Agustín Millares Carlo,
la UNED y el Corpus de Códices Visigóticos
CRISTOBAGLA RCIAB LAIRSY
DIRECTODRE L CENTROA SOCIADDOE LA UNED
DE LAS PALMAS
La última etapa de la vida de D. Agustín y la Universidad Nacional de
Educación a Distancia, a través de su Centro Asociado de Las Palmas de Gran
Canaria, para satisfacción del primero y suerte del segundo, se cruzan y fmto
de ese encuentro muchos años después, su obra magna, el Corpus de códices
visigóticos sale a la luz pública.
Satisfacción de D. Agustín porque al final de su larga, fecunda y azarosa
vida se reencontró, en su ciudad natal, con sus dos grandes pasiones: la docen-cia,
con los alumnos de Paleografía y Diplomática de la UNED en el Centro y
medios materiales y humanos para crear un Seminario de Investigación que se
bautizó con su nombre, a pesar de su tenaz oposición.
La historia de este encuentro, que se inició hace 25 años, tiene una crono-logía
que a continuación voy a relatar con la máxima concisión.
A fines de 1973, el Cabildo Insular de Gran Canaria quería retener y ayu-dar
a D. Agustín para que continuara trabajando en Las Palmas de Gran
Canaria, y para ello se necesitaba apuntalar su siempre tambaleante economía.
La fórmula que se encontró fue encargarle un trabajo de investigación, el que
él quisiera, y hacerle un contrato por dos o tres años.
No recuerdo cómo ni el porqué, yo era simplemente el Director del centro
Asociado de la UNED, se me encargó que hiciera la gestión.
Le telefoneé y le ofrecí, él vivía en Tafira, un coche del Cabildo para que
fuera a buscarle. Lo rehusó y convinimos en vemos a media mañana en la
biblioteca del Museo Canario.
Fue entonces cuando lo conocí personalmente. Nos sentamos en la esqui-na
de una mesa de la biblioteca y le expliqué el tema.
130 Cristobal Garcia BLairsy
Aceptó y agradeció el interés del Cabildo y comentó que tenía un trabajo,
no recuerdo cual, a punto de terminar.
Perfecto, le dije, pero ... existía otro trabajo, ese sí lo recuerdo: "La
Biobibliografía de autores canarios", cuyo interés e importancia me explicó.
Insistí que no era necesario incluirlo en el contrato; con el primer trabajo
se cumplían las formalidades y así quedaría liberado de agobios dc tiempo.
No hubo manera de convencerle. Tuve que aceptar que se incluyeran los
dos trabajos y así se lo comuniqué al Cabildo Insular. No sé lo que pasó des-pués.
A mí me sirvió para calibrar la potencia del personaje.
El año 1975, le invité a dar la Lección Inaugural del curso académico
1975176 del Centro Asociado. El tema elegido fue: "Algulzos yr-ob1emu.s dc Itr
filología clásica". Un título nada sugestivo para un profano.
Fue un espectáculo ver exponer a aquel joven de 82 años. Al terminar la
conferencia, invité a un aparte a D. Agustín y comprendiendo de lo que se tra-taba,
hizo un ademán negativo, indicando que no era necesario. Cuando a1 fir-mar
el libramiento vio la cifra: 25.000 ptas., exclamó: ''¡Qué barbaridad, es
mucho dinero!".
Algún malicioso podría pensar que era un sarcasmo, pero no. En aquel
entonces era una cifra generosa.. . en los medios universitarios. He repetido
esa ceremonia durante 25 años y jamás he oído algo parecido.
Y llegamos al curso 1978179.
D. Agustín había impartido un seminario especial de Paleografia a los
alumnos del Centro Asociado en el curso 1977178, y al comienzo del curso
78/79 se le ofreció tímidamente, que se hiciera cargo de la tutoría de la asig-natura
Paleografía y Diplomática, que él aceptó encantado, impartiendo un
coloquio semanal que figuraba en el programa de las actividades académicas,
convirtiéndose de hecho en un Profesor-Tutor más del Centro.
Por un reflejo que no sé como calificar, ni se me ocurrió hacer la propues-ta
formal de nombramiento a la Sede Central de la UNED, ni tampoco lo hice
en el curso 1979180. A su fallecimiento sí solicité los títulos de nombramien-to
de Profesor-Tutor que hoy, para orgullo del Centro, figuran en un inarco en
el Seminario de Humanidades Agustín Millares Carlo.
Consecuencia de esta relación académico-docente, y la circunstancia dc
la escasez de espacio y medios que disponía D. Agustín para desarrollar sus
tareas de investigación, el 6 de junio de 1979 se celebró una reunión en el
Centro Asociado, presidida por su Director, y formada por D. Agustín Millares
Carlo, D. Manuel Hernández Suárez, D. Antonio de la Nuez Caballero, D.
Eugenio Padomo Navarro, D. Manuel Sanchez Artiles, D. Orlando Guntiñas
Tuñón y D. José Luis Gallardo Navarro, en la que se acuerda crear el en prin-cipio
denominado "Seminario de Filología Agustín Millares Carlo", nombran-
Agustín Millares Carlo, la UNED y el Corpus de Códices Visigóticos 13 1
dose Director del mismo a D. Agustín y Secretario a D. José Luis Gallardo
Navarro, indicandose que se constituía, en principio, con los escritos y docu-mentos
del primero y la magnífica biblioteca (11.000 mil volúmenes) del
segundo. Los locales serían los que actualmente ocupa, unos 300 m2, en la
planta 5" del Centro Asociado de la UNED
Desgraciadamente, poco llegó a disfrutar D. Agustín de esas instalaciones
y de su despacho anexo.
En noviembre o diciembre de 1979, el Seminario ya funcionaba,
D. Agustín me comentó que entre los trabajos planteados estaba "La
Biobibliografia de autores canarios", y necesitaba disponer de los medios
necesarios para que algunos de sus colaboradores se desplazaran a las islas,
que sería un trabajo laborioso, 4 ó 5 años, . . . etc.; dos o tres meses después, el
8 de febrero de 1980, a los 86 años, fallecía. Hasta el último momento su capa-cidad
creativa no tenía límite.
Para todos fue una desgracia y, egoístamente, para el Centro Asociado de
la UNED lo fue de forma especial. El paliativo nos vino de la mano de Félix
Sagredo, su mentor y amigo de los últimos años, al que las hijas de D. Agustín
encomendaron la decisión sobre el destino de la biblioteca y documentación
que él tenía al fallecer.
Gracias a ello, un día de 1980, junto con José Antonio Moreiro, José Luis
Gallardo y otros, nos desplazamos a la casa de D. Agustín en un apartado rin-cón
del Madroñal y cargamos hasta la última hoja de papel.
Entre ellas estaban cinco grandes carpetas verdes. Eran los originales del
Corpus de códices visigóticos.
Desde un primer momento tomamos conciencia de la importancia de esos
originales, y desde ese tnomento iniciamos gestiones, infructuosas, para pre-parar
y editar la obra.
Una feliz y casual circunstancia fue el detonante que produjo el inicio de
un largo y laborioso proceso que culmina hoy, siete años después.
En febrero de 1992, el profesor de Historia Medieval de la UNED, José
Luis Martín Rodríguez, se desplazó al Centro como Presidente del Tribunal de
exámenes.
Le hablé de las ya famosas "cinco carpetas verdes", y durante la semana
de exámenes tuvo tiempo de analizar los originales y su lógica conclusión fue
apreciar su extraordinario valor, a pesar de que su especialidad no era la
Paleografía. Me planteó hacer unas fotocopias seleccionadas de los textos que
permitieran captar el contenido general de la obra, para hacerlos llegar al pres-tigioso
especialista, profesor Manuel Cecilio Díaz y Díaz de la Universidad de
Santiago de Compostela.
Asimismo, me planteó la oportunidad de organizar en 1993, centenario del
nacimiento de D. Agustín, un congreso internacional en torno a su figura. y
entre cuyas ponencias se incluiría una relativa a los originales del Corpus.
Así fue. El 19 de mayo de 1993 a las 10 de la mañana, se iniciaba el con-greso
"Agustin Millares Ccil-lo: Maestr-o de rnc'dieiv1i.stu.s" con la ponencia del
profesor Díaz y Díaz, "El Col*pus de cúdices vi.sigcitico.v. Buses p11u vli
publicación".
Su planteamiento produjo en principio un cierto desconcierto, pues iba
más allá de la obra de D. Agustín que, obviamente, terminaba en 1980.
Finalmente, gracias a la altura de miras y profundo respeto y admiración a
la figura de D. Agustín de los profesores Díaz y Díaz, MundO Marcet y Ruiz
Asencio, se llegó a un acuerdo tal y como se expresa literalmente en los
siguientes párrafos de la Introducción de la edición:
Después de múltiples discusiones y propuestas, se acordó (en el Ilnmado
"Pacto del Bodegón del Pueblo Canario"), la publicaciOn corno Iiornciiajc a
este y como paso previo a una nueva realización de su vicja idea del C'orp1i.s
de cúdica visigóticos. LOS puntos del acuerdo fueron scfialados definitiba-mente
en la intervención de Cristóbal García Blairsy, Director del Ccntro
Asociado de la UNED, en el Acto Institucional de clausura del congreso: el
Gobierno de Canarias haría suyo el proyecto de edición de los ~nateriales de
don Agustín Millares y lo financiaría, encargando a los profesores Manuel C.
Díaz y Díaz; Anscari Manuel Mundó i Marcet; José Manuel Ruiz Asencio;
Blas Casado Quintanilla y Enrique Lecuona Ribot, el trabajo de ponerlo a
punto.
Tal es el origen de la obra que ahora se presenta.
Inmediatamente, la comisión comenzó el trabajo de preparación de la edi-ción.
Fue un trabajo mucho más duro y difícil de lo que, a1 menos para un pro-fano,
se podría suponer en principio.
Para expresarlo, nada mejor que recurrir nuevamente al texto de la
Introducción de la edición:
La comisión editora inicio sus trabajos en noviembre de 1993, en una rcu-nión
tenida en Las Palmas, a las que siguieron otras en mayo y noviembre de
1994, también en Las Palmas, otra de junio de 1995 en Santiago de
Compostela y, en fin, la dc diciembre de 1995 de nuevo en Las Palinas.
Parece ilustrativo describir el trabajo realizado cn estas reuniones.
Después de examinar, con todo detalle, el ~naterialc ontenido en las "Cinco
carpetas verdes", se tomaron decisiones que creíamos que respondían plena-mente
a lo que don Agustín hubiera realizado dentro de su idea del Corpus
que se trataba de editar. Había dos puntos diferentes, y muy importantes, en
su proyecto: un estudio preliminar que justificaría y explicaría la obra desde
el punto de vista paleografico, y un estudio pormenorizado y continuo de
Agustín Millares Curlo, la UNED y el Corpus de Códices Visigóticos 133
todos y cada uno de los códices conservados en escritura visigótica, o con
muestras de esta escritura. Establecimos que aquel estudio preliminar había
sido ya publicado, con la debida extensión y con todo detalle, en los capítu-los
correspondientes de la tercera edición de su Tratado, preparada por José
Manuel Ruiz Asencio, que, aunque aparecido tres años después de la muerte
de don Agustín, había sido supervisada y orientada por él mismo. Nos res-taba,
pues, centrar toda nuestra actividad en el Corpus por él dejado, con
grandes cantidades de materiales en bruto, pendientes de la labor de pulido
que requería su presentación para la edición.
En primer lugar, era totalmente necesario ordenar cuidadosamente las
"fichas", o descripciones de todos los manuscritos que abarcaría el Corpus.
Ello implicaba reducir los duplicados, producidos por confusiones de lugar,
por cambios de bibliotecas o de propietarios, por cambio de nombre de cier-tas
instituciones y, cosa mas grave, por los numerosos y por desgracia fre-cuentes
cambios de las signaturas que dentro de una biblioteca identifican los
códices y fragmentos. Se ha requerido un trabajo minucioso, que supone
mucho tiempo y esfuerzo, para ordenar al final todos los elementos del
Corpus por orden estricto alfabético de lugares de conservación, ofreciendo
siempre referencias cruzadas para su correcta identificación y estudio.
Por descontado que los trabajos iniciales, y los que se fueron desarrollan-do
luego, no habrían sido posibles si no se hubiera informatizado, desde un
primer momento, el contenido de las "Cinco carpetas verdes", gracias al tra-bajo
incesante e inteligente de Enrique Lecuona. Sólo así ha sido posible que
la comisión, y sus colaboradores, contaran en todo momento con el texto
íntegro de los documentos de Millares, y los sucesivos añadidos y correccio-nes
que se les fueron haciendo. Entre las reuniones, y durante ellas, se saca-ron,
continuamente, copias del material informatizado para completarlo y
enmendarlo, a fin de ir preparando un texto limpio para la imprenta.
A este texto preciso pero escueto, yo puedo, como testigo, añadir que las
reuniones plenarias de la comisión eran 3 días, de viernes a domingo, en la
Sala de Juntas del Centro Asociado de la UNED, y con una duración de más
de 12 horas diarias.
Después venía el trabajo de Enrique Lecuona. "trabajo incesante e inteli-gente",
como se define en el Prólogo. Doy fe de lo primero. De lo segundo no
me corresponde. He hecho una estimación prudente, y en cinco años Enrique
Lecuona dedicó más de 3.000 horas al trabajo de preparación de la edición.
El 11 de diciembre de 1995 en un acto formal se hizo entrega al Consejero
de Educación, José Mendoza Cabrera de los originales "cuasi" preparados para
su edición. El trabajo fundamental estaba terminado, y se había cumplido con
los plazos del compromiso contraído con el Gobierno de Canarias que había
invertido 6.000.000 de pesetas.
Quedaban 70 u 80 láminas de los 352 códices de que consta el Corpus, que
134 Cristobul Garciu BLait:xj>
se encontraban en diversas instituciones nacionales y extranjeras, que habia
que localizar y obtener reproducciones.
De otra parte, una obra de esta naturaleza exigía una casi continua revi-sión
para modificar y subsanar cuestiones de detalles, así que el trabqjo con-tinuó
con reuniones parciales, desplazamientos para localización de Iimi-nas,
y el tenaz trabajo que significó el pulir una y cien veces cl testo y el
álbum de láminas.
Por fin, el 19 de diciembre de 1997, el Consejero de EducaciOn, Josk
Mendoza Cabrera, comunicó la concesión de una subvención de 8.720.000
pesetas para la edición de la obra.
Tampoco fue un trabajo fácil. Mediante un concurso se le acijudicO la
impresión a la mejor oferta que fue "Litografía Romero, S.A." de Tencrife. Sc
tardó cerca de un año. Fueron muchas las correcciones de pruebas que se hicie-ron.
El 30 de enero de 1999, se termina la impresión.
Así, la decisión en 1993 del Presidente del Gobierno de Canarias, Manuel
Hermoso Rojas, de asumir el patrocinio de la preparacih de la edición. la dcl
Consejero de Educación y Cultura, José Mendoza Cabrera, en 1997, dc finan-ciar
la impresión, y el trabajo generoso, impagable y apasionado de los profe-sores
Manuel Cecilio Díaz y Díaz, de la Universidad de Santiago de
Compostela; Anscari Manuel Mundo i Marcet, de la Universidad Autónoma
de Barcelona; José Manuel Ruiz Asencio, de la Universidad de Valladolid,
Blas Casado Quintanilla de la Universidad Nacional de Educación a Distancia
y Enrique Lecuona Ribot del Centro Asociado de la UNED de Las Palmas dc
Gran Canaria, habían hecho posible la edición de la magna obra pOstuina de
Agustín Millares Carlo, Corpcrs de cccídices visigdicos, veinte años desp~iésd e
su muerte.
Mayo, 1999