acumulación de
capital con su trabajo. En el origen de numeroras industrias del Mé-xico
moderno se hallaron muchos de los emigrantes españoles Uegados
al país después de 1882.
IV) LA EMIGRACI~N CANARIA A MÉXICO
Ningún grupo regional español fue tan vivamente estimulado a
emigrar a México como el compuesto por los naturales del archipiélago
canario, y, sin embargo, la atracción superior de otros países redujo
el fenómeno tan considerablemente que desde un punto de vista cuan-titativo
la participación de emigrantes canarios en México es exigua
en comparación de otros grupos de españoles de distinta procedencia
regionai. Ko sucede io mismo, sin embargo, en lo cuaErarivo. Ciertos
sectores claves de la agricultura de exportación mexicana tuvieron por
obra de la emigración isleña un desarrollo notable en áreas de las que
hasta entonces no existían.
Dinámica de la población canaria a México
1881-1885 . . . . . . . . . . . . 343 varones y 102 mujeres
1886-1890 . . . . . . . . . . . . 40 varones y 18 mujeres
1891-1895 . . . . . . . . . . . . 29 varones y mujeres
1896-1900 . . . . . . . . . . . . 85 varones y mujeres
1901-1906 . . . . . . . . . . . . 42 varones y mujeres
1906-1911 . . . . . . . . . . . . 38 varones y mujeres
1. DIFICULTADEESPSE CIALES DEL ESTUDIO DE LA EMIGRACIÓN CANA-RIA
EN MÉXICO
El eje Yucatán-Campeche-Cuba, la relación intensa de las regiones
costeras del Caribe mexicano, especialmente Yucatán y Campeche, con
otras zonas insulares y continentales del ámbito del Caribe, especial-mente
con Cuba, provocó desde época muy temprana un intercambio
comerciai y humano que se va a manifestar en un trasiego migratorio
frecuente entre las costas de la península yucateca y Campeche y la isla
de Cuba. Esta va a ser una importante vía de penetración de natura-les
del archipiélago canario a tierras mexicanas en la época que es-tudiamos.
Por esta causa las estadísticas oficiales españolas de emigración
upenas refleja:: =:?a parte de la c~rriente migratoria cmaria a MCxLn.
El poder cuantificar esta inmigración es empresa difícil, ya que has-
ta 1908 no se regula por primera vez en ley del 22 de diciembre la
emigración a México 31, y, por otra parte, hasta 1898 numerosos es-pañoles
residentes eran registrados en México bajo el nombre de cu-banos.
A esta dificultad hay que añadir el carácter no siempre definitivo
de esta inmigración, sino que inmigraba y emigraba según las oscila-ciones
de las respectivas coyunturas en Cuba, Yucatán. Esta inestabili-dad
complica la labor cuantificadora y da origen a numerosas dificul-tades
a la hora de estimar la cuantía. De ahí la necesidad de recurrir
a fuentes indirectas más dispersas y menos completas a la hora de
enfrentarse a esta problemática 33, como pueden ser la correspondencia
consular, los informes de las distintas secretarías, los contratos de com-pañías
colonizadoras privadas, etc.
2. Los FUNDAMENTOS DEL INTERÉS POR LA INMIGRACI~N CANARIA
Desde el punto de vista estatal, los colonos canarios podían cons-tituir
la solución a uno de los grandes problemas de la política colo-nizadora
porfirista: el poblamiento de las zonas calientes del Golfo
de México y de la región del Caribe mexicano.
El porqué los inmigrantes insulares y no otros grupos está en par-te
explicado al tratar del marco teórico en que se desarrolla la política
porfirista. Enumeraremos las causas:
a) Las experiencias en zonas climáticas similares
La gran tradición de inmigración canaria a otras áreas del Caribe
había puesto de relieve la facilidad de adaptación y la capacidad de tra-bajo
del agricultor canario en zonas tropicales.
b) El conocimiento de la agricultura tropical
La política de desarrollo económico del porfiriato se basaba en la
agricultura de exportación, sobre todo del café, tabaco, caña de azúcar
y henequén, los cultivos en parte familiares al campesino canario, lo
que motiva el interés mexicano por esos inmigrantes técnicamente en
condiciones de producir en estos sectores.
31. Todos los datos proceden de la tesis citaaa.
32. Vid. GoNzALEZ: Rothvoss y Gil Mariano, en la Revista <La emigración española
a Hispanoaméricau, pp. 97-116 y 179-211.
33. Para la elaboración del presente trabajo consultamos la correspondencia de los
Viceconsuladcs de España en San Juan Bautista (Tabasco), Tamaulipas, Chiapas, Cam-peche
y Yucatán en el A. E. E. M., entre 1888 y 1911.
c) El patrimonio cultural común
La comunidad de lengua y cultura produce un doble efecto, reduce
al mínimo el proceso de asimilación y además facilita la integración
definitiva en la comunidad nacional.
d) La actitud del porfirismo ante la multiplicidad racial
El hecho de tratarse de población de raza blanca era ya un atrac-tivo
para una mentalidad basada en un positivismo de fuerte carácter
agrícola que lleva a buscar la afluencia de blancos por encima de la
de otras razas. La política porfirista ante 10s inmigrantes no blancos
se halla extensamente desarrollada por Moisés González Navarro 34.
Un grupo como el canario, blanco y adaptado al medio, tenía necesa-riamente
que convertirse en pieza deseada para la política colonizadora
dd porfiriato.
e) La baratura, sobriedad y docilidm' de la mano de obra canaria,
Los bajos salarios y las duras condiciones de trabajo en que se des-envolvían
los obreros canarios les confiere un atractivo especial, ya
que ningún otro inmigrante europeo podía competir en baratura con
la fuerza de trabajo del archipiélago.
En todas estas premisas se basa el interés del fomento de la inmi-gración
de este grupo humano de México.
Veamos a continuación los esfuerzos realizados por las autoridades
mexicanas para poder realizar este propósito.
La introducción de trabajadores canarios fue siempre alentada des-de
el poder y se inscribe principalmente en la etapa primera de la
política colonizadora del porfiriato, es decir, la comprendida entre los
años 1881-93 aproximadamente, caracterizada por la iniciativa estatal
en la empresa colonizadora, reflejada en el fuerte desembolso realizado
para llevar a cabo esta política. Además de los incentivos ofrecidos
por el poder central, también los gobiernos locales contribuyeron con
primas y recompensas.
En 1883 el gobierno de Yucatán decretó una bonificación de 10 pe-sos
por individuo canario mayor de ocho años y menor de cincuenta
34. Vid. GoNz i ~ aN AVARROL:a colonización en Méjico. El porfiriaro: la vida sociat.
400
que se introdujera en ese estado 35. El estado de Campeche concedía
un premio de 10 pesos en bonos de la deuda oficial por la introduc-ción
de canarios de dieciséis a cuarenta años. Esto excitó las ambi-ciones
particulares y dio lugar a casos de estafa como la colonización
de tierras en Campeche con mil familias canarias a las que el contra-tista-
debía llevar a poblar. Al llegar el primer contingente se encon-traron
con tierras malsanas y un mísero jornal de 1,25 pesetas diarias,
menos de lo que hubiesen ganado sin moverse de su tierra 36.
Los estados de Oaxaca, Veracruz y Chiapas ofrecieron también in-centivos
a la inmigración canaria relacionados principalmente con el
'fomento del cultivo del tabaco.
Este interés oficial por los canarios no excluye la inmigración indi-vidual
y por cuenta propia, que nunca llegó a ser numerosa, y que no
reviste d carácter co!onizador de !a. fumeiitada desde e! podet.
Los períodos de mayor afluencia canaria a México en estos años de
auestro estudio son los quinquenios 1881-85 y 1896-1900:
Se observa, pues, que el dinamismo mayor corresponde respectiva-mente
a la euforia de los primeros momentos del porfiriato y a la rc-cesión
sufrida por el flujo migratorio a Cuba a causa de la guerra de
Independencia.
5. DISTRIBUCIE~NN EL TERRITORIO MEXICANO Y ACTIVIDAD DES-ARROLLADA
La emigración canaria a México es localizada en su casi totalidad
en las zonas tropicales del país, tanto en la costa del Golfo y en la del
Caribe como en tierras de los estados de Oaxaca, Chiapas y Tabasco.
Los estados con mayor número de canarios fueron los siguientes:
En el distrito federal la presencia canaria era en 1910, según da-tos
de la beneficencia española, de cuatro familias 38.
Las actividades a que se dedicaban eran tundamentalmente agríco-las,
aunque entre las tripulaciones de los barcos que efectuaban la
navegación de cabotaje aparecen con frecuencia marinos canarios, dán-dose
también casos de comerciantes e industriales.
35. Apud. GONZ~LENZA VARRO:L a colonización, p. 25.
36. Vid. A. E. E. M., 1883, Proyecto de colonización canaria en Campeche.
27 Ti^ .:Ei^ ------r- -a u r i a a yicaciiradas han si& ciaboradas con ios datos de ia emigracion
oficial y las referencias de los informes consulares y de los viceconsuiados de Mérida,
Tiudad del Carmen, Tapachula y del consulado de Veracruz.
38. Ficha de socios de la Beneficencia española entre 1950 y 1930.
El aporte principal del canario a la economía mexicana radicó en el
terreno de la agricultura, y principalmente en el sector tabaquero, so-bre
todo en zonas como el valle nacional de Oaxaca, lugar colonizado
por el español Ramón Balsa con un contingente de españoles de Cuba
y Canarias que llegaron atraídos por la oferta de tierras baratas paga-deras
a largo plazo con el tercio de la cosecha y otro tercio vendido a
precio convenido de antemano al propietario de la tierra.
También en el sur de Veracruz, Campeche, Yucatán y Tamaulipas
hubo ~lantadores canarios de tabaco, aunque en menor medida.
Para concluir este irabajü variiüs a resaltar somei-amente las simi- 2
N
litudes y diferencias entre la emigración procedente de la península y E
la canaria a México. O
n
La emigración peninsular se diseminó por todo el territorio mexi-cano,
mientras que la canaria se concentra en las zonas tropicales del
litoral oriental, entre Chiapas y Oaxaca.
Ya vimos cómo los inmigrantes canarios vienen estimulados por
planes colonizadores concretos organizados directamente o estimulados
por el gobierno, mientras, a pesar de todos los intentos proyectados
desde el poder, los peninsulares vinieron en su mayoría por cuenta
propia.
Si !a actividad predominíinte de !os nat~urales de la península fue
mayoritariamente el comercio, los procedentes del archipiélago encon-traron
en la agricultura el campo predominante de actividad.
Los peninsulares, en su inmensa mayoría, llegaron a México direc-tamenre
desde la peíifnsula; los canarios --- -1 ---+S-..:- 1- t.:-:-,.-- > p u l L l LUlILlaIl", ," IIILICIVII,
además de desde las islas. desde Cuba.
En su inmensa mayoría, los emigrantes peninsulares eran hombres
solos; la emigración canaria, aunque mayoritariamente compuesta por
hombres, comprendía también un número estimable de familias.
La emigración española a México siempre desató polémicas y tuvo
encarnizados detractores; sólo la compuesta por canarios fue unánime-mente
bien acogida.
Con estas breves consideraciones damos una cerie de hipótesis de
trabajo que pretenden ser punto de partida para futuras monografías
sobre este tema.